Salta: matriz colonial, agronegocio, desmontes y mucha tierra en pocas manos
Por Anabel Pomar
noviembre 30, 2022
agenciatierraviva.com.ar/
Tabaco, azúcar, soja, vid, agrocombustible y ganadería, algunas de las producciones de Salta. Y también: desmontes, desalojo de campesinos y pueblos indígenas, muertes de niños wichí e injusta distribución del agua y la tierra. Las estancias de más de 10.000 hectáreas, que representan el 1,2% del total de los campos, controlan el 50% de la superficie provincial.
Salta tiene una superficie de 15,5 millones de hectáreas, caracterizada por la diversidad de su topografía y la variedad de sus paisajes que la convierten en un importante atractivo turístico. Presenta una marcada heterogeneidad sociocultural, ambiental y productiva, dividida en cinco regiones: Puna, Valles Calchaquíes, Valles Templados, Yungas y Región Chaqueña. La configuración productiva, en un rápido resumen elaborado por el propio estado nacional, presenta una estructura centrada en el sector primario: actividades agropecuarias, hidrocarburíferas y mineras (boratos, litio y oro).
Entre las cadenas de valor agropecuarias presentes se encuentran: tabaco, azúcar, legumbres (poroto), los cereales y oleaginosas (maíz y soja), cítricos (mayormente pomelos), frutas tropicales y la vitivinicultura (vinos de altura).
El ministro de Producción y Desarrollo Sustentable, Martín de los Ríos, en su paso por Expo Chacra 2022, mencionó que el desarrollo productivo provincial seguirá enfocado en las mismas actividades extractivas. “El litio como nave insignia, pero sin dejar de lado minerales como el cobre y el oro, hasta la capacidad que tenemos de generar mucha más actividad ganadera”, resumió.
Al mismo tiempo, en Salta existen “al menos 7543 niñas y niños de entre 0 y 5 años en estado de riesgo nutricional”, según datos oficiales consignados por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ). Según datos del Ministerio de Salud Pública salteño, 79 menores de 5 años fallecieron en los primeros tres meses de este 2022. El bajo peso y la malnutrición mayormente afecta a la población infantil wichí.
“Nos están matando con hambre y abandono”, dice Abel Mendoza, presidente de la Unión Autónoma de Comunidades del Pilcomayo (Uacop), que nuclea a unos 18 caciques de la zona. “Cuando cortamos rutas, para el Estado estamos cometiendo un delito. Cuando una criatura muere por falta de agua no lo ven como delito. En nuestras comunidades sufrimos la falta de asistencia de salud y la falta aun de un recurso tan esencial como el acceso al agua”, denuncia.
Con sus 39 años, Mendoza sigue viviendo en el lugar a dónde nació, en Santa Victoria Este. Zona rural, tripartita, en dónde la frontera argentina se junta con Paraguay y Bolivia, en dónde se vive y convive del río. “Hace poco el Gobierno señaló que el Pilcomayo estaba contaminado y después dijo que no había peligro. Nosotros cómo habitantes consumimos peces de ese río, sin saber con certeza si es seguro o no. El Gobierno tiene que evitar la contaminación y también garantizar que sus estudios brinden confianza, cosa que no sucede”, alerta. Y por eso asegura que la resistencia que lleva más de 530 años seguirá firme: “Vamos a seguir alzando nuestra voz, por lo que nos corresponde, para generar políticas que respeten la vida y a quienes más necesitamos, con oportunidades e igualdad”.
Radiografía agropecuaria de Salta
Salta experimenta desde hace más de un siglo la expansión de la frontera agropecuaria. Según describe Rodríguez Faraldo en la investigación “Una aproximación a la caracterización de la estructura agraria de Salta”, se pueden identificar tres momentos principales: la etapa de la ganadería mular (época colonial, 1884), el momento de la ganadería bovina (1884-1929) y la etapa de los cultivos industriales, principalmente caña de azúcar y tabaco (desde 1930 hasta la actualidad). A este último momento luego se le sumaron cultivos tales como las legumbres (principalmente poroto) y oleaginosas (soja).
Desde el punto de vista ambiental, este modelo trajo aparejada la deforestación de grandes áreas boscosas y la aplicación de paquetes tecnológicos con uso intensivo de agroquímicos en ambientes ecológicamente sensibles, generando un crimen histórico sobre un lugar único, el Gran Chaco, el segundo ecosistema forestal de Sudamérica (después del Amazonas).
