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Bono, paritaria y convenios
Por Economía - La Capital - Sunday, Dec. 04, 2016 at 4:38 PM

Domingo 04 de Diciembre de 2016 | A fuerza de luchas y conquistas, los trabajadores aceiteros se convirtieron en los ultimos años en una referencia para el movimiento obrero nacional.

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Por Alvaro Torriglia

En un año de fuerte ofensiva contra el empleo y el salario, las deliberaciones que se llevaron a cabo en su congreso ordinario anual adquieren especial relevancia. Junto al análisis de la situación actual, compartido con el sociólogo Martín Schorr y el economista Sergio Arelovich, los congresales y dirigentes de la federación que agrupa a los obreros del complejo oleaginoso tomaron importantes determinaciones: reclamar un bono de fin de año de 25 mil pesos, reabrir paritarias y recoger el guante lanzado por el gobierno nacional para reabrir el convenio colectivo de trabajo del sector.

"Que nadie se equivoque, queremos discutir el convenio para incorporar mas licencias, mejores condiciones de trabajo y sumar categorías que se habían perdido en su modificación del año 2005", aclaró Adrián Dávalos, secretario adjunto de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Demotadores y Afines de la República Argentina (FTCIODyARA).

A su lado, Daniel Yofra, secretario general de la federación que disputa ingresos con el poderoso complejo agroexportador, consideró además que "hay motivos de sobra para reclamar la reapertura de las paritarias".

Enumeró la devaluación de principios de año, el tarifazo y la presión del impuesto a las ganancias. En la actividad aceitera, el peso del gravamen paso de representar el 6% de la masa salarial al 60%. Esta presión creciente tiene que ver con la inflación y la política tributaria. También con la historia de conquistas de un sindicato que arrancó una nueva etapa a principios de siglo cuando gran parte de los trabajadores aceiteros estaban tercerizados, precarizados o encuadrados en gremios que nada tenían que ver con su actividad. Con el concepto del salario mínimo, vital y móvil, calculado como manda la Constitución, como piso de sus reivindicaciones, una historia de conflictos y luchas los puso al tope de los sindicatos que negocian paritarias. Este año cerraron por un 38% pero del congreso salió el mandato para pedir la reapertura de la discusión antes de fin de año.

"Sabemos que es un año muy difícil pero también sabemos que la plata se está yendo para otro lado, que no es el de los trabajadores", señalo Yofra, quien consideró que "la política para reactivar el pais es cumplir con el salario mínimo, vital y móvil".

Para Dávalos, "la política económica de este gobierno sólo favorece a los más ricos, especialmente al capital financiero, que le gano la pulseada al capital industrial".

"Todo está pensado para aumentar la desocupación, bajar los salarios y matar al mercado interno, que es como matar a la gallina de huevos de oro; acá se hace lo contrario de lo que hizo Roosvelt en la crisis del 30, cuando tomó el control de la banca y fijo salarios altos para salir de la depresión", dijo.

Yofra apunta que se trata de "un ensañamiento histórico con los trabajadores", a quienes les toca "pagar todas las fiestas" en las que no participaron. "El movimiento obrero hoy tiene motivos de sobra para ir a un paro nacional, es raro que las organizaciones centrales le sigan dando tiempo al gobierno", se quejó.

Aceiteros formaba parte de la CGT de Hugo Moyano y hoy integra la central obrera unificada. Pero su postura es muy critica. "El juego de la CGT no se entiende, solo esta dedicada a operar políticamente para el 2017 y no escucha a los trabajadores", señaló Yofra, quien cuestiono que en la central unificada, muchos integrantes de la nueva conducción "son la vieja guardia eternamente oficialista". En 2015, la federación aceitera protagonizo una huelga de 25 días, durante los cuales "ninguno de esos dirigentes nos arrimó ni un vaso de agua".

Mientras los aceiteros forjan alianzas con otros sectores en la calle, refuerzan su propia estructura de decisiones. Dávalos explicó que durante el congreso de Rosario se eligió la junta electoral que va a fiscalizar en agosto del año que viene "las primeras elecciones por voto directo y secreto que se realizarán en la federación".

