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No quiero dar el Sí, ¡Exijo mis derechos!
Por Fuente: Prensa de Frente - Wednesday, Jul. 14, 2010 at 9:10 PM

EL DEBATE SOBRE EL MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO

No quiero dar el Sí,...
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13/07/2010

Por Luciano Fabbri, integrante del Colectivo de Varones Antipatriarcales -
Interrumpimos la cadena de oraciones para brindar un mensaje a la comunidad: El debate acerca del matrimonio entre personas del mismo sexo está que arde. Arden los armarios de las tortas y los putos que salimos a las calles a hacernos visibles, y decirles a las Iglesias que no sentimos culpa, decirles a lxs legisladorxs que queremos iguales derechos, y decirle a la sociedad toda que la homosexualidad no es una enfermedad, pero la homofobia sí!

Arde la cintura del gobierno de tanto zigzaguear entre un discurso gay friendly y una estructura de poder repleta de caudillos mata-putos. Queremos que arda el cuadro de Videla, pero también que ardan los decretos a través de los cuales el dictador, y los sucesivos gobiernos democráticos, transfirieron y transfieren millones de pesos de lxs argentinxs a la reproducción de la estructura eclesiástica. No queremos “libertad de conciencia” si lo que se deja libre es el derecho a la homofobia y la violencia sexista, mientras nosotrxs seguimos presxs de sus prejuicios.

También arden los teléfonos del episcopado, que está dele llamar a los despachos y celulares de “lxs representantes del pueblo”, para que una vez más voten a espaldas del mismo, y respondan a intereses reaccionarios. Les prometen el cielo a cambio, y un suculento apoyo financiero a sus campañas proselitistas, que pagaran con los subsidios que reciben del estado, que a su vez pagamos todas y todos con nuestros impuestos, seamos o no católicxs.

Lo nuevo no termina de nacer…

Es cierto que lo que hoy está en la agenda del Congreso es la posibilidad de acceder al matrimonio por parte de parejas compuestas por personas del mismo sexo, y es cierto que el acceso a la institución matrimonial no ha sido parte de mi agenda personal ni de lucha. Cierto también, es que si yo me quiero casar o no, a nadie le importa, sencillamente porque los deseos de las personas no heterosexuales respecto a la posibilidad de que nuestros vínculos amorosos sean reconocidos por el estado no tienen ningún tipo de valor. Para ejercer el derecho a no casarnos, primero debemos disponer del derecho a hacerlo.

¿Si no me genera contradicciones “luchar por el matrimonio”? – La verdad es que un poco de “cosita” me da, pero siento y pienso que no es sólo por eso que estamos luchando. En primer lugar, entiendo que éste reclamo es parte de la lucha contra la homo-lesbofobia de Estado, que establece categorías de ciudadanxs en función de la “normalidad” de sus deseos.

Por otro lado, creo que éste reclamo aporta a profundizar la crisis del modelo tradicional de familia compuesta por Papá-varón-proveedor de familia – Mamá-mujer-ama de casa, y a la influencia que este modelo tiene sobre las desiguales relaciones entre los géneros. La Iglesia católica lo dice claramente, los niños varones y las niñas mujeres, necesitan de un varón y una mujer adultxs respectivamente, que ejerzan, ya no la función paterna o materna, sino el rol de género a imitar, reproduciendo así los modelos hegemónicos de masculinidad y feminidad. Además de que, claro está, en una sociedad democrática, todo el mundo debe disponer por igual del derecho a equivocarse.

Claro que no hablamos de las reivindicaciones de todas las identidades de género ni mucho menos de una lucha anti-sistémica, pero cómo desaprovechar la oportunidad de darle un revés a los guardianes del sistema patriarcal, y erosionar la matriz heterocentrada de los derechos consagrados por el estado.

La invisibilidad de las reivindicaciones más radicales de los colectivos disidentes con el orden heteropatriarcal, no pasa sólo por la agenda reformista de la burocracia homosexual, sino fundamentalmente por la propia incapacidad de superar la fragmentación y los análisis testimoniales, para chapotear en las contradicciones que la historia y su dialéctica nos ofrece, aún a pesar de nuestros fundamentos; reversión de los programas vanguardistas en la era de la performatividad.

…y lo viejo no termina de morir.

Se opusieron al carácter civil del matrimonio porque iba contra su principio sagrado, se opusieron al divorcio porque violaba el carácter eterno del vínculo, se opusieron al reconocimiento de hijxs extramatrimoniales porque negaba la exclusividad del vínculo monogámico, y hoy se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo por ir contra el orden natural.

Hoy piden plebiscito, cuando nunca les importó la opinión del pueblo. Hoy piden “Unión civil homosexual” cuando hace un par de años ponían el grito en el cielo por tamaña blasfemia.

Este viraje en los discursos y estrategias fundamentalistas obedece a la progresiva pérdida de su hegemonía, que se expresa en la incapacidad de sostener la inmutabilidad de sus instituciones a partir de la mera repetición del dogma. Su desgastada legitimidad no responde sólo a la complicidad y encubrimiento de la propagada pedofilia que se aloja en sus instituciones, sino a la crisis de sentido por la que pasan muchos de sus pilares dogmáticos.

La familia y la sexualidad fueron conociendo su plural y hace tiempo que ya no son lo que eran. Las luchas de las mujeres, el divorcio, la anticoncepción, las transformaciones en los mercados y en el mundo del trabajo, las familias homoparentales y ensambladas, han ido modificando su estructura y sentido. La emergencia de organizaciones LGTTTBI hicieron visible la violencia y discriminación de la que se es destinatarix por no responder a la heterosexualidad que se impone como norma.

Ellos hablan de “Guerra contra Dios”, pero si existiese una guerra, esa sería contra el ala fascista que lo representa en la Tierra, y a juzgar por el contexto, y ya no por dictámenes y cantidad de votos, la venimos ganando. Vamos por ésta batalla, y seguimos por el aborto legal y gratuito, por la ley de identidad de género, por la efectiva implementación de la ley de educación sexual integral en todas las provincias, y por la definitiva separación de la Iglesia y el Estado.

¡Pueden seguir rezando…nosotrxs seguiremos luchando,
hasta que todxs seamos libres!

“Yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero
Y ésa es mi venganza”

(Pedro Lemebel- Manifiesto)

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