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[Actualizado 23:00] G20: Bienvenidos al infierno. La policía volvió a perder esta noche en
Por La Haine - Friday, Jul. 07, 2017 at 8:56 PM

[Vídeo y fotos] Análisis de por qué los represores están siendo derrotados. Las unidades de fuerzas especiales de Hamburgo y otras cinco ciudades están desplegadas en las calles, así como las fuerzas especiales austriacas. Pero ninguna cantidad de violencia y opresión puede ocultar el hecho de que perdieron el control de Hamburgo

No pudieron mantener el control por segunda noche consecutiva. Aproximadamente 20.000 policías armados con la mejor tecnología de control de multitudes que el dinero puede comprar, han perdido completamente el centro de Hamburgo.

Anoche les fue bastante mal, con enfrentamientos y ataques descentralizados continuados hasta después del amanecer; esta noche se vieron obligados a retirarse por completo del barrio de Schanze durante varias horas, mientras las barricadas ardían en las intersecciones y miles de personas de todos los sectores celebraron con alegría una zona libre de represores. Ahora el alcalde que invitó al G20 a Hamburgo está pidiendo el fin de la violencia que él mismo comenzó.

Esto demuestra que, incluso con las últimas tecnologías, ninguna cantidad de violencia policial puede controlar a una población que está determinada a negarse a ser dominada. Esta es una buena noticia para los partidarios del anticapitalismo en todo el mundo.

A última hora la policía asalta a Schanze con la mayor fuerza bruta posible, apuntando con imprudencia las ametralladoras a los activistas, periodistas y a todos los demás, tratando de vengarse de los que permanecen en las calles impidiéndoles dominar los barrios, aún después de que la mayoría de los participantes se han ido a casa a descansar.

Las unidades de fuerzas especiales de Hamburgo y otras cinco ciudades están desplegadas en las calles, así como las fuerzas especiales austriacas. Pero ninguna cantidad de violencia y opresión puede ocultar el hecho de que perdieron el control de Hamburgo.

Los teóricos de la conspiración alegarán que el G20 fue intencionalmente realizado en Hamburgo para provocar a la población con el fin de justificar más represión contra las libertades civiles. Esto es parcialmente cierto: al realizar al G20 junto a uno de los barrios más radicales de Alemania, las autoridades estaban poniendo a prueba a la población para ver cuánta gente aguantaría. Hamburgo está siendo tratado como un laboratorio experimental de represión, con policías traídos de varias otras naciones de la Unión Europea para estudiar las medidas represivas.

Pero si logramos imposibilitar que la policía nos controle a pesar de que más de uno de cada doce represores de toda Alemania está concentrado en una sola ciudad, seguramente podremos defender nuestra libertad. El punto aquí es que no podemos ser cobardes, aferrarnos a la ilusión de que el Estado nos permitirá ser libres si nos sometemos lo suficiente. Nadie ha logrado o conservado la libertad de esa manera.

Las cosas han llegado a un punto de no retorno: el futuro será la liberación revolucionaria, o será un Estado policial. El supuesto terreno intermedio, en el que las libertades limitadas son vigiladas por un Estado restringido por la voluntad del pueblo, siempre ha sido un mito, una ilusión cada vez más difícil de mantener.

Echemos un vistazo más de cerca a la ruptura del control policial. En 1987, la policía alemana empezó a cambiar su actual modelo de control de las masas, para corregir las maneras en que las multitudes la habían superado y vencido, especialmente el primero de mayo de ese año. El modelo subsiguiente de la policía alemana, en el que largas filas de policía antidisturbios se complementan con escuadrones de movilización muy móviles que mantienen un estrecho contacto con la multitud, ha servido más o menos para controlar el malestar urbano hasta ahora.

En 2017, exactamente treinta años después de los orígenes de este modelo, la multitud de Hamburgo logró una vez más maniobras y derrotar a la policía. Esta vez lo hicieron extendiendo la acción sobre una vasta área de la ciudad, moviéndose rápidamente y concentrándose en acciones descentralizadas. Cada vez que la policía establecía una línea de control, la gente se reunía en otro lado, no sólo los manifestantes, sino también los espectadores de apoyo.

Grupos pequeños de manifestantes, altamente organizados y móviles, fueron capaces de identificar rutas de salida y realizar ataques rápidos, mientras que una multitud más grande llevó a la policía en una dirección, luego otra. Cuanto más territorio tenía que controlar la policía, más antagonizaban a la población y contra más manifestantes tenían que lidiar con sus líneas cada vez más estiradas. Finalmente, perdieron el control de las zonas más rebeldes y se vieron obligados a retirarse por completo.

Sin embargo, además de las preocupaciones tácticas, el golpe más importante para la policía ha sido que, al ir tan lejos en su intento de controlar a la población mediante la fuerza bruta, perdieron legitimidad a ojos de la población. Su ataque absurdo y no provocado en la manifestación de ayer Bienvenido al Infierno, volcó a toda la ciudad en contra de ellos. No es de extrañar que hayan perdido el control.

Seguramente lo recuperarán, aunque sea a costa de una gran cantidad de sufrimiento infligido al azar a los que permanecen en las calles. Pero nos alienta el hecho de que fueron derrotados, que no pudieron controlar a la población, y debemos sentirnos inspirados por el tremendo valor que la gente ha mostrado en Hamburgo, enfrentarnos a un adversario tan poderoso y negarnos a retroceder.

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