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No son disidentes, se trata de vendepatrias:MTD.CONTRACULTURA
Por Valle-Garay, Profesor, Universidad de York - Thursday, Apr. 17, 2003 at 10:05 PM
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REPRODUCIMOS TEXTUALMENTE, ARTICULO del prof. Valle Garay.SOBRE CUBA. CONOCER MAS PARA PODER REAFIRMAR, LA DEFENSA A CUBA, SU PUEBLO Y SU REVOLUCION.

No son disidentes, se trata de vendepatrias
Por Pastor Valle-Garay, Profesor, Universidad de York

Toronto, 16 de abril. - ¿Qué parte de la parte de la condena no comprenden los mentecatos que se quejan de la sentencia a prisión de los 78 cubanos que trabajan contra su país bajo las órdenes de los diplomáticos de Estados Unidos aceditados en La Habana?.

Se les capturó, se les inició proceso judicial, se les llevó ante los tribunales, se les permitió representación de abogados defensores privados o de oficio, se les comprobó que amenazaban la seguridad del estado, se les declaró culpables y se les sentenció a la cárcel. Punto.

¿Qué más pruebas requieren? El gobierno de Cuba presentó contundente y voluminosa evidencia de que los acusados atentaron contra el estado y contra la población con el propósito de desestabilizar y amenazar la seguridad de la nación, de subvertir el orden constitucional, de violar las leyes y de conspirar contra el orden social.

Es más. Los encausados eran financiados por James Cason, el jefe de las Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana. La misión de Cason en Cuba, según sus propias declaraciones previas en Miami, es crear condiciones para aplastar la revolución cubana. En otras palabras los subversivos eran agentes al servicio de una potencia extranjera cuyo único propósito durante los últimos 40 años ha sido provocar y fomentar actos de terrorismo en la isla para derrocar al legítimo y soberano gobierno de Cuba.

En cualquier parte del mundo semejante conducta de parte de los acusados equivale a traición. En cualquier parte del mundo el derecho internacional justifica la máxima sentencia para los culpables.

Ya que el gobierno de los Estados Unidos se implicó en apoyar los actos subversivos de los reos cubanos y luego reclamó justicia al condenárseles, veamos lo que ha ocurrido recientemente y en idénticas circunstancias en ese país.

*** El año pasado el talibán americano John Walker Lindh, de 20 años de edad, fue capturado en Afganistán. La Corte Federal de los Estados Unidos le declaró culpable de asociación con el enemigo. Se le condenó a 20 años de cárcel. El juez accedió a la “reducida” condena de 20 años porque el reo “cooperó” con las autoridades americanas al suministrar información sobre las actividades de Osama Bin Laden. Walker sirve su condena en una prisión en Los Angeles, California.

*** José Padilla y Yaser Esam, ambos ciudadanos americanos, llevan más de un año en prisión por sospechas de subvertir el orden y cooperar con el enemigo, al igual que Walker. Padilla, denominado el Talibán II, estuvo detenido originalmente en Guantánamo y ha sido transferido a territorio estadounidense para que se le siga juicio. Esam, acusado de violar las leyes y conspirar contra el orden social al fabricar “bombas sucias,” también se encuentra en territorio estadounidense en espera de su cita ante la justicia.

La mayor diferencia entre los enjuiciados en Cuba y los procesados en los Estados Unidos es el país en donde se administra la justicia. Los crímenes cometidos y los cargos contra los acusados en ambas situaciones son extraordinariamente similares. En ambos casos se trata de criminales y mercenarios a sueldo de gobiernos extranjeros cuyo propósito es desestabilizar a sus respectivas naciones y causar irreparables daños materiales y físicos a su ciudadanía.

En donde la similaridad deja de existir es en el proceso ilegal e inmoral que emplean los Estados Unidos, Canadá y otros países aliados con respecto a los miles de presos políticos que atestan sus cárceles a raíz de los sucesos del 11 de septiembre del 2001. A estos individuos se les aprisiona sin orden de captura, sin representación legal y sin cargos de ninguna clase aduciéndose solamente sospechas de ser miembros o simpatizantes de grupos terroristas.

