“El estado no es inerte, es de clase”

Los parlanchines a sueldo de los medios hegemónicos y demás secuaces nos quieren hacer creer que el Estado actúa por las presiones que ejercen determinados actores sociales, entonces el relajamiento de la cuarentena estricta en pleno pico de la pandemia se debería a la presión ejercida por un lado por los empresarios, por otro por los pequeños comerciantes y por otro por los sectores más marginados, veamos.

Los empresarios desde un principio fueron favorecidos por las ayudas del gobierno, baja de impuestos, créditos a tasa 0, y la ATP como medidas “formales” y, a pesar de los decretos prohibiendo despidos  o congelando precios,  nunca hubo políticas que obliguen a cumplirlos, y, las patronales, como siempre hicieron caso omiso a la ley. Según el observatorio de despidos durante la pandemia 747.808 trabajadores perdieron sus puestos de trabajo, y la inflación creciente dan fe de cómo obedecen a las leyes los empresarios. La mayoría de las empresas ya abrieron hace meses, en una puja constante con sus trabajadores por bajar los salarios, meter condiciones de trabajo que de hecho modifican los convenios y, lo que es más grave desconociendo los protocolos básicos para cuidar a los empleados.

Ante la mentira de que los contagios en aumento se deben al incumplimiento de las medidas de aislamiento en las reuniones sociales claramente los contagios son en los medios de transporte que las patronales no garantizan para sus empleados o en los lugares de trabajo mismos.

Las políticas que vino implementando el gobierno como la IFE a 8 millones de personas o la “ayuda”  retaceada a comedores que desbordados tienen que recurrir a la solidaridad de los vecinos, o la entrega quincenal de alimentos en los establecimientos educativos son aspirinas para un cáncer, nadie puede vivir con esto, entonces más que una ayuda es la mano del gobierno estrangulando a estos sectores, obligándolos, a pesar de poner en riesgo la salud y la vida misma, a desear el fin de la cuarentena.

Desde el principio que la premisa era fortalecer el sistema de salud para hacer frente al peor momento de la pandemia, que invariablemente llegaría, y para ello se invirtieron 11.000 millones de dólares frente a los cerca de 500.000 millones destinados a bonistas y acreedores externos poniendo en claro donde estuvieron puestas las prioridades.

Políticas del estado que claramente muestran su carácter de clase, su rol de legitimar y garantizar el dominio de unos pocos millonarios sobre el conjunto de la población. No debemos creer las mentiras de que el gobierno obedece a presiones por igual, las presiones de abajo muchas veces son grandes movilizaciones o  piquetes que solo a veces logran ser oídos en cambio a los Rocca, Bulgheroni, Fortabat, Magneto y demás solo con un llamado telefónico les basta.

Una vez que los cacareos de la nacionalización del sistema de salud, o el impuesto a las grandes fortunas o la expropiación de Vicentin fueron olvidados tras la avalancha de  contagios, todo sigue igual.

Cuando los movimientos sociales salieron a reclamar cortando rutas, luego de mucho tiempo se lograba cortar sobre la autopista Panamericana , diversas fábricas salían a la calle a protestar por las malas condiciones en que trabajadoras y trabajadores son obligados a trabajar o, resistiendo a la pandemia sorda de cientos de miles de despidos y los organismos de Derechos Humanos nucleados en el  Encuentro por la Memoria ,la Verdad y la Justicia también ganaban la calle  visibilizando la desaparición forzada de Facundo Astudillo Castro los medios masivos comenzaron una campaña por imponer una supuesta inseguridad creciente (en lo que va del año los hechos de inseguridad son casi los mismos que para esta fecha de años anteriores) y el gobierno, rápidamente, sacó las fuerzas federales a la calle.

Los lineamientos para salir de la crisis pospandemia

Cuando asumió Fernández tenía el desafío de hacer frente a la deuda externa, para ello el FMI pedía reformas laboral, tributaria y previsional, hoy estas están desarrollándose de hecho, Fernández pensaba hacer caja, lo dijo claramente, con la minería (no olvidemos los conflictos de principio de año en Mendoza y Chubut) a esta salida que destruye la tierra y contamina el agua le están sumando un nuevo acuerdo de Felipe Solá (el genio de la soja transgénica) con el gobierno Chino una “asociación estratégica” entre ambos países, referida a la producción de carne porcina para “producir 9 millones de toneladas de carne, 14 veces la producción de carne porcina argentina del 2019.

Las políticas de la burguesía para la pospandemia son la megaminería, el agronegocio el trío de reformas antes mencionadas y, por supuesto pagar la deuda externa. Para los millones de trabajadoras y trabajadores que pagamos la pandemia con nuestra salud y la vida misma solo más penurias. Los sindicatos, salvo pocas excepciones, no defienden ni el salario, ni las condiciones o los puestos de trabajo y los partidos políticos de nuestra clase parecen contentarse con grandilocuentes reuniones virtuales.

El desafío presente es unificar desde abajo las diferentes luchas recuperando los métodos históricos de asambleas, huelgas y piquetes para forjar nuevas direcciones fábrica por fábrica, establecimiento por establecimiento con la participación de todas y todos, direcciones que realmente representen y defiendan nuestros intereses. Es decir está en nuestras manos crear las herramientas organizativas y de lucha capaces de detener esta nueva ofensiva del capital.

Equipo de El Roble.


Fuente: https://periodicoelroble.wordpress.com/2020/09/02/edicion-digital-el-roble-n-142-especial-por-coronavirus-el-estado-no-es-inerte-es-de-clase/

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *