Julio López
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Nuequén: la rueda de Pepe Alveal
Por sebastian hacher ((i)) - Tuesday, Jan. 27, 2004 at 4:33 AM
sebastian@riseup.net

Una charla con Pepe Alveal, el joven del MTD que perdió un ojo durante la represión del 25 de Noviembre

"inmensos jóvenes de pie
sin más edad que la esperanza"
(Roque Daltón - Por qué escribimos)


Sesenta y cuatro. Ese es el número de huellas de bala distribuidas en todo el cuerpo; cicatrices redondas, oscuras, que parecen quemaduras de cigarrillos y que sólo se van con los años. Pedro Alveal, Pepe para los amigos, llegó a Buenos Aires el jueves para someterse a la primera de una serie de operaciones por el ojo que perdió durante la represión del 25 de noviembre pasado en Neuquén.

Con sus 20 años, milita desde hace tres en el MTD de Neuquén, y trabaja desde agosto del 2003 en Zanon, la fábrica de cerámicos recuperada por su trabajadores. El día de la represión, cuenta que "había que ir al Ruca Che para decir que no queríamos esa tarjeta, porque imponía determinadas condiciones que iban a perjudicar a muchos de los compañeros".

Lo que vino después fue conocido por casi todo el país: los desocupados intentaron hacer una asamblea que terminó en una represión en todo el barrio y hasta la noche. Hubo heridos con bala de plomo en el estómago, piernas y brazos, decenas de detenciones. Entre ellas, la de Pepe, que hoy nos cuenta su historia.


En la línea de fuego.

"Yo estaba con una compañera repartiendo volantes a la gente, para discutir porqué no aceptar la tarjeta. En ese momento la policía me vio y después cuando empezó la represión me apuntaron a la cabeza. Me quedé en la primera línea, junto a muchísima gente del barrio que ni siquiera milita. Gente obrera, campesina, mapuches, niños".

No hay miedo ni exageración en sus palabras. Habla en forma pausada, casi medida. Se toma su tiempo para elegirlas con cuidado, como si cada una valiera oro.

"Contra todos reprimieron. Cuando vimos que pasaban las horas y la represión no paraba decidimos hacer una asamblea para ver qué hacíamos. Si seguía la cosa así sabíamos que iban a entrar a las casas para pegarle a cualquiera".

Y antes y después, las balas.

"La policía llegó al lugar de la asamblea a los tiros. Yo me quedé parado mirando cómo se iba la gente. No me metí detrás de nada, no se lo que me pasó en ese momento. No corrí y la policía vino hacia mi. Ahí empiezo a recibir tiros, me siguen como cuatro o cinco motos, me pegan, me siguen pegando. Cuando me llevan a la comisaría donde me siguen golpeando. Me gritaban zurdo, gremialista, y yo digo eh, ¿que onda?. Me hicieron arrodillar y me empujaron adentro de una celda. Después unos enfermeros que me estaban esperando afuera me llevaron al hospital, cuando me largan, a las tres de la mañana".


Arrancar.

Küpan kimkimtualu tañi che ñi doi kümeleam; vine a estudiar para bien de mi gente, podría decir tranquilamente Pepe si hubiera nacido en esas mismas tierras hace un siglo. Y entonces sería un tolqui o un kona; un guerrero mapuche defendiendo su pueblo. Pero como nació en la patria petrolera del siglo XX, en un barrio obrero de Neuquén donde los hijos de los hijos de la tierra viven apiñados y sin oportunidades, le contamos que alguien, contestando a un artículo, dijo que no creía que pudiera trabajar, estudiar y militar al mismo tiempo. Se ríe, quizás por única vez durante la charla, y explica algo que para él es lo más natural del mundo.

"Cuando yo tenía el horario fijo, iba a la mañana a Zanon, después los martes nos reuníamos los jóvenes, los jueves reunión general del MTD y estudiaba de noche, de 8 a 12, no para ocupar el tiempo en alguna cosa; el estudio es a lo que más apuntaba yo. Quería arrancar por otro lado"

Hay algo de paternal y algo de pibe de barrio en su forma de ser; una combinación de un idealismo apenas rasguñado por las balas, con un sentido de la responsabilidad difícil de encontrar en mucha gente.

