l
domingo 22 de diciembre por la noche empezaba la descarga del
petrolero “Pilín León” en el estado del Zulia en Venezuela,
después que fuerzas del ejército arrestaran al capitán y a la
tripulación que se habían declarado en rebeldía y ancorado el
barco en el lago de Maracaibo. Este petrolero se había
convertido en la insignia del llamado “paro nacional”
convocado por la oposición al gobierno de Chávez a partir del
2 de diciembre. Antes de poder mover el barco, la nueva
tripulación tuvo que pasarse 24 horas revisando todos los
sistemas de a bordo y reparando los daños que habían causado
los “rebeldes”. La toma de control por parte del gobierno del
“Pilín León” representaba un duro golpe al “paro cívico” de la
oposición que ya iba a entrar en su cuarta semana.
Si uno quiere entender los acontecimientos de
las últimas cuatro semanas en Venezuela es necesario hacer en
primer lugar una aclaración terminológica. La denominación de
paro o huelga se emplea cuando los trabajadores dejan de
trabajar de forma organizada para defender una serie de
reivindicaciones. En este sentido, en Venezuela no hay ningún
paro ni huelga general. Lo que se produce a partir del 2 de
diciembre es claramente un cierre patronal o lock out y un
sabotaje de la industria petrolera por parte de la nómina
mayor (gerentes y directivos) de Petróleos De Venezuela SA
(PDVSA). El paro convocado por la oposición es un fracaso
total. En el estado Bolivar, dónde se concentra la industria
básica y extractiva, todas las empresas permanecen abiertas
por voluntad expresa de los trabajadores que se manifiestan
activamente contra el paro. También permanecen abiertas las
hidrológicas y las eléctricas. En Carabobo, dónde se concentra
la industria manufacturera los trabajadores, organizados en su
mayoría en sindicatos pertenecientes a la corriente sindical
Bloque Sindical Clasista y Demorcático, también se pronuncian
contra el paro en las principales empresas como Ford,
Chrysler, General Motors, Goodyear, Firestone, Pirelli, las
metalúrgicas, etc. Algunas de ellas abren sus puertas a los
trabajadores, en otras estos acuden a trabajar pero se
encuentran con las puertas cerradas. Para demostrar su
oposición al paro los obreros acuden diariamente al puesto de
trabajo y levantan acta judicial de que no pudieron entrar por
cierre patronal. La situación se repite a lo largo y ancho del
país. El transporte funciona normalmente, tanto los autobuses
urbanos como los interurbanos y el metro de Caracas. Los
aeropuertos también funcionan normalmente con la excepción de
la cancelación de algunos vuelos nacionales por falta de
combustible. Las corrientes más avanzadas del movimiento
sindical proponen la consigna de “fábrica cerrada, fábrica
tomada”, pero por el momento esto, salvo en contadas
excepciones, se limita a una labor de propaganda y no se pasa
a la acción directa de los trabajadores en las fábricas.
En el sector del comercio, las grandes
superficies comerciales cierran, mientras que los pequeños
comercios en los barrios populares abren. Al pasar unos pocos
días los grandes centros comerciales empiezan a abrir, primero
en horario de mañana y después en horario completo. En algunas
galerías comerciales son los comerciantes los que fuerzan a
los dueños a abrir. En la hostelería, la mayoría de
establecimientos están abiertos y sólo cierran las franquicias
multinacionales (McDonalds y demás) que aparecen cubiertas de
graffiti proclamando “Viva la arepa” (torta tradicional
venezolana).
En definitiva el tan cacareado
“paro” se reduce a un cierre patronal que ni siquiera es
masivo y al sabotaje de la industria petrolera. También en
otros sectores se intentó el sabotaje como método para
conseguir la “adhesión” al “paro”. En el metro de Caracas por
ejemplo, grupos de opositores agredieron a los trabajadores en
una estación y lanzaron explosivos a los túneles. En Maracay
un grupo de opositores le quemaron la unidad a un conductor de
autobús urbano.
El fracaso de la huelga general
quedó patente ya desde las primeras horas del 2 de diciembre.
Ante esa situación los portavoces de la oposición, Carlos
Ortega (dirigente de la CTV) y Carlos Fernández (de
FEDECAMARAS) decidieron que había que aumentar el paro de
“cívico” a “activo” y posteriormente a indefinido.
El sabotaje petrolero
Es
entonces cuando deciden dar un paso adelante en la empresa
nacional de petróleos, PDVSA. Aquí, nuevamente, no se trata de
una huelga de trabajadores, sino de un sabotaje abierto por
parte de los gerentes y directivos. Estos además de paralizar
las instalaciones, que funcionan de forma automatizada e
incluso por control satelital, emprenden una campaña de
sabotaje en la que impiden a los trabajadores acceder a los
sistemas informáticos, toman medidas para impedir el
funcionamiento manual de los sistemas, etc. Todo esto al mismo
tiempo que, mediante su control sobre los sistemas
administrativos, se adelantan el pago del aguinaldo navideño y
se adelantan el pago de su sueldo quincenal a pesar de estar
supuestamente en “huelga”.
Muchos trabajadores
petroleros son coaccionados por los directivos con llamadas
personales a sus casas, a sus esposas, con amenazas de
despido, con sobornos, etc. Esto tiene un impacto importante
en una empresa en la que existe una fuerte cadena de mando
altamente jerarquizada. Pero muchos otros acuden a sus puestos
de trabajo y tratan de mantener las refinerías y otras
instalaciones en funcionamiento. En la refinería del Palito,
60 trabajadores trabajan día y noche superando el sabotaje
informático y sólo detienen la producción dejando las
instalaciones en parada segura cuando los depósitos de
combustible están totalmente llenos por falta de transporte.
En algunos casos el sabotaje precede al inicio del “paro” ya
que los técnicos y directivos se las arreglan para dejar los
depósitos inusualmente llenos. Finalmente la presión de los
trabajadores y del pueblo obliga a la empresa de transporte de
combustible Ferrari a abrir y en la cercana estación de
llenado de Yagua empiezan a salir las gandolas (camiones
cisterna) de gasolina bajo la supervisión conjunta de la
Guardia Nacional y el pueblo que mantiene una vigilancia de 24
horas para evitar más sabotajes. En Ananco, Anzoategui, el
alcalde y el gobernador, impiden el envío de gas para
suministrar a las empresas básicas del estado Bolivar en la
Guayana. Miles de trabajadores de las empresas siderúrgicas
organizados por el poderoso sindicato SUTISS y otros, se
trasladan en autobuses a Ananco y apoyados por trabajadores de
PDVSA y vecinos de Ananco, fuerzan el restablecimiento del
suministro para el normal funcionamiento de sus empresas.
