Julio López
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T.H.C
Por los mismos de siempre - Monday, Jan. 06, 2003 at 10:15 PM

hagamos un nuevo movimiento social por la descriminalizacion de los usuarios de cannabis. T.H.C (todos hemos consumido)

Las drogas ilegales y las consecuencias vinculadas a su consumo en Occidente han recorrido distintos escenarios: el auge en los años sesenta, la demonización a partir de políticas prohibicionistas internacionalizadas desde EE.UU. y el desconcierto actual, ante un flagelo que multiplica sus puntos de apoyo no sólo en una población de consumidores regularmente creciente, sino tambien en ámbitos vinculados más a la arquitectura social que al consumo. Cada vez que una comunidad alcanza ese nivel de desconcierto, tiene dos caminos a seguir: hacer caso omiso hasta que el problema mute, transformándose en un obstáculo más complejo y potente (proceso aparentemente ya iniciado), o tomar el toro por las astas y analizar minuciosamente -en todos los estratos y ámbitos sociales- la naturaleza del conflicto. Si estudiamos las estadísticas de las últimas décadas vemos que las drogas ilegales suman mercados en forma incesante, aumentan su diversificación, bajan su calidad y precio y crece su consumo per cápita y en cantidad de personas. Las legislaciones más severas y punitorias han obtenido como respuesta un índice delictivo en constante aumento, comprometiendo a estratos societarios -fundamentalmente a través del lavado de dinero del narcotráfico- cada vez más cercanos a los centros de poder político y económico. En otra escala, el convidado de piedra es el ámbito familiar, donde los padres intentan de múltiples maneras alejar el "fantasma de la droga" de la cotidianidad de sus hijos y se dan cuenta de su ingenuidad cuando verifican que la droga, su comercialización y consumo, será una presencia continua a la que sus hijos asistirán como observadores no participantes en el mejor de los casos... ¿En qué nos equivocamos? Aparentemente, en algún resorte profundo del tratamiento global del tráfico y consumo de drogas ilícitas hay una interpretación fallida del fenómeno. Parece que todos perdemos o, en el peor de los casos, unos pocos ganan. Evidentemente el tema no termina en el individuo "adicto", que sólo es su manifestación más tangible. Alcanza a la política, a la Justicia, a las fuerzas de seguridad, a la educación, al sistema de salud y, finalmente, a los mecanismos solidarios de la comunidad. Nuestra sociedad está expuesta a muchos comentarios y noticias referentes al tema, generalmente describiendo magnitudes delictivas, daños irreparables y conspiraciones de alto vuelo. Pero es poca la información erudita y documentada que llega a cada funcionario, agente de salud o seguridad, docente, padre e inclusive adolescente.

Legalizar las drogas ilícitas y admitir la no punibilidad de las conductas que se les vinculan constituye una respuesta contra el tráfico internacional. Reafirma la soberanía de la persona humana sobre su cuerpo, mente y volición y advierte una verdad a rajatabla: en los últimos cuatro decenios de incidencia epidemiológica de la droga en el mundo, la prohibición y la represión conexa no han logrado prohibir nada. Sirve, eso sí, para movimentar el tabú favoreciendo el consumo e incide, de modo concreto, en el incremento del precio del producto.

La calificación del uso de drogas como delito y enfermedad ha dado lugar a una serie de dispositivos, representaciones y prácticas sociales que impactan en los sujetos calificados de “adictos”. El fenómeno del uso de drogas y la transmisión del VIH/sida son particularmente analizados, enunciando la estrategia de reducción de daños y la intervención comunitaria como modos de aproximarse a la defensa de los derechos de las personas que usan drogas, reivindicando su condición de ciudadanos.

Tal y como quedó sobradamente demostrado en EEUU durante los años en que estuvo vigente la denominada Ley Seca (1919-1933), una de las peores consecuencias de la Prohibición es la corrupción que, poco a poco, se va extendiendo entre las instituciones del Estado (especialmente en los cuerpos de seguridad), pues no sólo pervierte el objetivo y la finalidad de dichas instituciones, sino que mina la confianza del ciudadano con respecto a los poderes y legitimidad del Estado. De hecho, y aunque ninguna autoridad haya querido entenderlo así, parte de la alarma social desatada ante el denominado "problema de las drogas" tiene que ver precisamente con este aspecto tan controvertido de la cuestión.

