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La nueva grieta corporate: ganadores y perdedores del semestre del ajuste
Por Alejandro Bercovich - Friday, Jun. 24, 2016 at 11:53 AM

24 de junio de 2016 | Marcos Peña cree en el círculo virtuoso para la economía

La nueva grieta corp...
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Alejandro Bercovich
abercovich@diariobae.com

-Pancho Cabrera y Marcos Peña me tienen cansado con los emprendedores. El 99% de los emprendedores fracasa antes de convertirse en empresario. ¡Y resulta que el Gobierno de los empresarios no habla de los empresarios! Cuando habla, es para retarnos. Dice que estamos concentrados y que eso hace subir los precios. ¿Eso quiere decir que yo como soy líder en mi rubro no debería invertir más? ¿Que La Serenísima no debería invertir más? ¡Si piensan eso, que lo digan!

El socio fundador de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) se desahoga frente a BAE Negocios como un novio desencantado con la chica que siempre le había gustado pero que lo dejó sin una segunda cita. Valora la reunificación del tipo de cambio, el acuerdo con los fondos buitre, el descongelamiento de las tarifas de servicios públicos residenciales y la retórica market friendly del nuevo elenco gobernante, pero sufre a la vez la caída del consumo, las altas tasas de interés, el tarifazo para la industria y la demora oficial en acceder a un reclamo que el establishment levanta sin éxito desde 2002: la rehabilitación del ajuste por inflación de los balances para dejar de pagar impuestos por ganancias ficticias.

En las fábricas de su compañía familiar, el hombre que pide reserva de su identidad debió suspender personal y frenar las contrataciones que preveía. Le reprocha a Mauricio Macri que la única vez que lo citó a la quinta de Olivos, junto al resto de los hombres de negocios VIP locales, fue para enrostrarles a todos su escasa vocación inversora. Y que las cuatro firmas que mencionó en aquel discurso como ejemplos a seguir fueron extranjeras.

El lamento del industrial tiene su contracara en el entusiasmo de un operador bursátil que trajina la City desde hace 25 años y que se siente de regreso en aquellos años de juventud.

-Este año es como el ‘91: el acuerdo con los holdouts es el Plan Brady de hoy y el levantamiento del cepo tiene un efecto tan fuerte como la convertibilidad. Se viene una expansión fenomenal del negocio, como la de aquellos años. Acá el cielo es el límite.

El eufórico paralelismo que traza el trader es el mismo que hacen en San Pablo y en Wall Street cuando ordenan comprar paquetes de acciones argentinas como durante las últimas dos semanas, cuando ese flujo de fondos extranjeros y el reverdecer del dólar dibujó sonrisas por doquier. La bonanza se ve antes en Linkedin que en el INDEC: las mesas de dinero empezaron a contratar gente y cada semana se lanza un nuevo instrumento para la especulación o se empieza a publicar un nuevo índice al que apostar con dinero fresco. Florecen sofisticaciones inéditas para el mercado local como el fondo de inversión regido por un algoritmo matemático que promociona Francisco Prack, un financista que importó el modelo “libre de emoción humana” que hizo furor en Manhattan en el último lustro. Y pronto habrá más.

El modelo de valorización financiera llegó para quedarse. El Banco Central bajó otra vez las tasas de interés de las Lebacs y apunta a llegar a un 28%, pero uno de los directores que responde a Federico Sturzenegger, Francisco Gismondi, advirtió ayer a este diario que su objetivo es mantener una tasa de interés real positiva, al contrario que el kirchnerismo. Es decir, una tasa superior a la inflación. “Sin tasa positiva no crece el sistema financiero y sus beneficios nunca llegan a la sociedad”, explicó.

En el largo plazo, la meta de Sturzenegger es hacer política monetaria “a la Maradona”, como recomendó una década atrás el entonces presidente del Banco de Inglaterra, Mervyn King. ¿Qué le quieren copiar al gol de Diego que esta semana cumplió 30 años? La capacidad de generar grandes reacciones en los agentes económicos con pequeños movimientos del Central, como los que hicieron trastabillar a cada uno de los cinco adversarios que dejó en el suelo el crack con sutiles gambetas en medio de su carrera en línea recta.

Non sancto
Las multinacionales, especialmente las norteamericanas, se mantienen del lado de los optimistas junto a los lobos del Merval. Motivos no les faltan. El acuerdo que anunció ayer Ricardo Buryaile con la semillera Monsanto para terminar con su inédito peaje forzoso sobre las exportaciones de soja, por caso, fue una lisa y llana concesión para la firma con sede en Saint Louis que ayudó a expandir como nunca con sus transgénicos la frontera agrícola argentina, al costo de haber consolidado durante el kirchnerismo un virtual monocultivo.

