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La venganza de los ricos
Por Michel Collon / Investig’Action -
Wednesday, Oct. 07, 2015 at 8:09 PM
5 octubre 2015 | Cualquiera que lea un poco más allá de la retórica populista de «la necesidad de austeridad» ve la cruda realidad: la venganza de una élite desposeída de sus bienes tras la Segunda Guerra Mundial. “La austeridad no es sino una guerra de clases.” Noam Chomsky (1)
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¿Cambio o estafa fiscal?
El año pasado todavía había grandes esperanzas
en Bélgica. El gobierno se había dirigido únicamente al trabajador ordinario
con la primera serie de medidas de ahorro: alargamiento de la jornada de
trabajo, aumento del índice de precios y otras medidas que habían evitado
cuidadosamente afectar a los poderosos. Pero, no nos alarmemos, el famoso
cambio fiscal (tax shift ) (2) iba a reequilibrarlo todo y por esta vez
se iba a dirigir al capital.
Pero el resultado resultaría ser muy diferente. Como en ocasiones anteriores,
el hombre de la calle es quien paga los gastos de la boda y la factura está
bien hinchada. Se carga a las familias con casi 1.000 euros al año. Los
pensionistas y los enfermos también se ven afectados. En el mejor de los
casos, con el beneficio que se espera hacia 2018, los salarios más bajos,
del 5 al 25% del total, verán aumentar sus ingresos unos 40 euros netos
al mes. Mucho menos de lo que perderán debido a las demás medidas. ¿Y los
ricos? Está la tasa a la especulación, la tasa Caimán al dinero negro en
el extranjero y la lucha contra el pequeño fraude fiscal. En total supondría
unos 800 millones de euros, según el gobierno. Una valoración muy optimista
ya que las previsiones más admitidas calculan que estas medidas reportarán
mucho menos, una minucia, a fin de cuentas.
En resumen, quien paga el pato es el trabajador ordinario, el parado, el
pensionista y el enfermo. Se rascarán el bolsillo para cubrir un 83% de
este «deslizamiento fiscal». El 17% restante vendrá de los ricos, si es
que se llega a este porcentaje. A la inversa, el cambio fiscal sirve obedientemente
a los intereses de esta clase superior. Con la disminución de las cargas
patronales en la seguridad social los empresarios se embolsarán no menos
de 2.000 millones de euros, que vendrán a sumarse a los muchos miles de
millones acumulados durante las anteriores reformas fiscales.
¿Cómo que no hay dinero?
Es incomprensible y absolutamente escandaloso
que hoy se ahorre a costa de los enfermos, los parados o los pensionistas.
Bélgica es uno de los países más ricos del mundo. Los ingresos medios de
un hogar con dos hijos son de casi 8.000 euros al mes.(3) No hay el menor
motivo de tocar el bienestar de la población. Nuestro país y los demás países
de Europa son lo suficientemente ricos como para garantizar a cada habitante
unos ingresos (alternativos) generosos.
Se suelta constantemente el leitmotiv de «no hay dinero» que probablemente
es la mayor mentira de la historia de la posguerra. En todo el mundo las
grandes empresas están sentadas sobre una montaña de 7.000.000 millones
de dólares con los que no saben qué hacer. Es, por así decirlo, un excedente
de capital. En el caso de Bélgica este «excedente» asciende a varias decenas
de miles de millones de euros.(4) Por consiguiente, no se trata en absoluto
de una cuestión de falta de dinero. Por una parte tenemos un excedente de
capital de los grandes empresarios, mientras que por otra tenemos una falta
de dinero en el presupuesto del Estado. El colmo es que el propio Estado
entrega sus fondos a estas empresas que no saben qué hacer con su capital
y luego acuden a recuperarlos al trabajador medio y a las personas más débiles
de nuestra sociedad. El Efecto Mateo (**) ha adquirido unas proporciones
surrealistas.
Una sola cifra basta para aclarar la injusticia de todo este sistema del
cambio fiscal en Bélgica, que asciende a un montante de 3.700 millones de
euros. Comparémoslo con los 4.800 millones de euros que el año pasado se
embolsaron los accionistas de la empresa InBev (una transnacional de la
cerveza con sede en Bélgica).(5) ¿Cómo que no hay dinero?
La venganza de los ricos
Para comprender lo que nos ocurre hoy en día y lo que está en juego, tenemos que examinar el aspecto histórico. El reparto de las riquezas es la cuestión socioeconómica fundamental para toda la sociedad. En la época de Daens (un célebre sacerdote católico flamenco defensor de la causa obrera), hace algo más de cien años, el abismo entre ricos y pobres era indignante. El largo y encarnizado combate social llevado a cabo por el recién nacido movimiento obrero debía permitir entonces una mejora progresiva de la desigualdad extrema en el reparto de la riqueza. Esto llegó a su punto culminante tras la Segunda Guerra Mundial. Se había vencido al fascismo, la (extrema) derecha estaba fuertemente desacreditada y el movimiento obrero era más fuerte que nunca. El miedo al comunismo forzó a las elites de la época a hacer muchas concesiones. El político socialdemócrata y ministro belga Philippe Mouraux lo expresa claramente: «¿Por que asistimos en el periodo que sigue a la guerra a un progreso social tan importante? Porque el comunismo aterrorizaba a la burguesía». (6) En esas condiciones nació y se desarrolló el Estado del bienestar.
