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Periodismo por periodistas: María Cruz Ciarniello
Por Loreley Flores, Agencia Sin Cerco - Wednesday, Oct. 26, 2016 at 11:12 AM

24 octubre, 2016

Periodismo por perio...
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Por Loreley Flores.

Nombrar a María Cruz es nombrar a enREDando, parecen sinónimos una del otro, pero no. Ella comenzó su trabajo como periodista en radio haciendo “La bodeguita del medio” en la TL, después trabajó de otras cosas, hasta que hace 10 años ingresó a enREDando desde donde, hasta la actualidad, despliega todo su oficio de periodista comprometida con los derechos humanos. Ha colaborado en otros medios como La Vaca, Tercer Sector o El Eslabón. 

—¿Cómo nace enREDando?

—EnREDando nació en 2002, dentro de la asociación civil Nodo Tau, como un espacio de difusión de información, para y de movimientos sociales de la ciudad de Rosario. En ese contexto, donde casi no había mucho medios digitales, nació como una herramienta para que las organizaciones pudieran apropiarse de ese espacio virtual.

—¿A qué se dedica la organización Nodo Tau?

—Nodo Tau se fundó en 1995 con el objetivo de acercar el uso de nuevas tecnologías a las organizaciones sociales, a los sectores populares. Imaginemos ese contexto de los años 90, ahí el Nodo trabajó mucho con organizaciones como Aire Libre, INSGENAR, Porajiú, en capacitación, para que las organizaciones pudieran tener un correo electrónico, para que pudieran tener acceso a internet, en un momento en que no había, en los barrios fundamentalmente. Trabajó en instalar una sala de informática o en una organización o en un centro comunitario. Siempre abocado al desarrollo para acercar el acceso a las nuevas tecnologías a los sectores populares. Los cambios tecnológicos y los problemas de sustentabilidad fueron redefiniendo algunas cuestiones de trabajo en el nodo.

En el año 2002, se creó enREDando dentro de la línea de comunicación. Lo fundaron algunos compañeros que siguen estando y otros que ya no. Nació como un espacio de visibilización de lo que hacen las organizaciones sociales en Rosario.

—En la página del Boletín enREDando tienen manuales de buenas prácticas, ¿en qué consiste esta sección?

—Si bien enREDando fue resignificándose a lo largo de estos catorce años, porque nos hemos ido sumando distintas personas que, de alguna manera, le vamos poniendo nuestra impronta; es una sección que venimos manteniendo desde el 2002, donde contamos historias de organizaciones sociales. En el 2005, se editó un libro con las primeras 100 buenas prácticas que se llama “Desde abajo y desde adentro” al que se puede acceder porque está online. Al día de hoy, debemos haber superado las 250 historias, y algunas organizaciones quizá ya no estén, pero hacen a la historia de cómo se han tejido un montón de redes de trabajo de campo y luchas que tienen que ver con derechos humanos: pueblos originarios, educación, cultura popular, trabajo, cooperativas, experiencias de autogestión comunicativas, género, mujeres, educación popular. Muchísimas experiencias, entrar a esa sección es encontrarse con una historia muy interesante, una guía de organizaciones.

—En los últimos tiempos han sido uno de los pocos medios que tratan a fondo la violencia institucional. ¿Cuáles son la temáticas que deciden abordar desde el boletín?

—Sí, a partir de que se sumó Martín -Stoianovich- hace unos años; él tiene la inquietud de cubrir los casos de gatillo fácil y violencia policial, sobre todo. Pusimos el foco en eso, empezamos a priorizar la violencia institucional y también la agenda de género, diversidad sexual y la de las luchas socio ambientales. En estos 14 años, esas son las secciones a las que les hemos puesto mucho trabajo y tiempo, las que se relacionan con derechos humanos. Hemos laburado mucho, teniendo en cuenta que somos pocos, siempre lo fuimos; nunca superamos un staff de cuatro personas y es por eso que ponemos foco en algunos temas, en seguir contando historias. Creo que esa es nuestra característica, siempre tenemos la contradicción de pensar que son notas largas para estar en la web, a veces pensamos que a lo mejor no las lee nadie, pero siempre seguimos priorizando ese relato. Sabemos que hay un público que quizá lea esas notas y hasta las imprime. Ese es el contenido que tratamos de ofrecer.