"Después de la represión no me caí. Al otro día quería ir a la escuela, me levanté y me encontré internado y con un policía al lado. Me parecía que todo me reprimía. En ese momento me sentía anarquista; no quería aceptar ni la palabra del médico".


Como el primer día.

"Hacía algunas changas, siempre traté de manejarme por las necesidades que veía no sólo en mi familia, sino también en los vecinos. Antes salía con un carro a vender manzanas con mi viejo para llevar un mango a casa. Me paraba en una esquina y los conocidos nos compraban. Mi viejo hasta que entró a la fábrica hace unos meses estuvo en la calle vendiendo."

Su padre, Juan, trabajó hasta el 2001 montando antenas en una contratista de Telefónica que, como cientos de empresas en todo el país, redujo personal en lo peor de la crisis. Desde dos días después de la represión, Juan entró a trabajar en la fábrica por propuesta de una asamblea de los obreros. Si para su padre entrar a Zanon fue volver a sus orígenes, para Pedro, en cambio, fue descubrir un mundo nuevo.

"Yo nunca había estado en ninguna fábrica. Lo más groso que había visto era una obra en construcción. Yo pensaba que era una fábrica porque había mucha gente y en dos días quedaba una casa construida. Pero ahí termina el laburo y te echan."

En el MTD eligieron, en agosto del año pasado, que sean los pibes como Pepe los destinatarios de los primeros puestos de trabajo genuinos ofrecidos por los ceramistas. Ni él, ni la mayoría de sus compañeros jóvenes sabían lo que era un trabajo estable.

Pepe se integró a la parte de selección, donde se ven pasar decenas de cerámicos por minuto y hay que controlar que cada uno sea igual al siguiente. Además de esa tarea, Pepe "paletizaba", juntando las cajas de cerámicas de a cien sobre una base de madera que -aclara- fabrica la gente del MTD. Lo hacía con un entusiasmo que -lejos de apagarse- fue creciendo con el tiempo.

"Hasta el día de hoy sigo como el primer día. Muy contento de haber entrado a una fábrica que está controlada por los trabajadores. Y me dan ganas de meterme en cualquier fábrica y proponer lo que pasa en la mía. Es impresionante; yo empecé a leer para saber más del comunismo".


Los hilos

"Estar en mi casa me hizo pensar en muchas cosas. Cambiaron los sueños. Estuve soñando despierto, porque ni siquiera podía descansar tranquilo. Ahora estoy más lúcido, pero en ese momento estaba muy loco."

A la mañana siguiente de la represión, con Pepe en el hospital y su imagen dando la vuelta al país, tres mil personas se movilizaron en Neuquén, desafiando al clima y a la propaganda de Sosbich para intentar hacerlos pasar por "vandálicos". Con la represión en Neuquén y Salta, la campaña contra los piqueteros encabezada por Anibal Fernandez llegaba a su apogeo y comenzaba a chorrear sangre por los costados.

Pero la solidaridad escucha más las voces de la calle que a los editorialistas de turno. Las noticias fueron corriendo de mano en mano, cerca y lejos de Pepe. Nadie de los que lo conocían podían dejar de estar atentos a como evolucionaban los hechos en general y su salud en particurlar. Muchos, por suerte muchos, no podíamos dormir.

"Me vinieron a ver varios compañeros para decirme que siga adelante. Vino un soldador amigo de mi hermano y me mostró una herida en el pecho. Una bala de plomo y me contó que se la dieron en el 74. Y me dijo que se organizó y que siguió una línea, los hilos que vienen de esa época, que en el día de hoy si la agarras tenés que seguirla hacia adelante. Yo lo escuché mucho; esas cosas te ponen de pie. Porque por más fuerzas que tengas es difícil pararse, necesitás que tus compañeros te ayudan, te hablen."


