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El punk de tu existencia
Por Hernán Scandizzo - Tuesday, Jul. 27, 2004 at 10:32 AM
herscan@yahoo.com.ar

Otra cara de la resistencia mapuche

El punk de tu existe...
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"Cinco siglos sometidos,
cinco siglos nos han mentido,
cinco siglos oprimidos, confundidos.
Hermano, abre bien los oídos,
atento al sonido que viene con fuerza desde el corazón,
desde el fondo del alma viene mi voz".
Meli Weichafe

La imagen más difundida es la del ámbito rural, criando cabras u ovejas en la estepa o entre los cerros de la Cordillera y Precordillera, hilando al huso, tejiendo una matra, vadeando un río, tostando piñones... Sin embargo esa es una cara, la más folklorizada, de la compleja realidad del Pueblo Mapuche. La mayor parte de este pueblo debió dejar la vida comunitaria del campo y migrar a las ciudades... a los suburbios, a los ‘cinturones mapuches’. A los barrios ‘altos’ de Bariloche, a la periferia de Neuquén, Esquel, Gral. Roca, Comodoro Rivadavia, Trelew, Viedma, Bahía Blanca... hoy escenarios de un lento pero creciente proceso de autoafirmación identitaria.

En este marco han surgido diferentes organizaciones urbanas, algunas de corte folklórico culturalistas, otras que hacen hincapié en los aspectos políticos, otras que consideran indivisible el rescate cultural y la reivindicación política. La mayoría de estas organizaciones, nacidas en las décadas del ’80 y ’90, están conformadas por personas de entre 30 y 40 años – o más – y muchos de sus miembros previamente pasaron por otras experiencias organizativas, desde grupos cristianos a partidos políticos. Pero parte de otra generación, la de jóvenes que mayormente no superan los 25 años, ha encontrado su lugar de participación política y rescate de la identidad en movimientos músico contraculturales como el punk y el heavy metal. El poeta maldito David Añiñir, de Cerro Navia – Santiago de Chile –, quiso expresarlo y recurrió a neologismos para dar cuenta de esta realidad: mapurbe, mapunky, mapuheavy...


El filo de las palabras

“Y me quedo parado aquí
entre pewenes electrocutados
infectándome del cáncer
que erosiona la tierra.”
(David Añinir, Mapurbe)


“Obviamente somos rebeldes – dice Fakvndo Wala –, somos rebeldes a un sistema, a una forma de vida a la que fueron obligados a estar nuestros padres... a ser laburantes, a salir del campo cuando eran pibitos. Entonces nosotros no vamos a estar felices y contentos. Y nos sentimos reflejados en cuestiones como la actitud del punk. En la ciudad qué otra te queda, si vos ves que en general te levantas allá arriba, en el (barrio) 34 Hectáreas, que te cagas de hambre, que en el invierno no llega la leña... No creo que vivas re contento...”

No usa cresta, no parece un mohicano británico sino un pibe de barrio, su peinado no es punzante, sus palabras sí: “...la represión y las korridas histórikas ke hemos sufrido nos han llevado ha asentarnos en las periferias de las ciudades ke ha kreado el Wigka (usurpador), - escribe en su fanzine Tayiñ Weichan (Nuestra Lucha)-. De este proceso hemos surgido muchos de nosotros, kreciendo Nuestra Raíz desde el cemento, desde el barrio, allí nos hemos kriado y hemos vivido la Opresión desde este lugar, akí hemos enkontrado también en algún momento de nuestras jóvenes vidas expresiones y alternativas ke nos han hecho sentir identifikados, es el kaso de la KontraKultura Pvnk y del Guerrero Heavy Metal, estas expresiones nacidas en el seno de los suburbios komo manera de atake al sistema impuesto son las ke en un primer momento nos han hecho tomar konciencia de la Realidad en la ke estamos inmersos...”. *

Su publicación – el fanzine – está un poco escrita a mano, otro poco con computadora, es un gran collage multiplicado mediante fotocopias, es una barricada montada sobre papel y armada de letras. Él es un joven de la periferia de Bariloche – o Furilofche, según el nombre ancestral – que se lo puede ver tanto en los recitales como en diferentes instancias de la lucha de su pueblo. Al conocerlo vienen a la memoria estrofas del desaparecido grupo de ska punk Kortatu, de País Vasco, que en La línea del frente advertía: “...ten cuidado al pasar a mi lado, porque soy una cuchilla andante”. Con el filo de sus palabras escribe: “Nos verán (...) en los kampos y las ciudades, en Nuestro Territorio, Rekonocidos o no, kaminamos kalles, plazas, basurales, estamos en las Kárceles y en los Barrios, ‘Somos la enfermedad de su salud civilizadora assesina’”.