No es exclusivamente un fenómeno de reacción frente a las afirmaciones por parte de los poderes públicos de que existe una conspiración entre los que estamos a favor del consumo de cannabis: un asunto del que ya me he ocupado en esta página, y varias veces, creo. Pero lo cierto es que los activistas más lanzados e histéricos a favor de la legalización suelen plantear que existe una fuerza todopoderosa y maligna que explica el hecho de que todo el mundo no se haya convertido aún a su causa. Para ellos, detrás de la prohibición del cáñamo se encuentra una alianza entre las grandes empresas, la policía en sus distintas advocaciones, los que destruyen el medio ambiente, los carcas irredentos y los conservadores más cerriles. Y a veces citan que la prohibición de la marihuana tiene lugar cuando los fabricantes de fibras sintéticas hacen en la década de 1930 todo lo posible por eliminar el cultivo del cáñamo.
En un libro interesante y poco partidista, que contiene informaciones de penúltima hora tratadas y analizadas con un tono poco crispado —se titula La cultura del cannabis, su autor es el periodista inglés Patrick Matthews, y acaba de ser publicado por Alianza editorial, en traducción mía y notas y apéndices para la edición española de Juan Carlos Usó—, se plantea ese asunto de la conspiración. La actitud de Matthews es escéptica al respecto. Pero, aunque trate de que su asombro sólo se traduzca por el equivalente escrito de un enarcamiento de cejas de lo más británico, plantea varias cuestiones que contribuyen, sin duda, a que uno encuentre justificadas las paranoias. Para él hay algunos datos que fácilmente se pueden interpretar como señales de que la persecución organizada existe.
Entre los mencionados en el libro, está el terror que, después de la ley seca, dominó a los norteamericanos con respecto a lo que entonces por aquí se llamaba mandanga, un producto que también intoxicaba. Y así, cuando se criminalizó la marihuana, a partir de datos de la época, se sabe que ningún legislador tenía el más mínimo conocimiento de los efectos del producto, de su toxicidad o de su capacidad de adicción si se la comparaba con la cocaína o la heroína. Al parecer, el hecho de que fuera preferida por los trabajadores mexicanos inmigrantes y los negros —y de modo muy visible por los músicos negros de jazz— era suficiente para que se la condenase.
En una reunión de supuestos especialistas de la época sobre las drogas, el noventa por ciento reconoció que no tenían la menor idea del asunto que trataban. A pesar de ello, el instigador de la reunión, un agente del FBI que anteriormente persiguió a los que consumían alcohol, reafirmó oficialmente que “la marihuana es una droga peligrosa que produce en los que la consumen locura, criminalidad y muerte”.
Los abogados defensores norteamericanos —y por reflejo también los españoles— recurrieron como eximente, o al menos atenuante, incluso en los juicios por asesinato de las décadas de 1930 y 1940, a lo que se llamó “la locura producida por marihuana”. Hubo un caso especialmente llamativo —menciona Matthews en su libro— de un abogado que ni siquiera trató de demostrar que su defendido, que había matado a do policías, necesitara fumar marihuana para padecer un ataque. Bastó con que proporcionara pruebas de que en la habitación [donde habían transcurrido los hechos] había una bolsa con hierba que produjo tales “vibraciones homicidas” que hicieron que el acusado se pusiera a matar perros, gatos y finalmente a los dos policías. Lo más asombroso de todo fue que el jurado lo aceptó.
Basándose en casos como ése hemos llegado a la situación actual. Es lo que analiza La cultura del cannabis, que, entre otros muchos casos, plantea el de los motivos por los que el sistema judicial norteamericano hizo tremendos esfuerzos en contra del crack, y tan pocos para perseguir la cocaína en polvo. La conclusión provisional es que la primera la consumen los pobres, mientras que el perico constituye la droga favorita de los ejecutivos de Wall Street y Hollywood. Y es que en todo, incluida la prohibición, hay clases.
