En una misma semana el Gobierno nacional decidió bajar los impuestos a los autos denominados de “lujo” y las retenciones a las exportaciones de granos.
Las medidas fueron aplaudidas por los sectores beneficiados, quienes sostienen la necesidad de menor presión tributaria. También la celebraron los gobernadores.
Al mismo tiempo, durante este mes, el Gobierno pagó religiosamente la deuda en dólares, canjeó deuda en pesos y siguió firme en la consigna del ajuste y el equilibrio fiscal, aplaudida por algunos acreedores como el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Un equilibrio que está dibujado, ya que no contempla el aumento significativo de la deuda externa en dólares.
Y como si fuera poco, bancos, fintechs y el ministro de Economía Luis Caputo criticaron los impuestos que aplican municipios y provincias.
Todo lo que intermedie en alguna que otra regulación es una molestia para este sector financiero que no para de valorizar su patrimonio y sus ganancias.
Y bajo estas condiciones, los despidos pasan a ser una moneda corriente.
Son ciclos, sus crisis; pero es el pueblo trabajador el que paga los platos rotos.
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