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La Coneja, de Santa Fe
Por sebastian hacher ((i)) - Tuesday, Jul. 01, 2003 at 6:24 PM
sebastian@riseup.net

Postal del zoo santafesino.

1
-Cuando la entreviste digale señorita, por que eso es lo que es.
El vocero oficial parece el presentador de un programa de televisión de sábado por la tarde; la camisa almidonada, el pelo con fijador, la voz forzada para darle cierta solemnidad a sus palabras y, sobre todo, una voluntad inquebrantable de solucionar "todas las dudas que tengan, porque para eso estamos".

Celia Arenas, la señorita, había sido dirigente de la JUP durante sus paso por la Universidad del Litoral. Un rápido acenso en la carrrera política, catapultada según varias versiones por su apodo "Coneja", la arrancó de los pasillos
de la facultad de Derecho y la arrojó en los mas rentables de la administración provincial.

Hasta hace unos días era directora del area de Minoridad y Familia del Gobierno de Santa Fe, pero ahora está a cargo de toda la secretaria de promoción comunitaria, luego de que su antecesora Cavutto sea denunciada y renunciada por quedarse con ayuda para los inundados.

Fue un escándalo que se solucionó rápido; cuatro empleados habían sido descubiertos desviando camiones con donaciones, y el Lole prefirió hacer un cambio de caras, por más que la justicia no había llegado, peronista como siempre, a comprobar el atraco.

Desde entonces Celia Arenas, la coneja, maneja el reparto de la ayuda social y a 30 asistentes sociales que se dividen para atender a unos 1600 evacuados cada una. Ella tiene botas de gamuza marrón, pollera de jean gastado de fábrica y un saco tejido. Una mujer moderna pero con problemas;
la ropa, y sobre todo el calzado, revelan hoy día de que lado de la inundación quedó cada uno.



2
En un sillón del hall, tres periodistas con el alma húmeda
esperamos para tratar de entender como se ve la inundación desde el punto de vista guvernamental.

Las botas insuficientemente altas se convierten en una bóbeda que retiene recuerdos de la inundación, de un agua que no cuadra con las deficiniciones de incolora e inolora, y que tortura las medias como si fueran pesas de plomo incubando una futura gripe. El líquido barroso una mezcla de mierda, comida podrida, animales muertos, recuerdos, muebles, ropa; toda una cultura, la vida diaria de miles de personas que arrastró el río y que ahora, quince días después,se concentran sintetizadas en nuestros pies.

Venimos de la calle, de esos rios surreales que conforman la geográfia de los barrios mas humildes de Santa Fe. En el barrio Santa Rosa de Lima hay una escuela que ahora está 20 centimetros arriba del agua. Adentro es todo un revoltijo de agua mierdosa, pupitres desarmados, útiles inertes, zapatillas corroidas por el barro y restos de comida que anuncian el fallecimiento de un comedor. La directora,
convertida en capitana de un barco inmovil, el 30 de abril ella fue la última en irse con el agua a punto de superar el techo de 5 metros de altura. Antes había ayudado a sacar a unas 400 personas que encontraron en la escuela el último techo alto para escapar a la inundación.


Son los ojos los que hablan cuando narran sus recuerdos; en Santa Rosa los perros ahogandose, las familias en el techo con el agua al cuello, las cicatrices del rio contra las paredes altas. En Villa Oculta el vecino con el arma amenzando a un bombero para que lo saque primero y las canoas de
palo que amenazan con naufragar. En San Lorenzo el chaperío arrastrado, el vecino que no llegó a salir y del que nadie sabe nada. En Hipodromo, la noble peela de un caballo de carrera contra el rio, el pavimento flameando
y el agujero en la defensa llamado Jockey Club por donde el agua entró a la ciudad.




3
Celia Arenas, alias la Coneja, de condición señorita, sonríe y apoya los codos contra la mesa. Nos da la sensación de que en caulquier momento va a avanzar contra la cámara. Nosotros estamos demasiado cansados para jugar
nuestro papel, y nos desarmamos en las sillas con naturalidad; quizás la larga espera haya sido una táctica de la entrevistada para enfrentar la batalla que adivinaba en nuestros ojos achinados de fiebre.

