Julio López
está desaparecido
hace 6439 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

La politica está en otra parte; el periodismo también
Por f. azul - Thursday, Nov. 14, 2002 at 9:11 PM

sobre el libro de Hernán Lopez Echague, de reciente publicación

Llegar de viaje un sábado a la mañana es reencontrarse con el gris de Buenos Aires. Siempre pasa lo mismo. Garua finito, y tras las gotas que se van pegando por miles en el ventanilla del micro, el autopista muestras las paredes de los edificios. Grises tonificados por la humedad, por las rajaduras y por el cielo aplomado, esperando estallar.

Y después Liniers, la General Paz, el mundillo de afiches rotos, puestitos de verdura y un gris mas profundo, mezclado con ollín y tierra acumulada durante años.

Antes de salir, camino a la terminal, en el asiento de atrás de un auto compacto leía de garrón un nuevo libro que acaba de llegar. La escena era curiosa; el protagonista del relato era la misma persona que con paciencia me preguntaba si había terminado cada vez que llegaba al final de una página. Era un obrero que leía por primera vez su vida escrita en un papel.

Ir a visitar amigos, avisar que llegamos vivos y viajar hasta el centro para tomar el primer cafe de una semana que transcurrirá entre corridas y diversos bares de la ciudad. (Una hora mas de colectivo, con Clarin y Página 12 como viejos recuerdos, como bienvenida mediática a la república de la capital federal).

No hay tiempo para una ronda mas. Hay peligro de desalojo en Almagro, a cinco minutos de subte de acà. Todavía no vi a casi nadie, y en dos horas està al reunión, pero media batería en la cámara y un cosquilleo dificil de explicar me guian hasta el subte y me llevan hasta el local que un grupo de jóvenes decidió recuperar para abrir un centro comunitario.

A los pibes los sacaron el Lunes con el primer rayo de sol, a las 6 de la mañana, en el primer instante del amanecer en el que el desalojo se convierte en "legal".

Entonces a la fiscalía, o el juzgado, o lo que sea. Me queda un cuarto de bateria, apenas para sacar algunas fotos, así que cambio la boracidad fotográfica por la busqueda del encuadre prolijo, la imagen pensada y elegida racionalmente.

Son las 7 de la tarde y me quedan ocho minutos de bateria cuando los presos son trasladados hasta un correccional. Salen esposados por la espalda, sacando la lengua o contestando a los gritos de aliento del centenar de compañeros que desde temprano hacen el aguante. Yo estoy encerrado entre una ronda de 50 milicos de infantería, junto con algunos fotografos con los que pugnamos por retratar ese momento de rabia y rebeldía en que una de las detenidas saca la lengua en medio de una sonrisa, único gesto que el policía no le puede impedir hacer.


A las 7:15, con dos minutos de bateria en la cámara, el camion con los detenidos, el centenar de manifestantes y el colectivo de los milicos se fue. Organizamos el relevo y nos tomamos un taxi, sacrificando unos siete pesos con tal de llegar a tiempo.

Llegamos y ya había empezado. El autor presentaba a los invitados; El MOCASE, la Coordinadora Anibal Verón, Zanon, Osvaldo Bayer y Luis Mattini, todos, de una u otra forma, protagonistas del libro que acaba de salir.

Nos vamos (como siempre que entramos a un aula) para el fondo de todo. Amigos que no veo hace un mes, caras cotidianas que se habían desdibujado un poco con la distancia. Intercambiamos saludos, novedades y hasta planificamos un asado. Nos perdemos la mitad de la charla, entre saludos y salir a llamar por telefono para ver si largaron a los presos.

Estoy cansado, realmente cansado. Antes de que salgan todos, antes de correr peligro de ser atornillado a una mesa de café para relatar el mes de ausencia por algún amigo con tiempo, me escapo con el libro recién comprado abajo del brazo, y empiezo a leerlo en la parada del maldito 126. Cuarenta minutos de viaje ideales para leer. Solo cuando el empedrado lentifica la lectura, salgo de la burbuja literaria para entender que definitivamente me voy a pasar si sigo leyendo a este ritmo febril.