—¿Cómo llegás vos al periodismo?

—Hice la carrera de Comunicación Social, pero desde chica me gustaba escribir historias, cuentos. Tenía un cuadernito donde, desde los 10 años, escribía historias. Pensé en estudiar Letras, pero cuando hice un taller literario me dí cuenta que yo tenía que ver más con el periodismo, con contar historias pero, sobretodo, quería involucrarme en las historias de otras personas y de las organizaciones sociales. enREDando me marcó mucho en este sentido. Con Vivi Benito hicimos un libro de relatos de viajes y de crónicas, donde contamos lo que veíamos lo más fielmente posible, y me gusta ponerle pasión a esto que es lo que a mi más me moviliza: la escritura. Siempre renegué un poco de si soy o no periodista, no me pongo ese título. Quizá porque además hago otro trabajo o porque nunca estuve en medios masivos trabajando. Mi experiencia en el periodismo pasa por ser parte de una organización social y por la autogestión. Me siento atravesada por eso y me interesa conocer otras experiencias de medios autogestivos, capacitarme, formar parte de talleres de quienes han impulsado medios cooperativos, por ejemplo, La vaca, en Buenos Aires. En Rosario, estamos tratando de impulsar una ley de fomento para revistas culturales e independientes. Siento que mi camino pasa por ahí, no me veo trabajando en un medio masivo.

—En términos generales, ¿cómo ves el ejercicio del periodismo hoy?

—Lo veo complicado. No dejamos de ser trabajadores de prensa y como trabajadora o trabajador, no estamos ajenos a la situación difícil que está atravesando el país. Esto le pasa a muchos trabajadores de otros sectores. Esta crisis se está viendo con el cierre de algunos medios de comunicación; lo que sucede en nuestra ciudad con El Ciudadano, es un ejemplo claro de hacia dónde estamos yendo. Incluso, lo veo con muchos otros compañeros, lo difícil que es poder conseguir un trabajo y vivir de esto. Yo trabajo de otra cosa; cuesta mucho vivir de esto, de la autogestión en comunicación. Es un desafío enorme y no lo estamos pudiendo lograr. En ese sentido, lo veo difícil. Y cada vez más. La experiencia de Tiempo Argentino muestra como, por un lado es importante pensar que es posible generar medios propios, pero por otro lado, no es sencillo después sostenerlo y sustentarlo, frente a lo que es la concentración cada vez más notoria de los medios de comunicación. Creo que el periodismo está atravesando una crisis importante.

—En relación a esto ¿qué pensás de la derogación de algunos artículos de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual -o ley de medios?

—Fue una de las primeras medidas del gobierno de Macri y lo vivimos con mucha tristeza por todo lo que significó llegar a esta ley; todo el proceso, todo lo que se fue trabajando. Creo que gran parte de la sociedad desconoce que esa ley es fruto del trabajo de muchas organizaciones sociales durante muchísimos años. No es el bastión de un partido político. Sí, es cierto que fue el gobierno de Cristina -Fernández- el que pudo oír y poner en agenda ese reclamo. Lamentablemente, una de las primeras medidas del gobierno actual fue disolverla y está claro a quién favorece: al grupo Clarín, a grupos concentrados de medios. Lo veo preocupante para las radios comunitarias que están reclamando el cobro de los FOMECAS -Fondo de Fomento Concursable para Medios de Comunicación Audiovisual- que ya habían ganado, lo veo complicado a futuro para que puedan surgir nuevas radios. Tengo en cuenta que la aplicación de la ley fue limitada, que tuvo problemas y que no se llegó a fondo con ella, pero como herramienta era fundamental. Contábamos con una herramienta legal y ahora el escenario periodístico y de la comunicación comunitaria está complicado sin ella.

—¿Qué periodismo creés que se está haciendo teniendo en cuenta contexto actual?

