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El costo de alquilar: historias de negocios que lidian para seguir
Por Pablo Moscatello, El Ciudadano (Rosario) - Tuesday, Jun. 28, 2016 at 3:57 PM

Publicado el 26 junio 2016 | Las subas van a contramano de las ventas y sostener la rentabilidad se hace difícil. Relatos de casos que lo muestran.

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Foto: Trabajadores cooperativistas de la parrilla Lo Mejor del Centro. Enrique Galletto.

Hace 16 días este medio publicó un informe de la ONG local Concejalía Popular en el cual se reveló que en Rosario 1.542 locales comerciales bajaron sus persianas en el último tiempo. Se sabe, las ventas vienen en caída y costos fijos como la luz, el gas y el agua tuvieron fuertes ajustes desde que se inició año. Pero lo que parece en muchos casos complicar aún más el escenario es el desmedido aumento que se sigue dando en los alquileres, situación que se reitera y parece ir a contramano del contexto económico.

En ese marco, y atrás de las cifras de cierre y rotación de negocios, hay comercios que suman cada vez más dificultades para subsistir. Es decir, ya no sólo para ampliar o sostener la rentabilidad. Así, las consultas y denuncias en la propia sede de la Concejalía Popular sobre situaciones abusivas no cesan. Y crecen.

Uno de los casos más resonantes se da en la parrilla Lo Mejor del Centro, que funciona como una cooperativa en calle Santa Fe al 1100.

El alquiler del inmueble les cuesta hoy a los 22 trabajadores unos 50 mil pesos al mes. El contrato que firmaron hace dos años con el titular de la propiedad, vía una inmobiliaria local, los obliga a cubrir una indexación automática cada seis meses del 10 por ciento. El próximo incremento se dará en julio cuando paguen junio. Con las subas terminarán abonando más de 66 mil pesos en un año al volver a renovar.

“Los grandes responsables de estas situaciones son las inmobiliarias. Porque a esto además hay que sumarle los gastos de sellado y la comisión que hay que pagarles con cada renovación, que en casos como el nuestro de alquileres tan altos son muy onerosas. Y a nosotros no nos queda otra que seguir en este lugar. Si salimos de ahí morimos”, señala Sergio Zapata, presidente de la cooperativa.

Cuando uno ingresa cualquier mediodía de la semana a la parrilla nota de inmediato que la afluencia de clientes no es menor. De todas formas, según los dueños,  la merma se nota.

“Está dura la mano. Bajó el consumo y aumentaron los costos. Esta es la temporada alta para nosotros. Pero estamos trabajando un poco menos que otros años y baja la rentabilidad. Yo creo que hay que aguantar hasta que la situación se acomode. Nosotros podemos sostenerlo, pero si esto tuviera un propietario que tenga que pagar sueldos y paritarias tendría que cerrar las puertas”, conjetura Zapata.

Similar es el caso de Mauricio, el titular de una pequeña pollería ubicada en 3 de Febrero entre Sarmiento y San Martín desde hace 8 años.

En enero tuvo que renovar el contrato del local. Hasta entonces abonaba 3 mil pesos por mes. De golpe –así le define- tuvo que empezar a pagar 6 mil pesos. Y cuando inicie 2017 tendrá que entregar un 30 por ciento más. “No se pudo negociar nada. Sólo me dijeron que el costo estaba muy bajo y por eso había que actualizar”, explica.

El comerciante cuenta que la situación nunca estuvo tan complicada como ahora. Estima que las ventas han bajado en su local entre un 30 y un 40 por ciento este año. Eso se combina con una suba en el costo de la luz que superó el doble; pasó de pagar 1.600 pesos a 3.800 en su última factura.

“Ya no sólo tengo pollos. También vendo milanesas, todo tipo de quesos y cosas de almacén. Si no hubiese agregado eso tendría que cerrar”, especula, para mencionar luego que el ajuste llevó a que los clientes sean más minuciosos a la hora de buscar mejores precios.

“A los comercios chicos nos ha afectado mucho esta realidad. No nos queda otra que trasladar los aumentos a los precios. Además, en mi caso tengo un empleado, por eso también se hace duro. Yo soy optimista. Pero cuando no pueda más voy a tener que cerrar. Estamos como podemos”, señala Mauricio.

Por su parte, Martín, quien tiene una fiambrería en Juan Manuel de Rosas entre Ituzaingó y Pasco, acudió a la Concejalía para asesorarse también sobre su futuro.

Hace dos años y medio firmó un contrato por tres con un aumento automático cada 12 meses del 30 por ciento del alquiler del local. Hoy paga casi 4 mil pesos y tiene temor por lo que puede suceder en seis meses, cuando tenga que renovar.

“La inmobiliaria está en el mismo edificio. Y por lo que hablé con la gente que ya renovó el alquiler de su departamento, les aumentaron mucho más del 30 por ciento. No sé qué me van a pedir, pero tengo la idea de que se me va a ir bastante alto”, cuenta el muchacho.

Martín también menciona que en esta primera parte del año sus ventas “cayeron, fácil, un 30 por ciento”.

“Además, de luz pagaba hasta fin de año mil pesos y ahora me vino una factura del 6 mil. Y yo no puedo dejar de usar la energía dado el tipo de local que tengo, con dos freezzers y muchos productos congelados. La situación está difícil. Hablo todo el tiempo con los comerciantes de acá de la zona y están todos iguales”, concluye.

Cuando no queda más que irse o el cierre

Ariel D´Orazio, integrante de la Concejalía Popular, también repasó en diálogo con este medio más casos que muestran situaciones angustiantes para los comerciantes y quienes buscan seguir adelante con su negocio.

Por ejemplo, en calle Corrientes al 400 una imprenta pagaba 5 mil pesos mensuales, pero ahora le exigen 15 mil al mes. El titular ya decidió no afrontar esa suba y tiene previsto llevar su comercio a otro local fuera del centro, “detrás” de calle Pellegrini.

En tanto, en 9 de Julio entre Oroño y Alvear cerró sus puertas el bar Predio Urbano. El dueño del negocio pagó hasta marzo 12 mil pesos, pero para renovar el alquiler le habían exigido 21 mil pesos.

Por la misma razón también debió bajar sus persianas hace algunas semanas una emblemática casa fotográfica de Rioja al 900.

En tanto, una tienda de deportes ubicada en la peatonal Córdoba casi a la altura de San Martín está liquidando actualmente toda su mercadería para luego cerrar y mutar a otro rubro. Pero lo peor es que la misma firma comercial ya dejó de operar otro local que tenía ubicado muy cerca de allí por el alto costo del alquiler y todos sus empleados quedaron en la calle.

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