También a lo largo y ancho del país, Círculos
Bolivarianos, sindicatos clasistas y otras organizaciones
imprimen cientos de miles de volantes denunciando a los
gerentes saboteadores con nombres y apellidos y sacando a la
luz pública sus salarios millonarios. Los 20 directivos más
importantes de PDVSA tienen una nómina anual conjunta de más
de 12.000 millones de bolívares (casi 10 millones de dólares).
El mejor pagado de ellos, Karl Makeiza, recibe 990 millones de
bolívares al año (unos $792.000). No es de extrañar que estos
individuos estén dispuestos a llegar a cualquier extremo para
defender sus intereses.
Estas experiencias que
se repite en fábricas y refinerías de todo el país, son
extremadamente importantes porque los trabajadores se dan
cuenta de que realmente son ellos los que hacen funcionar las
empresas y que no necesitan de gerentes y directivos. Ahora
hay que generalizarlas y sacar las conclusiones necesarias.
Para garantizar que PDVSA es del pueblo hay que establecer
mecanismos de control obrero incluyendo la elección
democrática de los directivos y gerentes por parte de los
propios trabajadores, organizaciones sindicales y populares.
Estos métodos de control obrero de la producción y gestión
tienen que extenderse a todas las industrias nacionalizadas
para evitar cualquier intento de sabotaje y garantizar la
gestión democrática de la economía en beneficio de la mayoría
de la población.
En realidad una de
las claves de este intento de golpe de estado, al igual que
los anteriores y el breve golpe del 11 de Abril, es
precisamente el control de la industria petrolera. Una de las
leyes más importante aprobadas por el gobierno de Chávez hace
un año fue la ley de hidrocarburos que reafirma la propiedad
estatal de PDVSA. La oposición, que representa los intereses
de la oligarquía local y del imperialismo, quiere a toda costa
mantener sus privilegios actuales en la compañía y avanzar en
la intervención de las empresas multinacionales y la eventual
privatización. Éste es un plan que de hecho ya se ha venido
aplicando durante años y que ha provocado que realmente a
pesar de que PDVSA es una empresa nacionalizada en la práctica
es gestionada como un coto privado de sus directivos que la
dirigen en beneficio de las empresas multinacionales. Por
ejemplo la proporción de sus ingresos que se entregan al
estado ha bajado de más del 70% hace t25 años a tan sólo un
20%. La propoción de los ingresos que se utilizan en gasto de
funcionamiento aumenta del 30 a casi el 80%, convirtiendo a
PDVSA en una de las empresas petroleras en menor productividad
por empleado del mundo. El estado pierde o deja de percibir
cada año decenas de miles de millones de dólares por
corrupción en los contratos de tercerización (outsourcing),
producción no sujeta a la regulación de la OPEP, inversiones
en el extranjero en refinerías desfasadas tecnológicamente y
dinero que simplemente se esconde a través de una enmarañado
laberinto de cuentas petroleras en bancos internacionales.
Estos son los beneficios y privilegios que los directivos de
PDVSA no quieren perder.
Los bancos
Al entrar en la segunda semana del cierre
patronal la oposición decide aumentar de nuevo la apuesta y
los bancos anuncian que sólo abrirán en horario de media
jornada y que impondrán un límite a la cantidad de dinero del
que sus clientes pueden disponer. Como es de esperar esto
provoca colas masivas ante todos los bancos, particularmente
al coincidir el viernes 13 con final de semana y final de
quincena, cuando muchos trabajadores cobran sus salarios, y
además con el cobro para muchos del aguinaldo navideño.
Las organizaciones populares de nuevo lanzan
una campaña masiva de volantes exigiendo la apertura de los
bancos en horario normal. Uno sin firma que se reparte en
Valencia (Carabobo) lee:
“El dinero es nuestro.
Basta de sabotaje. El horario crítico de los bancos secuestra
nuestro dinero y aguinaldo, nos roba el tiempo y crea
dificultades a quienes queremos trabajar. Los banqueros al
sumarse al criminal paro petrolero, pretenden que perdamos el
derecho a disponer de nuestro dinero (como ya una vez lo
hicieron). Y ellos siguen haciendo negocio con nuestro dinero,
mientras nosotros perdemos. Defiende tus derechos con tu
constitución en mano: Exígele al banco que mantenga sus
puertas abiertas”.
En varias sucursales
bancarias del país los clientes enfurecidos obligan a los
bancos a seguir abiertos hasta haber atendido a todos los que
guardaban cola desde primera hora de la mañana. También en
Carabobo, el Bloque Sindical Clasista y Democrático que agrupa
a 52 sindicatos en este estado, llama a una manifestación
contra los golpistas, uno de cuyos principales ejes es la
cuestión del cierre de los bancos:
“…Ni un solo
bolívar para los golpistas. La banca privada se lucra con el
dinero del estado y de paso atenta, apoyando el paro patronal
y criminal de Fedecamaras y la cúpula podrida de la CTV que
usurpa la representación de los trabajadores. Centralización
del sistema financiero mediante un banco único estatal que dé
prioridad al financiamiento de la producción de bienes,
servicios, obras públicas y viviendas. Control democrático de
la banca por parte de los trabajadores bancarios,
organizaciones obreras y ahorristas, con derecho de
designación democrática y revocabilidad de la administración
bancaria.”
Los medios de comunicación
Una de los aspectos más chocantes de la
situación en Venezuela es el papel de los medios de
comunicación privados, la inmensa mayoría de los cuales
apoyan, o mejor dicho forman parte de la oposición al gobierno
de Chávez. Estos medios hace mucho tiempo que han dejado de
informar y se han convertido en voceros de la propaganda
opositora, sin dudar en distorsionar, mentir y calumniar
abierta y descaradamente. A pesar del “paro” los periódicos y
cadenas de TV no han dejado de trabajar, aunque han suprimido
su programación normal y se concentran en emitir solamente
“noticias”. Las televisoras han cancelado también los espacios
comerciales que supuestamente han donado a ONGs y
organizaciones caritativas, en realidad los únicos espots que
se emiten son de la Coordinadora Democrática (popularmente
conocida como la Conspiradora anti-Democrática). Ésta es una
campaña brutal de propaganda contra el gobierno que se emite
sin interrupción 24 horas al día.
