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La historia de una familia diezmada
Por Redacción 351 - Friday, Apr. 12, 2013 at 12:09 PM

Testimonio de los integrantes de una familia que fue secuestrada casi en su totalidad. María Castillo, Adriana Corsaletti, Rubén Tissera y Carlos Corsaletti fueron víctimas del Terrorismo de Estado.

 

Juicio Menéndez III: la historia de una familia diezmada

Por Nicolás Siadis | nsiadis@redaccion351.com

Fotografía: Manuel Bomheker

El 5 de septiembre de 1977, un grupo de tareas se presentó en la casa de María Beatríz Castillo, militante de la Juventud Peronista. Entraron armados al domicilio en donde María se encontraba con su hijo de 15 años, un primo y Fernando Agüero, compañero de militancia de María. A Fernando lo golpearon y se lo llevaro primero.

Después de unas horas, María fue trasladada junto a su primo y su hijo a La Perla. “Nos meten en un salón grande en donde nos enfocaban con una luz fuerte. Nos empiezan a interrogar y a golpear. Después me llevan a otra sala y me dejan tirada toda la noche”, recordó.

Al otro día, María pudo ver a sus familiares secuestrados junto a ella. “Estaban golpeados y llenos de sangre. A mi hijo le habían reventado los oídos y a mi primo quebrado la nariz. A los tres días me dijeron que los iban a dejar en libertad a los dos”, narró.

La testigo transcurrió su cautiverio en La Perla tirada en una colchoneta. Estando en “la cuadra” se enteró de que su hija, Adriana Beatríz Corsaletti, también estaba secuestrada allí. En ese lugar había alrededor de 50 personas alojadas en las mismas condiciones que ella. Recuerda que un día, al ir al baño, pudo ver a Fernando Agüero, que había sido secuestrado junto a ella y sus familiares. “Estaba muy golpeado y no se podía mantener de pie”, expresó.

Luego de diez días de cautiverio en La Perla, María fue trasladada junto a su hija a Campo de La Ribera. Comentó que en ese lugar estuvo alrededor de 36 días, y describió que las paredes estaban cubiertas de sangre, al igual que las colchonetas y las almohadas.

A mediados de octubre de 1977, María y Adriana fueron trasladadas a la Unidad Penitenciaria Nº1. Al llegar a la cárcel las revisaron y alojaron en una celda. Desde el cautiverio en La Perla, madre e hija estuvieron siempre juntas. “En San Martín estuvimos un año. La situación era distinta, solo una vez hubo una requisa de Gendarmería en donde golpearon a algunas chicas”, recordó.

El 29 de octubre de 1978, madre e hija fueron trasladadas a la cárcel de Devoto en Buenos Aires. En ese lugar las separaron y alojaron en celdas distintas pero pudieron mantener el contacto permanente.  Allí estuvieron detenidas alrededor de diez meses, hasta que en junio de 1978 María recuperó la libertad vigilada. “Durante la vigilada viví en mi casa de Carlos Paz y tenía la orden de no trasladarme más de 5 kilómetros, no podía visitar a mi hija en Buenos Aires”, expresó.

El relato de la hija

Adriana Beatríz Corsaletti es hija de María Beatríz Castillo. A los 17 años de edad, la joven comenzó a militar en un grupo que realizaba campañas de alfabetización en su barrio a través del método CREAR desarrollado por Paulo Freire.

Adriana comentó que siempre participó en trabajos sociales en Carlos Paz. Un día decidió, junto a sus compañeros, desarrollar un proyecto que a futuro pudiera dar respuesta a las necesidades de los vecinos. Ahí comenzó su actividad política en la organización Frente Revolucionario 17 de octubre.

“Luego del golpe de estado de 1976 ya no teníamos la libertad para poder trabajar en el barrio y desarrollar normalmente nuestra actividad política. Nuestro compromiso continuó aun sabiendo el riesgo que corríamos”.

El 6 de septiembre de 1977, Adriana fue secuestrada en la puerta de su trabajo. Llevaba la contabilidad en una parrilla ubicada en Av. San Martín y Esparta de la ciudad de Carlos Paz. “En ese momento me interceptan dos personas y me introducen en un auto. De ahí me llevan a La Perla”, recordó.