Nosotros, los molestos.

"Les molesta que la gente se manifieste. Les molesta que uno reclame por sus derechos, por su futuro. Les molesta Zanon, que los obreros puedan parar una fábrica, que dentro de ella haya desocupados que se organicen".

Si lo que buscaban con la represión es quebrar la resistencia que los desocupados protagonizan en Neuquén desde 1995, con Pepe se equivocaron feo, porque la represión lo cambió, pero no en el sentido que ellos buscaban.

"Si antes pensaba que había que parar con la represión que se viene dando desde el 2001, ahora pienso que no solamente hay que pararlo sino que hay que pelearla de frente y destruirla. Este es un sistema que puede saber todo de tu vida, de tus familiares. Pero a la vez yo creo que si armamos otro sistema se puede combatir. Parar se puede parar cualquier cosa. Parás un colectivo y paran los cinco que vienen atrás. Yo creo que sí se puede parar y empezar otra cosa. Además somos muchas las personas, no varias, sino millones que tienen bronca. Hay mucha gente con la que empezar a mover algo que no sea lo que te imponen. Este gobernador se quiere llevar todo y no es así. Por eso la idea es empezar a hacer girar una rueda al costado del poder, donde importe lo que digamos nosotros."

Los pocos periodistas que vinimos en grupo para robarle a Pepe un pedacito del poco tiempo libre entre médico y médico, nos fuimos con una frase que quedó dando vueltas en el aire. Pepe, ese joven que creció de golpe y a los golpes, ese pibe que sabe que molesta porque está haciendo algo que es noble y verdadero, terminó la charla invitándonos a ser como él.

"Yo creo que hay que salir aunque sea a asustar. Como ustedes, que son jóvenes; por algo están acá, hablando conmigo, porque están buscando algo".

Y vaya si lo encontramos.

Sebastian Hacher, Buenos Aires, 27 de Enero del 2004


Epílogo policial


(Mientras se escriben estas lineas, en Neuquén los jueces Badano y Fernández, designados por Sobisch y su mayoría automática para ser miembros del Tribunal Superior de Justicia y actualmente a cargo de la Camara de Feria, tienen en sus manos la resolución de la libertad de los policías que agredieron a Pedro Alveal. El defensor de los policias, el Dr. Pandolfi, presentó un escribo apelando la prisión preventiva dictada por el Juez Abelleira contra los agentes Osvaldo Fornara, Elías Cifuentes, Alfredo Cortínez y Néstor Gatica. Copiamos dos párrafos de esa apelación, que alcanzan para conocer quienes son los defendores de la policias y los propios detenidos:

“Creemos que -no obstante el entrenamiento y la ‘profesionalización’, etc. de la que tanto se habla y que vemos sobre todo en el cine o en la TV, todo ello no alcanza a borrar el hecho de que los empleados policiales, no dejan de ser mamíferos ...por muy entrenados que estén... Si así no fuera, no se entendería como los superprofesionalizados soldados norteamericanos que ocupan actualmente Irak, no obstante su entrenamiento, su preparación, etc. hayan matado un par de miles de niños Iraquies, en lo que va del conflicto...”
“...se advierte claramente que los policías que defendemos hicieron lo mejor que pudieron, cumplimentando las instrucciones y respetando la integridad física de las personas a las que se les había ordenado reprimir, como que agredían al personal policial, saqueaban comercios, habían intentado asesinar a un oficial de la policía... y que no acataban las ordenes de detención que reiteradamente se le impartieron -como fue el caso de Alveal en particular-.- Quien entonces incurrió en el delito de desobediencia de una orden legitima que le fue impartida.- Por lo que la represión fue -en principio ajustada a la ley...”.

Fin del epílogo. No hay nada mas que agregar)

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muy lindo
Por una - Tuesday, Jan. 27, 2004 at 11:43 AM

gracias pepe.