Durante el congreso también hubo un panel sobre los comités mixtos de seguridad e higiene. También expuso Rafael Vargas, secretario general del Sindicato de Obreros y Empleados del Azúcar del Ingenio Ledesma (Soeail) de Jujuy, que sufre la persecución del gobierno provincial en complicidad con la patronal de la familia Blaquier.


Debates económicos y sociales en el congreso de la Federación de Trabajadores del Complejo Oleaginoso

Arelovich: "La transferencia regresiva es la clave del plan"

El economista Sergio Arelovich, docente e investigador de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), señaló a la "transferencia regresiva" como "la característica central de la política económica" que lleva adelante Mauricio Macri. Sin embargo, advirtió que el fuerte ajuste experimentado este año puede ser el "vermuth" de un plato mayor si el gobierno se consolida políticamente en 2017. En ese caso, advirtió, "lo que pasó en el primer año va a ser un juego de niños porque efectivamente el ajuste será mucho más grave". Más allá de eso, el asesor de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina, destacó las vulnerabilidades del actual modelo económico, la rudeza del nuevo contexto internacional y la permanencia de rasgos estructurales de la economía argentina que la condenan a "caer cíclicamente" en procesos como el del endeudamiento externo.

—¿Cómo viste este año el cambio del ciclo político y económico?

—Lo del cambio del ciclo político me parece lo más importante. En cuanto a lo del cambio económico, hago siempre una división. Tanto a Néstor Kirchner como a Raúl Alfonsín les costó remontar una serie de rigideces estructurales creadas por la dictadura y el neoliberalismo en los años 90. La principal crítica que se les puede hacer es que no tocaron esas estructuras. En el caso del kirchnerismo, que es lo que más fresco tenemos, todo el conjunto de medidas y redes que construyeron para atender la emergencia de los mas vulnerados es visible para cualquiera, pero son de corta duración porque un cambio de ciclo político las puede tornar insuficientes. Precisamente, por no haber tocado las causas que originan o amplifican la desigualdad social en Argentina. ¿Qué hizo Macri desde el 11 de diciembre en adelante? En general, salvo la aprobación de la ley de participación público privada, no veo ninguna modificación de la mano de la política económica del gobierno que pueda ser considerada de largo plazo o estructural. Esto no significa "quitarle mérito" a lo que hizo, fundamentalmente la enorme transferencia de recursos del trabajo al capital, de las pymes a las grandes empresas, del conjunto de la sociedad a las privatizadas y de la Nación al capital financiero internacional. La trasferencia regresiva es la característica central de esta política. Esto es un primer paso. Todo depende lo que vaya a ocurrir con las elecciones de 2017, si es que las hay. Si hubiera elecciones y el macrismo efectivamente consolida su poder político, lo que pasó en el primer año va a ser un juego de niños porque efectivamente el ajuste será mucho más grave. Lo que viene es una política de regresión social de gran envergadura.

—¿Por qué "si hay elecciones"?

—Porque lo que tenemos en el gobierno es la derecha más recalcitrante de la historia argentina, que utiliza el recurso democrático cuando le es afín. Pero en la medida en que deje de serlo, y en la medida que cambie la política de Estados Unidos para América latina, uno no puede descartar un nuevo ciclo de rupturas institucionales al estilo de lo de Bordaberry en Uruguay. No quiero ser catastrofista pero uno tiene que saber qué es lo que tiene enfrente. Y enfrente está la derecha que tiene un compromiso histórico con el largo ciclo del 76 hacia adelante.

—¿Qué sería profundizar este plan de ajuste?

—Una de las cosas es la aprobación del sistema de acuerdo público-privado, que implica avanzar en un proceso de privatización "sin privatizar", a través de una mayor injerencia del sector privado en la órbita de las acciones estatales más importantes que las existentes, y esquivando el papel monitoreo estatal sobre la obra pública. Esta ley soslaya incluso los pasos de la ley de administración financiera. Puede ocurrir que se haga un convenio con una empresa extranjera en el marco de un Tratado Bilateral de Inversiones, y que quedemos nuevamente prendidos en el Ciadi ante un eventual incumplimiento. Esto no quita mérito a los enormes efectos de la política del gobierno en la caída del poder de compra del salario, el aumento de la pobreza, el desempleo, la desfinanciación de las provincias, el ahogo financiero a la ciencia y las universidades. Esto tiene efecto pero se puede revertir con un cambio en el ciclo político. Lo que vimos es el vermuth. Los rasgos estructurales de la economía son los que vienen de la dictadura: la ley de entidades financieras, la de inversiones extranjeras, la de hidrocarburos. Estas siguen vigentes.