Las drogas, tanto legales como ilegales, se vienen utilizando desde hace milenios en todas las culturas y civilizaciones de la tierra; se han utilizado en rituales religiosos y civiles, en fiestas, como remedio y cura de enfermedades, y también como alimento.
La historia de las drogas, a través de los últimos 5.000 años, demuestra que es posible su uso racional e inteligente. La "prohibición", moderno experimento del siglo XX impuesto por los USA (Estados Unidos de América), hoy en día única superpotencia planetaria, ha fracasado. En las legislaciones nacionales y en las instancias internacionales, sobre todo la ONU, no se reconoce este desastre.
El costo del intento fallido de prohibir algunas drogas, mientras por el contrario se apoya la venta de otras, como por ejemplo el alcohol, tabaco y fármacos de venta en farmacias (tranquilizantes, somníferos, barbitúricos, etc.), es universal e incalculable. Pone en peligro las libertades civiles, por la aplicación de leyes contra el uso de drogas, y ha tenido como resultado más evidente la criminalización de una parte de la sociedad, en especial trabajadores en paro, jóvenes y miembros de minorías étnicas, sociales y religiosas.
La "prohibición" ha creado un entramado mundial de corrupción, del que ha salido el mayor negocio ilegal que jamás ha existido sobre la tierra. Éste negocio alimenta los más gigantescos grupos criminales (cárteles, triadas, mafias) establecidos en todo el planeta. Sus ramificaciones e influencias llegan a todas las industrias y gobiernos. El sistema bancario internacional funciona estrechamente ligado al negocio multimillonario de las drogas legales e ilegales.
En USA tienen más de un millón de presos/as en las cárceles por asuntos de drogas. En España, a la cabeza en la Unión Europea en el número de ciudadanos/as presos/as (50.000), el 85% de todos los delitos están ligados directa o indirectamente con el consumo o el tráfico de drogas, según datos del propio Estado (Fiscalía Especial Anti-Droga, Madrid).
El estado capitalista occidental, desde la II Guerra Mundial, para mantener el control sobre la población, ha evolucionado hacia una forma "terapéutica-corporativa".
El "estado terapéutico" infantiliza a la sociedad, amparando la ambusda prohibición de ciertas drogas, a pesar de su importancia en la medicina.
Cuando el planeta está contaminado por millones de toneladas tóxicas (en la tierra, en las aguas, en el aire), las leyes actuales sólo observan moderadas multas para los que contaminan. En cambio, para los que quieren cultivar o producir ciertas sustancias milenarias, que otros/as ciudadanos/as desean adquirir, las leyes son draconianas; curiosa paradoja, las drogas ilegales en la actualidad son la "entidad maligna", el chivo expiatorio que lava todos los pecados de occidente. El "anticomunismo" ha sido sustituido por la "guerra" contra las drogas. Esta política legimita en la actualidad el control político-social de América Latina por parte de los USA. Agencias tan importantes del imperio, como la CIA y la DEA, ya participan en la cúpula del narcotráfico mundial, administrando una parte de los beneficios que sirven para la lucha contra las guerrillas y movimientos anti-neoliberales.
La verdad es que la bondad o maldad de las drogas, como la de los libros, las de las películas, la de la televisión, sólo depende de su dosis y de su calidad. Se olvidan las autoridades que es posible leer novelas de caballería sin acabar como Don Quijote, se puede tomar drogas sin tener que acabar en un centro de desintoxicación. Lo que parece imposible es ejercer la autoridad sin resignarse al papel de párroco que nos señala cómo ha de vivirse una vida ejemplar. El infantilismo que tratan de imponer las autoridades es motivo suficiente para que desconfiemos de lo que nos digan, sobre todo porque a poco que uno se fije, gracias a que la droga sigue siendo un problema viven estupendamente cientos de depredadores (psiquiatras, políticos, publicistas, la triple P), gracias a que la droga es una enfermedad se hacen de oro cientos de especialistas, gracias a que la droga es un delito, la policía puede seguir disfrazándose de heroica.



