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Mensaje a los argentinos
Por Che Guevara - Sunday, May. 26, 2002 at 6:53 PM

Leido por el Che en La habana el 25 de Mayo de 1962

MENSAJE A LOS ARGENTINOS

(Leído por el Che en La Habana, el 25 de Mayo de 1962)

A los compañeros argentinos

Queridos compatriotas de toda América, queridos coprovincianos
los que hoy festejamos una de nuestras fechas patrias:

Este momento, repetido muchas veces en el curso de nuestras
vidas, tiene hoy una significación especial, un tono y un
colorido especial. Es aquí en otro país de América, en nuevas
condiciones de América, donde festejamos una vez más el 25 de
Mayo, y esta vez no se escuchan los discursos consabidos y no
existe la fanfarria consabida, las palabras huecas con que los
gobernantes de turno tratan siempre de hacerse copartícipes
en la gloria de los viejos próceres.

El 25 de Mayo, aquí en Cuba, tiene para nosotros pues,
características especiales, tan especiales como que un
argentino de voz extranjera a nombre del gobierno cubano,
salude y agasaje a todos ustedes y le trasmita la felicitación
de nuestro gobierno. Son las nuevas condiciones de América,
condiciones que han ido madurando a través del tiempo, que han
ido consolidando esta nueva Era en que vivimos, este nuevo
momento histórico del cual Cuba tiene la gloria especial de ser
el iniciador en América.

Por eso al hablar de movimientos emancipadores, al recordar las viejas
gestas de nuestras guerras de independencia, tenemos forzosamente que
recordar la Cuba de hoy, porque esta Cuba de hoy es parte de un viejo
esfuerzo de las masas por obtener su liberación definitiva, esfuerzo que
ni siquiera en Cuba ha alcanzado un éxito total, todavía tenemos que
luchar para liquidar viejas formas económicas que nos oprimen, para
librarnos de todos los problemas que nos ha traído en nuestro desarrollo
la dependencia de los capitales extranjeros, la dependencia fundamentalmente
de los monopolios norteamericanos y para defender la parte
de libertad y de bienestar de nuestro pueblo que hemos logrado
en estos años de lucha.

El 25 de Mayo de 1810 significó en América un grito más dentro
de los muchos gritos que se dieron por aquella época en diversos
países. El monopolio español estaba ya llegando a sus finales y
por todos lados los pueblos trataban de ganar su libertad. En
Bolivia, un año antes se había dado un grito parecido. Por el
otro lado de América había empezado ya también la lucha por la
libertad. No fue ese grito del 25 de Mayo de 1810, ni el primero
ni el único, sin embargo tuvo la virtud especial de afianzarse y
consolidarse, tuvo la virtud del triunfador en aquellos momentos.

Y la Revolución Cubana hoy ha sido igualmente, no el único grito,
ni siquiera el primero, ha habido en esta época gloriosas
revoluciones que han tratado de dar el paso que hoy dio la
Revolución Cubana, pero todavía no estaban todas las condiciones
dadas y los gobiernos surgidos de movimientos populares fueron
siendo derrocados.

El caso más avanzado, más patético es el de la Guatemala de Arbenz
que fue destrozada por los monopolios norteamericanos. Cuba
también, como los héroes del 25 de Mayo de 1810, no tiene otra
virtud especial, no es nada más ni nada menos que la exposición de
cómo un pueblo puede lograr su victoria, no original, no en base
a planteamientos que se hayan imaginado por primera vez, no usando
una estrategia por primera vez descubierta en la historia,
simplemente, aprovechando el momento histórico en que se desarrolló,
utilizando acertadamente la estrategia revolucionaria, unificando a
todas las masas anhelantes de un cambio mediante el liderazgo de un
movimiento que supo en un momento dado interpretar las aspiraciones
del pueblo cubano bajo la dirección de un líder de características
extraordinarias que como todos los grandes líderes supieron
aglutinar a todo el pueblo de Cuba y en las condiciones especiales
en que nosotros estábamos, luchando desde la Sierra en las difíciles
condiciones de la guerrilla, en los campos, unificar un ejército
campesino que avanzó sobre las ciudades, que unió así a la clase
obrera, que derrotó al ejército en una y en muchas batallas campales
y que llegando desde el campo entró en la ciudad y después se dedicó
sistemáticamente a destruir el viejo orden establecido, empezando
naturalmente por el arma más poderosa de la reacción que es el
ejército, porque no hay revolución triunfante que no tenga como
imposición primera la de cambiar totalmente el ejército vencido,
reemplazarlo por un nuevo ejército y establecer el dominio de clase.