A pesar de
toda la histeria sobre los supuestos ataques a la libertad de
expresión y la intimidación de periodistas la verdad es que
hay ahora más libertad de prensa en Venezuela que en cualquier
otro país del mundo y por supuesto que en cualquier otro
periodo de la historia del país. Los periódicos de la
oposición llaman abiertamente a un golpe de estado y ni el
gobierno ni el poder judicial intervienen para nada. Uno de
los columnistas de El Nacional, en un artículo titulado “El
golpe necesario” defendía y abogaba por un golpe de estado con
el argumento de que en realidad era Chávez el que se lo estaba
buscando por negarse a salir por la “vía democrática” y además
afirmaba que Chávez quería un golpe para así “poderse
presentar como víctima”. Artículos de este tipo aparecen por
docenas en la prensa burguesa todos los días ¿En qué otro país
del mundo se permitiría algo así?
Los
directores de los medios venezolanos convocaron una rueda de
prensa ante los corresponsales extranjeros para tratar de
demostrar la falta de libertad de expresión en el país. El
comportamiento de los magnates de los medios fue tan arrogante
y altanero ante los periodistas que cuestionaban la
objetividad de estos medios que los corresponsales del
Washington Post y del New York Times (que no son precisamente
periódicos bolcheviques) se levantaron y se fueron en
protesta.
El sábado 21 por ejemplo, la
oposición anunció a bombo y platillo que parte de la
tripulación que había puesto en marcha el petrolero “Pilín
León” era cubana. Esto forma parte de la campaña de fomento de
la histeria contra el “Castro-comunismo” que ha sido uno de
los ejes de la oposición “democrática” desde hace meses. El
Ministerio de Asuntos Exteriores cubano inmediatamente lo
desmintió categóricamente y tacho de mentirosos a los voceros
de la oposición. Sin embargo todas las televisoras privadas
recogieron la “noticia” y la difundieron sin preocuparse por
comprobar las fuentes ni corroborar la veracidad de la
información. A las pocas horas la oposición se vio obligada a
reconocer que eso no era verdad. Eso no les impidió reanudar
la campaña apenas dos días después alegando que dos práticos
que estaban moviendo el buque “Bora” eran cubanos. Luego
resultó que sí eran cubanos, pero habían emigrado de Cuba
hacía 25 años. Ejemplos como estos los hay por docenas y
centenares. En una conversación en la cola para registrarse a
votar, un joven escuálido le comentaba espantado a su amigo
que los nuevos billetes de 50.000 bolívares que el banco
central iba a imprimir llevaban la cara ¡de Chávez y de
Castro! La estrategia que domina es la del “calumnia que algo
queda”.
No hay que olvidar tampoco el papel que
jugaron los medios de comunicación durante el golpe del 11 de
Abril. En primer lugar difundiendo la “noticícia” de la
supuesta renuncia de Chávez, culpándole sin pruebas de los
muertos en la marcha al Palacio de Miraflores, y
posteriormente emitiendo tiras comicas y telenovelas durante
las horas clave de la resistencia del pueblo al golpe de
estado. En estas condiciones, no es de extrañar que el nivel
de lectores y televidentes de estos medios hayan caído en
picado. Según cifras recientes, la tirada del El Nacional, uno
de los principales periódicos del país, ha bajado de más de
200.000 ejemplares a 90.000 con una reducción importante del
número de páginas. El nivel de audiencia de las televisoras
privadas ha caído en un 20%.
Esta campaña no se
limita por cierto sólo a los medios de comunicación nacionales
sino que se extiende, en diferentes grados, a los medios
internacionales que también participan y se hacen eco de esta
campaña de confusión, verdades a medias y mentiras abiertas.
Por poner sólo un ejemplo, éste corresponsal de El Militante
estaba volando a Caracas el mismo día que El País publica en
sus páginas que todas las compañías aéreas internacionales
habían suspendido sus vuelos a Venezuela.
El
ambiente de histeria creado por los medios de comunicación
privados no es casual sino orquestado. Grandes sectores de las
capas medias creen que efectivamente el país se dirige hacia
el “Castro-comunismo”, y que de hecho ya están viviendo en un
régimen dictatorial en el que se atropella la libertad de
expresión y suprimen las libertades individuales. Eso a pesar
de que los medios de comunicación reaccionarios funcionan con
normalidad y que la oposición se manifiesta a diario en las
calles de Caracas. En este contexto se han creado en muchas
urbanizaciones y barrios de capas medias grupos de seguridad.
Estos se han encargado de organizar “planes de contingencia”,
hacer acopio y recuento de armas, de gente que sepa
utilizarlas. De una manera muy inteligente y calculada la
oligarquía está tratando de organizar de forma paramilitar sus
bases de apoyo entre la pequeña burguesía. Fomentan la
mentalidad de que en una revolución es inevitable que los
pobres, las masas, los terrúos (los habitantes de los cerros
que rodean Caracas tiene que descender a la ciudad por caminos
de tierra, de ahí ese apelativo despectivo) sólo pueden
mejorar sus condiciones quitándole a las capas medias lo poco
que tienen.
Pero hasta incluso entre estos
sectores hay gente que apoya el proceso bolivariano y han
formado organizaciones como la Clase Media en Positivo que
recientemente reunió a más de 18.000 personas en el Poliedro
en Caracas. La tarea de los revolucionarios es la de minar la
base social de la reacción tanto como sea posible, explicando
que en realidad los enemigos de los trabajadores y las masas
populares no son las capas medias, sino la burguesía nacional
e internacional. Cuanto más claridad en sus objetivos y mayor
grado de organización y disciplina revolucionaria muestren la
clase obrera y los pobres, mayor será la cantidad de gente
proveniente de la pequeña burguesía que se una a un proceso
revolucionario.
