500 años de historia colonial, 200 de vida republicana, y 40 años de experiencia de las Rondas Campesinas, para comprender a un sujeto y a un proceso que vienen de lejos.
Por Lautaro Rivara.
Entrevista a Santos Saavedra Vásquez, presidente de la Central Única de Rondas Campesinas del Perú (CUNARC).
– Usted es oriundo de la provincia de Cajamarca, un sitio histórico desde la rebelión de Tupac Amaru II, y también, por lo que sabemos, sitio de emprendimientos extractivos mineros ¿Cuáles son las demandas del Perú profundo, del interior, de las zonas rurales, en un país tan centralizado en la capital Lima?
– Aquí, donde estoy, se fundó la República. Estamos justo en el año del bicentenario. Pasaron 200 años, pero el Perú profundo ha sido excluido permanentemente y no ha sido tomado en cuenta por las políticas públicas del Estado. La exclusión se ha profundizado con las políticas del modelo neoliberal en los últimos 30 años, con el cual hemos sido invisibilizados en todos los sentidos.
Tenemos una política demasiado centralista en términos de desarrollo. Más del 70 por ciento del presupuesto de la República se concentra en el gobierno central. También tenemos gobiernos subnacionales como las gobernaciones y las alcaldías, con necesidades sin atender. Tenemos brechas sociales que no se han resuelto: los servicios básicos, el derecho a la educación, a la salud, el tema de la interconexión vial, el derecho a la conexión de la internet en esta etapa de virtualidad, etc. Se ha extraído mucha riqueza del interior del país, de las comunidades y de los pueblos del Perú profundo, pero no se ha distribuido,
Siempre se ha impuesto todo desde arriba: los candidatos a la presidencia, los proyectos de desarrollo, todo. No se ha recogido la necesidad real de los pueblos. Somos un país muy diverso, muy rico en potencial hídrico, hidrocarburífero, minero, pesquero. De eso no hemos visto ningún derrame en favor de los pueblos.
– Al momento de asumir la presidencia de la CUNARC, usted se refirió a que todo el Perú se convertiría en territorio de los ronderos. ¿Estamos viendo eso en la actualidad? ¿Podría explicar, para los lectores latinoamericanos, qué son, qué hacen y de dónde vienen las Rondas Campesinas?
– Nosotros nos autoidentificamos como descendientes de los pueblos originarios. Hemos estado durante y después de la colonia, y hace más de 40 años nos hemos vuelto a reunir y recrear. Somos organizaciones colectivas, enraizadas en los pueblos rurales del país. Tenemos como base una organización con principios, valores, una mística y una disciplina.
Especialmente de lo que nos encargamos es del auto gobierno. Nos brindamos nuestra propia seguridad colectiva. Hacemos nuestro propio ejercicio de administración de la justicia. Defendemos el derecho al territorio, por ejemplo la tierra y el agua, cuando hay luchas anti extractivas. También se hace un trabajo de interlocución con el Estado. Esta organización creció hace más de 40 años en el norte del Perú y se extendió por el territorio nacional, llegando a alcanzar mucho prestigio en la población y visibilidad frente al Estado. Se ha logrado que la organización sea reconocida dentro de la Constitución política en sus funciones.
Somos de alguna forma un poder paralelo y más eficaz que el poder judicial: por eso la respuesta del Estado siempre es criminalizarnos, perseguirnos, acusarnos de estar fuera de la ley, de violar derechos humanos. Nuestro compromiso con el país es hacer de todo el Perú un territorio rondero. Que los departamentos que aún no tienen rondas campesinas, en las zonas rurales en el centro y el sur, las tengan.
Nuestra presencia más fuerte es en el norte, pero la creación de las rondas se da por libre determinación y voluntad de los ciudadanos, de los hombres y mujeres que habitan un territorio determinado. No hay imposiciones sino un proceso de conciencia. Hemos avanzado en construir una estructura orgánica: organizamos rondas campesinas de nivel de base, distrital, provincial, regional y nacional. Nuestra organización es autónoma, independiente de los gobiernos de turno.
– Los ronderos, pero también Pedro Castillo y Perú Libre, han popularizado la demanda de una asamblea constituyente. ¿Que tipo de transformaciones, en su opinión, son las más importantes y urgentes para el Perú? ¿Y qué implicaría, por ejemplo, la construcción de un Estado plurinacional?
– Nuestra Constitución política fue impuesta por la dictadura en los ‘90. Una carta magna totalmente neoliberal, construida a la medida de los grupos de poder económico y de los partidos políticos cuyos miembros hoy están casi todos en la cárcel. Esa Constitución nos excluyó, no fue hecha por los pueblos organizados. Ella no recoge las aspiraciones de las mayorías.
En una nueva constitución necesitamos ver el capítulo económico, dado que nuestros recursos estratégicos, con la política neoliberal, han sido completamente entregados al mercado, al sector privado. En la pandemia pudimos ver que el Estado es deficiente y que el Ministerio de Salud carece del equipamiento necesario por causa de la privatización de la salud. Los grupos económicos no manifestaron ningún tipo de solidaridad en esta situación. El Estado no puede declinar su autoridad, someterse a las grandes corporaciones.
En ese sentido necesitamos recuperar nuestras empresas estratégicas que fueron regaladas por los gobiernos neoliberales. Nosotros proponemos un reordenamiento territorial para ver donde se realizan determinadas actividades, y guardar que haya una diversidad productiva, para que el Perú no sea solo un vendedor de piedras y un exportador de materias primas. Aspiramos a tener un país industrializado, dado que contamos con los elementos para ello.