—Hay un poco de todo. Hay buen periodismo y hay muy buenos trabajadores de prensa, incluso en los medios masivos de comunicación, generando la pelea adentro y tratando de construir otros relatos. Hay operaciones de prensa, pero eso no es periodismo. Hay operadores de prensa en los medios masivos también que trabajan para los intereses de los empresarios de los grupos económicos que son los dueños de los medios masivos. Hay un periodismo autogestivo, están naciendo medios digitales y otros que se imprimen. Hay una movida interesante en ese sentido para tratar de sumar otras voces que no compiten con las agendas de los medios masivos, pero que sí tratan de plantear otros relatos, otras miradas. El desafío es llegar a las lectoras y a los lectores y que esas personas, además de consumir el material de los medios masivos, también puedan apropiarse de lo que se produce en los medios alternativos y difundirlo de la misma manera. También está ese periodismo “basura”, que aparece muchas veces en televisión sobre todo, y después, la lucha cotidiana de quienes trabajamos en prensa, de poder dar cuenta del oficio.

—¿Tiene sentido seguir discutiendo entre periodismo militante o periodismo independiente?

—Por un lado, el periodismo independiente no existe. Siempre nos paramos desde un lugar para mirar, para ver la realidad, y construirla o elegir qué contar y qué no, o a quién entrevistar o no. Yo creo en la militancia del periodismo. Lo que nosotros hacemos es pura militancia y eso no significa que estés a favor o no de un gobierno. Es militante porque también implica poner el cuerpo todos los días, a veces no ganar un mango por lo que hacemos. Puedo hablar desde mi lugar: hago mi trabajo en un medio autogestivo, es militancia pura, saco la foto, hago la nota y todo es militancia. Y también, el sentirme parte de una organización social y movimiento sociales, es militancia. No me preocupa mucho la discusión de si es o no periodismo militante, si me catalogan como militante, ¡bienvenido sea! Soy militante de la comunicación. La comunicación es un derecho humano y hay que defenderlo y para hacerlo, en el contexto en que estamos, hoy más que nunca hay que militar, desde el lugar que sea: tener tu propio medio o desde los medios masivos contar determinadas historias, aún sabiendo en qué lugar trabajan. Es militante proponer otra mirada cuando todo apunta a un solo lugar, poder dar cuenta de otras voces. Creo en el periodismo militante.

—Ser periodista y ser mujer, ¿sentís que te condiciona o beneficia en algo?

—La realidad es que yo no he trabajado en otros medios donde seguramente sea difícil, por ser mujer, como en todos los ámbitos. A enREDando lo fundaron varones, pero desde que yo entré siempre fuimos mujeres las que trabajamos, menos ahora, a partir de que se sumaron algunos compañeros. Siempre fuimos mujeres que tuvimos una mirada fuerte de género, creo que ya estaba marcado ese camino, de hecho la sección de género la editaban Gabby De Cicco e Irene Ocampo. Ya existía un compromiso con la perspectiva de género, yo me sumé y, de alguna manera, fue un aprendizaje. Aprendí yendo a las marchas de los movimientos de mujeres, conociendo a referentes históricas del feminismo de Rosario, entrevistándolas. No puedo decir que siempre fui feminista, fue un aprendizaje que me brindó el medio y hoy sí, me siento parte. Muchas de las notas que escribo de género ya no lo hago en tercera persona, me siento parte de este movimiento y en este último tiempo más todavía. Fui haciéndome en el oficio desde enREDando y aprendí a ser parte también, porque integramos una organización y hemos ido construyendo vínculos con organizaciones de mujeres.

—¿Cuál es tu experiencia con respecto a los Encuentros Nacionales de Mujeres?

—En el 2003 estuve en algunos talleres y recuerdo ir caminando por Oroño y haber vivido algo de ese Encuentro, yo todavía no escribía para ningún medio. Pero vivir este Encuentro en Rosario fue increíble, en términos personales, más allá de haber estado trabajando en la cobertura que te da esa mirada periodística, en lo personal, pude sentir que caminaba con libertad, que no estaba esa mirada opresora que sentimos habitualmente en las calles. Y sentirte compañera con las otras mujeres, aunque no te conozcas, es maravilloso. Es como un código compartido, vivencial. Es inexplicable.

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