Pero esto no agradaba a la clase dominante, que veía disminuir
sensiblemente su riqueza (cfr. gráfico). Meditaba su revancha. Los ricos
del planeta comprendían que de lo que había que apropiarse era del propio
espíritu de la gente. Iban a invertir decenas de millones de dólares en
el laboratorio de ideas más de derecha que tenía la tarea elaborar una ideología
convincente como alternativa al Estado del bienestar.
Exactamente de la misma manera que los sabios más eminentes se habían reunido
en la década de 1940 para desarrollar la bomba atómica, se había rogado
a las cabezas pensantes más eminentes que pusieran a punto una especie de
arma nuclear ideológica. (7)
Más adelante se denominaría neoliberalismo a esta ideología. Se trataba
de una política socioeconómica caracterizada por una disminución del impuesto
sobre el capital, el ahorro en gastos sociales, la disminución de los gastos
del Estado, las privatizaciones y los intercambios comerciales libres.
Es esencial señalar aquí que, según los fundadores del neoliberalismo, la
condición sine qua non para que funcione su modo de gobernanza era la neutralización
del perro guardián del Estado del bienestar: los sindicatos. Así es como
esta ideología socioeconómica se armó de un componente antidemocrático.
El empujoncito de la crisis
Era una ideología poderosa, pero en los
años posteriores a la guerra la relación de fuerzas era desfavorable a su
arraigo. Esto iba a cambiar durante la crisis económica de 1973. El fuerte
paro provocó un debilitamiento importante de los sindicatos. Las ideas neoliberales,
que tras la Segunda Guerra Mundial habían sido marginales, fueron lanzadas
con fuerza y esta vez con éxito ya que la caída del Muro de Berlín en 1989
dio aún más impulso a esta ofensiva. Las ideas altamente asociales del neoliberalismo
iban arraigando muy lentamente y se iban haciendo un hueco en la opinión
pública, mientras que el movimiento obrero se ponía cada vez más a la defensiva.
En este contexto es donde hay que situar el cambio fiscal y el desmembramiento
del Estado del bienestar. Hay que verlo en el marco de una ofensiva lanzada
en todos los países desarrollados. Se trata de un intento de las elites
(bien camuflado, es cierto) por reconquistar su «reino perdido». Además,
los populistas de derecha resultan ser cada vez más hábiles en este arte
del camuflaje. Actúan de manera astuta basándose en las incertidumbres y
angustias de la población, y desvían la atención hacia otras cuestiones:
las amenazas terroristas (que se exageran), una crisis de la emigración
(autoorganizada), etc. Su ofensiva antisocial, conforme en todo a las teorías
neoliberales, va acompañada de ataques a los sindicatos y de poner fuera
de juego al ámbito de lo social.
No se engañen, la bulimia del capitalismo está lejos de estar saciada. El
gráfico anterior muestra que las elites solo han recuperado una parte de
su reino. Dependerá de las relaciones de fuerzas (es decir, de usted y de
mí), y de la medida en la que puedan debilitar aún más a los sindicatos,
de ver si pueden o no hacerse con más riqueza y bienestar. Cuanto más débil
sea nuestra respuesta a la ofensiva antisocial, más fuerte golpearán la
próxima vez. La consigna es, más que nunca, “¡manos a la obra!”.
Notas:
(1) http://www.alternet.org/economy/noa...
.
(2) La explicación oficial del cambio fiscal (tax shift) es un conjunto
de medidas con el propósito para disminuir el impuesto sobre el trabajo.
(3) El cálculo para una familia media parte de la hipótesis de que los ingresos
disponibles de la familia representan el 66% del PIB. En algunos países
es más elevado, en otros menos. Las cifras tienen en cuenta las diferencias
de precio entre países para los mismos productos o servicios, y expresan
el poder adquisitivo real. PNB de Bélgica : http://ec.europa.eu/eurostat/statis...
. La mediana es mucho más baja que la media, precisamente porque el 10 %
de rico se apropia de una parte escandalosamente impirtante de los ingresos.
(4) http://www.telegraph.co.uk/finance/...
. Si las empresas belgas se encuentra con un excedente más o menos comparable,
entonces debe corresponder a 100.000 millones de euros.
* El Efecto Mateo (Matthew Effect) es un término acuñado por el sociólogo
estadounidense Robert K. Merton que designa los mecanismos por los cuales
los más favorecidos tienden a aumentar su ventaja sobre los demás. Hace
referencia al versículo 29 de la Parábola de los talentos del Evangelio
según San Mateo (Mt, cap. 25, vers. 14-30): “Al que más tiene más se le
dará y al que menos tiene, se le quitará para dárselo al que más tiene.”
(N. de la T.)
(5) http://www.alternet.org/economy/noa...
.
(6) Knack, 17 de octubre de 2007, p. 48.
(7) http://www.globalexchange.org/resou...
.
Traducción : Rebelión
Fuente : Investig’Action
michelcollon.info/La-venganza-de-los-ricos.html?lang=es