Zapatillas, jeans, campera, no hay lugar donde quepa una nueva inscripción. Las reivindicaciones de la lucha de su pueblo se suceden tanto en mapudugun – idioma mapuche – como en castellano. “Se nos ponen los pelos de punta kuando una viola se distorsiona y pela un rif, kuando eskuchamos el loko ritmo del Pvnk – explica desde su trinchera de papel –, y más aun kuando las letras de las kanciones nos Reflejan gritando la kruda realidad, son armas ke tomamos y utilizamos, komo lo hicieron Nuestros mayores al adoptar el Kawel (caballo), komo lo hacia V8 (legendaria banda heavy argentina) al entonar "Brigadas Metalikas", o la Polla (grupo punk de País Vasco) kuando decía "Nada nos mueve, no hay esperanza, Venganza". (...) Transgredir, Destruir, Romper, Vengarse es lo ke nos Mueve, para aportar a la ReKonstrukción de Nuestro Pueblo, y la Konstrukción de una Humanidad más Humana.”


Relatos del pogo purrún

“Eres tierra y barro
eres mapuche sangre roja como la del Apuñalado
eres la mapuche girl de marca no registrada
de la esquina solitaria apegada a ‘ese’ Vicio.
Eres mapuche en F.M., o sea, Fuera del Mundo
de piel oscura y Superhiperarchi dotadas venas
que bullen gorgoteantes de una Venganza que Condena.”
(David Añiñir, Berna Mapunky o Ana Mapunky)


“Me acuerdo que en Furilofche, cuando en los recitales empezaba el pogo, los pibes empezaban a sacudir la cabeza – relata Lorena Caniuqueo –. Algunos se abrían las camperas, empezaban a dar vueltas. Se agarraban las puntas de las camperas (estiraban los brazos hacia los costados) y empezaban a dar vueltas. Ahí con otro par de gente no éramos mapuche, éramos punkies. Después empezamos a discutir todas estas cuestiones, a plantearnos otras y cuando llegó la posibilidad de ir a un kamarikun (ceremonia mapuche) vimos a nuestros lamuen (hermanos) haciendo el choike purrún (danza del choike, avestruz), dijimos: ‘Ah, mirá, si se parece a fulanito allá en el pogo’. ‘¡Qué lo tiró, cómo tira la sangre!’, nos matábamos de risa. Pero eso ya está en los movimientos, en los gestos, las caras... y vos te ibas creando una identidad.”

Lorena nació en Bariloche y actualmente estudia Comunicación Social en Gral. Roca o Fiske Menuko – pantano frío –. Ella es parte del staff del periódico mapuche Azkintuwe e integra el Equipo de Comunicación Mapurbe, colectivo con el que editan un fanzine. “El MAPURBE es una publicación hecha por un grupo de jóvenes mapuche nacidos y criados en la ciudad, ligados a nuestras raíces desde el fondo de nuestro pensamiento y nuestras acciones. Nuestro presente es una parte de lo que vive nuestro Pueblo actualmente. Aquí somos laburantes, estudiantes, desocupados, mapunkies, mapuheavies, del bando disperso o en la bandada que lucha. La voz del barrio es la nuestra también y en el asfalto y en la tierra, la voz de nuestros ancestros perdura. Aquí, el barrio también es parte de nuestro territorio. De acá salimos y desde acá vuelve a nacer nuestra lucha”, escribieron en la editorial del primer número.

“La mayoría de los que hacemos Mapurbe o los que estamos planteando estas cuestiones desde las ciudades no nos conocimos así – cuenta Lorena en una soleada mañana en Pantano Frío –. No nos conocimos en lo que podría ser un ámbito natural mapuche: ni en organizaciones, ni en kamarikun ni en nada de eso, nos juntábamos en la esquina o en la garita, en los recitales. Cuando se armaban las grandes trifulcas porque nuestros viejos habían quedado todos sin laburo.”

“Cuando nos juntábamos (en Bariloche) estaba la Resistencia Heavy Punk y la Resistencia Heavy Punk era mapuche – afirma con algo de orgullo –. A partir de hacer recitales empezabas a hablar de un montón de cuestiones. Te planteabas: “Bueno viejo, pero al final nosotros estamos con esta desesperación, con esta incertidumbre porque... ¿es herencia? ¿qué pasa?”. Y de a poco empezas: “¿Vos qué apellido sos?”. Porque primero te disfrazas de lo que venga hasta en esos lugares, que supuestamente son ‘tus’ lugares. Sos el Mecha, el Gula, nombres que te disfrazaban. “- ¿Pero vos qué apellido tenés? - Yo soy Ñancucheo. - Yo soy Caniuqueo.” Empezas a hacer toda una cadena. “Lo que pasa es que mi viejo se vino acá porque lo corrieron los milicos” o “Ahí había que hacer una escuela rural de la provincia y lo sacaron” o “Llegó el turco, se quedó con las tierras”. Y al final tenías un montón de coincidencias y encima te juntaste ahí, pensas y te vestís más o menos igual. Tu identidad, que era inicialmente ser un punky, se agrandó mucho más.”