Al llegar al centro clandestino comenzaron las torturas. “Me metieron la cabeza abajo del agua, yo me ahogué y me descompuse. Un médico les dijo que era normal, que podían seguir dándome”, narró. Después la desvistieron y la ataron a una camilla con cables. Ahí comenzó la tortura con picana eléctrica.

La testigo fue alojada en un cuarto grande que luego ella reconoció como “la cuadra”. En ese lugar estuvo diez días acostada, vendada y contra la pared. “Ahí escuché la voz de Fernando Agüero, un compañero de militancia”, relató.

Luego del “traslado” de Fernando Agüero, quien continúa desaparecido, Adriana reconoció que la persona que en ese momento estaba en la colchoneta del lado era María Beatríz Castillo, su madre.

Ahí tomó conocimiento de lo que había ocurrido el día anterior. Su madre, su hermano y un primo habían sido secuestrados y estaban alojados también en La Perla. Adriana comenzó a preguntar por su hermano, que en ese momento tenía 16 años, y le dijeron que se quedara tranquila, que lo iban a liberar. Finalmente, su hermano y su primo fueron liberados en las proximidades de La Cañada en Córdoba.

La testigo contó que en numerosas oportunidades fue retirada de La Perla por sus captores para que los acompañara en los operativos. Siempre que regresaban al centro clandestino sin ningún resultado, la sometían a terribles sesiones de torturas. De esos operativos recuerda que “siempre participaban los mismos represores: Manzanelli, Vergara y el Yankie”.

El 15 de septiembre de 1977, Adriana fue trasladada junto a su madre a lo que después supieron que era el Campo de La Ribera. Las alojaron en una sala donde había alrededor de 20 personas detenidas. Recuerda que en ese lugar los torturadores no estaban constantemente, pero que ellas sabían cuándo llegaban porque prendían la luz y empezaban los maltratos. Las condiciones de vida fueron similares a La Perla.

El 21 de octubre de 1977 fueron trasladadas a la Unidad Penitenciaria Nº1, donde debieron soportar terribles requisas por parte del personal militar que ingresaba al establecimiento.

En octubre de 1978 muchos presos políticos pasaron a la cárcel de Devoto, entre ellos Adriana y su madre. “En ese momento ya estábamos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional sin proceso alguno. Nos trasladaron en un avión, encadenados a los asientos”, recordó.

En Devoto estuvo detenida hasta abril de 1981, momento en que recuperó la libertad vigilada. Bajo ese régimen volvió a su casa familiar de Carlos Paz. Finalmente, el 7 de enero de 1982 Adriana recuperó la libertad absoluta.

El resto de la familia

Durante la segunda parte de la audiencia, luego del cuarto intermedio, brindaron testimonio Rubén Aldo Tissera, el primo de María Castillo, y Carlos Alberto Corsaletti, hijo de María.

Ambos fueron secuestrados la noche del 5 de septiembre de 1977 junto a María Castillo y Fernando Agüero. Los dos permanecieron secuestrados durante tres días en el centro clandestino de detención La Perla.

Durante el cautiverio, ambos sufrieron torturas y maltratos en los interrogatorios. Rubén comentó que en esos días pudo escuchar disparos y permanentes gritos de dolor.

Por su parte, Carlos describió su estadía en el campo de concentración. “Me levantaban muy temprano a la mañana para golpearme, no nos daban de comer y durante el día nos seguían golpeando”, recordó entre lágrimas.

En el momento de mayor conmoción, Carlos relató que luego de salir de La Perla estaba solo y en el barrio lo veían como “bicho raro”. Con apenas 15 años de edad, se propuso trabajar y estudiar ya que ese era el legado de su madre. Además, comenzó su peregrinaje por todas y cada una de las dependencias del Ejército buscando información sobre su mamá y su hermana.

Los dos jóvenes recuperaron la libertad el 8 de septiembre, tres días después de su secuestro. Fueron retirados de La Perla en un auto y con los ojos vendados. Relataron que luego de dar muchas vueltas los liberaron en La Cañada.

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