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ladrón
Por Asqueadito - Tuesday, Jan. 27, 2004 at 3:15 PM

Hacher: es muy poco ético el refritar artículos de otros colegas. Robaste del Página/12 de hoy.
Si no, miren (muchas frases idénticas)


PAGINA/12: 27/01/04
PEDRO ALVEAL, DEL MTD DE NEUQUEN

Reportaje: Martina Noailles.

“La juventud debe salir a la calle aunque sea para molestar” Tiene 20 años pero su cara se hizo conocida en todo el país cuando la policía neuquina lo acorraló y, además de dejarle en el cuerpo la marca de 64 perdigones, le hizo perder un ojo. Su historia, proyectos y convicciones.

La policía me vio y cuando empezó la represión me apuntaron a la cabeza.” Los silencios de Pepe son más largos que sus rulos negros, y ya es mucho decir. Hace dos meses, mientras se manifestaba contra un plan del gobierno provincial para pagar los 150 pesos de subsidios en tarjetas magnéticas, las balas de la policía neuquina le dejaron varias huellas. Sesenta y cuatro marcas de perdigones en su piel, un ojo menos y más fuerza que nunca. Pepe es Pedro Alveal, y de sus 20 años ya pasó tres como militante de la juventud del MTD y más de uno como ceramista de Zanon, la fábrica que controlan unos trescientos obreros de Neuquén. “Hay que organizarse”, repite como si ése fuera el primer escalón de una alta pero no imposible cima a alcanzar. La escuela nocturna, las huelgas de trabajadores, las calles de su barrio. Cualquier rincón de su provincia lo transforma en escenario de su lucha y la de muchos jóvenes que, como Pepe dice, “hacen girar una rueda al costado del poder”.
–¿Qué pasó el día de la represión?
–Recuerdo mucho el día anterior. Esa noche salí de la escuela pensando que a la mañana temprano teníamos que ir al Ruca-Che para decir que no queríamos esa tarjeta que imponía determinadas condiciones y que iba a perjudicar a los compañeros. Al día siguiente salí a repartir volantes junto a una compañera, donde se explicaba por qué no aceptábamos la tarjeta. En ese momento la policía me vio y después, cuando empezó la represión, me reconocieron y me apuntaron a la cabeza. Yo me quedé en la primera línea junto a muchísima gente del barrio que ni siquiera milita. Obreros, campesinos, mapuches y niños. Los policías reprimieron a todos. Cuando vimos que pasaban las horas y los tiros no paraban, decidimos reunirnos en asamblea para analizar qué hacer. Sabíamos que, si seguía la represión, iban a terminar entrando a las casas para pegarle a cualquiera. En medio de la asamblea apareció la policía a los tiros. Yo me quedé parado mirando cómo se iba la gente. No me metí detrás de nada. No sé lo que me pasó en ese momento. No corrí. La policía vino hacia mí a los tiros. Me siguieron como cuatro o cinco motos, se bajaron y me pegaron. Después me llevaron a la comisaría donde me siguieron golpeando, acusándome de zurdo y gremialista. Como a las tres de la mañana me largaron.
–Durante la represión, una de las balas de goma dio en el ojo que finalmente perdió. ¿No lo atendió ningún médico adentro de la comisaría?
–No, nadie. Me hicieron levantar la remera y me dijeron: “Te cagaron a balazos”. Después me hicieron arrodillar y me empujaron adentro de una celda. Recién cuando me largaron, unos enfermeros que me estaban esperando afuera me llevaron al hospital.
–¿Qué cambió desde aquel día?
–Después de eso no me caí. Al otro día quería ir a la escuela, pero me levanté y me encontré internado y con un policía al lado. Parecía que todo me reprimía. Me sentía como un anarquista. No quería aceptar ni la palabra del médico. Tenía una bronca terrible.
–¿Y ahora? ¿Cómo sigue su vida?
–... (Largo silencio). No sé. Estar en mi casa me hizo pensar en muchas cosas. Me cambiaron los sueños. Estuve soñando con muchas otras cosas, soñando despierto. Ahora estoy más lúcido. En un primer momento estaba muy loco. Si antes pensaba que había que parar con la represión que se viene dando desde el 2001, ahora pienso que no solamente hay que pararla sino que hay que pelearla de frente y destruirla...
–¿Se puede?
–Parar, se puede parar cualquier cosa. Parás un colectivo y paran los cinco que vienen atrás. Yo creo que sí se puede parar y empezar otra cosa. Además somos muchos. Somos millones las personas que tenemos bronca.
–¿Por qué piensa que la policía reprime?
–Porque les molestamos. Les molesta que la gente se manifieste. Les molesta que uno reclame por sus derechos, por su futuro. Les molesta Zanon. Que los obreros puedan parar una fábrica, que dentro de ella haya desocupados que se organicen. Tienen miedo de que eso pase en otras fábricas, incluso en las que maneja (el gobernador del Neuquén, Jorge) Sobisch.
