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2001-2011: Romina, la niña poeta
Por Fuente: UNO Entre Ríos - Tuesday, Dec. 20, 2011 at 8:24 PM

“Recordar: Del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón” El Libro de los abrazos, de Eduardo Galeano.

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Marcelo Comas / De la Redacción de UNO

Trasladarse en el tiempo, recordar, hacer memoria, se constituyen en disparadores que para los protagonistas del diciembre negro de 2001 llevan inscripto un significado lleno de dolor y de tristeza. En la misión de reconstruir ese pedazo de historia, la de un país en llamas, la de una provincia de oídos sordos, aparecen las víctimas que murieron por estar en el lugar y en el momento equivocados.

¿Es posible pensar que el destino se ensañó con Romina Iturain, la adolescente de 15 años, que falleció el jueves 20 de diciembre de 2001 por una bala perdida mientras compartía unos mates junto a su prima Andrea, en una casa ubicada en calle Larramendi de Paraná? Su papá, Mario, la había llevado hasta ese lugar porque la muchacha quería contarle a su prima sobre su buen rendimiento escolar y la experiencia de haber salido a bailar por primera vez. Pero sobre todo de la importancia de haber aprobado una materia que siempre la complicaba: Matemática.

Enfrente, a unos seiscientos metros, la tensión entre los manifestantes que pedían comida frente al Wal Mart y la policía –reforzada con la presencia de custodios privados– apostada sobre los techos para custodiar el predio estaba a punto de hacer ebullición. Quizás, sumergida en otra realidad, la estudiante del tercer año de la Escuela Provincial N° 91 “De la Baxada del Paraná” nunca llegó a comprender lo que estaba pasando, ni a tomar la dimensión del peligro que la acechaba. Justo en el momento preciso en el que le iba a mostrar a su prima sus nuevos poemas un instante fatal modificó para siempre su vida. Su vida se apagó de repente, en el momento en el que empezaban a florecer sus sueños y le daba forma a su vocación de incipiente garabateadora de versos.

No fue fácil articular la historia de Romina, ni bucear en las horas previas a su desaparición física, porque en su entorno familiar dolía remover ese pasado que reaparece en cada víspera de Navidad. La traumática experiencia de perder a un hijo, a un familiar, a un ser querido, explica de algún modo la negativa a expresarlo en palabras.

Entonces la búsqueda partió hacia otro rumbo, buscando respuestas, siguiendo el rastro de aquellos que conocieron a Romina. Y así las huellas del pasado reciente condujeron hacia la Escuela Provincial N° 91 “De la Baxada del Paraná” (ubicada en Larramendi 2786), donde su vicerrectora, Alejandra Hocher, relató el paso de la muchacha por la institución y con el murmullo de los alumnos que recuperaban materias adeudas, se dejó invadir por los recuerdos.

“Romina ingresó en el año 2000; hizo octavo y noveno año en la escuela. Ella venía de otra escuela, porque recuerdo que una vez hablé con ella y como tenía que rendir una materia previa conmigo me preguntó sobre la modalidad del examen”, empezó contando la docente.

A paso lento, caminando por una de las galerías de la escuela, la directiva que al momento de conocer a Romina se desempeñaba como profesora –no la tuvo como alumna– la recordó “como una chica alta, de piel clara y de cabello con ondas suaves de color oscuro. Era alegre, una adolescente como cualquier otra, que no parecía tener preocupación por alguna cosa en especial. Recuerdo que tenía un grupito de amigas, de tres o cuatro chicas, la típica barrita de chicas adolescentes. Ese grupo fue el que convocó la profesora Sonia Schiavoni para hacer redacciones en relación al barrio Bajada Grande. En el marco de la asignatura Lengua, la materia que tiene a cargo la profesora Schiavoni, la idea era realizar composiciones sobre el barrio, que podían ser poesías o prosas. Me parece que el título de la poesía que redactó Romina junto a su grupo de amigas fue Paisaje de Río”.

