Julio López
está desaparecido
hace 6440 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

A dos años de la masacre de avellaneda
Por OSL (A)-EN LA CALLE - Sunday, Jun. 27, 2004 at 12:49 PM
libertaria@infovia.com.ar

Editorial del periodico EN LA CALLE Nº52 junio-julio 2004.

La democracia de las elecciones, el congreso, los tribunales, las intendencias, es una pantalla que disimula la violencia política sobre la que se sostiene el poder de la burguesía.
Y las luchas entre fracciones de la burguesía producen reacomodos pero no el fin de esta dictadura política.
En la dictadura política de la burguesía los dueños de las maquinas, de las tierras, de la ciencia, de la medicina, de los medios de comunicación y de la cultura, un pequeño porcentaje de la población, vive a expensas de las grandes mayorías, que deben resignarse a vender su cuerpo en las fabricas, en las empresas, en los campos o en las calles podridas de ciudades violentas y decadentes.
La injusticia de que pocos se hagan ricos gracias a lo que muchos producen y siguen pobres produce toma de conciencia, pensamiento critico, búsqueda, lucha de clases.
Entonces, en el principio fue la acción. La acción de resistir, de decir no, de organizar esa resistencia.
Eso fue, y no nos cansamos de repetir, el proceso de acumulación de luchas, resistencias y de organización que permitió que factores objetivos como el desquiciamiento del orden económico de la sociedad, una despiadada pauperización de enormes sectores de la población y un saqueo sin precedentes de la riqueza social a pocas cuentas bancarias; desembocara en un cuestionamiento radical del orden social construido sobre los pilares neoliberales el 19 y 20 de diciembre de 2001.
El poderoso movimiento social en argentina es hijo directo de la revuelta popular, nació en el trueno de la lucha.
Para sobrevivir, como siempre que se presentó una situación de crisis aguda, la burguesía recurrió a las armas.
Y a tiro limpio quiso recomponer el dominio cuestionado.
“Ya no pueden gobernar, asamblea popular” seguía al “¡Que se vayan todos!”.
¿Por qué insistimos en repetir número a número de EN LA CALLE estas frases, estos hechos históricos?
Debemos mantenerlos vivos, porque aún estamos viviendo sus consecuencias, sus derivaciones, no tenemos que olvidar. Hay que darle un significado a las jornadas de resistencia que supimos protagonizar y de las que esta situación política de hoy es consecuencia directa.
Al fracasar la rebelión popular (y no tenía otra alternativa), quedó en pie el sistema capitalista armado de un implacable furor. La confusión, pero también el miedo, se expande por las filas de los movimientos sociales, de sus referentes, que se pelean y empujan a su organización a la fracción, que da rienda a la iniciativa de un gobierno de carácter independiente (en contraposición a las repudiadas relaciones carnales), de gestos democráticos en el contexto de una política económica que mantiene la columna vertebral construida por el neoliberalismo.
Si las fuerzas populares que peleamos por cambiar esta estructura social desigual e injusta no conseguimos abrir un espacio de ejercicio de poder real, no logramos participar de las decisiones políticas que se toman para encaminar el rumbo, nos esperan largos años de reacción.
Porque no se debe confundir un gobierno que reparte mejor la riqueza con un gobierno que termine con la pobreza. Repartir mejor la riqueza es una de las formas en que la burguesía combate la revolución.
Hemos dejado atrás la época en la que se intentaba hacer la educación teórica, doctrinaria de la clase obrera (a la que una izquierda instruida y de extracción burguesa creía desposeída de teoría de cambio propia). Nuestras filas revolucionarias se nutren de la clase y se forman extrayendo enseñanzas de la acción. Vamos en dirección de trazar una política de masas y no tan sólo de grupos que buscan el apoyo de las masas.
También ha quedado en el basurero de la historia el partido totalitario, el fanatismo religioso, la idolatría del jefe, toda una ideología que terminó desarmando al proletariado frente a sus adversarios.
El piquete, como la huelga, indica fuerza colectiva, entendimiento entre los obreros y las obreras, entre los habitantes de un mismo territorio. Consecuentemente cada acción se encadena en nuevos agrupamientos y acciones.
Pero el gobierno aprovechó muy bien las debilidades de la oposición poniendo contra las cuerdas al movimiento social y ha decidido que las fuerzas populares no tienen lugar en la toma de decisiones. La esfera que le cabe en la transversalidad es el modelo chavista de círculos bolivarianos de defensa del gobierno. Ese es el espíritu del acuerdo firmado en el hotel Castelar entre el Frente Transversal Nacional y Popular, la FTV, MTD Evita y Barrios de Pie (que se suman al apoyo prestado por el MP-20). No es otra cosa que las viejas unidades básicas enquistadas en cada esquina de cada barrio. Una vez más el pueblo no gobierna, sino a través de sus representantes.
Dario y Maxi no cayeron peleando por esta basura.
Pocho Lepratti y Claudia Acosta; Carlos Petete Almirón, todavía esperan que hagamos parir el mundo nuevo.
No llevamos el nombre de Aníbal Verón o Teresa Rodríguez para decorar el estandarte.
Sergio Terenzi, el Urubú, en algún rincón de la memoria pregunta por ese oscuro día de justicia.
Justicia para el pobre, hecha por el pueblo pobre, construida por albañiles, maestras y enfermeros, cocineras y obreras de fabrica, repositores de supermercado o playeras de estación de servicio. No la justicia de los despachos ministeriales, la del juicio formal que condena a cinco años, archivo y se terminó la noticia.
El crimen político es el asesinato que una clase ejecuta sobre los hombres y las mujeres de otra, para escarmiento, para exterminar la rebeldía y que el mundo nuevo se ahogue sin nacer.
Lo mejor que podría hacer este gobierno es escuchar el reclamo popular de castigo a los responsables de las diferentes masacres y crímenes que ha venido cometiendo el Estado argentino para sostener intacto el poder de los burgueses. Como en la ESMA pero sin símbolo. Que caiga sobre Duhalde, Atanasoff, Alvarez, Fernández, Rodríguez, Quindimil, Escasani, Ruckauff, West, Hadad (...).
Pero que se sepa. Para los hijos del pueblo no habrá justicia hasta que no sea una sociedad sin explotadores ni explotados, sin clases sociales, sin privilegios. Por eso dieron su vida los compañeros y las compañeras y no hay otra reparación posible que la revolución.

Periodico EN LA CALLE Nº52 junio-julio 2004

agrega un comentario