Pampeanización del Chaco Salteño
A partir de la fuerte devaluación del año 2002, en Argentina se profundizó un proceso de “agriculturización” ligado a la expansión de la frontera agraria, donde el proceso denominado “sojización” avanzó sobre otras áreas consideradas marginales o periféricas hasta ese entonces. En Salta este proceso se ve reflejado en los cambios en el uso del suelo, a través del cultivo de soja en el área del Umbral al Chaco —una franja angosta que recorre la provincia de norte a sur, en el centro-este salteño— y un proceso paralelo llamado “ganaderización” en el Chaco semiárido a partir de la instalación en grandes superficies de empresas que avanzaron sobre el bosque chaqueño y la introducción de pasturas tropicales.
Las consecuencias son bien conocidas: el desplazamiento de los habitantes tradicionales, los “puesteros criollos” que crían su ganado “a monte” y de las comunidades originarias, las que son despojadas de sus territorios y arrinconadas en la periferia de pueblos y ciudades, alterando sus prácticas tradicionales de reproducción socioeconómica.
“La recolección, la caza y la pesca, nuestros modos de vida, fueron afectados por el avance de los desmontes y el avance de grandes empresas por sobre nuestro territorio”, relata con voz pausada y grave el cacique Abel Mendoza de la Uacop, resumiendo en primera persona las consecuencias de esa afectación que los golpea sin tregua.
Mucha tierra en muy pocas manos
La configuración productiva de Salta se caracterizó históricamente por una estructura social polarizada, situación reflejada en la desigual distribución de las unidades productivas y de la superficie que le corresponde a cada estrato de la escala.
El proceso de concentración de la tierra presenta cómo característica la compra de grandes extensiones por parte de inversores urbanos y externos al ámbito provincial, el desalojo de campesinos e indígenas de áreas productivas de reciente expansión, destaca el libro “La Argentina agropecuaria vista desde las provincias”. “Es a fines de los ‘70 que la región recibe a los nuevos actores empresarios, con perfil corporativo de grandes capitalistas que compran tierras o las reciben del gobierno provincial en base a tratados sospechosos. El promedio de poco más de 100 hectáreas de las explotaciones agrícolas tradicionales cambia a más de 1000 con los primeros grandes desmontes de los nuevos propietarios”, se describe en el libro “Luchas y transformaciones territoriales en Salta”, de Alejandra Cebrelli y Víctor Arancibia.
En el 2002 las explotaciones agropecuarias (EAP) con una superficie menor a 50 hectáreas representaban el 63,04 por ciento del total provincial. Sin embargo, sólo sumaban el 0,71 por ciento de la superficie. En el 2018 representan el 64,28 por ciento con sólo el 0,67 por ciento de la superficie provincial.
En contraste, las fincas con superficies mayores a 10.000 hectáreas en el año 2002 eran el 1,34 por ciento del total y contaban con un 45,08 por ciento de la superficie total.Para el 2018 la concentración de la tierra se acentuó. Las explotaciones mayores a 10.000 hectáreas representan el 1,20 por ciento de las EAP y ocupan el 50,78 por ciento de la superficie total de la provincia. Los registros del 2018 evidencian un marcado crecimiento en la polarización de la estructura agraria, especialmente debido a la concentración de la tierra en las fincas de más de 20.000 hectáreas.
Según datos de la Dirección Nacional del Registro Nacional de Tierras Rurales, de las15.,5 millones de hectáreas rurales de Salta, el 11,6 por ciento (1,8 millones de hectáreas) está en manos de empresas extranjeras.
En cuanto a los terratenientes locales se pueden encontrar grandes fincas asociadas a las familias Roggio, Brown Peña, Macri, Brito, Olmedo, Elsztain y los empresas Cresud, Navilli y Desde el Sur, entre otros.
Corrimiento de la frontera ganadera
Consecuencia del proceso de “agriculturización” que se llevó a cabo en el norte, este y sureste de la provincia, se produjo una intensificación de los sistemas ganaderos bovinos. La actividad de cría se expandió a campos de “inferior calidad”, con un desarrollo sustentado en una diversidad de propuestas tecnológicas (implantación de pasturas mega térmicas y desbajerado, entre otras), en tanto que la terminación o engorde, en gran medida pasó a realizarse de manera intensiva en sistemas de confinamiento en corrales.