Ella entrecierra los ojos para recibir las preguntas, y después habla sin pausa, respondiendo maquinalmente cada una de las preguntas sin cambiar el tono de voz. Llego a pensar que, por mas que le diga las cosas mas agresivas no voy a lograr adentrarme nunca en los verdaderos pensamientos
de la funcionaria.

Nos pasea por un sinfin de lugares comunes, sonrie como vendedora de seguros médicos y esquiva con elegancia cada una de las preguntas díficiles.

Me imagino posibles salidas; quedarme dormido en la silla, levantarme y salir caminando sin saludar, encender un cigarrillo y soltar una puteada, o simplemente esperar que termine de hablar para lanzar una carcajada.

Estamos definitivamente frente a una Santa Fe irreal, la que quedó sobre el agua pero colapsó frente a ella, y que ahora sobrevive por inercia, simplemente porque el agua impidió que surja algo capaz de terminar de enterrarla.



4
-La presencia de Salud es muy fuerte. Todos los días salen a la calle 2 veces por dia a repartir elementos de limpieza.

Sus ojos brillan con serenidad esperando mi próxima movida. Es un segundo de silencio donde pienso como mover mi próxima ficha en un partido de ajedrez por demás esquivo.

-Pero no es lo que vimos en los barrios. Recien venimos de Santa Rosa y la gente estaba trabajando sin barbijos, ni guantes, ni botas, ni nada de limpieza.

-Bueno, no es que estamos llegando a todos lados, pero tampoco es que estemos llegando a ninguno.

Otra vez mueve para atrás; generalidades, respuestas esquivas, ojos brillantes y sonrisa de operadora telefónica. Entiendo que hay que seguir firmes, avanzar casilla por casilla hasta gritar un jaque mate.

-Pero no es que estuvimos en el aguda un ratito, hace varios días que estamos recorriendo todo el barrio, y tengo entendido que es el mas grande. Y todo el tiempo nos dicen lo mismo; que ustedes no están.

Los ojos de la Coneja no dejan de brillar, pero algo en su frente se turba. Ahora es ella la que cambia de táctica, enciende un cigarrillo y me mira bajando el mentón.

-No tengo todos los datos ahora, pero estuvimos ayer ahí con la prefectura, yo fui personalmente y una señora me agradeció.

Estamos atrapados sin ir a ningún lugar. Es mi palabra contra la de ella. Me quedo pensando, mirándola por unos segundos en los que se cree vencedora por hastio. Aprovecha para revisar los papeles que están frente a su escritorio encojuendose de hombros, como señalando de que para ella la entrevista ya terminó. Jaque mate, pensará ella, pero todavía me queda un movimiento.

-Yo tengo fotos, digo.

Quiero vale cuatro, contraflor al restro y jaque al rey.



5
La Coneja levanta la vista de sus papeles lentamente. Saco de mi bolso un paquete de unas cien fotos, todas tomadas en los últimos dos días. Las exibo con tranquilidad, con fingida inocencia, mientras relato con voz pausada las pernurias y los testimonios que mi cámara registró. Ella mira silenciosa. Sus palabras ya no sirven de nada; ahora simplemente y asiente con la cabeza, intentando un gesto que significa "que barbaridad".
Ahora soy yo en mi pequeña ofensiva el que habla con el tono de voz de un vendedor de productos avon; la agresividad está en el mensaje y no en la forma (yo también trabajé de vendedor).

No hay nada mas para decir. Las imagenes hablan solas, y señalan con el dedo acusador a un estado ausente. Hombres descalzos cargando muebles corroidos, niños bañados en el barro, familias acinadas, perros muertos por doquier.

La funcionaria está vencida; la entrevista terminó y la mejor parte es su silencio frente a la historia que le cuentan las fotos. Triunfantes, juntamos nuestras cosas y nos vamos caminando despacio, fumando en silencio el cigarrillo de la victoria.

Mientras salimos, la funcionaria vuelve a aparecer.

-¿No me podés hacer llegar copias de las fotos?.Creo que me pueden servir.

Su sonrisa de vieja combatiente vuelve a florecer; la arpia tiene una última carta en la manga. Apenas la miramos y seguimos nuestro camino.

Me prometo que será la última vez que saque de mi bolso un pedazo de realidad para mostrarlo en una oficina gubernamental de la provincia de Santa Fe.

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