–¿Por qué milita en el MTD?
–El Movimiento surge en octubre del 2001 con una política grande de los obreros de la construcción que venían organizándose desde el ‘95. Yo empecé a militar a los 17 años, cuando me di cuenta de que en el barrio había gente con muchas necesidades que luchaba por nuestro futuro. Entonces, los pibes también teníamos que organizarnos. Como había pasado en la Argentina años atrás, los jóvenes vimos que debíamos organizarnos políticamente de alguna manera. Había que despertar a los otros compañeros para que haya más gente que piense políticamente. Nosotros no aceptamos una política de la que sólo se beneficia el gobernador y los que están alrededor suyo. Neuquén es para Sobisch un imperio, no una provincia.
–Trabaja, estudia y milita. ¿Cómo hace con todo?
–Yo creo que hay que construir algo desde otro punto de vista. Trabajaba hasta la tarde en Zanon, y martes y jueves nos reuníamos con el MTD. Todas las noches iba a la escuela nocturna donde estoy por terminar el secundario. Pero yo no estudio para ocupar el tiempo en alguna cosa, el estudio es a lo que más apunto yo. Hay que arrancar por otro lado. Hay pibes que ven lo más fácil y se meten a policía. Saben que en el futuro van a tener un sueldo seguro, una jubilación, todo.
–Y antes de entrar a la fábrica, ¿qué hacía?
–Hacía algunas changas. Yo siempre traté de manejarme por las necesidades que veía no sólo en mi familia sino en los vecinos, en el barrio. Salía con un carro a vender manzanas con mi viejo para llevar un mango a casa, los que nos conocían ya nos compraban. A veces mi papá se enojaba conmigo porque volvía de vender y me iba a los cortes. Me decía que tenía que seguir vendiendo a la tarde y yo le explicaba que me tenía que organizar. El, hasta que entró a Zanon hace unos meses, estuvo en la calle vendiendo verduras. No había laburo en ningún lado. Antes trabajaba en una empresa japonesa que ponía torres de alta tensión en todo el país para Telefónica, pero en el 2001 se quedó sin su puesto por reducción de personal. Después de eso nunca más consiguió trabajo hasta que, hace poquito, entró a la fábrica.
–¿Cómo fue entrar a Zanon?
–Te dan ganas de meterte en cualquier otra fábrica y proponer que hagan lo mismo. Hasta el día de hoy sigo como el primer día, muy contento de haber entrado a una fábrica que está controlada por los trabajadores. Es impresionante. Incluso empecé a leer para saber más del comunismo. Yo nunca había estado en ninguna fábrica. Lo más parecido que había visto era una obra en construcción, que cuando termina el trabajo, te echan.
–En agosto del 2002, la asamblea de la fábrica decidió incorporar nuevos trabajadores provenientes de los movimientos de desocupados. ¿Por qué eligieron a los más jóvenes?
–Veían que los jóvenes éramos los más perseguidos y reprimidos del barrio y, al mismo tiempo, los que más nos enfrentábamos contra la policía en las calles. La represión te encierra con una sola idea, la de “se van a pudrir en sus casas, no van a salir ni siquiera a trabajar”. Yo creo que la juventud no tiene que quedarse. Debe salir aunque sea a asustar. Por todo eso, los más grandes creyeron que debían darle una posibilidad a esos jóvenes. Ahora, y más aún adentro de Zanon, yo sigo con la misma idea de siempre, cambiar las cosas.
–¿Cómo es su barrio?
–Es un lugar con pibes muy inteligentes que tienen muchas ideas. Hay un montón de gente con la que empezar a mover algo que no sea lo que te imponen. Este gobernador se quiere llevar todo y no es así. Por eso la idea es empezar a hacer girar una rueda al costado de él, donde importe lo que digamos nosotros.
–¿Qué pasó en el barrio después de lo de Ruca-Che?
–La gente tiene mucha bronca. Muchos compañeros vinieron a verme para decirme que siga adelante. Un día vino un soldador y me mostró una herida en su pecho. Una bala de plomo que le pegaron en el ‘74. Me contó que, después de lo que le ocurrió, se organizó y siguió una línea, los hilos que vienen de esa época. Me dijo que en el día de hoy, si la agarrás, tenés que seguirla hacia adelante. Yo lo escuché. Esas cosas son las que te ponen de pie. Porque, por más fuerzas que tengas, es difícil ponerse nuevamente de pie, necesitás la ayuda de tus compañeros.
–¿Qué sentiría si dejan en libertad a los policías que le dispararon?
–Que es una injusticia. Una enorme injusticia. Ese día no murió nadie, pero podría haber muerto mucha gente. Como el presidente del barrio, que recibió un balazo en la panza. Si en vez de ser ahí era en la cabeza...

