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Juan Gelman, habla sobre Montoneros y militancia
Por V.Chiaravalli - Tuesday, Aug. 26, 2003 at 7:58 PM

Resumen de interesante artículo del año 1997 donde Juan Gelman habla sobre Montoneros y militancia.

BALAS DE PAPEL

Gelman se desprendió del PC ("la revolución cubana influyó muchísimo en el pensamiento de un grupo de nosotros") para integrar las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), que, en 1973, confluyeron con Montoneros. Dos años más tarde se fue a Europa "Para hacer tareas de solidaridad", porque ya la cosa con la Triple A se había puesto muy fea, muy dura". En febrero de 1979, como resultado de una serie de desencuentros cada vez más frecuentes con la conducción, rompió denifitivamente con Montoneros.

-A partir de 1973, Montoneros cometió una cantidad de errores muy graves y comenzó el exilio. Además, como se consideraba una organización política y militar ( y más militar que política) adoptó una verticalidad absoluta y actitudes hasta ridículas. Por ejemplo: en cierto momento Firmenich y compañía decidieron que había que usar uniforme. Imagínese que alguien, caminando por la calle con ese uniforme (suponiendo que alguien hubiera, porque a esa altura, en 1978, la organización estaba casi destruida), sería reconocido. El uniforme consistía en una camisa celeste con estrellitas en los hombros para los grados y vivos en el cuello, como las del Ejército Argentino, con la diferencia de que las estrellitas de Montoneros no eran de cinco puntas sino de ocho (la estrella federal), y en el cuello llevaba cruzadas la TACUARA y una AMETRALLADORA. Por otra parte, al comienzo, los grados en la organización eran del tipo grupo guerrillero. Pero en el exilio empezó a haber una asimilación con los grados del Ejército Argentino. Lo más ridículo era que en el exterior también había que andar de uniforme. Y hubo cosas notables. Uno tenía que reunirse en Madrid con ese atuendo, pero como no iba a caminar por la calle de esa manera, se llevaba los implementos a la reunión, y antes de empezar y al terminar, había como cinco minutos de vestuario.

Otras torpezas fueron menos pintorescas, definitivas.

-Un grupo de nosotros decidió irse cuando la conducción planteó esa LOCURA que fue la CONTROFENSIVA MILITAR, que condujo a LA MUERTE A LA MAYORÍA de la GENTE que estaba en el EXILIO: muchos que querían volver como fuere, otros que pensaban que la situación de Montoneros no era tan grave en la Argentina, porque la CONDUCCIÓN mentía en grandes cantidades. Yo recuerdo un editorial publicado en EVITA MONTONERA que decía que la dictadura era "un boxeador grogui al que bastaba dar un par de cachetadas para tirarlo en la lona", lo cual venía a ser una caracterización boxístico-política ligeramente equivocada. Yo había entrado clandestinamente en la Argentina en 1978 para hacer ver a unos periodistas extranjeros lo que estaba pasando en el país, y entonces vi que la organización prácticamente ya no existía. En ese contexto, me pareció una locura largar la CONTRAOFENSIVA. Como el exilio estaba bastante disperso, los que decidimos irnos publicamos una declaración en Le Monde que sirvió de punto de referencia a muchos compañeros, que entonces decidieron no participar en ese delirio y así salvaron la vida.

-Pero, cuando se decidió la Contraofensiva, usted era parte de la conducción de Montoneros?.

-No.Nunca lo fui. Mire, los Montoneros habían creado una fachada que se llamaba Consejo Superior del Movimiento Peronista Montonero.
Yo estuve ahí como secretario de prensa para Europa. Pero, aparte de que ese cargo dentro del Consejo tampoco era determinante, el control efectivo de ese organismo lo tenía la organización propiamente dicha. Y yo nunca estuve en la conducción de la organización propiamente dicha ni tuve grados superiores. Los que determinaban la política de la organización y también de ese Consejo eran Firmenich, Vaca Narvaja, et.

-Usted no tenía ningún poder de decisión?
-No, en absoluto. El único poder que tenía era el de tirar la bronca y criticar. Yo era bastante discutidor y eso no gustaba mucho.

-Le dijo a Firmenich que la Controfensiva le parecía una locura?
-Eso era imposible, por la verticalidad y el militarismo. La conducción decidía y los demás, obedecian o no. Llegados a ese punto, decidimos no obedecer.

-En el 73 se suponía que lo que se abría eran vías de discusión política pacífica. Yo, por lo menos, lo supuse, y era así. La organización, entonces, estaba instalada en las villas, en sectores obreros, profesionales, en la juventud. ERAN CENTENARES DE MILES que no PERTENECIAN a MONTONEROS. Pero ahí es donde empezaron las grandes macanas, porque la DERECHA PERONISTA fue muy rápida y, con la Triple A, empezó a matar compañeros. La respuesta fue hacer lo mismo, y eso no era lo mejor, eso no era lo mejor....Yo discutí esa posición, pero no tenía poder de decisión. Además, en el año 74 la organización decidió por su cuenta pasar a la clandestinidad, cuando, en realidad, todavía existían caminos por recorrer desde el punto de vista de la discusión política: había diputados nuestros en el CONGRESO. Al pasar a la clandestinidad, perdóneme la expresión, la CONDUCCIÓN dejó con el CULO AL AIRE a TODA ESA GENTE que estaba dando la cara y que hasta el momento era absolutamente legal. La organización tenía medios para cubrirse (no se olvide del secuestro de los Born, había 60 millones de dólares), pero a los demás, los dejaron al descubrierto. Esto produjo MUCHAS BAJAS. MUERTES,quiero decir. Ahí empezaron los desastres.

-¿Por qué uno permanece en una organización a partir del momento en que empiezan los desacuerdos?. Creo que, en primer lugar, porque uno invierte mucho en la militancia, desde el punto de vista espiritual, intelectual, de tiempo...Cuesta dejar eso. En segundo lugar, lo que se veía en aquellos años (aunque muy pronto se empezó a ver que no iba a ser así) era que, por la influencia y la simpatía popular que tenía, Montoneros podía abrir un camino diferente del que proponía Perón y del que proponía la derecha peronista. Y, en tercer lugar, siempre (al menos durante un tiempo) existe la esperanza de que las cosas cambien. Además, el hecho de que mataran a los compañeros no ayudaba a abandonar la lucha, porque esto uno también podía sentirlo como una traición a su memoria. Por otra parte, la organización era BASTANTE ANARQUICA, producto de la incorporación rápida de miles de personas que llegaron por simpatía pero que, en general, no tenían una formación pólítica, digamos , de cierto nivel. Se iba juntando gente de extracción ideológica diferente y la conducción no hizo sintesis de todos esos elementos. Fue una organización sincrética.

-Yo me equivoqué, como tantos otros. Pero tampoco siento culpa por eso. Creo que la cupa puede ser un sentimiento cómodo: más bien hay que sentirse responsable en la medida en que a uno le tocó ser responsable. Por otra parte, los ideales que me movieron a militar siguen en pie. No he perdido la creencia en la necesidad de un mundo más justo.

Por Verónica Chiaravalli

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a Juan Gelman intruso Tuesday, Aug. 26, 2003 at 8:46 PM