—¿Habrá rebote económico en 2017?

—El crecimiento se puede dar por la combinación de tres vías. El mercado interno, una ola inversora en serio o las exportaciones. Uno tiene que saber que de cada cien pesos en Argentina, ochenta se consumen en el mercado interno. Por lo tanto, es un elemento central a la hora de definir variables macro. Si hay un golpe a ese poder de compra afecta a la economía en su conjunto. Está claro que las inversiones vienen si tienen claro la perspectiva de poder vender lo que se derive de la mayor capacidad de producción. De lo contrario, ¿por qué invertirían? Lluvia de inversiones no habrá porque no hay demanda, mercado interno tampoco porque la política es deprimir el salario y las exportaciones están complicadas en un contexto en el que, según los datos de 2015, por primera vez cayó el comercio mundial. Si cae el comercio mundial por primera vez en el largo ciclo del 73 hacia adelante, uno tiene que preguntarse qué paso. Tampoco hay que descartar que en un escenario de crisis, de nueva corrida contra el peso, el gobierno tome una serie de medidas de restricción del mercado de cambio, simplemente para defender la gobernabilidad. La ortodoxia se va a transformar en heterodoxia si las papas queman.

—Lavagna comparó este modelo con el de los 90 y la dictadura. ¿Coincidís?

—Las diferencias no son las cosas que pasan sino las cosas que pasan en el contexto que pasan. El comportamiento del capitalismo a nivel planetario puede entrar en una ruptura de lo que conocimos en la posguerra. Me parece que hay una época de retracción, producto de que hay una serie de factores limitantes del crecimiento, que implican la necesidad de los países centrales de mirarse al ombligo. El Brexit no fue suficientemente leído como fenómeno político y social, como la crisis propia de un país que fue hegemónico como potencia mundial. Y me parece que el comportamiento de la economía europea en general merece una lectura. Por eso uno puede analizar la situación del macrismo y la economía nacional pero creo que hay que puntualizar lo que está pasando a escala global. No se toma dimensión en América latina sobre la escala con la que crecen los fenómenos migratorios a nivel planetario. Y tienen un enorme impacto.

—¿Cómo ves la discusión en la oposición?

—Por una parte, el gobierno de Macri fue una buena excusa para que quienes estaban oponiéndose al gobierno anterior refuercen sus enojo y crítica, aunque el que hegemonizó y capitalizó el descontento fue Macri. Pero en general la oposición al kircherismo sigue insistiendo con intentar diferenciase, sobre todo en el ciclo electoral. Ahora, también me parece que las actitudes especulativas o parasitarias, al estilo cuervo, alejan más a la política de la sociedad. El enojo respecto de la clase política puede seguir creciendo. La política sigue sin dar respuestas a la gente, ni desde el gobierno ni de la oposición. Sobre todo cuando uno ve voluntades compradas por monedas en la cabeza de dirigentes políticos o sindicales.

—¿Y en la calle?

—Creo que las movilizaciones de este año estuvieron fundamentalmente asociadas al respaldo de la situación alcanzada en el período anterior, y no tanto por la emergencia de las nuevas situaciones. Sin perjuicio de que haya habido manifestaciones de sectores populares con alto poder de convocatoria. Pero lo que me pregunto es cómo se construye esta oposición. Y eso tiene que ver con pensar alternativas en lo político, lo social y lo económico. No caer en la fórmulas tradicionales.

—¿Se intensificó este año el debate económico?