La conspiración
El objetivo declarado de la oposición va
cambiando conforme pasan los días del “paro”. Al principio se
piden elecciones anticipadas, pero posteriormente el eje de
toda la propaganda es exigir la renuncia de Chávez. En
realidad la constitución bolivariana es una de las más
democráticas del mundo, dentro de los límites de la democracia
burguesa, y contempla entre otras cosas la posibilidad de un
referéndum revocatorio. Éste se produce a la mitad del mandato
de cualquier cargo público electo y para producirse la
revocación se tienen que conseguir como mínimo los mismos
votos más uno que los que el representante consiguió al ser
elegido. La oposición sabe a ciencia cierta que aunque es
capaz de movilizar a gran cantidad de gente (particularmente
entre las clases medias y en los barrios ricos), no es en
absoluto capaz de conseguir más de cuatro millones de votos en
un referéndum revocatorio contra el presidente que se
produciría en Agosto del 2003. Por eso tienen que insistir en
algo que es a todas luces inconstitucional y anti-democrático,
forzar la renuncia del presidente.
Para
lograrlo tenían diferentes escenarios. Todos ellos combinaban
la presión interna (mediante el sabotaje petrolero, el
desabastecimiento de alimentos, cierre de bancos, etc.), con
la presión externa (una resolución de la OEA exigiendo
elecciones anticipadas y hasta incluso una intervención de
observadores internacionales) y finalmente un golpe de estado.
Pero para provocar un golpe de estado, la
intervención de los militares o la intervención extranjera es
necesario algún incidente sangriento. No podemos olvidar que
el incidente que se utiliza para justificar el golpe de estado
del 11 de Abril son los disparos por parte de un grupo de
francotiradores en el momento en que la manifestación
opositora se dirigía al palacio de Miraflores.
Así pues el viernes 6 de diciembre un
misterioso ciudadano portugués abre fuego contra los
opositores concentrados desde hace meses en la Plaza Francia
de Altamira. Tres personas resultan muertas en el acto y hasta
otras 30 resultan heridas. La oposición se apresura a culpar a
Chávez antes incluso de que se conozca la identidad del
asesino y apenas pasada una hora presenta un vídeo en el que
supuestamente se ve al asesino junto al alcalde chavista del
municipio Libertador Freddy Bernal. Una inspección más
detallada del vídeo demuestra que la persona que conversa con
Bernal no tiene ningún parecido físico con el portugués y
además que el vídeo es anterior a la entrada del asesino al
país como demuestra el sello de inmigración en su pasaporte.
Lo que está claro es que un atentado de este tipo no beneficia
para nada a Chávez y a su gobierno y sí proporciona a la
oposición más munición contra al gobierno.
El
ataque además se produce justo un día antes de la
manifestación de apoyo al gobierno y contra el paro golpista
convocada para el sábado 7 de diciembre. La multitudinaria
marcha agrupa entre dos y tres millones de personas que se
desplazan desde varios puntos del país y desde los barrios
populares de la capital colapsando el tráfico viario durante
horas. La manifestación, mucho mayor que ninguna convocada por
la oposición en estas cuatro semanas, apenas si recibe
cobertura en los medios de comunicación nacionales o
internacionales. Ante los insistentes rumores de un plan de
golpe de estado que vendría precedido de una declaración
televisiva de los generales golpistas, el lunes 9 y el martes
10, la rabia del pueblo contra los medios de comunicación y su
apoyo abierto al golpe y al cierre patronal se transforma en
manifestaciones masivas ante todos los medios de comunicación
privados (todos ellos opositores). Miles de personas se
concentran en todo el país en las sedes de Venevisión,
Globovisión, Televén, etc., exigiendo que digan la verdad. La
mayoría de las concentraciones son totalmente pacíficas y sólo
en Maracay y Maracaibo se producen destrozos en las
instalaciones. Muchos exigen el cierre inmediato de
Globovisión, la cadena que se ha destacado en su fervor
golpista, cuya licencia vence en diciembre, y el control
social de los demás medios por parte de “representantes de
gremios sindicales y profesionales, asociaciones de derechos
humanos, y asociaciones vecinales y populares” (Bloque
Sindical Clasista y Democrático). La magnífica movilización
del pueblo detiene los planes golpistas. El desánimo y la
desesperación empiezan a cundir en las filas opositoras.
Además, finalmente la OEA saca una resolución que, en sus
puntos principales, exige el respeto a la legalidad vigente en
Venezuela.
Esta no es la única provocación que
se produce. El 17 de diciembre un agente de Policía de Chacao
(un municipio capitalino controlado por la oposición) sale a
la luz pública para denunciar un plan para el viernes 20 según
el cual la marcha opositora se desviaría hacia el palacio de
Miraflores y se provocaría un incidente violento que
justificara un golpe de estado contra Chávez.
El fracaso de la oposición
Hasta el momento todos los planes de la
oposición han fracasado y eso además agudiza sus divisiones
internas. La única excepción es la paralización petrolera que
todavía se mantiene. Los esfuerzos de los trabajadores y la
actuación del gobierno permiten ahora empezar las tareas de
restablecimiento de la producción y el suministro . Además
muchas de las medidas que la reacción trata de adoptar para
paralizar el país se están volviendo en su contra. El lunes 16
y martes 17 los dos Carlos, a los que se une Juan Fernández
(directivo saboteador de PDVSA) lanzan la consigna de un
“trancazo” nacional, es decir cortar las calles y principales
rutas en Caracas y en todo el país. El propio llamamiento
demuestra la debilidad de la oposición ya que Carlos Ortega
anuncia como uno de los objetivos del trancazo el garantizar
el cierre de los centros comerciales, después de que él mismo
había asegurado en incontables ruedas de prensa que ya existía
una paralización total del comercio.
En Caracas
se produce una situación tensa cuando grupos de bolivarianos
acuden a enfrentarse con los opositores que han cortado
algunas de las autopistas de acceso. En la mayoría de los
casos los cortes de carretera opositores son dispersados por
la propia gente, organizada o espontáneamente. Aquí se ve otra
de las debilidades de la oposición. Una vez más se demuestra
que la movilización del pueblo es capaz de derrotar a las
masas de las capas medias enloquecidas. En Maracaibo, la
dirigente local del Primero Justicia (la organización
reaccionaria más popularmente conocida como Primero Golpismo o
Primero Injusticia) decide tomar la iniciativa y cruza su
carro delante de unas galerías comerciales. La propia gente
que pasaba por el lugar le apartan físicamente el coche de en
medio de la calle.