Me voy comiendo las páginas una a una, y cuando el colectivo cruza el arco triunfal de la General Paz, alcanzo a tirarme al timbre para no seguir de largo y caminar unas cuadras de mas.

Entonces llegar, poner a cargar la bateria (posible nuevo desalojo en Constitución: doble bateria para la cámara y el celular) y seguir leyendo, cambiando ese laberintico viaje en el 126 por el sillón comodo por el living de una casa que ya se acostumbró a mis ausencias prolongadas.

Y me muero de risa, me emociono, descubro lugares nuevos y me imagino escenas que parecen cobrar un nuevo significado en manos de su autor. No hay diferencia substancial entre leer el libro y vivir la cotidianeidad militante de cualquiera de los movimientos en los que se centra.

Leerlo es como volver a viajar, como subirse al micro y estar llegando siempre a varios lugares, algunos familiares para todo el cuerpo y otros conocidos tan sólo con el corazón.

No es posible entrar en discusiones ideológicas; las diferencias prodían ser bastantes y ameritarían una discusion larga y que solo nos interesaría a los que estamos acostumbrados al batallar de las ideas dentro de un terreno común. Lo que me sorprende es otra cosa, es ese parecido con una imagen que tienen todo el libro.

Es eso; una foto con palabras, un relato de lo que se gesta en los lugares donde la oficialidad periodística y las plumas bien pensantes (bien vendidas) casi nunca osan asomar la nariz.

Es hermoso que venga alguien que hace del periodismo su profesión, y escriba tan bien sobre los muchos lugares que todos los días transitamos. Unos siente que la historia es presente, de que la epoca que nos tocó vivir es una epoca de cambios, de gestaciones y convulsiones que mas temprano que tarde parirán un nuevo horizonte. Y es hermoso también que se escriba desde adentro, desde escenas que a los que tratamos de mirar siempre desde acá nos parecen tan simples y cotidianas y que para el lector fortuito serán un viaje por un mundo nuevo y lleno de apasionantes historias de vida y dignidad.

"La politica está en otra parte", libro recién salido del horno de Hernán Lopez Echague, consta de 233 páginas que recomendamos a todo lector-colaborador de esta desordenada y apasionada página leer y diseminar como una buena semilla que puede ayudar a mostrar lo que está viviendo una parte importante de nuestra sociedad.

Se consigue en las librerías a 23 pesos màs o menos (en la era de la cultura post-convertibilidad, mucho mas barato que un librito de Matelart)



Para uno, que hace sus primeras armas, para los que hacemos fuerza para mostrar el otro lado de la vida, que balbuceamos apenas palabras en este violento oficio de escribir y mostrar al mundo lo que se esconde debajo de las alfombras, es como una bocanada de aire fresco, un grito de aliento en medio de un -por momentos- mar de soledad.

Una vez un "señor periodista" (al que siempre es preferible no nombrar) , ofendido por una crítica durante un conflicto de los trabajadores de prensa, nos dijo que nos sigamos esforzando, "que algún día seríamos colegas". Algunos de nosotros, en un tono un poco mordaz, le respondimos que él también lo siga haciendo, que algún día lo llamariamos compañero.

El libro que tenemos entre manos fue escrito por un periodista, que si bien lo era de antes, se transforma en compañero de la mejor manera que lo sabe hacer; escribiendo .

Es un diario de un viaje que nunca parece terminar, porque en el camino se descubre que no solamente la política esta en otra parte; también el periodismo se está mandando a mudar y que en esa fuga hacia abajo nos regala un mundo en constante construcción y movimiento.

"La politica..." también es un libro que al escribirse transforma al periodismo en una caminata distinta, en un viaje donde los personajes, hombres simples y corajudos que luchan por cambiar su existencia, se mezclan con el autor, que termina siendo un actor mas de la historia que escribe. Y en ese movimiento, asesinato definitivo de la pataca “ objetividad ”, se hace imperceptible para los “ grandes ” medios, pero se hace grande de verdad.

agrega un comentario