—Me parece que algunas discusiones son de mayor calidad que las que se dieron en los 90. Otro tipo de discusiones son una especie de argumento para ponerle precio a la venta de voluntades. De alguna manera el macrismo armó la agenda en función de la cual se discute la economía. Lo cual me parece un problema. Se discute entonces que el macrismo generó mayor déficit y que está tomando mucha deuda. No me parecen problemas menores pero hay que discutir por qué razones Argentina cae cíclicamente en lo mismo. Y tiene que ver con los capitalistas argentinos. Tiene que ver con el comportamiento de la elite. Si analizamos el comportamiento 2000 - 2014 de las sociedades comerciales en Argentina, a partir de sus declaraciones juradas, hoy lo que encontramos es que el 60% de sus ganancias provienen de la actividad principal, esto es la extracción de plusvalía de sus trabajadores. El 40% tiene otros orígenes: por subsidios, renta financiera, ganancia cambiaria por devaluaciones, y compra y venta de acciones. Lo que uno se debe preguntar es: si la especulación es natural al comportamiento del empresario capitalista, el parasitismo es una conducta precapitalista sobre la cual ha hecho demasiado mérito la clase empresarial argentina. También ahí se explica parte de la crisis.


Debates económicos y sociales en el congreso de la Federación de Trabajadores del Complejo Oleaginoso

Schorr: "Hay un escenario de disputa cada vez más explícito"

El investigador de la Unsam analizó el plan económico del gobierno nacional. Ve una creciente puja entre sectores del capital.

"Los escenarios de disputa entre los sectores dominantes son cada vez más explícitos". El sociólogo Martín Schorr, estudioso de la estructura industrial argentina, analizó críticamente la política económica del gobierno de Mauricio Macri. Apuntó contra el "fenomenal proceso" de endeudamiento externo y el "ajuste tremendamente regresivo" que llevó adelante. Y aseguró que la industria fue el sector del capital más perjudicado por el programa oficial. Pero alertó también sobre las dificultades de articulación política en torno de esa evolución económica. Llamó la atención sobre las presiones devaluatorias y las crecientes pujas entre las facciones empresariales que acompañaron la llegada de la nueva gestión. El autor de "Industria y Nación" y "Hecho en Argentina" fue uno de los panelistas del congreso ordinario de la federación argentina de trabajadores del complejo oleaginoso, que se realizó en Rosario.

— ¿Cómo caracterizás la política económica del gobierno?

—La orientación es doble. Por un lado, tenés un proceso de endeudamiento externo fenomenal. Este año la deuda externa creció más de 50 mil millones de dólares, con un rol clave de la deuda que toma el propio Estado. La otra orientación es el ajuste tremendamente regresivo que tiene dos vectores: por un lado, una caída del salario del 6% en promedio respecto de los niveles con los que los dejó el kirchnerismo y, en segundo lugar, transferencias al sector económico equivalentes a cinco puntos del PBI. Ese es el principal balance. Una vuelta a los mercados financieros, al ciclo de endeudamiento externo fuerte y un combo regresivo de deterioro del salario y transferencia de recurso al poder económico.

— ¿Se sustenta este esquema?

—Lo veo complicado. Por el lado de la deuda, el llamado efecto Trump va a tener, y de hecho está teniendo, implicancias en esta capacidad que tuvo la Argentina de endeudarse en 2016. Por el lado de la inversión, me parece que está muy frenado el proceso porque hoy la actividad premia más la inversión financiera que en el sector productivo. El mercado interno lo tenés muy planchado por el deterioro del salario y la inequidad distributiva. Y la salida exportadora es, primero, para muy pocos jugadores, ya que cincuenta empresas exportan más del 60% de lo que exporta la Argentina. En segundo lugar, es una salida que incorpora muy poco desde el punto de vista de la dinámica del trabajo. Pero en tercer lugar hoy tenés un mundo que no te compra tanto como compraba hace cinco o seis años.

—¿El gobierno recalculará?

—No es fácil porque, en primer lugar, cualquier cambio hace trastabillar este esquema de transferencia de ingresos. Pero también percibo crecientes disputas dentro de los sectores dominantes respecto del nivel del dólar, del nivel de tasa de interés, de qué hacer con los dólares que están entrando por la deuda. Me parece que este es un modelo que cierra poco desde el punto de vista social y económico, un modelo que incorpora crecientes disputas al interior de los sectores dominantes . Y cuestiones que podrían generar efectos contrarios, como crecer por el mercado interno, por exportaciones o deuda, están bastante frenadas. No me parece que 2017 sea un año fácil en el manejo de la economía, pero tampoco en la ecuación política que acompaña a esa evolución económica.

