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La economía hoy y la Gran Depresión
Por Rolando Astarita - Tuesday, Aug. 06, 2013 at 1:47 PM

En diversas notas y escritos, sostuve que la crisis iniciada en 2007 no había alcanzado las proporciones de la crisis de los años 1930. En El capitalismo roto apunté algunas diferencias significativas entre la primera década de los 2000 y aquel escenario. Tal vez la más importante es que en 1931 el mercado mundial virtualmente estalló, dando lugar al surgimiento de áreas monetarias autónomas, y a una guerra proteccionista de proporciones, que agudizó la caída en casi todos los países. Las rivalidades entre las grandes potencias también habrían agravado la crisis económica (un aspecto subrayado por Kindleberger). Por el contrario, en los 2000, y a pesar del aumento de tensiones proteccionistas, no hay nada que apunte a una fractura del mercado mundial. Asimismo, hubo una mayor coordinación de políticas entre las potencias que en los treinta. Por ejemplo, la Reserva Federal proveyó de liquidez internacional (mediante el mecanismos swaps acordados con otros bancos centrales) en lo peor de la crisis financiera. Es posible explicar esta diferencia con la situación de los 30 por la mayor internacionalización en el presente del capital.

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Por otra parte, la Gran Depresión estuvo precedida y acompañada por una fuerte caída de los precios de los productos agrarios, que arrastró a la quiebra a muchos granjeros, y a bancos comprometidos con el crédito agrícola, y potenció la caída de la demanda (véase Madsen, 2001). Tengamos presente que incluso en EEUU y en los países europeos adelantados, por entonces la población rural superaba a la urbana. La crisis de 2007, en cambio, estuvo precedida por el alza de los precios y los ingresos de los productores de materias primas. Luego, durante la recesión los precios cayeron, pero se recuperaron desde mediados de 2009, lo cual contribuyó a sostener la demanda mundial. En tercer lugar, en la década de 1930 los niveles de combatividad de la clase obrera eran relativamente elevados (ascenso del Frente Popular en Francia, revolución en España, fuerte presencia de partidos socialistas y comunistas, y organizaciones obreras dirigidas por estos partidos), lo que representaba un fuerte obstáculo al capital. En los 2000 los gobiernos que aplicaron políticas de “ajuste” contra el trabajo, enfrentaron una resistencia relativamente débil, tal vez con las excepciones de Grecia y, parcialmente, España. También podemos señalar que desde el estallido de la crisis la FED aplicó una política monetaria más laxa que la implementada en los 30, impidiendo la deflación. Recordemos que una deflación agrava el peso de las deudas, lo cual potencia la caída de la demanda (efecto Fisher). Por último, en los 1990 hubo fuertes avances de productividad, por la incorporación de las nuevas tecnologías informáticas a la economía, lo que actúa como contratendencia de la caída de la ganancia. Por estas consideraciones, sostuve que si bien no podía descartarse que la crisis terminara evolucionando hacia una nueva y gran depresión, para que esto ocurriera debían darse algunos eventos mayúsculos. El más cercano era una eventual ruptura de sistema del euro, que podría replantear el escenario mundial (ver aquí y aquí).

Datos

Con los datos actuales disponibles, hay que insistir en que no estamos en un escenario similar al de la década de 1930. Es cierto que algunas economías cayeron en la depresión -España y Grecia las más graves- y otras se estancaron -Gran Bretaña, Francia, Italia, Japón-, pero no ocurrió la tan temida depresión mundial. La recesión mundial de 2008-9 fue la más profunda y grave desde el fin de la Segunda Guerra mundial, pero no derivó en el colapso del mercado mundial; y desde mediados de 2009 la tónica general ha sido de crecimiento débil. En 2009 el producto bruto mundial cayó 0,9%; en 2010 creció 5,1%; en 2011 aumentó 3,9%; en 2012 un 3,1% y este año estaría creciendo el 3,1% (World Economic Outlook, FMI). Las economías avanzadas cayeron 3,5% en 2009, crecieron 3% en 2010, 1,7% en 2011, 1,2% en 2012 y estarían creciendo un 1,2% en el presente año. El comercio mundial creció el 7% en 2007, el 3,1% en 2008, se hundió un 10,6% en 2009, aumentó el 12,5% en 2010, 6% en 2011 y 2,5% en 2012 (variaciones en volumen; no hubo ningún proceso deflacionario significativo). Consignemos que entre 1929 y 1932 la producción a nivel global cayó un 31% (la producción industrial se hundió un 23% en Gran Bretaña, un 24% en Francia y el 41% en Alemania); en ese lapso el comercio mundial bajó, en volumen, un 25%, y los precios descendieron un 47%.