Eso hicimos nosotros y esa es nuestra virtud, esa es la experiencia
que podemos mostrar a los pueblos del mundo y sobre todo a los pueblos
de América, con más fuerza, con más patetismo porque hablamos el
mismo idioma, hemos vivido la misma experiencia y nos entendemos muy
fácilmente cuando estamos en uno u en otro país. Por eso mostramos
aquí una experiencia, naturalmente no la única, no pretendemos de
ninguna manera que esta experiencia cubana marque el único camino para
la liberación de América, pero sí uno importante, la demostración
efectiva de que los ejércitos represivos se pueden destruir, que el
pueblo puede ir armando a su vanguardia combatiente enseñándole a
combatir, a destruir al ejército adversario, a acosarlo y al final a
pulverizarlo. Podemos nosotros también mostrar aquí como crece, como
se desarrollan las masas, uno de los fenómenos más interesantes que es
el fenómeno del desarrollo de la conciencia revolucionaria.

Todos sabemos que se necesitan, para que haya una revolución,
condiciones objetivas y subjetivas y se necesita que el gobierno
objeto de la revolución esté sufriendo embates fuertes y haya perdido
su capacidad de reacción. Las condiciones objetivas están dadas en
toda América, no hay país de América donde no estén en este momento
dadas al máximo, las condiciones subjetivas sin embargo, no han
madurado en todos los países con igual intensidad. Nosotros demostramos
que las condiciones especiales de Cuba, las condiciones subjetivas
iban madurando al calor de la lucha armada, que la lucha armada era un
catalizador que agudizaba las luchas, que llevaba hasta el paroxismo
estas luchas y que iba haciendo nacer una conciencia. Condiciones
subjetivas nosotros las llamamos a la conciencia de la necesidad de un
cambio en una situación social dada y a la certeza de la posibilidad
de ese cambio.

La necesidad de un cambio la conocen muy bien las masas de toda América,
la posibilidad de un cambio, la posibilidad de tomar el poder es algo
que no siempre se conoce, los pueblos no siempre conocen su fuerza y la
lucha armada en Cuba fue desarrollando esa fe del pueblo en su poder;
hasta convertirlo en una certeza de la victoria y hasta hacer que esa
fe nos hiciera lanzar contra las armas del enemigo, derrotar su
superioridad numérica en cuanto a soldados armados, su superioridad de
fuego, la superioridad de sus armas modernas, atacarlo a veces en
condiciones de uno a diez y destruirlo en todos sus focos hasta lograr
el triunfo. Después llega la otra etapa, la que estamos viviendo,
la más difícil, más ardua quizás que la misma etapa de la guerra. Una
vez más repito que eso es lo que nosotros tenemos que mostrar ante
ustedes, tenemos la obligación y el deber moral de mostrar tal cual es,
no para copiarlo, si para estudiarlo, si para analizarlo.

Cuando el tiempo siga su curso y también la Revolución Cubana se
convierta en objeto de estudios históricos y algunos de los que
participaron en esta Revolución sean catalogados por las generaciones
venideras como héroes de este momento, entonces la Revolución tendrá
estas virtudes las que ahora he enumerado, las virtudes de haber
demostrado ante América lo que puede hacer un pueblo en armas cuando
está bien elegida su estrategia revolucionaria y cuando está bien
dirigido su Ejército Revolucionario.

Naturalmente, en América hay condiciones diferentes. Hay países con
grandes condiciones para la lucha de guerrillas y países con campesinados
muy fuertemente desarrollados donde se hace mejor la guerra, hay países
donde la clase obrera, las poblaciones urbanas son mucho mayores y donde
las condiciones para una guerra son más difíciles.

Nosotros no somos técnicos especialistas en subversión como hay técnicos
especialistas contra la subversión, sin embargo sabemos una cosa, y es
que un hombre armado vale tanto o más que otro hombre armado, de acuerdo
con la ideología con que lleve su arma, y que para que un hombre esté
armado tiene que conseguir un arma y que las armas no nacen por generación
espontánea ni están tiradas a la vuelta de la esquina, las armas están en
poder del ejército opresor. Para lograr la liberación revolucionaria hay
que tomar las armas, las pocas que haya y con esas quitar nuevas armas y
convertir el pequeño ejército en un gran ejército popular .

