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“Superar el aislamiento es la tarea del 2017″
Por Periódico El Roble - Sunday, Jan. 15, 2017 at 12:36 PM

Editorial El Roble 108 (digital), Enero

“Superar el aislamie...
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De este 2016 podemos decir que hubo una gran cantidad de conflictos marcados por la política muy agresiva de ajuste del gobierno de Macri, en particular en torno a dos ejes: 1) los despidos impulsados desde el primer momento por el Estado nacional, como claro mensaje al mundo empresarial, en el marco de una política antiobrera que apunta a la destrucción generalizada de derechos sindicales y laborales. Y 2) los aumentos brutales en energía, agua y transporte.

La respuesta a esta ofensiva antiobrera, con el puntapié de la ola violenta y arbitraria de despidos en el Estado, se dio a principios de año de múltiples maneras: desde los paros y la resistencia de los estatales de ATE, tanto la conducción de la verde nacional como expresiones concretas de izquierda combativa como las comisiones internas de los Ministerios de Trabajo y Economía, que alcanzaron en un momento una expresión de unidad importante. A la par, conflictos puntuales por destrucción de puestos de trabajo, desde los ceramistas de la empresa San Lorenzo a los trabajadores de prensa de todo el país con la conducción del nuevo sindicato SiPreBA a la cabeza, el cierre de Ar Zinc que generó un paro en el cordón industrial del Gran Rosario, otros conflictos regionales muy importantes con sus características de respuesta al ajuste como la gran lucha en Tierra del Fuego, etcétera.

Es imposible enumerarlos a todos, pero con la rapidez en la que se sucedieron estos hechos, generaron expresiones de resistencia y malestar, que llevaron a instalar en la agenda pública, como reclamo de mínima, la necesidad de frenar los despidos. A pesar de la cortina mediática cada vez más cerrada, esta demanda terminó por imponerse por su propio peso. Un punto de inflexión fue la convocatoria unificada de todas las centrales obreras -aunque Barrionuevo jugó a las escondidas a último momento- el pasado 29 de abril. De esa movilización surgió el impulso que terminó concretándose en la forma de una muy limitada Ley de Emergencia Ocupacional, no retroactiva, que fijaba la doble indemnización por 180 días, y que fue inmediatamente vetada por Mauricio Macri. La actitud pasiva y de entrega de las direcciones sindicales ante el veto fue la constante durante todo el año; amagues de paro que nunca se concretaron ni ante la negativa a reabrir paritarias, ni siquiera ante las insatisfactorias ofertas de los bonos de fin de año –que percibieron poquísimos sectores-.

Como hemos señalados en otras editoriales, el marco económico mundial no acompaña el deseo desesperado del gobierno de que arriben inversiones productivas. Así pasó el “segundo semestre” sin ninguna luz en el túnel para las y los trabajadores. El salario perdió con la inflación casi 10 puntos de poder adquisitivo. A su vez para el inicio de este 2017 ya hay anunciados nuevos aumentos tarifarios en los servicios, se discute otra suba del transporte, hubo fuertes aumentos en peajes, del combustible, aumentó la escala para los monotributistas (gran cantidad de trabajadores precarizados pagan este impuesto) y se recortó la entrega de medicamentos a los jubilados que cobran más de $8.000. Pero las intenciones centrales de este segundo año, que ya se avizora de ajuste, están puestas en otra ofensiva: ir sobre los derechos laborales. El año pasado resonó la “ley de primer empleo”, la re-reforma de la ley de ART y el ataque contra la justicia laboral, entre otras. Ahora, ya plantean abiertamente rediscutir los convenios colectivos y volver al “empleo joven” o regímenes de pasantías. Es decir, ir a fondo en lo que es una tendencia a nivel mundial: abaratar el costo de la mano de obra -vía precarización laboral- como forma de impulsar las ganancias.

Esta perspectiva es la que explica los esfuerzos políticos del gobierno para alcanzar el pacto social con la burocracia sindical y los movimientos sociales. Sin embargo, la oposición peronista –en todas sus variantes- ha sido cómplice también en allanar este camino. Ya sea votando o al menos no entorpeciendo la salida de las leyes que necesitaba el gobierno, o bien no planteando una resistencia a la altura de las circunstancias. Esta actitud desde ya no asombra, puesto que garantizar la gobernabilidad para que puedan hacerse buenos negocios en el país fue la tónica del gobierno anterior.

Nada marca que el año que comienza vaya tener una impronta distinta. Queda la incógnita acerca de cómo hará Cambiemos para salir airoso de las elecciones legislativas ¿Alcanzará con la inversión en obra pública? ¿Lograrán domar la inflación? ¿Los millones destinados a los movimientos sociales serán suficientes para descomprimir la bronca? ¿Alcanzará el silencio de los grandes medios para invisibilizar las duras represiones a los que luchan (como los manteros de Once o la comunidad mapuche en la Patagonia)? ¿Hasta dónde golpeará al gobierno las diferencias políticas que se dan en sus propias filas?

Pese a las incertidumbres, no hay dudas que la clase patronal irá atacando los derechos conquistados de nuestra clase y que habrá luchas. El gran desafío, y único camino, es entonces cómo resolver el aislamiento en el que se vio cada conflicto, cómo impulsar la solidaridad de clase y la coordinación de las luchas. Solo de este modo podrá construirse una perspectiva desde y para la propia clase obrera y el pueblo.

Equipo de El Roble.

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