A pesar de las largas colas
que tiene que hacer la gente para repostar gasolina, la
mayoría identifican claramente quién es responsable: los
gerentes y directivos saboteadores de PDVSA. En numerosas
ocasiones se dan casos de gente que empieza a criticar a
Chávez y a culparle de la escasez de combustible y la propia
gente que hace cola les expulsan, abucheándoles o incluso
sacándoles el carro de la fila. La propia oposición se da
cuenta del ambiente y empieza a pasar de forma machacona un
anuncio por televisión “explicando” que el culpable de la
falta de gasolina es Chávez ¡por negarse a renunciar a su
puesto!
Ya entrada la tercera semana de la
protesta opositora se empieza a notar la falta de algunos
productos básicos como harina pan y leche fresca. El gobierno
anuncia que va a dedicar una partida importante del
presupuesto a importar productos alimentarios básicos.
Inmediatamente la compañía multinacional Parmalat que controla
prácticamente la totalidad de la distribución de leche en el
país, temiendo perder cuotas de mercado y beneficios, anuncia
que se desmarca del paro y que van a empezar a distribuir
rápidamente. Esto de paso demuestra que los que están en
“paro” no son los pequeños productores de leche, sino las
grandes cadenas de distribución. El caso de la harina es
todavía más escandaloso. Su distribución y producción están
controladas de forma casi monopolista por el Grupo Polar. Uno
de los directivos de la empresa que está jugando con el hambre
de millones de venezolanos anuncia ya entrada la cuarta semana
del cierre patronal que ellos no son responsables de la falta
de harina, sino que sus trabajadores se han sumado al paro
voluntariamente. Inmediatamente los trabajadores responden que
eso no es cierto. De hecho en varias empresas del grupo Polar,
como Mavesa, Promasa, Chivacoa y Remavenca, la mayoría
organizadas por el Bloque Sindical Clasista y Democrático, los
trabajadores organizaron asambleas en las que se declararon
contra el paro empresarial y se encontraron con las puertas
cerradas. Además, como explicó el dirigente del Bloque,
Orlando Chirinos, el 12 de Abril, el dueño de Mavesa envió una
carta a todos los trabajadores felicitándose por el golpe de
estado que había derrocado a Chávez.
Otro
ejemplo escandaloso de manipulación informativa se produce
cuando la oposición anuncia que Chávez deliberadamente excluye
del suministro de emergencia a las bombas de gasolina de los
barrios que apoyan a la oposición. La situación real es más
bien la contraria. En los barrios ricos de la capital, los
propietarios de las bombas se niegan a abrirlas, y mientras
que en los barrios populares es la propia gente la que les
obliga a abrir, en los barrios opositores son los propios
escuálidos los que les obligan a cerrar si acaso se les ocurre
abrir.
El problema para la oposición es que una
vez que en este intento de derrocar a Chávez pusieron toda la
carne en el asador y no les va a ser fácil admitir una
derrota. En el golpe de Abril ya se destaparon toda una serie
de militares golpistas. La mayoría de ellos ya no están en
servicio, y eso no porque el gobierno de Chávez haya
organizado una depuración seria en las filas de las Fuerzas
Armadas, sino más bien porque ellos se han ido declarando en
rebeldía y agrupándose en la Plaza de Altamira. Ahora lo mismo
va a suceder con los directivos saboteadores de PDVSA. Ellos
ya se han destapado y ahora están siendo sustituidos por el
gobierno. Esta es una medida por cierto que si se hubiera
tomado después de la derrota del golpe de Abril hubiera
quitado una palanca de poder a la oposición y hubiera impedido
la actual paralización petrolera.
Pero
precisamente por lo mucho que se juega la oligarquía en este
proceso, las fuerzas revolucionarias no pueden confiarse ni
caer en la auto-complacencia. Aunque éste intento de la
contra-revolución parece ir perdiendo fuerza lo que es
totalmente seguro es que van a intentarlo de nuevo en cuanto
les parezca que las condiciones les son propicias.
La táctica del gobierno
Contrariamente a la impresión que se quiere
transmitir en Venezuela y en el extranjero de que el gobierno
de Chávez es dictatorial y autoritario, la verdad es
precisamente lo contrario. La principal crítica que se puede
hacer a Chávez y el gobierno que preside es precisamente la de
haber tenido demasiado mano blando con la reacción, la de
haberles permitido organizar su conspiración golpista sin dar
una respuesta seria. Es sorprendente ver como después del
golpe del 11 de Abril los únicos que siguen en la cárcel son
cinco bolivarianos. Cuatro que utilizaron armas cortas para
defenderse de la Policía Metropolitana y los francotiradores
de la oposición en Puente Llaguno, cuando los golpistas
avanzaban hacia el Palacio de Miraflores, y un locutor de
Radio Perola, una radio comunitaria que llamó a la resistencia
del pueblo contra el golpe. Algunos de los principales actores
del golpe huyeron del arresto domiciliario hacia Colombia y
todos los demás andan libres por las calles y plazas del país
organizando una nueva conspiración.
Durante el
actual cierre patronal el gobierno tardó casi tres semanas en
tomar medidas legales contra los directivos de PDVSA y las
tripulaciones de los barcos rebeldes. Los medios de
comunicación privados se han convertido abiertamente en
organizadores de la conspiración golpista y anti-democrática y
el gobierno no toma ninguna medida seria contra ellos. Aquí el
argumento de que eso no sería democrático no se tiene en pie:
lo que es a todas luces anti-democrático es que los cuatro
dueños de los medios puedan expresarse libremente y la mayoría
de la población no tenga acceso a ningún medio para difundir
noticias veraces. Las empresas del grupo Polar deliberadamente
están privando al pueblo de productos de primera necesidad y
el gobierno no interviene.