En el transcurso de los últimos diez meses los Estados Unidos ha detenido a más de cinco mil ciudadanos americanos de descendencia árabe o extranjeros de “perfil árabe” para investigar si estos individuos están afiliados a grupos u organizaciones terroristas. La mayoría de los detenidos languidecen en las cárceles de la nación sin que se les acuse legal o formalmente de ningún crimen.

Las recién implementadas leyes antiterroristas de los Estados Unidos y de Canadá le confieren amplios poderes al estado de ambos países para que se detenga indefinidamente a aquellos nacionales o extranjeros que las agencias de seguridad de dichos países consideren merecedores de investigación. Es más. Las nuevas leyes autorizan a las agencias estatales de seguridad a interceptar conversaciones telefónicas, correos electrónicos, correspondencia e información privada en bancos, cajas de seguridad, tarjetas de crédito, bibliotecas o seguro social sin el conocimiento del individuo y sin necesidad de obtener una orden legal de las Cortes de justicia para tales fines.

En Nicaragua se discute abiertamente la posibilidad de remover la nacionalidad nicaragüense a ciudadanos de descendencia árabe. Igual medida se contempla en Canadá en donde ciudadanos árabe-canadienses permanecen detenidos sin acusárseles formalmente de delito alguno. En ambos casos las leyes del país juzgan culpables a ciudadanos inocentes sin comprobárseles que hayan cometido crimen alguno.

En España y en Alemania se arresta arbitraria y violentamente a individuos sospechosos de simpatizar con organizaciones árabes. Al igual que en los Estados Unidos y Canadá, se deporta a extranjeros que a juicio de las autoridades de migración y aduana no satisfacen el perfil de los nuevos reglamentos migratorios.

La conducta racista de estas naciones en relación a sus ciudadanos o visitantes de origen árabe o del infame “perfil árabe” -creado y promovido por las agencias de seguridad estadounidense- indica claramente que dichas naciones carecen de la autoridad moral o legal de formular protestas contra Cuba.

A diferencia de Cuba, en donde los acusados de crímenes contra el estado ameritaron representación legal al comparecer ante las cortes, las naciones que condenan a Cuba, y en particular los Estados Unidos, se aprovechan del clima antiterrorista para ejecutar leyes que violan los más elementales derechos humanos de su ciudadanía y de ciudadanos extranjeros al arrestárseles sin cargo alguno, sin representación legal y al detenérseles indefinidamente en las cárceles del país o deportárseles sumariamente.

Las cortes de Cuba han actuado en cumplimiento de su derecho legal y de su deber público de proteger a una nación asediada por enemigos internos y externos. Cuba no le debe ninguna explicación a ninguno de los críticos que la condenan en esta cacería de brujas auspiciada por Washington.

Es su derecho absoluto, su compromiso inviolable y su sagrada obligación proteger la soberanía y la integridad de su pueblo y de su revolución contra todas las embestidas internas y externas. Lo ha logrado admirablemente durante los últimos 44 años. Lo demás son pataditas de ahogado de terroristas y mercenarios que sin conciencia ni patria ni convicciones se venden por unos cuantos dólares al mejor postor. Sus acciones les hacen merecedores de la condena que recibieron. Punto.

Los defensores de Bush no deberían ilusionarse tanto. La genocida y desigual guerra contra Irak comprueba la irracionalidad del mandatario. Su conquista amenaza con extenderse a Siria, Irán y a otras naciones del Medio Oriente. No sería remoto que Bush trate de implantar su hegemonía en este Hemisferio. Sus apologistas harían bien en reconocer que en su obsesión por crear un nuevo orden mundial, Bush no reconoce aliados ni lealtad ni respeto a la soberanía o a la integridad de otras naciones o individuos. En su absurda megalomanía todo aquel que se oponga a su agenda no es más que un disidente que descarta a su conveniencia. Cuba le demostrará una vez más lo equivocado de esta creencia.



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