Julio López
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La sociedad paralela; una revolución en el desierto
Por (por el colectivo Situaciones) - Sunday, Nov. 24, 2002 at 8:15 PM

A "casi" un año después de la revuelta del 19/20 en Argentina

Lo propio de los críticos de toda laya es organizar su existencia alrededor de un imperativo mayor: lo que se desea es la revolución. Y, sin embargo, no se trata simplemente de lo que "queremos", sino de lo que "está pasando". Los días 19 y 20 de diciembre de 2001 ocurrió algo que, a falta de nombres, podemos llamar una "insurrección de nuevo tipo": sin "programa" ni "dirección", sin "promesa" ni "modelo", sin "organizaciones centralizadas" ni "dirigentes destacados"; aquellas jornadas destituyeron el "juego político" de la "posdictadura".

El grito que forzó la apertura -"que se vayan todos"- no se ha acallado en la ausencia de un político apto para representarlo; se multiplica en otras consignas como: "ocupar, producir, resistir", "si no hay justicia hay escrache" y "trabajo, dignidad y cambio social".

No se trata, entonces, de una revolución política clásica cuanto de una revolución en los modos subjetivos del hacer, de la invención de formas de habitar situaciones que reclaman ser aun desplegadas. Sobre todo, hay multiplicidad. Potencia y fragilidad, frustraciones y surgimiento de nuevos estilos, constituyen la textura de una sociedad paralela que trama redes de experiencias y saberes. Estos circuitos de encuentro y comunicación ensayan una sociabilidad que busca proyectarse más allá del corset del Estado y el mercado.

En el desierto, los esquemas revolucionarios heredados se revelan hoy como un estorbo. También la academia ha quedado sorda, ciega y muda frente a una ebullición inclasificable. Las modas se aceleran porque no hay categorías capaces de alcanzar -por sí mismas- ese objeto esquivo que se resiste, mutando y multiplicándose al infinito. Otros lenguajes contemporáneos (periodísticos, humanitarios y militantes), quedan desdibujados por la empobrecedora hegemonía cultural del mercado.

Si las viejas formas de pensar la revolución han caído y nuestros saberes parecen impotentes: ¿qué hacer? Y si lo que sentimos, sin embargo, no es desazón, sino felicidad: ¿de que están hechas estas renovadas pasiones?

Habitantes del desierto, cada experiencia es lo que logre hacer de sí misma, en un devenir que elabora sus recursos a partir de la trama que la constituye, y del vínculo que se procura con otras experiencias (y lo que ellas hacen de sí mismas).

No podemos olvidar que hay armas cargadas: sombras exigiendo orden. Que hay represión efectiva, y más aun, agazapada, a la espera de una oportunidad mayor. Represión, hambre y carencia son los nombres de la (sobre)vida en el desierto. No asumir la guerra sería tan grave como jugar su juego. La exigencia de proteger estos nuevos mundos sin sacrificar su capacidad creativa de nuevas posibilidades para nuestras vidas, es raíz y programa del movimiento.

Una revolución de los cuerpos. Cooperativos y hormigueantes recorren una espacialidad desreglada, desértica, habitando y produciendo nuevas consistencias: sus fuerzas se multiplican en la persistencia del querer vivir.

Hasta siempre, C.S.

Noviembre - diciembre de 2002

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no se puede esquivar más
Por marcelo - Monday, Nov. 25, 2002 at 3:44 PM
marcelobasso@hotmail.com

Estamos a punto de que se cumpla un año del levantamiento popular del 19 y 20. Muchos kilómetros de papel se escribieron tratando de analizar los orígenes, los participantes, las causas y consecuencias y sobretodo las posibilidades de éste levantamiento. Muchas cosas se dijeron sobre posturas filosóficas, ideológicas, políticas, y no se logró consolidar siquiera una propuesta que convoque ampliamente, Holloway mediante, con vistas a una transformación social, o al menos a una reconstrucción. Hoy, y sin dejar de reconocer que la conciencia social tiene un antes y un después del 19 y 20, no es mucho lo que hace falta para describir el panorama: el poder político-económico no solo no se fue sino que está rearmando las estructuras institucionales que lo legitimen y perpetúen, ante un movimiento popular disgregado, desorganizado debilitado en su capacidad de movilización y sin perspectivas de construcción alguna.
¿Porqué no se fueron siendo que tanto lo pedimos?
¿Cómo logran perpetuarse en el gobierno, criminales de probada culpabilidad, en contra de la voluntad popular? ¿Por qué no se termina de caer por sí solo el sistema, deslegitimado y en evidente crisis terminal? ¿Es que no alcanza con la voluntad y la movilización popular para corregir el rumbo social?

