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Unidad en las calles, unidad en las urnas
Por Patria Grande -
Thursday, Dec. 18, 2014 at 11:47 AM
Diciembre 17, 2014
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1. Llega fin de año y las fiestas. Momento de hacer balances del año que pasó y de proyectar el próximo; días de reuniones con la familia, las amistades, en el trabajo y, en especial, con los compañeros y compañeras de utopías y militancia, para celebrar que estamos juntos.
Termina un 2014 entre profecías apocalípticas de un diciembre caliente que se fueron desinflando, por un lado, y dolores y alegrías concretas de un pueblo que sigue buscando los caminos para una vida digna, por el otro.
Fue el primer año desde 2003 en que bajó el salario real, descendieron los niveles de consumo popular y el desempleo golpeó a sectores puntuales pero significativos del pueblo trabajador. No abonamos a las lecturas que vaticinan una crisis catastrófica, pero tampoco a las que ningunean los problemas.
No es algo pasajero. Pensamos que estamos viviendo un agotamiento del modelo económico vigente, que en sus primeros años generaba la ilusión de que sin hacer cambios estructurales podían convivir grandes ganancias para los empresarios y al mismo tiempo mejoras crecientes de las condiciones de vida de las mayorías populares: “un capitalismo serio con inclusión social”.
El agotamiento de este modelo nos enfrenta a una decisión: o bien cuestionamos al capitalismo serio o bien se cuestiona de hecho la inclusión social.
Las principales cámaras empresariales no lo dudaron y se organizaron en el Foro de Convergencia Empresarial para impulsar la segunda opción. Plantean la necesidad de un ajuste fiscal, de una apertura de la economía, de disminuir la intervención del Estado y de reducir las retenciones. No son pocos los dirigentes políticos, algunos incluso oficialistas, que hacen guiños o aplauden abiertamente estas propuestas del establishment.
El gobierno nacional pretende eludir esta decisión y mantener la gran rentabilidad empresarial afectando lo menos posible el bolsillo popular, buscando un pacto de gobernabilidad entre las distintas bases sociales en las que se apoya. Cree que la manera de darle una sobrevida al modelo es volver al endeudamiento externo, que equivale a patear la pelota para adelante.
2. Frente a este panorama preocupante, nuestro pueblo demuestra una fuerte vocación de lucha. Distintos gremios reclaman bonos de fin de año para defender el salario, algunos lo lograron de manera combativa como bancarios. En otros casos ya se está discutiendo la paritaria 2015 como en el caso de docentes y estatales de la provincia de Buenos Aires, con el precedente de la gran huelga docente de este año. Y en otros se lucha contra los despidos como en LEAR o los portuarios de Rosario, o contra el vaciamiento empresarial como en Emfer-Tatsa o el Molino Osiris.
El anuncio de la presidenta de exceptuar a los sueldos menores de 35 mil pesos del pago de ganancias en el aguinaldo se puede computar también como un producto de esa voluntad de lucha, expresada en un reclamo unánime de los sindicatos. Sin embargo, el retiro de las principales medidas de fuerza tras el anuncio oficial (que alcanza a menos del 10% de los trabajadores y trabajadoras formales) demuestra el corporativismo de la mayor parte de la dirigencia sindical.
El INDEC acaba de publicar que en el tercer trimestre de 2014 la informalidad laboral alcanzó al 33,6% de la clase trabajadora. Es decir que uno de cada tres trabajadores está “en negro”. Mientras que según un estudio privado la tercerización aumentó un 38% en los últimos dos años y un 80% de las firmas tiene empleados precarizados de esta manera (Cronista.com – 11/12/14). ¿Quién reclama por ellos?
¿Quién exige un aumento de emergencia de las jubilaciones mínimas, que actualmente están en 3231 pesos? ¿Quién se preocupa por el efecto de la inflación en todos los sueldos menores a 15 mil pesos que no pagan ganancias?
Salvo honrosas excepciones, hace tiempo que la dirigencia sindical dejó de proponerse ser vocera del conjunto de la clase trabajadora, a la que en algunos casos ya ni siquiera pertenece por sus ingresos y su modo de vida. Su principal preocupación política es unirse para poder negociar mejor y acomodarse ante la llegada de un nuevo gobierno.
Junto al Frente Nacional Pueblo Unido (FNPU) y el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) acampamos durante cuatro días en el Obelisco pidiendo un fin de año con tierra, techo y trabajo, con delegaciones de Jujuy, Río Negro, Ciudad de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, La Pampa, Santa Fe, La Rioja, Luján, Mar del Plata y Gran Buenos Aires. Logramos que estas luchas sean visibilizadas para millones de personas, pero los funcionarios ningunearon los reclamos.
Por otro lado la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) se movilizó al Casino de Puerto Madero en la Ciudad de Buenos Aires exigiendo un bono navideño para los trabajadores y trabajadoras de la economía popular y el reconocimiento gremial del sector, denunciando que en 2013 el juego generó una recaudación de 105 mil millones de pesos, es decir diez veces el monto destinado a la Asignación Universal por Hijo.
3. En este marco las elecciones presidenciales se perfilan como uno de los principales episodios en los que se expresará la lucha de clases en 2015, pero las fuerzas del campo popular no llegamos de la mejor manera. Los principales candidatos representan un decidido giro a la derecha: Scioli, Macri, Massa, Cobos o Binner. Un triunfo de cualquiera de ellos será un avance de las fuerzas del poder económico por sobre las del pueblo trabajador.
Las propuestas de unidad que hemos hecho en los últimos meses fueron discutidas con los partidos integrantes del Frente de Izquierda (FIT), con Unidad Popular y con sectores del kirchnerismo como el Movimiento Evita. Sin embargo por ahora no logramos avanzar.
Por lo pronto, sí hemos logrado dar un primer paso importante de unidad en la conformación del Frente de Izquierda Popular junto con el Frente Nacional Pueblo Unido y dirigentes sociales como Juan Grabois y el “Perro” Santillán.
Brindemos porque en el 2015 logremos que la unidad que encontramos en las calles cuando reclamamos se traduzca en una opción electoral orientada por un programa de defensa de los intereses populares.
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