Todo el poder económico mira expectante hacia el norte, al punto de que el Consejo Interamericano del Comercio y la Producción (CICyP) reeditará sus selectos almuerzos el miércoles próximo con el embajador Noah Mamet como único orador. Anteayer fue el turno de otro emblema del Tío Sam: Coca-cola, que lanzó su nueva imagen sin queja alguna por la caída de sus ventas locales del 10% en lo que va del año, entusiasmada por un porvenir que imagina venturoso e incentivada por las tasas preferenciales de impuestos internos que pagan sus gaseosas con jugo de limón, lo cual la llevó incluso a modificar varias de sus fórmulas secretas.

Con la economía aún reacomodándose tras el reseteo de Cambiemos, los abismos son notorios al interior de una misma cadena productiva. Los citricultores entrerrianos, por ejemplo, protestaron contra el convenio que anunció Macri la semana pasada en Concordia por el cual la misma Coca-cola triplicará en 10 años sus compras de jugo de naranja. Aducen que las ventajas serán para gigantes como San Miguel (de las familias Otero Monsegur y Miguens Bemberg) y no para los productores, obligados a una cruenta reconversión con tala incluida. La historia se repite en las economías regionales que salieron a protestar al unísono: tamberos, criadores de cerdos y productores de peras y manzanas, entre otros. Vanían mal, pero ninguna de las promesas con las que los sedujo Macri se cumplió.

Los supermercados, la terminal nerviosa donde mejor capta el humor social el empresariado, tampoco arrojan buenas noticias. “Nosotros vemos una luz al final del túnel como dijo (Gabriela) Michetti, pero me parece que es la del subte con nosotros en plena vía”, exageró un ejecutivo del sector, contrariado por los primeros cierres de sucursales en cadenas como Cencosud (Disco-Jumbo- Vea), una de las que perdió mercado junto con Walmart. Las que crecieron marginalmente son Coto y Día, donde se refugian los consumidores con los bolsillos más dañados.

El Peña contratista
En la reunión anual del grupo de emprendedores Endeavor, anteayer en la Usina del Arte, Federico Braun evitó protestar por el ajuste con el que el gobierno de sus sobrinos Marcos Peña Braun y Miguel Braun (secretario de Comercio) castigó las ventas de su cadena La Anónima. Casi a continuación de su tío, el jefe de Gabinete intentó insuflar buena onda: “Argentina está en una posición única y privilegiada para iniciar un círculo virtuoso que muestre que las cosas avanzan en una dirección distinta”, soltó. Lo entrevistaba Andy Freire, fundador del club y ahora ministro porteño.

El humor en el funcionariado mejoró mucho tras el grotesco descubrimiento de José López con sus bolsos voladores y tras los avances de las causas donde se investigan actos de corrupción de Julio De Vido y Amado Boudou. Pero mientras el primo presidencial Angelo Calcaterra siga sin vender el paquete controlante de IECSA, la firma a la cual el Gobierno acaba de habilitarle $45.000 millones para soterrar el tren Sarmiento, y mientras permanezca abierta la causa por las offshore del propio Macri, la agenda anticorrupción seguirá teniendo doble filo para el Gobierno. Máxime cuando se hurga sobre conexiones menos evidentes entre el gabinete y la patria contratista como el arquitecto Andrés Peña, quien asumió como subsecretario de Fortalecimiento Institucional del Ministerio de la Producción a pedido de su hermano, Marcos, para lo cual renunció a su cargo como Gerente de Integración y Desarrollo de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC), el club que reúne a los concesionarios de obras públicas.

El peligro de enancarse sobre los jueces para hacer política es doble. Por un lado, porque como se anticipó en esta columna la semana pasada y tal como se confirmó ayer con la ruptura del Movimiento Evita del bloque del Frente para la Victoria, el ocaso del kirchnerismo puede catalizar un reagrupamiento peronista sin Cristina que amenaza con quitarle al macrismo su principal ventaja para las elecciones del año que viene: la atomización opositora. Pero además, porque un gobierno surgido de las entrañas mismas de la patria contratista no está ni por asomo en condiciones de afrontar un Mani Pulite ni su versión tropical del Lava Jato. Menos aún cuando la corporación judicial persigue sus propios objetivos, como empezó a hacerle notar al Presidente su ministro Germán Garavano. Los suyos y los de los servicios de inteligencia que ya entraron sin permiso en demasiadas casas y despachos de funcionarios de Cambiemos.

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