Algunos tratan de
justificar o explicar la actitud del gobierno diciendo que si
éste tomase medidas duras contra los golpistas esto provocaría
una reacción internacional en contra y en el peor de los casos
que si el gobierno avanzara por la senda de la nacionalización
de los bancos y las grandes empresas privadas eso llevaría a
una intervención directa del imperialismo. Este argumento, en
nuestra opinión es falso por dos motivos. En primer lugar
porque la oligarquía local y el imperialismo ya están en
contra del proceso revolucionario en Venezuela. El motivo es
que las medidas adoptadas por el gobierno de Chávez
(particularmente la ley de tierras, la de pesca y la de
hidrocarburos), a pesar de que son leyes que se mantienen
dentro del marco del sistema capitalista, a la vez atentan
contra los intereses fundamentales de los capitalistas
nacionales y extranjeros. Además el propio proceso de
auto-organización y movilización de las masas que se ha
abierto en Venezuela con la revolución bolivariana es, por sí
mismo es una amenaza mortal para los intereses de los ricos y
poderosos. Por lo tanto, la única manera que tendría Chávez de
“no provocar” o “no dar excusas” a la reacción sería
precisamente anular las leyes habilitantes y desmovilizar al
pueblo. Es decir la única manera de no provocar al
imperialismo y a sus agentes locales es poner fin al proceso
revolucionario.
Obviamente, una dirección
revolucionaria tiene que tener una estrategia inteligente y no
debe caer en ninguna provocación de la reacción. Sin embargo
la mejor forma de garantizar un proceso lo más estrictamente
democrático es tomando medidas severas contra la reacción que
ya ha demostrado sobradamente que no está dispuesta a respetar
la voluntad del pueblo expresada mayoritariamente en siete
procesos electorales. El principal peligro es que la falta de
decisión del gobierno están provocando ya una sensación de
impotencia entre las masas del pueblo que apoyan el proceso
revolucionario. La semana pasada hubo discusiones muy fuertes
entre las organizaciones populares de Caracas que querían
organizar una movilización que significara pasar a la ofensiva
y los dirigentes locales del MVR y PPT que insistieron en que
la movilización fuera solamente a PDVSA Campiña que lleva ya
semanas protegida por los bolivarianos. La táctica de
moderación del gobierno no amansa en absoluto a la oposición
reaccionaria y sin embargo corre el riesgo de desmovilizar,
desorientar y desalentar a los revolucionarios.
En segundo lugar, una intervención directa del
imperialismo de EEUU en Venezuela es harto improbable, y de
producirse no sería un paseo militar. Después de la caída del
estalinismo en la Unión Soviética muchos sacaron la conclusión
de que ahora el imperialismo ianqui es todopoderoso y puede
intervenir con éxito en cualquier parte del mundo. Pero,
aunque es cierto que la fuerza militar de Washington es
inmensa, no lo es su capacidad de intervenir contra el
movimiento revolucionario de las masas en cualquier país, ya
que esa ecuación no se resuelve desde un punto de vista
meramente militar sino sobretodo político. La principal
debilidad del imperialismo en estos momentos es precisamente
la propia crisis del sistema capitalista a nivel internacional
que empuja a las masas en todo el mundo a la lucha. En América
Latina no hay un solo régimen burgués estable. Una
intervención militar directa de los EEUU en Venezuela para
sofocar un proceso revolucionario se encontraría con una
resistencia feroz y además provocaría levantamientos
revolucionarios de masas en todo el continente y también se
encontraría con una oposición en los propios EEUU, dónde los
latinos representan ya la primera minoría étnica.
En este sentido es importante que la revolución
bolivariana haga un llamamiento claro a la solidaridad
internacionalista. Durante el actual cierre patronal se han
producido ya importantes muestras de apoyo, desde
manifestaciones en Argentina y Chile, a mensajes de
solidaridad de organizaciones obreras y populares de Ecuador,
Argentina, Europa, Estados Unidos, e incluso más importante,
el ofrecimiento de los trabajadores petroleros colombianos a
colaborar en el restablecimiento de la producción y refinado
de petroleo sin remuneración económica.
El
proceso revolucionario en Venezuela se ha convertido en un
punto de referencia para el movimiento obrero y de los pueblos
en toda América Latina. El sueño de Bolívar de una América
unida se expresa hoy en la consigna de una Federación
Socialista de América Latina, y la lucha por conseguirla es la
forma más eficaz de prevenir y derrotar cualquier intento de
intervención imperialista.
La cuestión de
las Fuerzas Armadas
Una de las
peculiaridades del proceso que se ha abierto en Venezuela es
que un sector importante de las fuerzas armadas se identifica
abiertamente con la revolución, y en el caso del propio
Chávez, incluso ha tomado la iniciativa. Sin embargo, a pesar
de que muchos militares golpistas ya han salido del ejercicio
en activo, eso no nos tiene que hacer pensar que la cuestión
del poder militar ya está resuelta. Sin ninguna duda quedan
todavía militares reaccionarios dentro de las fuerzas armadas
y también otros que aunque por el momento defiende la
institucionalidad vigente pueden pasarse al bando de la
reacción si las circunstancias son propicias. La estructura
del ejército no ha cambiado en lo fundamental.
Independientemente de las simpatías de muchos oficiales, la
cadena de mando, la composición social del alto mando, etc.
hacen que este sea todavía un ejército burgués, que en última
instancia no puede mantenerse neutral ante un proceso
revolucionario. La experiencia de Chile en la que un militar
constitucionalista, Pinochet, fue el que dio el golpe de
estado contra el gobierno de Allende debería servir de
advertencia de los peligros de mantener intactas las fuerzas
armadas en un proceso revolucionario.
Existen
ya organizaciones bolivarianas dentro de las fuerzas armadas,
aunque por ahora actúan en condiciones de semi-clandestinidad,
y se ha avanzado bastante en la confraternización entre los
soldados y los oficiales bolivarianos y el pueblo movilizado
ante las refinerías, pozos petrolíferos, edificios de PDVSA,
etc. El inicio de la organización de los reservistas también
es otro aspecto muy importante. Estos han sido llamados de
forma voluntaria y cumplen misiones de trabajo social en las
comunidades. Estas tareas se realizan de forma democrática e
implicando a la propia comunidad en el proceso de decisión y
ejecución de los proyectos (construcción de escuelas,
carreteras y calles, etc.). Esto es muy importante ya que los
reservistas que se han presentado son particularmente aquellos
que han estado más implicados en el proceso revolucionario, en
organizaciones de círculos bolivarianos, en sindicatos
clasistas, etc. De esta manera se pueden reforzar los lazos
existentes entre los trabajadores y el pueblo y los soldados y
oficiales revolucionarios.