que lindo seria, tener una bandera para que sepan lo que queremos sin decirlo nunca mas.

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todos hemso usado...
Por xsamsax - Tuesday, Jan. 07, 2003 at 10:47 AM

Sí,tod@s hemso usado, por eso algunxs deicmos ke no la keremos usar...
Interesante eso de lograr ke no se penalice a kienes consumen,pero hay ke tener en cuenta ke hay ke educar un cacho,no??.Porke está el tema educativo,y si keda al alcance en este sistema de especulación,bueno,se puede incitar a pekeñxs a ke toemen esas "sustancias",no??,piensen en la coca cola,el tbaco,etc,cuando somos consumidores/as al capital no le intresa si sos bebé,niñ@,grande,etc,somos eso,consumidores/as,y cuando hay algo para consumir,todo se convierte en mercancía...
Es unt emón,y eso no kita ke perdamos de vista la realdiad más chocante del sistema,ke son kienes tienen y kienes no tenemos nada ma´s ke neustra fuerza de esclavitud salarial...

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otro ja
Por matias - Tuesday, Jan. 07, 2003 at 5:48 PM

la idea es que no te empapelen tu pared como hacen con las propaganda de cigarrillo, la idea es que el que quiera, pueda ,en un bar con musica y todo, y no que el que quiera se tenga que meter en una guarida con asaltantes o peronistas .
aparte, el individuo que tiene su experiencia con drogas, se supone, es capaz de comprender que no es lo mismo robar, matar, que fumar, si tiene esas ideas, entonces deberia de revisar en su entorno, la marihuana no tiene la culpa de ser una droga social, como la cerveza, pero marginada porque un pendejo pelotudo robo un estereo mientras se fumaba un porro .
porque le tengo que comprar a delincuentes ? porque el estado le permite al delincuente la totalidad del mercado NO legislando correctamente en el tema ? no pedimos la LEGALIZACION, pedimos la NORMALIZACION. el que quiera tener una experiencia con marihuana, que la tenga en un ambiente sano, como puede ser una confiteria, y no en un tugurio de mala muerte con gente que ademas, quizas, venda armas o drogas mas duras . y en el caso que las venda, yo no voy a consumir esa mercancia, porque se discernir, y no tengo "amigos" que esten en esa senda.

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aparte.,.
Por el mismo - Tuesday, Jan. 07, 2003 at 5:53 PM

la prohibicion es publicidad gratis ... si nunca hubieras visto una propaganda con luces flashiantes y dibujitos animados que dicen "la droga es malaaaa, y los que la usan se peleaaan con la familiiiaaaaa, se convienten en malvados delincuentes que usan drogas ilegaleeees!!" ESO, es mucho mas tentador que una propaganda de cigarrillos que dice "pedi mas" (no recuerdo como dice la estupida publicidad de pallmall. .. sin contar que la publicidad prohibicionista esta PAGADA con dineros publicos... y la guita que hace el "negocio" tambien sale del dinero publico y, puff, desaparece en valijas caras que van hacia oriente medio.

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otra vez
Por el mismo - Tuesday, Jan. 07, 2003 at 5:55 PM

donde dice::: si nunca hubieras visto una propaganda con luces flashiantes y dibujitos animados que dicen "la droga es malaaaa, y los que la usan se peleaaan con la familiiiaaaaa, se convienten en malvados delincuentes que usan drogas ilegaleeees!!" deberia continuar con -nunca habrias conocido la existencia de la sustancia- me falto poner .

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Todos Juntos
Por Nicolás Pérez de Arce L. - Thursday, Apr. 17, 2003 at 4:34 PM
nico_elchileno@latinmail.com

¿thc?,¿marihuana?....oh¡¡¡ que horror.
Este es el tipico comentario de señoras y señores que nunca se fumaron un cañito, y por eso la confunden con delincuencia y perdicion.
Señores, estan equivocados. Yo me fumo un caño todos los días y me a ido super bien en la vida, estoy estudiando arquitectura del paisaje y ya casi egreso- todo esta en saver llevarlo y no dejar de hacer cosas por fumar, al contrario, yo la utilizo y me a ayudado en momentos dificiles ya que en cualquier momento me trae ideas fantasticas a la mente.
Yo no invito a fumar a toda la gente, solo al que quiere y sabe el significado de hacerlo....union, amor y paz por sobre todas las cosas y poder decir estemos "TODOS JUNTOS" en estos tiempos de guerra, ya que eso sí que es dañino y nosivo para la humanidad......El "GATO ALQUINTA" algún día dijo que la marihuana sensibiliza los sentidos y yo le encuentro toda la razon.....así que hay que puro fumar.....

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....
Por haga vida sana - Friday, Apr. 18, 2003 at 12:53 PM

fume solo marihuana

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Arhemptina
Por Arhemptino - Wednesday, Apr. 25, 2007 at 6:31 AM
republica.arhemptina@gmail.com

Pongo el comentario para informarles de una nueva web cannabica que apoya la despenalización de la tenencia simple (para consumo propio) y el cultivo para consumo propio.
http://four.fsphost.com/arhemptina/

"...Tengan en cuenta que estamos hablando, en el caso de la marihuana, de un negocio en negro del que participan autoridades politicas, personal judicial, policía y fuerzas armadas, es un negocio de 1500 toneladas al año. o sea un valor en origen de no menos de U$S100.000.000.-, si, cien millones de dólares, a U$S66.- el kg (estamos hablando de precios muy mayoristas)
calculando 10% de la población fumando 1 gramo diario, modesto, ¿no? esos
100 palos verdes se transforman en mínimo 200, o sea que pretendemos quitarles una ganancia de 100 palos al año a estos individuos que tienen TODO a su favor (inclusive procesarnos por apología) ..."

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pregunta
Por carla - Monday, May. 28, 2007 at 12:47 AM

cual es la ley de las drogas en inglaterra, argentina y holanda?

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