Evidentemente las cosas son mucho mas complejas que lo que se nos evidencia inmediatamente a nuestro entorno, y hoy nos queda claro de que no alcanza con la buena voluntad. Y no alcanza ni siquiera con haber identificado la necesidad de construir una nueva institucionalidad, ni los excelentes diagnósticos sobre la necesaria redistribución de las riquezas para la reactivación de la economía, ni las fructíferas comisiones de salud, ni los entusiastas militantes de los clubes del trueque. Tampoco se alcanzó con la incipiente unidad entre las asambleas y los piqueteros, ni las fábricas tomadas, y ni siquiera Maxi y Darío consiguieron que las instituciones fueran verdaderamente conmovidas. Y no es que todo esto no sea importante, justamente todas estas cosas son fundamentales en cuanto a que demuestran hasta qué punto el cambio en la conciencia social es profundamente revolucionario.
Pero la policía sigue matando, y no hay “foro de seguridad” que haga algo; los niños siguen muriendo de desnutrición, HEY!! DE DESNUTRICIÓN!!!, y no hay club del trueque ni feria ni comedor que pueda hacer algo por evitarlo; y las escuelas se siguen vaciando, y las fábricas siguen despidiendo trabajadores, y las tarifas siguen subiendo, y …
Y es que tienen el poder. Sí, muchachos y muchachas, parecía que esto nuevo de la movilización y la participación generalizada merecía renovadas visiones ideológicas de modo que no fuera el Marxismo la única que propone una alternativa al capitalismo. Y no es que no pueda haber otras alternativas al marxismo, pero hoy está cada vez más claro que una alternativa nueva no es ignorar lo obvio, que mientras sigan teniendo el poder, nada lograremos.
Es imprtantísimo el trabajo de base, los comedores, la autogestión, las bibliotecas y cantidad de experiencias de construcción de poder popular que demuestran que la gente sabe lo que necesita y que puede ser protagonista de su futuro. Eso es fundamental en la generación de los espacios de participación y la la formación de conciencia participativa. Y está muy bien y aporta a la construcción de una verdadera democracia las prácticas del horizontalismo que requiere para tener continuidad, la autonomía de los grupos. ¿Y? ¿Eso alcanza?
La única forma para que los resultados y conclusiones de los riquísimos debates en las asambleas horizontales y autónomas puedan ser llevadas a la práctica, no quepan dudas, es TOMAR EL PODER. Podemos debatir cómo, cuando, dónde con quién, etc. etc. etc. pero solo desde el poder vamos a poder:
-implementar ya, planes alimentarios para que los niños no sigan muriendo de desnutrición
-declarar el no pago de la deuda para ser libres y destinar nuestros recursos a las necesidades propias
-recuperar los recursos naturales de nuestro suelo privatizados por los traidores de siempre
-disponer de una justicia y una policía que nos defienda y no nos mate
-echar y enjuiciar a todos los hijos de puta mafiosos que vienen gobernando desde hace décadas

Está muy bién que muchos que nunca militaron y otros antiguos decepcionados se hayan incorporado a protagonizar la movilización popular, pero ya es hora de abandonar la inocencia. Nosotros tenemos las ganas, la voluntad y las buenas intenciones, ellos tienen EL PODER. Y lo usan para matarnos como a toda una generación de 30.000 que les permitió lograr lo que hicieron, y todos los otros que siguen matando durante la “democracia” para mantenernos amenazados, como rehenes, y así seguir en el poder.
¿Y qué garantía hay de que nosotros usemos el poder de otro modo?... dirían los anarcos, con fingida inocencia. Es que el poder es solo una herramienta y no un fin, y no son garantías sino objetivos lo que nos da suficiente motivo. La derecha siempre fue clara aunque aún no lo hayamos entendido: la continuidad del capitalismo, ese es su objetivo. Los otros queremos una sociedad, justa libre y solidaria, y eso es suficiente objetivo; el poder es la herramienta. ¿Cuál es otra herramienta? Holloway balbucea ambigüedades, que dejan claro solo que hay que zafar los que podamos (solo los que tenemos aún alguna posibilidad de respuesta), el resto que se arregle como pueda, o que se caguen. No hay verdadera solidaridad en el anarquismo ¿no es así comandante? “Nos tiene que doler el sufrimiento de cualquier ser humano en cualquier parte del mundo” (algo así dijo). No hay revolución sin poder, y eso lo saben tanto el Subco, como Ghandi, lo que no tiene que ser es un fin, pero es la herramienta inevitable: los sintierra votaron, como en Ecuador o en venezuela.
Y cómo se toma el poder? ¡ESE ES EL DEBATE! ¿Cómo se toma el poder?
¿Cómo construimos un frente de lucha, un movimiento político, una alternativa política o como se quiera llamar, que unifique todos los frentes de la lucha popular y se plantee la necesidad de ser poder?
Para empezar, la cuestión no pasa por lo programático, en eso hay acuerdo, eso es fácil. El tema es ¿cómo se plantea la lucha política? ¿cuáles son las mejores estrategias, de acuerdo a las actuales características de la realidad social, para acceder al poder?
Es una construcción que hay que comenzar urgentemente si pretendemos algún futuro mas o menos digno.
Vanguardias autoproclamadas, abstenerse.

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