En cuanto a la economía de EEUU, la más importante del mundo, entre el cuarto trimestre de 2007 y el segundo de 2009 descendió a una tasa anual promedio del 2,9%. Luego, entre el segundo trimestre de 2009 (inicio de la recuperación) al primero de 2013, la expansión fue del 2,2% anual (BEA, que acaba de revisar al alza el crecimiento de 2012). En el primer trimestre de 2013 fue del 1,1% y en el segundo del 1,7%. Todo apunta a que la recuperación continúa siendo muy débil. De hecho, el crecimiento está por debajo de los promedios históricos: entre 1929 y 2012 el crecimiento promedio anual de la economía estadounidense fue del 3,3%. Pero aun así, las actuales cifras no son del orden de “los treinta”: entre 1929 y 1932 la producción industrial en EEUU cayó el 46%; el PBI lo hizo un 30%; y la tasa de desocupación promedió, entre 1931 y 1940, el 18,8%.

Ni boom, ni depresión, sino crecimiento débil

No se puede sostener entonces que la economía mundial está en una situación similar a la de los treinta. Esto es importante a la hora de explicar el comportamiento de las economías latinoamericanas, y en particular la argentina. Estas economías no enfrentaron un panorama de hundimiento generalizado de los precios internacionales y de los volúmenes exportados, como pretende algún gobierno. Incluso, muchos países recibieron cuantiosos flujos de capitales, que salían de las zonas de crisis. Por eso, tampoco se verificaron los pronósticos que decían que con la crisis se abriría una nueva etapa de nacionalismos económicos, con una vuelta a la industrialización por sustitución de importaciones en las periferias. Más bien continuaron operando las tendencias hacia una mayor internacionalización de las fuerzas productivas; y se produjo incluso una acentuación de la dependencia de muchas economías latinoamericanas con respecto a la exportación de algunos productos primarios.

En una perspectiva más amplia, desde hace años también vengo planteando la necesidad de superar la visión dicotómica que se ha instalado en muchos sectores de la izquierda, que consiste en interpretar la coyuntura en términos de “o bien boom económico, o bien crisis y depresión”. En Valor, mercado mundial y globalización, y en polémica con la tesis de los ciclos largos Kondratiev, sostuve que era necesario superar la idea de que, o bien la economía mundial (o de EEUU, o de los países adelantados, etcétera) crecía a tasas “doradas”, del 5% o 6% anual, o bien estaba en depresión. Como es conocido, la tesis de los ciclos Kondratiev dice que las economías capitalistas se mueven a través de grandes ciclos, de unos 25 años de tonalidad ascendente, y unos 25 años de tonalidad descendente (véase Mandel, 1979 y 1986; la idea es compartida por muchos marxistas). La realidad es que durante largos períodos las economías capitalistas experimentan tasas promedio de crecimiento que no son de “boom” económico pero tampoco de estancamiento, o declive. Cuando se habla de “boom” se tiene presente, por lo general, el período 1950-1973, cuando las economías capitalistas crecieron a un promedio anual superior al 6% anual; o las tasas chinas de las últimas dos décadas. Por supuesto, en comparación, un crecimiento del 2% o 3% suena a estancamiento, pero ésas son las tasas promedio. Por ejemplo, entre 1848 y 1914 el crecimiento de la economía mundial estuvo en el orden del 2,8% anual. Pues bien, entre 1982 y 2006 la economía mundial creció a una tasa promedio cercana al 3,5% anual. Alguno podrá decir que se trata de un crecimiento inferior al potencial, pero en cualquier caso, no son números de depresión, ni de estancamiento crónico. La expansión del capitalismo a China, los territorios de la ex URSS y Europa Oriental, o la profundización de relaciones capitalistas en la mayoría de los países, no se pueden explicar con el enfoque “estamos en una fase B del ciclo Kondratiev” (25 años de estancamiento, a partir de la crisis de 1974-5).

La caracterización correcta entonces es que desde mediados de 2009 asistimos a una situación “intermedia”, ni boom, ni depresión. El área del euro continuó estancada -y en depresión varios países-, así como Gran Bretaña y Japón. En EEUU y Canadá se asistió a una recuperación débil; y las naciones “en desarrollo” experimentaron crecimientos, en promedio, importantes. En 2013 la economía mundial continúa en un estado de extrema debilidad; pero no hay forma de sostener que su evolución desde 2007 haya sido similar a lo ocurrido durante la “Gran Depresión”.

Textos citados
Madsen, J. B. (2001): “Agricultural Crises and the International Transmission of the Great Depression”, The Journal of Economic History, vol 61, pp. 327-365.
Mandel, E. (1979): El capitalismo tardío, México, Era.
Mandel, E. (1986): Las ondas largas del desarrollo capitalista, Madrid, Siglo XXI.

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