De su boca las palabras brotan con la misma fuerza de la correntada del Paraná, pero curiosamente mantiene la mirada fija en el piso. “Por lo que sé Romina no era una estudiante de diez, pero tampoco era una mala alumna. Era una estudiante como la mayoría del grupo y tengo el recuerdo de la compañeritas que eran tan unidas”. De repente, en forma brusca, cambia el tono de voz para describir un episodio tan doloroso como impactante. “Y lo que más recuerdo fue el día que la enterraron, porque la verdad nos agarró muy de sorpresa: estaba tratando de acordarme cómo me enteré. Me parece que fue mediante una especie de cadena telefónica; un compañero me pasó a buscar y fuimos juntos al cementerio. La verdad que fue tristísimo, porque aparte esta zona era difícil por el tema de los saqueos, estaba el supermercado y en ese entonces un ex alumno que vivía en La Floresta me contó que se quedó en la casa de Romina porque no la podía dejar sola por el tema de los saqueos. Acceder a esta zona era muy difícil en ese momento”, explicó a UNO.

Al margen de toda especulación, en la que se tejen verdades y mentiras, la maestra opinó sobre la causa de la muerte de la joven. “No tengo precisiones sobre cómo sucedió; tenemos la idea que fue una bala perdida. Los padres comentaron que se trataba de una bala policial, pero no puedo tener precisión respecto de eso. Contaron que ella había ido a visitar a unos familiares y que estando en la puerta de la casa una bala terminó con su vida. Eso fue muy triste”.

Cada paso que daba significaba cambiar de página en el capítulo escolar de la historia de Romina. De esa manera rescató que ella “no cursó sus estudios en este edificio, ubicado en calle Larramendi, porque nosotros estamos acá desde fines de 2008”. Párrafo seguido agregó: “El aula de Romina, en la vieja escuela que funcionaba la ex fábrica Llave, compartiendo ese espacio con otras cuatro o cinco aulas, la dirección: la segunda aula era la de Romina donde cursaba el 9 B”.

Tampoco faltó la alusión a una obra de arte que honró la memoria de la joven víctima, donde quedó eternizado el poema realizado por la estudiante, que dejaba testimonio de su amor por la poesía. Respecto de este hecho puntual indicó: “En una época los alumnos pintaron murales en varios sectores de Bajada Grande, en un proyecto encabezado por la profesora de Plástica, María del Carmen Francisconi. En la escuela se tomó un boceto hecho por los alumnos de esta profesora y al costado de ese mural se escribió el poema que redactó Romina; lo colocaron ahí en su memoria”.

Del mismo modo consignó la colocación de una placa recordatoria que reclama justicia por las muertes de diciembre de 2001, la cual fue emplazada en el ingreso al establecimiento educativo. “Hay una placa que se colocó en homenaje a Romina y a las otras personas que murieron en las mismas circunstancias. La acción estuvo a cargo de la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer) y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), en un acto realizado en el año 2009. En aquella oportunidad no participaron familiares de Romina”.

“Acá –en referencia a la escuela– está la documentación de Romina, la que todavía no han retirado”, dijo con cierto dolor, aunque al mismo tiempo no ocultó su sorpresa “porque no sabía si había alguna documentación que certificara el paso de Romina por la escuela. Está en nuestro poder el legajo de Romina; lo miré con mucho respeto y con un gran sentimiento. Me causó impresión tomar contacto con la documentación”.

Su palabra, es la palabra del dolor, pero que contribuye a reseñar un hecho trágico que derivó en la muerte de una persona inocente y donde se impone la necesidad de renovar el reclamo de justicia. “Tristemente asistimos a la muerte de alumnos y cómo se trata de una persona joven, es como dicen los padres: los hijos no deben irse antes que los padres y los alumnos no deben irse antes que los profesores. Desgraciadamente han sido varios los alumnos que han muerto en nuestra escuela; uno tiene un sentimiento fuerte. No le daba clases a Romina, pero el haberla conocido, haberla cruzado por los pasillos, realmente fue triste tomar contacto con ese fallecimiento”.

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