Tiene 12 años y es de CABA. En 2017 su madre realizó la primera denuncia. Su progenitor irá a juicio oral el año próximo, pero el Ministerio Público Fiscal decidió no acusar.
Redacción: Gabriela Suárez López. Ilustración: Chechu Rodríguez – La Retaguardia. Producción y Edición: Eugenia Otero.
Hace más de 4 años que la mamá de Milagros pide que escuchen a su hija. El pedido es a la justicia, así, con minúscula, porque es una justicia que lo único que hace es reproducir la violencia del abuso obligando a la niña y a su mamá a relatar reiteradamente la historia para luego hacer caso omiso de sus testimonios y amenazarlas con revincular a Milagros con su progenitor acusado de abuso.
Todos los elementos de la causa convalidan el relato de Milagros: los y las profesionales que la han acompañado, testigos, una perito especializada y, por supuesto, la propia niña. El acusado no ha presentado ninguna prueba que ponga en duda este relato después de cuatro años de iniciadas las acciones legales y parece que está seguro de que no necesita hacerlo, pues todo el sistema actúa por él, basta con que solo diga que la madre indujo a la niña a mentir.
Esto pasa diariamente en el sistema judicial y tiene nombre y apellido: Síndrome de Alienación Parental (SAP). N., la madre de Milagros lo explica claramente: “Hay una práctica reiterada y habitual de los tribunales. Es el SAP, que es una de las muchas maneras que tienen de silenciarnos y consiste en decir que cuando una infancia narra que atravesó un proceso de violencia sexual, se dice que está inducida, que ese niño o esa niña mienten porque hay una mamá malvada, mentirosa, resentida”. Junto al círculo de silencio que rodea a la víctima y a su madre protectora, otra manera de revictimizar a las infancias es señalar que la infancia miente porque la madre la indujo a hacerlo.
Y es en este punto donde el sistema patriarcal presiona fuertemente sobre las víctimas para seguir funcionando, para que todo sea “normal”. Porque el abuso, como práctica social machista, marca los cuerpos no solo cuando ocurre de manera directa, sino también durante el largo camino de revictimización que puede comenzar a partir de la denuncia. Si a esto le sumamos que el abusador es un hijo sano del poder, el sistema los protege más y mejor. En este caso en particular, el abusador es un hombre de clase media acomodada, egresado de la Universidad de Buenos Aires, profesor de la Universidad de Lanús, muy activo en redes sociales, hijo de un político con vínculos estrechos con el poder. Y está claro que cuando un abusador tiene poder económico, político y simbólico, tiene más posibilidades de seguir impune.
“Quienes acompañamos estas experiencias sabemos perfectamente lo que es el círculo de silencio alrededor, sabemos perfectamente lo que es la trituradora de carne del poder judicial, sabemos perfectamente lo que es dormir con miedo, sabemos perfectamente lo que es mirar una infancia que tiene miedo y dolor y sabemos perfectamente lo que cuesta socializar el dolor que nos atraviesa”, expresó N., madre de la niña en la 42° Marcha de la Resistencia de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora el 8 de diciembre pasado.
La mamá de Milagros soportó muchas violencias y amenazas, directas e indirectas, en los últimos años. Han intentado obligarla a firmar la revinculación de la niña con su abusador. Ha recibido presiones de altas funcionarias públicas. Durante estos 4 años debió renovar las perimetrales cada 30 días, aún debe compartir su lugar de trabajo con el abusador porque “no está probado” lo que Milagros dice que le ocurrió. Además, desde el plano jurídico-administrativo, hubo desprolijidades en el procedimiento (sobreseer al abusador sin citarlo a declarar ni siquiera una vez) y diversas violencias institucionales sobre la madre y la hija (convocatorias reiteradas a declarar en lugares hostiles, olvidos de informes importantes, etc).
La niña, que hace un gran esfuerzo para testimoniar y relatar lo inenarrable, para poner en palabras, en gestos y silencios el horror, necesita de estrategias psico-jurídicas que estén a la altura de las circunstancias para evitar su revictimización.
El caso de Milagros no es el único. N. tomó como ejemplo el caso de la niña riojana Arcoiris: “(Delfina, la madre protectora) no puede salir, porque le tiraron encima a la Gendarmería, a la Policía de La Rioja y a la Policía de esta Ciudad de Buenos Aires. Y no puede salir porque si sale le secuestran a su hija y porque hay una orden para patear la puerta de su casa,” explicó.
En el Reino del revés, mientras la niña y su madre padecen todos estos acontecimientos hostiles y desprolijos teniendo en cuenta que continúan vulnerando los derechos de una menor, el abusador vive una vida sin sobresaltos, viaja por el país, ejerce la docencia y tiene una vida muy activa en redes sociales.
Como si todo esto fuera poco, el fiscal Claudio Ariel Josfal a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal Nª49, del Juzgado Nacional Nª25 recientemente abandonó la causa luego de que una jueza penal señalara que había datos suficientes para realizar un juicio oral. Josfal, representante del Ministerio Público Fiscal, que debe resguardar los intereses de la niña, abandonó la causa sin dar explicaciones, dejando a Milagros y su mamá sin representación legal en el juicio oral que prontamente deberán enfrentar.
La situación de la niña se puede seguir en las redes como @escuchenamilagros
Fuente: https://laretaguardia.com.ar/2022/12/milagros-otra-victima-de-abuso-y-de-la-justicia.html