Sin embargo esto por
sí mismo no es suficiente. Ante el peligro de un golpe de
estado reaccionario hay que hacer entrar la democracia dentro
de los cuarteles. Que los soldados puedan organizarse
libremente y discutir su participación en el proceso. Que los
oficiales sean también sujetos a elección y a referendos
revocatorios. Los oficiales revolucionarios no tendrían nada
que temer de un proceso de este tipo que no haría sino
reforzar su autoridad ante la tropa y ante el pueblo.
Además, para que las fuerzas armadas se fundan
con el pueblo es necesario que estas organizaciones
bolivarianas de soldados envíen delegados a las asambleas
populares y viceversa. Finalmente, ante la oleada de atentados
contra dirigentes populares, contra organizaciones
bolivarianas y la evidencia creciente de que la reacción está
armada, es necesario que los círculos bolivarianos y las
organizaciones obreras y populares discutan seriamente el
problema de su seguridad. En cada barrio, en cada fábrica y en
cada comunidad las organizaciones y asambleas deberían elegir
a un grupo de compañeros de confianza que bajo la dirección de
la asamblea empiecen a tomar medidas defensivas, a hacer un
recuento de qué armas se disponen, de que conocimientos
técnicos se disponen, con qué sectores de las fuerzas armadas
se está en contacto y qué planes de contingencia se deben
establecer.
Los revolucionarios estamos en
contra del derramamiento de sangre y de la violencia sin
sentido. Sin embargo, visto que la oposición está fuertemente
armada (en la Plaza Altamira hay gran cantidad de armas
largas, controlan diferentes fuerzas de policía en el país, se
hace acopio de armas en los barrios escuálidos), la mejor
manera de minimizar el derramamiento de sangre es organizarse
para desarmar al enemigo que ya ha demostrado que está
dispuesto a provocar un baño de sangre para ahogar a la
revolución. Los mismos que ahora exigen contarse mediante la
celebración de elecciones anticipadas, son los mismos que
organizaron el golpe de estado del 11 de Abril. Durante las 36
horas del golpe estos “demócratas” se presentaron en los
barrios populares con listas de dirigentes populares y
revolucionarios a los que había que eliminar.
La necesidad de la organización del proceso
revolucionario
La revolución bolivariana ha
abierto un proceso de politización y de organización de las
más amplias masas de los oprimidos. Los trabajadores, pero
particularmente los sectores más pobres de los barrios
populares que nunca participaron en política, a los que se
excluyo deliberadamente de todo proceso de toma de decisiones,
por primera vez en su vida han tomado su propio futuro en sus
manos. En este proceso han surgido miles y quizás decenas de
miles de organizaciones en los barrios, las parroquias, las
comunidades, las fábricas, los puestos de trabajo, etc.
Círculos bolivarianos, juntas parroquiales, corrientes
clasistas dentro de los sindicatos que se han fortalecido,
comités de tierra urbana, comités de campesinos,
organizaciones de estudiantes, etc. La capacidad de iniciativa
del pueblo no tiene límites. Además la formación de
organizaciones revolucionarias de base se aceleró a raiz del
golpe del 11 de Abril y su derrota por parte del pueblo. Esos
acontecimientos hicieron más candente ante los ojos de los
trabajadores y los pobres del campo y la ciudad la necesidad
de organizarse para defender y profundizar la revolución.
Sin embargo, hasta el momento, la principal
debilidad del movimiento revolucionario ha sido la falta de
coordinación, la inexistencia de foros u organismos de
unificación de todas estas organizaciones a nivel de
parroquia, municipio, estado y sobretodo nacional. Se han
hecho algunos esfuerzos en esta dirección con la formación de
Alianzas Populares, Coordinadoras Populares, y también la
celebración del Encuentro Nacional de Organizaciones Populares
y el Encuentro Nacional de Trabajadores a finales de Agosto
principios de Setiembre.
Sin embargo sigue
faltando una estructura organizada que permita al movimiento
popular compartir y generalizar la experiencia de lucha a
todos los niveles, coordinar sus actividades y sobretodo que
permita que el pueblo dirija el proceso de forma democrática a
través de sus representantes elegidos y revocables. Los
partidos políticos que forman la base del gobierno de Chávez
han demostrado ser incapaces de poder canalizar y organizar a
las amplias masas que se movilizan en las calles y darles un
cauce organizativo. El MVR y el PPT, entre otros, son
principalmente maquinarias electorales que no responden de
manera directa al sentir del pueblo. La ausencia de este
control por parte de la base ha sido uno de los factores que
ha permitido que todo tipo de carreristas y oportunistas se
sumaran al porta-aviones Chávez para luego traicionar el
proceso por un plato de lentejas. Aunque algunos de los peores
arribistas ya se han pasado a la oposición no hay ninguna duda
de que todavía hay algunos parlamentarios y dirigentes
nacionales y estatales de estos partidos que siguen apoyando
el proceso por su propia conveniencia.
Es
absolutamente vital fortalecer las organizaciones populares y
coordinar y centralizar su trabajo a través de la celebración
de asambleas populares en todas las parroquias, fábricas,
puestos de trabajo y cuarteles, que elijan representates a
coordinadoras locales, estatales y nacionales. Estos
representantes deberían de ser elegidos por las propias
asambleas populares y revocables en cualquier momento, de tal
manera que representen fielmente el sentir de los trabajadores
y el pueblo movilizado. Como medida inmediata debería
convocarse un plenario nacional de emergencia de
representantes de todas las organizaciones obreras y
populares. La consolidación de una estructura de este tipo
garantizaría que son los propios trabajadores y el pueblo los
que tienen la dirección de la revolución y que esta no se
negocia ni se concede en mesas de negociación en las que el
pueblo no está representado.
El movimiento
obrero y la necesidad de una organización marxista
Hasta el momento, los trabajadores no
habían jugado un papel independiente en el proceso
revolucionario, sino que habían participado en él como parte
del pueblo en general. Sin embargo durante el actual paro
patronal se ha puesto de relevancia la importancia del
movimiento obrero organizado para la victoria de la
revolución. Al fin y al cabo son los trabajadores los que
hacen funcionar la economía del país. Los trabajadores de las
industrias básicas han dedicido conscientemente seguir
trabajando e incluso han tomado medidas de lucha directa
contra el sabotaje del suministro de gas. Un gran parte de los
trabajadores petroleros de base han jugado un papel clave a la
hora de empezar a restablecer el suministro de combustible.
