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Córdoba / Ezequiel Reinoso en Libertad, Crónica de un triunfo
Por CADDHH - Saturday, Feb. 21, 2015 at 9:08 AM
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Ezequiel fue baleado y denunciado por la Policía de la Provincia de Córdoba. Fue dado de alta, liberado y los policías del gatillo fácil marcharon presos

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Ezequiel Reinoso en libertad
Crónica de un triunfo

El domingo 15 de febrero, alrededor de las 18 hs., Franco se comunica a nuestros teléfonos. Viviana, una conocida luchadora cordobesa, le había pasado los contactos de las organizaciones que se meten en estas cosas. Del otro lado del teléfono se escucha una voz decidida, serena pero un tanto acongojada. Nos cita al Hospital de Urgencias. Le habían pegado un tiro a su sobrino, pero con dos agravantes: fue la cana y, para salvarse, lo detuvieron por resistencia a la autoridad, con uso de arma de fuego.

A las 21 hs. de ese mismo día nos conocimos, él, Ramón y nosotras. Nos apoyamos sobre un Volkswagen Gol a charlar de la situación y decidimos hacer algo de inmediato. A nosotras nos tocó dar la voz de alerta, la voz de alto que la policía nunca da antes de disparar, igualito a lo que hicieron con el Güere Pellico en el barrio de los Cortaderos, salvo que esta vez en otro control policial de barrio Guiñazú. A diferencia del Güere, que resultó herido de muerte por el gatillazo policial, el Eze (22) luchaba por su vida, encadenado a una cama (como le pasa a todos los presos del país), en la Terapia Intensiva del Hospital de Urgencias.

Eso hicimos: le avisamos lo que estaba pasando a todas las personas y organizaciones que pudimos. Escribimos a los medios de comunicación. Abrimos una campaña de información y acompañamos la convocatoria de los familiares y amigos de Ezequiel, a concentrar el día siguiente, lunes de carnaval, para exigir la libertad del pibe y el esclarecimiento de los hechos.

A los familiares les tocó la tarea de avisar a los amigos del barrio. Después, cuando apareció la monada y empezamos a preguntar, nos íbamos a enterar mejor del cariño que le tienen a Ezequiel en aquella zona.

El lunes 16 de febrero habían pasado menos de doce horas de conocernos, pero ya éramos hermanos. Nos esperaban Ramón –el padre de Ezequiel–, y Franco. Pero en verdad, lo que nos sorprendió era la multitud; que no nos esperaba a nosotras, que esperaba obtener alguna respuesta coherente de algún funcionario de la justicia, de algún responsable. Los amigos, los conocidos, los vecinos, eran un grupo de 300 personas, en Juan B. Justo al 9000. Éramos los familiares, los amigos, nosotras y otras organizaciones, de un lado, y la policía, del otro.

Todo. Le cortamos todo. Todo el tráfico que permite el acceso a barrio Guiñazú. Nadie lloraba. Nadie se quejaba del sol de las 14 hs., nadie pensaba en dejar el corte hasta que no vinieran los medios y esto se difundiera. En la comisaría 17 bis tomaron nota de la situación: casi parecido a lo que conocemos por pueblada, la gente se metía por atrás y por delante de los botones, con carteles que decían “Basta de gatillo fácil”, “Policía asesina”, “Fuerza Ezequiel”.

La cana trataba de hablar con amabilidad, ensayando explicaciones mentirosas para el caso. Pero los vecinos, nada. Los vecinos silbaban, insultaban, amenazaban. Y la policía, nada. La policía retrocedía, se escapaba, desaparecía de la escena, y volvía a retroceder. Ramón y Franco: impecables. Entre los dos manejaban la situación y canalizaban su propia bronca y la de toda esa gente hacia el corte total, que duró más de dos horas.

Al otro día, martes de carnaval, las radios no paraban de llamar, los medios de comunicación seguían buscando testimonios y un abogado empezaba a trazar la estrategia judicial. Habían pasado tres días y las autoridades se empezaban a poner inquietas. A la par, todo Córdoba estaba lleno de bronca por las consecuencias de las inundaciones, que no fueron parte de una catástrofe natural, como quiso hacer pasar el gobernador, sino que formaron parte de una catástrofe más de su gobierno. Resulta que el gobierno de Córdoba ha regalado el monte nativo a los representantes del lobby inmobiliario y viene administrando estos negocios desde el inicio de su gestión; ¿Y ahora le echa la culpa a la naturaleza?

El martes pasaron a Ezequiel a sala común. Nos comunicamos varias veces y nos dábamos aliento mutuo: que a esto hay que pararlo, que no podemos permitir que triunfe la dictadura policial, que la gente tiene que ganar las calles para enfrentar la represión del Estado en todo el país. Ese martes pasó algo más: obtuvimos el nombre del policía que le disparó a Ezequiel.

El miércoles, finalizado los feriados de carnaval, la prensa seguía haciendo notas y nosotras sabíamos que la marcha había sido contundente, que la familia no se había equivocado en ningún paso, y que la causa armada contra el pibe era insostenible. El abogado presionó en la fiscalía y exigió las pruebas necesarias. Ese mismo día logramos la libertad de Ezequiel. También nos informaron que en dos días sería dado de alta.

El jueves 19 de febrero, día en que se cumplieron tres años del secuestro y desaparición de Facundo Rivera Alegre, empezó a circular con fuerza una versión: iban a ser imputados los policías que participaron del operativo que disparó contra el joven. Esta versión se corroboró el mismo día. Los acusaron de “gatillo fácil”. Es histórico. En 5 días, dos policías del CAP a la Cárcel de Bouwer.

Nosotras seguimos esperando. Queremos darle un abrazo a Ezequiel. Un pibe que aprendimos a querer por contagio. Porque ese día, el día de la marcha, cuando llegó la monada, la gente nos contaba sobre él… Le gustaba jugar al fútbol y andaba de acá para allá, llevando a sus propios amigos, organizando el picadito, participando de torneos. Un pibe muy querido, nos contaban. Nosotras seguimos esperando. Que este gobierno salga a dar la cara, que saque a su narcopolicía de los barrios. Ya tuvimos suficiente con Luciano Arruga, que se negó a robar para la cana en La Matanza, Buenos Aires. Ya tuvimos suficiente con los nueve casos de gatillo fácil del año pasado en Córdoba. Y todavía exigimos saber qué pasó con Ismael Sosa, que venía al recital de La Renga pero nunca pudo entrar, porque fue asesinado por la Policía de la Provincia.

Pero nosotras no esperamos quietas. Cada vez que a los gobernantes se les ocurra matar un pibe, ya sea por sus políticas económicas y sociales (las inundaciones), o por el brazo armado de sus policías, nos van a tener en la calle. Amenazantes. Decididas. Con la mirada firme en el objetivo. Tal cual nos enseñaron a pararnos los otros días, estos dos hombres que no bajaron los brazos: el Ramón y el Franco. Un abrazo para ellos, que, como si fuera poco, se pasaron en el acto del aniversario de la desaparición de Facundo Rivera Alegre, hablando junto a los familiares de Luciano Arruga, del Kiki Lezcano y a las Madres de la Coordinadora de Familiares de Víctimas del Gatillo Fácil. Y claro, al lado de Viviana Alegre, una conocida luchadora cordobesa.


Coordinadora Antirrepresiva por los Derechos Humanos de Córdoba, en el Encuentro Nacional Antirrepresivo.
caddhh@gmail.com
http://www.facebook.com/coordinadora.antirrepresivacordoba

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