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¿Quién es Abel Albino, el médico que Macri postula para combatir la desnutrición infantil?
Por María Paula García - Notas.org.ar - Tuesday, Nov. 10, 2015 at 12:06 PM

10 de Noviembre de 2015 | Una de las promesas de campaña del candidato presidencial Mauricio Macri fue terminar con la pobreza en la Argentina. Y en ese marco suscribió un acta acuerdo con Abel Albino, titular de la Fundación Cooperativa para la Nutrición Infantil (Conin), para replicar el modelo de dicha institución en todo el país.

¿Quién es Abel Albin...
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El acta, firmada en la casa de Elisa Carrió, es parte del Programa Integral contra la desnutrición como parte de Pobreza Cero. Según trascendió, funcionaría como un órgano autárquico con independencia presupuestaria dentro del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación en caso de que Macri sea electo presidente. Se llevaría a cabo con todas aquellas personas voluntarias que en diferentes puntos del país “quieran participar en la lucha contra la desnutrición y en la reconstrucción de la familia argentina”.

Quién es Abel Albino

Albino es un médico pediatra mendocino de 69 años que, además de ser titular de Conin desde 1993, es miembro de la Academia Nacional de Medicina. Meses atrás polemizó con la presidenta Cristina Fernández cuando afirmó: “Que la presidenta haya dicho en Roma que la pobreza es de 5% me hace llorar. Tiene una oportunidad gigantesca para sincerar lo que hay y dice cualquier cosa”.

Apenas se supo el lugar que este médico podría ocupar desde el 10 de diciembre estallaron las redes sociales. Y no es para menos. Albino también es conocido por ser del Opus Dei, uno de los grupos más reaccionarios de la iglesia católica y férreo opositor a cualquier derecho sexual y reproductivo que el Estado pueda impulsar.

Justamente hace cinco años Albino publicó mediante la Editorial Logos un libro llamado Gobernar es poblar: ¿paternidad responsable o fornicación asistida?, un material total y completamente alineado con las posiciones más retrógradas en materia de sexualidad, familia y maternidad  y plagado de afirmaciones falsas desde el punto de vista científico. Prologado por el presbítero Pedro José María Chiesa de Catamarca, el texto pretende esbozar “una síntesis de pautas terapéuticas destinadas a definir los contenidos de la única educación sexual correcta y efectiva para enfrentar la desnutrición infantil”.

Para Albino existe un vínculo estrecho entre lo que denomina la falta de templanza sexual y la desnutrición infantil: “El sector dirigente tampoco comprende el nexo, lo que se pone de manifiesto cuando pretenden paliar el problema técnicamente (no éticamente) con repartijas masivas y gratuitas de anticonceptivos”. Según este médico, estas políticas terminan siendo “auténticos planes de fornicación asistida, sumamente aptos para generar ejércitos de niños indeseados, los cuales, por venir al mundo como fruto de un sexo promiscuo, sin amor ni compromiso, serán víctimas de graves descuidos paternos y maternos en la alimentación y estimulación afectiva”.

La relación queda más que clara: existe un nexo entre desnutrición infantil y educación sexual simple y llanamente porque considera que la desnutrición remite a que las familias pobres no desean a sus hijos y por eso los descuidan. Familia entendida como la tradicional, la del varón y la mujer que encima “deben tener ilusión por mantener la virginidad física y moral hasta el momento de la celebración del matrimonio”.  Familias que deben ser educadas para que puedan combatir conductas que convierten a los niños en víctimas de la desnutrición: impudor, promiscuidad, pornografía, autoerotismo, incesto, sexo contra natura, violación, pedofilia, anticoncepción, aborto, infidelidad y concubinato.

Todas estas conductas representarían factores de riesgo, de manera que para Albino también hay que inculcarles a las familias “la estima por el matrimonio monogámico, exogámico, heterosexual y estable; la convicción de que el acto sexual sólo es adecuado cuando se lo ejercita con la previa capacidad y disposición de asumir sus consecuencias y el respeto del varón a la mujer en todas las cuestiones atinentes al carácter psicofísicamente asimétrico del acto sexual”.

Capítulo aparte merecen las afirmaciones sobre el autoerotismo. “Así como la inseminación artificial mata al sexo y el aborto mata al niño, la pornografía y el autoerotismo matan al amor”, opina. Por eso prescribe el dominio sexual o castidad, algo que sólo sería posible alimentándose moderadamente, evitando las drogas, no excediéndose en las bebidas, moderando los medicamentos, protegiendo el descanso con siete a ocho horas de sueño y no escuchando música de altos decibeles.

Una política muy PRO

Que Macri pueda poner a un médico que tiene estas concepciones al frente de un plan integral para combatir la desnutrición no sorprende en absoluto. Es perfectamente coherente con las políticas que viene aplicando en la Ciudad de Buenos Aires: la tercerización de las políticas de Estado en instituciones o fundaciones privadas, muchas de las cuales sostienen visiones relacionadas con grupos conservadores católicos o de las nuevas iglesias evangélicas.

Instituciones que pregonan no sólo principios cargados de moralismo sexual bajo el eufemismo de educar en el amor o de fortalecer la familia. Principalmente son contrarios al espíritu y a la letra de prácticamente todas las leyes vigentes en materia de derechos sexuales y reproductivos con perspectiva de género, desde la ley de Educación Sexual Integral pasando por las de Matrimonio Igualitario y de Identidad de Género. Leyes que, por otra parte, han sido en su mayoría votadas en contra por el bloque del PRO o no las cumplen subejecutando su presupuesto, tal como sucede con la de educación sexual integral.

Iniciativas como ésta convertidas en políticas de Estado nos colocan frente a una seria posibilidad de retroceder en muchos de los avances normativos y de ampliación de derechos conquistados en los últimos años. Y también ante una cultura que sancione una sexualidad libre y placentera, colocándola en el lugar de desviación posible a controlar y encasillar dentro de la norma heterosexual al servicio de la reproducción. Cuestión no desligada, como no podría ser de otra manera, de una visión de la pobreza y la desnutrición como pasibles de ser superados familiarmente.

Resuenan con nostalgia las palabras de médicos sanitaristas como el doctor Ramón Carrillo, quien claramente no concebía a las cuestiones de la desnutrición o a la pobreza como cuestiones individuales de cada familia, sino como fruto de un sistema social desigual e injusto. En palabras de Carrillo, “los problemas de la Medicina como rama del Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía organizada en beneficio de la mayoría”.

@MariaPaula_71

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