Finalmente en la empresa privada la mayoría de trabajadores se
han opuesto al paro, pero salvo en contadas excepciones no han
tomado todavía la iniciativa de abrir las fábricas bajo
control de los trabajadores. Lo que sí ha quedado claro es que
la cúpula burocrática de la CTV, “elegida” en un proceso
electoral totalmente fraudulento, no representa los intereses
de la mayoría de trabajadores organizados.
Sin
embargo Fuerza Bolivariana de Trabajadores, que se organiza
como una corriente dentro de la CTV, es todavía muy débil en
sus estructuras y fuerza organizada. La tarea de todas las
corrientes clasistas y democráticas dentro del movimiento
sindical es la de coordinar sus esfuerzos a nivel nacional
para arrebatar las organizaciones de los trabajadores a los
burócratas corruptos que las han venido secuestrando desde
hace años. Que esto se puede hacer queda claramente demostrado
por las victorias y avances de tendencias clasistas como La
Jornada entre los trabajadores petroleros en el oriente y
otras organizaciones de petroleros en otras partes del país,
del Bloque Sindical Clasista y Democrático en Carabobo, de los
compañeros de El Topo Obrero en Lara, de los sindicalistas de
las industrias básicas en Guyana, y muchos otros ejemplos en
todo el país de sindicatos y sindicalistas individuales que
están siguiendo una línea clara de independencia de clase y
sindicalismo combativo. A partir de la experiencia de la lucha
contra el actual cierre patronal es necesario pasar a la
ofensiva con una lucha decida y organizada para arrebatar la
CTV a la burocracia golpista de Carlos Ortega. Esta es una
lucha con posibilidades de victoria, pero aún en el caso de
que las maniobras y artimañas anti-democráticas de la cúpula
burocrática y golpista de la CTV consiguiera mantener el
control formal de la CTV, la propia lucha contra la burocracia
crearía las condiciones para la refundación de una central
unificada de trabajadores con un carácter de clase.
Pero además de esta unidad y centralización
necesarias del movimiento revolucionario y el avance del
sindicalismo combativo y democrático, es necesaria la creación
dentro del propio movimiento de una tendencia marxista
claramente definida y con objetivos claros. Para nosotros,
como marxistas, está claro que el proceso revolucionario, para
poder defenderse contra la reacción, necesita profundizarse en
la dirección de la toma de los medios de producción por parte
de los trabajadores, el control obrero democrático de las
industrias estatales, el control democrático de los medios de
comunicación por parte de los trabajadores de los medios y las
organizaciones populares, y un llamamiento internacionalista a
defender y extender la revolución en toda América Latina. En
una palabra el proceso revolucionario en Venezuela sólo puede
triunfar si avanza en una dirección socialista e
internacionalista.
Chávez en algunas
declaraciones se ha pronunciado por un “capitalismo humanista”
y ciertamente su proyecto político es nacionalista y contra el
imperialismo, pero no va más allá de los límites del sistema
capitalista. Sin embargo el problema es que en la época de
dominación del imperialismo, la posibilidad de desarrollo
nacional del capitalismo es extremadamente limitada por no
decir inexistente. La única manera de defender la soberanía
nacional y de utilizar las enormes riquezas del país en
beneficio de la mayoría de la población es expropiando a la
minoría de oligarcas parásitos que las controlan y empezando
una lucha internacional por librarse del yugo del
imperialismo. Es decir, mediante la lucha por el socialismo
internacional. És esta contradicción unida a la presión del
pueblo movilizado la que podría incluso forzar a Chávez a ir
más allá de sus propias intenciones.
El ejemplo
de la revolución sandinista en Nicaragua debería servirnos de
ejemplo. Cuando el FSLN llega al poder en 1979 se plantea una
revolución solamente nacional y deja en manos de un puñado de
empresarios la mayor parte de los medios de producción. De
esta manera las fuerzas de la reacción pueden combatir a los
sandinistas no sólo mediante la organización de las fuerzas
paramilitares de la contra (armada y financiada por los EEUU)
sino también mediante el sabotaje y la desorganización de la
economía desde dentro. Esta situación provoca un desgaste
enorme del proceso revolucionario hasta que al final la
contra-revolución triunfa a través de un proceso electoral.
Habrá seguramente compañeros dentro del
movimiento revolucionario que todavía no vean claramente la
necesidad de adoptar una perspectiva socialista. Los marxistas
revolucionarios deben de participar activamente dentro del
proceso y ser los más enérgicos luchadores contra la reacción,
explicando al mismo tiempo la necesidad de empujar el proceso
de transformaciones hacia adelante. Estamos convencidos que la
propia experiencia de la lucha conjunta por la defensa y la
profundización de la revolución les hará comprender la
correción de nuestros planteamientos. Pero para eso es
necesario organizar una organización marxista que participe en
la revolución con ideas abiertamente socialistas y que se
enraíce en el movimiento popular y particularmente dentro del
movimiento obrero. Una tendencia de este tipo conectaría muy
rápidamente con el sentir de las masas que exigen mano dura y
la profundización del proceso como única manera de defenderlo
y alcanzaría en un corto periodo de tiempo un eco masivo.
El movimiento revolucionario en Venezuela tiene
enormes reservas de apoyo entre las masas de los trabajadores
y los más oprimidos en Venezuela que representan la inmensa
mayoría de la población. Este es un proceso que les ha
despertado a la vida política por primera vez, que les ha dado
dignidad y una visión de un futuro mejor por el que luchar, la
posibilidad de mejorar sus condiciones de vida, de participar
en la gestión de su destino. Si esta magnífica energía
revolucionaria se dota de una organización nacional
disciplinada y de la única teoría revolucionaria que puede
llevarla a la victoria, el marxismo, no habrá fuerza que pueda
detenerla.
La revolución no se negocia, se
defiende y se profundiza
Por el control
democrático por parte de los trabajadores de la economía y los
medios de comunicación
Por la Federación
Socialista de América Latina
Jorge
Martín Caracas Diciembre 2002
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El Militante
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