—Entre los sectores disconformes están los industriales de la UIA...

—Hoy la UIA, con otros satélites que tiene, está presionando muy fuerte por una devaluación, lo cual implicaría una disputa fuerte con los sectores populares, porque toda devaluación genera inflación y deterioro de niveles salariales, pero también con los sectores de la timba financiera porque al encarecerse el tipo de cambio se reduce en dólares la ganancia financiera. Por eso el gobierno no tiene tanto margen para atender las demandas de los sectores dominantes, de modo que estos escenarios de disputa los veo cada vez más explícitos.

—¿Qué impacto tuvo la política económica en la industria?

—En promedio es el sector que más retrocedió en términos del conjunto de la economía. Dentro de eso, se consolidan sectores muy concentrados vinculados al procesamiento de materias primas, pero retroceden mucho sectores vinculados al mundo pyme. Que son sectores importantes en Santa Fe. Este es un modelo que impacta negativamente en la industria pero a la vez marca ganadores y perdedores dentro de la industria. En un escenario crítico, la industria más concentrada en la materia prima avanza, y retroceden los sectores más complejos y los que tienen más presencia en micro, pequeñas y medianas empresas. Estos sectores están enganchados con el mercado interno, que está muy planchado porque el salario está cayendo. No es que pierde toda la industria, pierde como sector contra el agro, la minería y la timba financiera, pero dentro de la industria también hay ganadores y perdedores.

—¿Qué opinas del plan de transformación productiva que presentó el gobierno?

—Llamar plan a eso es ser muy benévolo. En realidad, lo que marca es que, salvo la agroindustria y alguna otra actividad, para la mirada del gobierno buena parte del entramado industrial es no competitivo y sujeto a reconversión. Por lo tanto, está clarísima cuál es la aspiración. El propio Macri dice: "Tenemos que pasar de ser el granero al supermercado del mundo". Pero el problema es que no somos Australia. Argentina tiene una población muy grande y el modelo que ellos están pesando como de inserción en el mercado internacional no cierra para una población de casi 50 millones de personas. Con lo cual ahí tenés un conflicto social y político muy grande. En el corto plazo el modelo tiene muchas limitaciones pero en la mirada más estructural, de mediano y largo plazo, también. Entonces, políticamente es un escenario muy interesante el que hay por delante.

—A pesar del fuerte ajuste, no hubo grandes conmociones...

—Creo que ahí fue muy efectivo el discurso de la pesada herencia, pero cada vez vale menos. Ese argumento, más allá de que hay cosas que se pueden discutir, se va agotando. Y la avanzada muy fuerte del capital más concentrado en contra del mundo del trabajo sobre el primer trimestre, empieza a tener sus efectos más claros. De mayo para acá la disputa social es creciente, y marca los límites de esto. El manejo de la economía está muy condicionado por factores internos y externos. Eso habilita un campo de disputas que en enero, febrero y marzo de este año no lo tenías. ¿Y qué es lo que hay de novedoso ahora? Es que los sectores dominantes empiezan a mostrar diferencias en su interior. No está claro que el establishment respalde en todo este proyecto. Es un escenario interesante para el campo popular, muy distinto al del primer semestre.

—¿Cómo analizás el debate económico durante este año?

—Creo que mucha de la heterodoxia que hoy discute desde un lugar muy interesante fue la misma que cuando estuvo el kirchnerismo cerró la discusión. Y parte de la consecuencia de cerrar esa discusión en su momento fue que se allanó mucho el camino para que el planteo más ortodoxo de la derecha este conduciendo hoy la economía. Por lo cual yo creo que la heterodoxia hoy se fortalece, pero en un escenario de debilidad por el avance ortodoxo. Y creo que ese avance tiene que ver con ciertas cosas que la heterodoxia manejó de manera muy particular.

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