Perdónenme compañeros mi insistencia castrense en las armas, sucede que
estamos evocando un día en el cual el pueblo argentino manifestó su
decisión de tomar la independencia contra el poder español y después de
hacer el cabildo abierto y después de aquellas discusiones de las cuales
año tras año recordábamos en actos como éstos, después de escuchar las
manifestaciones de los obispos españoles que se negaban a la independencia
y manifestaban la superioridad racial de España, después de todo eso, hubo
que instrumentar aquel triunfo político de un momento y entonces el pueblo
argentino tuvo que tomar las armas.

Pero aún más, compañeros, después de tomar las armas y expulsar de todas las
fronteras al invasor español, había que asegurar la
independencia de la Argentina, asegurando también la
independencia de las hermanas naciones de América y los
ejércitos argentinos cruzaron los Andes para ayudar a la
liberación de otros pueblos y cuando se recuerda las gestas
libertadoras siempre nuestro orgullo, más que el de haber
obtenido la libertad de nuestro territorio y haber sabido
defenderlo de la intrusión de la fuerza realista es el haber
cooperado a la liberación de Chile y a la liberación del
Perú con nuestras fuerzas, con nuestros ejércitos.

Aquello era mas que un altruísmo de las fuerzas
revolucionarias, era una necesidad imperiosa, era el dictado
de la estrategia militar para obtener una victoria de alcances
continentales donde no podía haber victorias parciales, donde
no podía haber otro resultado que el triunfo total o la
derrota total de las ideas revolucionarias y ese momento de
América se repite hoy. Aquí en esta pequeña isla del Caribe
rodeada de mar, rodeada de enemigos también, se vuelve a
repetir la historia que la Argentina una vez vivió.

Nuestra Revolución es una Revolución que necesita expandir sus
ideas, que necesita que otros pueblos la abracen, que necesita
que otros pueblos de América se llenen de bríos, tomen las armas
o tomen el poder, - lo mismo da, porque en definitiva al tomar
el poder hay que tomar las armas después - y nos ayuden, nos
ayuden en esta tarea que es la tarea de toda América y que es la
tarea de la humanidad, la tarea global de luchar contra la
destrucción del enemigo monopolista, imperialista, que no va a
ser derrotado sino cuando el último de sus magnates vaya por lo
menos a la cárcel sino al patíbulo, que no puede terminar antes,
que no puede terminar sino con la derrota total del imperialismo
y la derrota total del imperialismo se está creando cada día que
las fuerzas populares dan batalla y la ganan en cualquier lugar
de América o del mundo, tan hermanos nuestros, tan hermanos en
nuestro destino son los pueblos de América en este momento como
son los pueblos de Asia o del África, tan hermanos nos sentimos
nosotros en este momento del pueblo de Venezuela, de Paraguay o
del Perú, o del pueblo de Argentina como de los pueblos de Argelia
que obtienen su independencia, de los pueblos de Vietnam o de
Laos que todos los días perecen por obtener la independencia.

Todo es parte de una sola lucha y es verdad cuando el imperialismo
lo llama con un denominador común porque aún cuando las ideologías
cambien, aún cuando uno se reconozca comunista o socialista,
peronista o cualquier otra ideología política en determinado país.

Sólo caben dos posiciones en la historia: o se está a favor de los
monopolios o se está en contra de los monopolios . Y todos los que
están en contra de los monopolios, a todos ellos se les puede
aplicar un denominador común, en eso los norteamericanos tienen
razón, todos los que luchamos por la liberación de nuestros pueblos
luchamos al mismo tiempo, a veces aunque no lo sepamos, por el
aniquilamiento del imperialismo y todos somos aliados aunque a veces
tampoco lo sepamos, aunque a veces nuestras propias fuerzas las
dividamos en querellas internas, a veces en discusiones estériles,
dejamos de hacer el frente necesario para luchar contra el
imperialismo pero todos, todos los que luchamos honestamente por la
liberación de nuestras respectivas patrias, somos enemigos directos
del imperialismo. En este momento no cabe otra posición que la de
lucha directa o la de colaboración, y yo sé que ninguno de ustedes
es colaborador del enemigo, que ninguno de ustedes está ni remotamente
a favor del imperialismo y que todos están decididamente por la
liberación de la Argentina.

Liberación, porque la Argentina está de nuevo encadenada, cadenas a
veces difíciles de ver, cadenas que no siempre son visibles para todo
el pueblo, pero que la están amarrando día a día. El petróleo se va
por un lado, compañías norteamericanas entran por todos los lados del
país, viejas conquistas van cayendo y todo eso se produce lentamente,
como un veneno sutil que va penetrando así en la Argentina como en
muchos otros países de América.