La expansión del engorde a corral pasó a ser un fenómeno de alta significancia en la producción ganadera de Salta. Según datos del Servicio de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), en 2018 el stock bovino era de 1.324.833 cabezas en 3509 unidades productivas. Calcula que el 50 por ciento de los animales que llegan a faena lo hacen a través de feedlot (engordes de corral). Existen en la provincia doce establecimientos de este tipo, entre los que se destacan por su magnitud —figuran entre los cinco establecimientos más grandes del país— el de la firma Desdelsur en Tartagal, con una capacidad instalada de 55.000 novillos, y el de Inversora Río Juramento, en el departamento de Anta, con una capacidad de engorde de 80.000 cabezas anuales.
Oleaginosas y cereales
El sector agropecuario es uno de los de mayor relevancia en la provincia. En el 2012 generaba el 12,4 por ciento del Producto Bruto Geográfico (PBG) y en el 2017 el sector generó el 14 por ciento del Valor Agregado Bruto; destacándose tabaco y caña de azúcar entre los cultivos industriales. Entre los extensivos predominan la soja, maíz y poroto, cultivo este último que la ubica a Salta como la principal productora a nivel nacional.
Según datos oficiales, Salta aporta a la producción total nacional, el 2,18 por ciento de la de soja y el tres por ciento del maíz. El departamento Anta acapara el 53,42 por ciento de la producción provincial de los tres principales granos, con 1,4 millones de toneladas.
Entre 2002 y 2018 la superficie implantada se incrementó en un 35,84 por ciento. Luego de haberse incrementado notoriamente desde mediados de la década del 90 (desplazando a cultivos regionales -como el poroto- y avanzando sobre el monte nativo), el área sojera pasó de 200.000 hectáreas en la campaña 1998/99 a 500.000 en las últimas campañas. La soja pasó a ser el cultivo principal en la provincia.
Considerando sólo los tres cultivos extensivos principales, en 2019/20 la soja representó el 50 por ciento del área provincial, el maíz el 38,9 por ciento y el trigo el 11,1 por ciento. La siembra de cereales gana peso desde 2015/16. Salta lidera la producción de otras dos oleaginosas menores: la chía, con 12.600 hectáreas (98,1 por ciento del área nacional); y el cártamo, con 5700 hectáreas (97,8 por ciento), según el Censo Nacional Agropecuario de 2018.
Legumbres y caña de azúcar
Salta lidera la cadena nacional de legumbres con una superficie implantada en la campaña 2019/2020 de 407.000 hectáreas, la que representó el 57,1 por ciento de la superficie cultivada con legumbres en el país. Mayormente, poroto.
Tradicionalmente la actividad se desarrollaba en el sur provincial, destacándose en los años ’70 los departamentos de Rosario de la Frontera y Metán. Durante los años ’80 la actividad se fue desplazando hacia el norte, conforme se fueron introduciendo otros cultivos (soja, maíz, trigo). En la actualidad, el 80 por ciento de la superficie cosechada se concentra en tres departamentos: General José de San Martín (34,3 por ciento), Orán (28,5) y Anta (17,8 por ciento). El poroto compite por el uso del suelo con otros cultivos de verano, en especial con la soja.
El sector azucarero muestra una reorientación parcial en el destino de su producción vinculado a un cambio en la dinámica a escala nacional. Debido a los beneficios de la Ley de Biocombustibles se observa una gran expansión de la producción de bioetanol.
El Ingenio San Martín de Tabacal es el más importante, siendo responsable del 80 por ciento de la producción provincial. Históricamente fue propiedad de capitales nacionales (Patrón Costas), pero en los años noventa fue vendido a capitales norteamericanos (Seaboard Corporation). Tanto el Ingenio San Martín de Tabacal como San Isidro incorporan a sus actividades la destilación de alcohol, así como también la producción de bioetanol. La producción de bioetanol provincial creció 63 por ciento entre 2012 y 2020. Según el Centro Azucarero Argentino, en 2020, El Tabacal produjo 101.050.350 litros de bioetanol.
Tabaco y vid
El cultivo de tabaco se introdujo en la época colonial. Salta produce principalmente tabaco Virginia. Detrás de Jujuy, es la segunda provincia productora de este tipo: en 2017, aportó el 44 por ciento del total nacional.
Es una actividad de tipo empresarial, explotaciones de gran escala y se concentra en los Valles de Lerma y Siancas. En la campaña 2017/18, los principales departamentos donde se produjo tabaco fueron Cerrillos (42 por ciento), Chicoana (19), General Güemes (19) y Rosario de Lerma (13 por ciento).
La vitivinicultura posee una larga tradición en Salta. Según datos presentados por el Observatorio Vitivinícola Argentino en base a datos proporcionados el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), en el año 2020 se registró en Salta, una superficie cultivada de uva (común y fina) de 3574 hectáreas distribuidas en 286 viñedos.