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que sagaz
Por sebastián hacher - Tuesday, Jan. 27, 2004 at 3:30 PM
sebastian@riseup.net

Sos muy sagaz, pero no tanto como para leer y entender todo:

"Los pocos periodistas que vinimos en grupo para robarle a Pepe un pedacito del poco tiempo libre entre médico y médico"...

eso dice en mi artículo.

Para mas datos: habíamos dos periodistas en la entrevista, y una fotógrafa que no sacó ninguna foto.

Ambos periodistas (el de página 12 y el de este medio) registramos el mismo audio; de hecho hicimos la entrevista en común, haciendo algunas preguntas cada uno.

Y en los dos medios salió el reportaje casi entero -si te fijas bien, de todas formas, vas a encontrar algunas diferencias.

Así que no veo donde está el "afano" ni el refrite, mas cuando las dos notas salieron al mismo tiempo.

Y si queres ahondar mas , te invito a leer este artículo:

http://argentina.indymedia.org/news/2003/11/153806.php

escrito en la madrugada luego de la represión. "afanado" de mi propia memoria.

Igualmente gracias por leer con tanta atención. Y, para la próxima, preguntá antes de asquearte tanto. Te va a caer mal.

sebastian

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CUALQUIERA
Por una - Tuesday, Jan. 27, 2004 at 3:55 PM

Cualquiera andar acusando así. Además, Sebastian y Martina son amigos y no es raro verlos juntos por ahí :P

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Juntos
Por Martina - Tuesday, Jan. 27, 2004 at 7:03 PM

Sebastián y yo fuimos juntos a charlar con Pepe. Más allá de incluir los mismos testimonios, Seba hizo un análisis sobre las palabras de Pepe y sobre lo que significa su laburo en el MTD de Neuquén que yo no incluí en el reportaje.
En lugar de estar fijándose en esas cosas deberían rescatar la importancia de que historias como las de Pepe puedan ser conocidas, así sea desde Indymedia, desde Página12 o desde cualquier otro medio.
Martina

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actualización
Por reenvio sebastian y martina - Wednesday, Jan. 28, 2004 at 11:49 AM

Neuquén: liberan a cuatro mamíferos de uniforme
por martina noailles - sebastian hacher ((i)) • Tuesday January 27, 2004 at 08:36 PM

La justicia neuquina acaba de liberar a los policías detenidos por la represión del 25 de noviembre y la balacera contra Pedro Alveal.