Sin embargo el pueblo reacciona, reacciona con vehemencia frente a esta
penetración que es sutil en términos generales, pero que siempre se
asienta sobre las espaldas del pueblo y cuando los gobiernos tratan de
lavarse las manos con una elección, suceden para ellos fracasos como el
de la última vez, entonces viene la intervención descarada del
imperialismo, de sus títeres, de todos sus edecanes.

Entonces vuelve una situación ya conocida y vuelven las luchas de las
masas populares. Si los caudillos de la reacción son hábiles, tal vez
la encaucen hacia nuevas formas en que pueda permitirse otra burla más,
si los caudillos de la reacción no son lo suficientemente hábiles, o si
el pueblo es más avizor que ellos, puede ser que el impulso de las masas
llegue más allá de donde se ha llegado hasta ahora, puede ser que se dé
el paso necesario para que la clase obrera tome el poder, puede ser que
las masas de obreros y campesinos de nuestro país aprendan algún nuevo
camino o sigan por caminos ya conocidos y destruyan un poder que está
vacilante ya, que se basa en este momento en el miedo a la bayoneta, en
la desunión de nuestras fuerzas, en la falta de conciencia de la
posibilidad del cambio, de la posibilidad de la lucha, de la fuerza
inmensa del pueblo, de la debilidad comparativamente enorme de la fuerza
represiva.

Si nuestro pueblo aprende bien las lecciones, si no se deja engañar de
nuevo, si no suceden nuevas y pequeñas escaramuzas que lo alejen del
objetivo central que debe ser tomar el poder - nada más ni nada menos que
tomar el poder - podrán darse en la Argentina condiciones nuevas, las
condiciones que en su época representa el 25 de Mayo, las condiciones de
un cambio total, solamente que en este momento de colonialismo y de
imperialismo el cambio total significa el paso que nosotros hemos dado,
el paso hacia la Declaración de la Revolución Socialista y el
establecimiento de un poder que se dedique a la construcción del
Socialismo.

En fin de cuentas el Socialismo es una etapa económica de la humanidad,
no podemos escapar, querámoslo o no, al pasar por esta etapa, podemos sí
retardarlo y podemos también adelantarlo, esa es la parte que corresponde
de la lucha a los dirigentes de las dos grandes fuerzas en pugna, si la
reacción sabe manejar sus cañones, sus armas de división, su arma de
amedrentamiento, quizás durante muchos años podrá impedir que llegue el
Socialismo a un país determinado, pero también si el pueblo sabe manejar su
ideología correctamente, sabe tomar su estrategia revolucionaria adecuada,
sabe elegir el momento para dar el golpe y lo da sin miedo y hasta el
fondo, el advenimiento del poder revolucionario puede ser a muy corto plazo
en cualquier país de América y concretamente en la Argentina.

Eso, compañeros, el que se repita la experiencia histórica
del 25 de Mayo en estas nuevas condiciones, dependen nada más que del pueblo
argentino y de sus dirigentes, es decir, depende de ustedes
en cuanto a pueblo y en cuanto a dirigentes; de tal manera
que también una gran responsabilidad cae sobre ustedes, la
responsabilidad de saber luchar y de saber dirigir a un pueblo
que hace tiempo está expresando en todas las maneras
concebibles, su decisión de destruir las viejas cadenas y de
libera rse de las nuevas cadenas con que amenaza amarrarlo el
imperialismo.

Tomemos pues el ejemplo manido de Mayo, el ejemplo tantas veces
distorsionado de Mayo, tomemos el ejemplo de la Revolución
libertadora que salió de sus fronteras, inundó con una ideología
nueva, que no era propia, pero que había encarnado en si para
trasladarla a América y pensemos en estos momentos de América,
en estos mismos momentos en que una especie de 25 de Mayo se ha
dado en la zona del Caribe, en que desde aquí se lanzan proclamas
revolucionarias que llegan a todos los pueblos de América y que
en la Segunda Declaración de la Habana luce algo así como una
declaración de los derechos del hombre para los pueblos de
aquella época.

Pensemos en la unidad indestructible de todo nuestro Continente,
pensemos en nuestra economía igualmente distorsionada, igualmente
aherrojado cada pueblo por el mismo imperialismo, pensemos en que
somos parte de un ejército que lucha por su liberación en cada
pedazo del mundo donde todavía no se ha logrado y aprestémonos a
celebrar otro 25 de Mayo, ya no en esta tierra generosa sino en la
tierra propia y bajo símbolos nuevos, bajo el símbolo de la
victoria, bajo el símbolo de la construcción del Socialismo,
bajo el símbolo del futuro.





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