Además, proponemos una Constitución de tipo plurinacional, dado que aquí tenemos diversas nacionalidades, tanto en las zonas andinas como amazónicas, y por el momento están completamente excluidas de la toma de decisión en las políticas de Estado. Nuestra lucha es esta: ahora ganar el proceso electoral, y luego iniciar un proceso constituyente. Estamos construyendo nuestro propio camino, sin calco ni copia. La contracampaña de la derecha ha dicho que queremos copiar el modelo de otros países, y no se trata de eso. Aquí tuvimos la mente brillante de José Carlos Mariátegui, uno de los revolucionarios más importantes de Latinoamérica, y él fue claro en eso: tenemos que hacer un proceso revolucionario original.
– ¿Cómo explica el resultado electoral de la primera vuelta, y cómo analiza las posibilidades del balotaje convocado para el 6 de junio? ¿Qué esperaría de una eventual presidencia del ex rondero y maestro rural Pedro Castillo?
– Este resultado no era esperado por la derecha ni por los grupos de poder económico. Tampoco lo esperaban los grandes medios de comunicación que cuentan con todo el poder a su disposición. En esta oportunidad, como eco del bicentenario y por la resistencia de tantas décadas de engaño y traición por parte de los diferentes gobiernos, surge una esperanza, ¡tan grande!, con un hermano, con un campesino, salido del interior, de la cuna de las rondas campesinas.
Pedro Castillo ha dado a muchos una gran sorpresa. Las protestas sociales que se venían haciendo en las calles se han trasladado a una protesta electoral, y ahí es donde se castigó a todos estos señores, metidos en la corrupción y blindados y protegidos entre ellos. El hartazgo de la población es total. Esta situación es histórica, y ya estamos en el trabajo de la segunda vuelta: un trabajo de base, de contactos. La población se siente completamente identificada con un candidato campesino como Castillo: los ronderos, los campesinos, los agricultores, los trabajadores, los maestros, todos están siendo parte de este proceso.
Hay planteada una lucha entre dos polos opuestos. La otra candidata [Keiko Fujimori] expresa la herencia de la dictadura neoliberal y el autoritarismo. Quiere continuar con el mismo modelo que ya fracasó, con la misma Constitución excluyente. La otra opción surge de los pueblos del Perú profundo: se trata de una propuesta de un gobierno patriótico, democrático, de amplia base social, que podría encaminar la convocatoria a una asamblea constituyente.
Estos son los dos modelos en controversia. Debemos ganar y saber gobernar. Ese es nuestro reto, y para eso se ha trabajado tanto. Esperemos que Perú pueda cambiar, también en el contexto de Latinoamérica. Estamos ante un punto de quiebre histórico. Nuestra campaña y nuestro candidato es popular, y eso se evidencia en cada lugar donde se exponen nuestras ideas y la de esta candidatura.
– ¿Cree que hay algún riesgo de manipulación electoral, de fraude, o incluso de golpe de Estado que pudiera impedir un triunfo legítimo de Pedro Castillo en esta segunda vuelta?
– La derecha es capaz de hacer eso y mucho más. Ya lo hemos visto en otras situaciones y en países vecinos. Son capaces de recurrir a la violencia, al medio. En las prácticas fraudulentas tienen bastante experiencia, en particular con las autoridades electorales que tenemos. En la primera vuelta, por ejemplo, se encontraron cédulas marcadas en favor de la candidata Fujimori. De todos modos, estamos trabajando para garantizar unas elecciones limpias, porque limpiamente trabaja el pueblo. Nos estamos preparando para defender el triunfo del candidato del pueblo.
– A la inversa, ¿que esperaría de un gobierno de Keiko Fujimori, quien ha recibido el apoyo de un arco conservador que va desde el APRA hasta Mario Vargas Llosa, pasando por los Estados Unidos y las grandes corporaciones de prensa?
– No nos sorprende de ninguna manera que la derecha se una, porque son parte del mismo modelo y la misma Constitución. La dictadura de Fujimori fue terrible en nuestro país: se violaron los derechos humanos, se asesinó a alumnos y maestros, se vendieron todas las empresas estratégicas del país, se instaló con mucha fuerza la corrupción, se controló de forma absoluta todos los poderes del Estado, como la fiscalía, las autoridades electorales y el poder judicial. Bajo pretexto del terrorismo cometieron terrorismo: tenemos más de 63 mil víctimas en aquel período.
Por eso el dictador Alberto Fujimori está preso, sentenciado por delitos de lesa humanidad que viene purgando junto a otros de sus colaboradores. La dictadura fujimorista ha sido el gran cáncer del Estado peruano. Ha destruido completamente al país. A pesar de eso siguen manteniendo parte del poder y una importante presencia en el parlamento. Son 30 años desde la década del noventa, con gobiernos sucesivos que han continuado el mismo modelo económico y político.
Queremos por fin deshacernos de esta dictadura neoliberal. Hablan de corrupción, pero la candidata Fujimori tiene ya un pedido de sentencia de 30 años, pero aún así el poder judicial le dio libertades condicionales para participar como candidata. Lo que quieren es evitar pagar los delitos que han cometido y salvarse y salvar a sus colaboradores de la cárcel. Por eso hablan ahora como un solo coro, atacando al sector popular, diciendo que se va a destruir la economía, que se van a ir las inversiones, que va a venir el comunismo, que haremos lo mismo que los países vecinos.
Como sea, estaremos bien alertas ante todo lo que pueda ocurrir. Recibimos con mucho agrado el apoyo de los movimientos sociales y de los líderes progresistas en Latinoamérica y miramos muy atentamente el proceso de construcción de gobiernos soberanos, no sometidos al imperialismo.
Lautaro Rivara es sociólogo, periodista y analista.
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Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/212125