Aceptando argumentos que van desde el darwinismo social hasta el fascismo puro, los jueces Eduardo Badano y Roberto Fernández acaban de liberar a los cuatro policías que balearon y golpearon a Pedro Alveal provocándole la pérdida de su ojo izquierdo. El joven militante del MTD y obrero de Zanon participaba de un reclamo contra el plan del gobierno de Jorge Sobisch de magnetizar la ayuda social, cuando comenzó la represión que dejó 9 heridos de bala de plomo y a Pepe con 64 perdigones en todo el cuerpo.

"La policía llegó al lugar de la asamblea a los tiros. Yo me quedé parado mirando cómo se iba la gente. No me metí detrás de nada, no se lo que me pasó en ese momento. No corrí y la policía vino hacia mi. Ahí empiezo a recibir tiros, me siguen como cuatro o cinco motos, me pegan, me siguen pegando. Cuando me llevan a la comisaría me siguen golpeando. Me gritaban zurdo, gremialista", recordó Pepe. Aunque el juez Roberto Abelleira detuvo a los oficiales Osvaldo Fornara, Elías Cifuentes, Alfredo Cortínez y Néstor García por el delito de lesiones graves doblemente calificadas por alevosía y uso de arma, los dos nuevos jueces de feria los dejó en libertad alegando "lesiones en riña".

Los argumentos del defensor de los detenidos, Dr. Pandolfi, convencieron al Tribunal. "Creemos que, no obstante el entrenamiento y la %91profesionalización%92, (...) los empleados policiales, no dejan de ser mamíferos ...por muy entrenados que estén... Si así no fuera, no se entendería como los superprofesionalizados soldados norteamericanos que ocupan actualmente Irak, no obstante su entrenamiento, su preparación, etc. hayan matado un par de miles de niños Iraquies, en lo que va del conflicto...".

Según el abogado, los policías "...hicieron lo mejor que pudieron, cumplimentando las instrucciones y respetando la integridad física de las personas a las que se les había ordenado reprimir".

Pepe, que hasta ayer estuvo en Buenos Aires para someterse a la primera de una serie de operaciones, no opina lo mismo.

"La policía me vio y cuando empezó la represión me apuntaron a la cabeza", nos contó. La integridad física que dice haber respetado la policía no se percibe en las marcas que dejaron las balas de plomo en la panza de Chureo, el presidente del barrio, y en el brazo de Aldo, otro de los heridos en la represión.

La decisión de los flamantes miembros del Tribunal es el primero de una serie de servicios que los jueces prometen brindar a favor de Sobisch, el autotitulado "hombre de Repsol". El gobernador, que en su anterior gestión intentó mediante coimas obtener la mayoría automática en la corte provincial, logró hace poco más de diez días el nombramiento, en sesión secreta, de los dos camaristas.

Con esta designación, el gobernador se garantiza el control total de la justicia, en favor de su proyecto de "alianza estratégica" con las petroleras. Las empresas Repsol YPF, Pioneer Natural Resources, Pluspetrol, Chevron-Texaco, Capex y Petrobras, todas radicadas en la provincia, representan el 47% de la producción petrolera y 56% la gasífera de todo el país.

La cuenta neuquina tiene reservas comprobadas por 188.774.000 m2 de petróleo y 188.774.000 m2 de gas, pero en el Barrio San Lorenzo, donde vive Pepe, la desocupación trepa al 40 por ciento. Y no hay más misterio que ese en el proyecto de Sobisch.

La represión del 25 de Noviembre fue un intento de "dar una lección" a los que, como dice Pepe, no aceptan "una política de la que sólo se beneficia el gobernador y los que están alrededor suyo. Neuquén es para Sobisch un imperio, no una provincia".

La tarea que se le encargó al Tribunal es la de garantizar impunidad, aunque para ello tengan que apelar a argumentos veterinarios.


Martina Noailles - Sebastian Hacher
Bs. As, 28 de Enero del 2004

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je...
Por amig@@@ - Friday, Jan. 30, 2004 at 8:04 AM

Y para colmo escriben juntos :P

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