Están situados entre los 1600 y más de 2000 metros sobre el nivel del mar, razón por la cual los vinos son promocionados como “vinos de altura”. En 2020 el departamento de Cafayate concentró el 75,1 por ciento de la superficie, seguido por San Carlos (18,4 por ciento), Molinos (3,6), Cachi (2,6) y La Viña (0,2 por ciento).
“Generamos salud desde la alimentación”
Según lo informado por el último Censo Agropecuario, en Salta existen, en unidades productivas, 183 dedicadas a la agricultura orgánica, 20 a la biodinámica y 282 a la agroecología.
Tamara Rufolo es productora agroecológica e integrante del proyecto comunitario Aluna del Monte, ubicado a las orillas del Río Rosario-Horcones, a pocos kilómetros de la Ruta Nacional 34 (Rosario de la Frontera). Abrazando los valores del “buen vivir”, buscan regenerar el hábitat, “en un proceso simultáneo de co-creación con el medio ambiente, y la comunidad local, traspasando la sostenibilidad y generando abundancia desde el amor”.
En Aluna, desde hace cuatro años, se producen 75 hectáreas que se trabajan en función de las lluvias y el clima. Producen poroto negro, maíz y distintas variedades de zapallo, sin utilizar agrotóxicos. “Nuestra producción, en cuanto al rinde, es variable. Nuestro foco está puesto en la calidad de los alimentos más que en la cantidad. Generamos granos sanos y salud desde la alimentación”, explica.
A contramano del mercado, que siempre ponen el foco en maximizar ganancias y en producir más, en Aluna priorizan el sabor, el color y los nutrientes que deben tener los alimentos. En cuanto al apoyo que recibe este tipo de producciones señala que falta mucho. “Este año, que enfrentamos mucha seca y se quemaron muchos de los cultivos, la provincia anunció una ayuda. Pero por la burocracia esa asistencia se demora y no llega en el momento necesario”, señala.
Esas políticas son para todos los productores, independientes del manejo que hagan. Usen o no agroquímicos biocidas. Rufolo señala que, más que algún encuentro o charla, aún no hay asistencia específica ni organismo que cuente con presupuesto destinado a desarrollar la producción sana. “Nuestro trabajo es tejer redes y aspiramos a poder sumarnos a colectivos, a crecer junto a otros emprendimientos en organización, mayormente la logística de distribución para nuestros productos. Se piensa que el campo es todo lo mismo y no”, afirma.
Capital del desmonte
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ubicó a la Argentina entre los diez países que más desmontaron entre 1990 y 2015: se perdieron 7,6 millones de hectáreas.
“Salta es una de las provincias con más deforestación de las últimas tres décadas. Y las topadoras no se detuvieron a pesar de la Ley de Bosques. Los terratenientes desmontaron incluso donde estaba prohibido con la complicidad del Gobierno y ahora reclaman aún más impunidad para arrasar la mitad de sus fincas. Sería un verdadero ecocidio. No podemos perder ni una hectárea más”,afirman desde la Campaña de Bosques de Greenpeace.
Entre 1997 y 2008 en Salta se desmontó el 26 por ciento del total de los bosques existentes. Desde la década del 1990 y hasta el año 2008, en el área conocida como Umbral al Chaco, los desmontes alcanzaron una superficie total de 1,5 millón de hectáreas, según datos del Ministerio Ambiente y Desarrollo Sostenible la Nación. La propia Secretaría de Medioambiente y Desarrollo Sustentable de Salta (actual Secretaría de Política Ambiental) reconocía en 2006 (en el auge de los desmontes) que los departamentos más afectados por la deforestación eran Anta, Orán, Rosario de la Frontera, San Martín y General Güemes, totalizando en los últimos ocho años una pérdida de 600.000 hectáreas de selva pedemontana y bosque chaqueño, con un alarmante incremento en la velocidad de la misma”.
Según datos oficiales del Sistema Nacional de Monitoreo de Bosques Nativos, desde la sanción de la Ley 26.331 en Salta se desmontaron 703.421 hectáreas. Las numerosas recategorizaciones prediales (algo no permitido por la Ley 26.331), autorizaron desmontes en zonas protegidas. Actualmente Salta se encuentra rediscutiendo un ordenamiento territorial, se reitera el discurso “productivista” que deja en segundo plano el cuidado del ambiente y la salud de la población.
fuente:
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