En Misiones, el Colectivo Agricultura Integral sostiene que es posible una relación entre la producción alimenticia, el consumo y la tierra, que sea alternativa a los agronegocios. En el Enredando las Mañanas del pasado miércoles 14 de julio, entrevistamos a Agustín, miembro de dicho grupo que nos relató acerca de la experiencia de recuperar viejas tradiciones en el cultivo de los suelos, más allá de los paquetes tecnológicos de los grandes monopolios. “Los venenos llegaron hace tan sólo 20 años y es por eso que la gente adulta aún conserva la memoria de cómo sus abuelos trabajaban la tierra”. La nueva conciencia acerca de la alimentación saludable y el acercamiento de las organizaciones sociales a la realidad de los pequeños productores abre la esperanza hacia otras formas de producir.
ELM: ¿Nos podrías contar acerca de tu experiencia en Misiones y cómo trabajan desde el Colectivo Agricultura Integral?
Agustín: Les cuento como me encontré con la realidad misionera. Estoy viviendo en San Pedro, zona noreste de la provincia, estamos cerca de El soberbio, Bernardo de Irigoyen, donde aún queda monte y muchas comunidades campesinas. Nosotros de la ciudad, no conocemos la realidad profunda hasta que vamos y no podemos creer lo que sucede, así nos crían, en el centralismo. Mi intención de dar esta nota es poder contar lo que está pasando acá, que aún queda campesinado vivo en Argentina y no es todo como se vive en Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires donde, donde nuestros bisabuelos criaron a nuestros abuelos en el campo y hoy es todo soja, trigo. Acá en Misiones quedan familias campesinas y con un grupo de compañeras y compañeros nos asentamos en un paraje, donde vimos que las condiciones estaban dadas para nuestro proyecto. Lo que nosotros hacemos además de problematizar la realidad del productor agrario que es totalmente injusta de cómo es la comercialización y cómo las empresas los dejan presos de los paquetes tecnológicos, es realizar la construcción de biofábricas en los parajes. Hacemos abono con todos los restos de materia fecal de vacas y animales y del rastrojo de los cultivos. Reutilizamos desperdicios para poder reproducir organismos del monte que son súper benéficos. La única manera de salir de los venenos es reabonando el suelo, reconstruyendo la vida. El colectivo se llama Agricultura Integral, nuestra propuesta es entregar herramientas para erradicar los venenos de las familias y de la salud de los chicos y generar alternativas que tengan que ver con la agroecología, la agricultura orgánica y que sean reales, comprendiendo la situación que atraviesa el campesinado. Aquí los productores están presos del tabaco, que lleva entre siete y nueve venenos en todo su proceso. Esto provoca una gran cantidad de chicos con malformaciones y problemas en el crecimiento. Las familias saben que se debe a la producción del tabaco pero es el único cultivo al que pueden acceder y comercializar y sentir que a fin de año pueden juntar 80 mil, 90 mil pesos, que es lo que le deja a un productor chico.
Así estamos tratando de generar comunidad, eso es lo que nos dejó la Sala Alberdi a muchos y se une con este relato de esta experiencia. Aquí los mismos campesinos se autodenominan colonos. La conquista de Misiones fue tan salvaje en todos los aspectos que ha dejado en la cultura de las personas la idea del arraigo bajo la palabra colonia y de colonizar el monte.
ELM: En estas nuevas búsquedas de salir de las herramientas que el capitalismo ofrece, desde el Colectivo, ¿cómo vinculan ustedes las tradiciones para por ejemplo no caer en los pesticidas que venden las empresas de agrotóxicos, o para no usar los fertilizantes, como vos decías usando un abono de los mismos desechos y enfrentar la dependencia a las grandes empresas monopólicas?
Agustín: Voy a poner un ejemplo muy concreto de un cultivo, que es el arroz. En Misiones siempre se sembró arroz, y tenemos la idea de que si no inundas el terreno no podes cultivarlo y resulta que hay arroz que no necesita agua o pileta, se llaman arroces de secano que se producen en seco. Hace aproximadamente 8 años atrás las familias con las que trabajamos tenían entre 3 y 5 variedades de arroz secano y todos los abuelos, padres y madres grandes, comentan lo que era la tradición del cultivo de la chacra. En la provincia recién ahora tienen una ruta de cemento, y los gobiernos prometen obras, pero siempre fue olvidada y eso, en algunos aspectos es positivo. Los venenos, hoy más usados como el Roundup, llegaron hace 20 años por lo tanto te encontrás con personas adultas que todas tienen la experiencia y el relato de lo que es trabajar sin agrotóxicos. Todos recuerdan a sus abuelos, padres, madres, como hacían el arroz, el poroto, como cultivaban y trabajaban la chacra. Todavía eso está muy vivo en la memoria y nos hace ver lo voraz que es el enemigo, que en tan poco tiempo arrasó con una cultura de tantos años. Te hablo del arroz porque hoy nosotros trabajamos dos variedades de arroz de secano que eran antes muy comunes y que ahora muy pocos tienen. Es un buen ejemplo porque todos lo comemos, es un alimento cotidiano. Se intentó la recuperación de esas semillas pero el sistema te pone a 30 pesos el paquete en el supermercado y es muy difícil competirle para que ese otro arroz tenga una salida.
ELM: ¿cómo analizas la situación hoy, que perspectivas hay para estas alternativas que recuperan lo tradicional en el cultivo de los alimentos?
Agustín: Hoy destaco el empuje que está teniendo la alimentación orgánica consciente en manos de productores que es la esperanza que estamos teniendo. En las asambleas, las familias nos cuentan que antes tenían 5 mil kilos de porotos y no se lo vendían a nadie, acá cada uno tiene el suyo y jamás el mercado de Buenos Aires u otra provincia iba a venir a Misiones a pedirle nada más que tabaco. Soy parte de la juventud de la ciudad que se quiso ir al campo para entender de donde vienen los alimentos y tener un lugar para organizarse con quienes producen.
Las organizaciones sociales, como las piqueteras, se empiezan a extender con brazos rurales, a través de los salarios sociales complementarios, o programas a través de los cuales se trabajan se empiezan a encauzar reivindicando al campesinado en el país, que existe pero venía muy invisibilizado y este auge es una esperanza para los productores para producir y vender de forma más directa.
ELM: Otro tema es el asunto de la lucha por las tierras, que ustedes también vienen atendiendo.
Agustín: Si, por poner un ejemplo, aquí está Arauco que es la multinacional más grande, tiene más 190 mil hectáreas, un gran acaparamiento de tierras mientras se quiere desalojar a familias que hace más de 15 años están en la selva. Misiones está invisibilizada, pero aquí hay comunidades originarias, y grandes empresas que se apropian de sus tierras.
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