La pausa que hace es breve, es sólo para ordenar algunas ideas.“Te dabas cuenta que era todo un proceso, vos eras alguien que había surgido a partir de un montón de cosas que le había pasado a tu familia. Te empezas a dar cuenta de que tus viejos no son unos cagones: “Si le pasó al otro y al de aquel barrio también... ¿Qué pasa acá?”. Empezas a cuestionar un montón de cosas y decís: “No empezó ahora, empezó hace muchísimo tiempo atrás”. Entonces reivindicas esas historias de resistencia que continuamente nos ocultan y que nos sirvieron muchísimo para poder hablar con firmeza de nuestra identidad.”


Voces del suburbio, gritos de la Tierra

"Vuelan serpientes que enmarañan la razón
vuelan serpientes que envuelven el corazón
...Tu corazón no es bueno; tu corazón no es malo
es una gran combinación".
Pirulonko, Vuelan serpientes.


También en Bariloche Oskar arremete desde el éter y desde el papel. Hace cinco años dio vida al programa Grito Suburbano, en la emisora comunitaria Gente de Radio, y desde hace otros varios edita el fanzine Piuke Mapu (Corazón de la Tierra). “En esto empecé de pibe – relata pausadamente –, más o menos era rebelde por naturaleza, por llamarlo así, y conocer al punk y al heavy me sirvió mucho para poder canalizar esa rebeldía. Esa rebeldía que creo que todos los jóvenes tenemos y que es necesario tomar herramientas para canalizar esas energías para que sean positivas. El heavy y el punk reflejan mucho cómo vivimos los mapuche y los no mapuche en la ciudad, más precisamente la gente que vive en los suburbios, en los barrios, los hijos de obreros, los hijos de amas de casa.”

“Mucha gente mapuche nos rechaza, nos discrimina o nos deja de lado porque somos así, porque pensamos así, porque nos vestimos así – afirma –. Porque reflejamos lo que pensamos en la ropa, en un parche, en una muñequera, en una cadena y en las cosas que decimos y que cuestionamos constantemente.” Sin perder su hablar pausado pero armado de iconoclasia arremente contra las visiones tradicionalistas: “El mapuche no se congeló en el tiempo y si cada uno se da cuenta de eso mucha gente en los barrios se reconocería. Mi abuela habla mapudugun pero me dice: ‘Yo no soy mapuche porque yo no vivo como antes’. Logran que mucha gente no se reconozca porque piensa: ‘Los mapuche eran antes’. ¡Los mapuche somos ahora también y vamos a seguir siendo!”

Cientos de kilómetros al norte, en la ciudad de Neuquén, Pagi afirma: “Nosotros tenemos una identidad, escuchamos heavy y punk todos los días pero eso no nos hace cambiar para que digamos mapuche punky. Creo que un mapuche no se tendría que reconocer como punky o heavy, porque estás perdiendo tus valores, tus principios, tu identidad. No estás reconociendo tu identidad”. Él también es joven, pertenece a la Agrupación Mapuche Newen Mapu, y con un puñado de chicos y chicas que no superan los 20 años edita la revista Tayiñ Rakiduam (Nuestro Pensamiento).

La entrevista transcurre en la sede de la agrupación, en un barrio de la periferia neuquina atestado de variopintas iglesias cristianas. En torno a la mesa están sentados Pagi, Amancay y Calfuman, un poco más alejada, y frente a una computadora, está María Pichiñan. Ella al principio escucha la conversación y no interviene, pero luego se incorpora: “Como dice Pagi (su hijo), o sos argentino o sos mapuche, o sos punk o sos mapuche. Nosotros no queremos ser una mezcla de culturas, queremos ser una sola. Ahora, el mapuche puede optar por ser punk y mapuche a la vez, argentino y toda la historia, pero tiene una infinidad de identidades que no lo caracteriza firmemente en una. Es un poco de cada cosa, nosotros no queremos ser un poco de cada cosa, queremos ser lo que somos. No necesitamos ser un poquito punk para sentirnos un poco mejor. Nosotros al reivindicar y reafirmar nuestra identidad como mapuche nos sentimos llenos. Nos sentimos satisfactoriamente bien y no necesitamos otro elemento que venga a complementar, lo tenemos todo: valores, principios, un nombre, un ordenamiento de nuestra vida. Para nosotros ser mapuche es todo eso. Aahora, no rechazamos al punk. Rompería con nuestra identidad, con nuestra característica como mapuche, ser punk.”

Amancay también interviene: “No podes ser dos cosas a la vez. No podes ser una cosa ambigua. Tenés que ser una cosa, una sola a la vez y, aparte, si te reconoces como mapuche, ya tenés toda una cultura, un idioma”. Pagi agrega: “Tu propia música”. Y Amancay complementa: “Tu propia música, tu propia recreación”. Y como si algo no quedara claro, Pagi remata: “Instrumentos. Tenés todo, no es necesario ir a buscar otra cultura para llenar lo que te faltaría, supuestamente. Porque no nos falta nada, acá lo tenemos todo. Que no se reconozcan muchas de nuestras cosas, muchos de nuestros derechos, es otra cosa, pero nosotros ya lo tenemos”. Y luego un profundo silencio...

Durante la entrevista Lorena se hizo cargo de que la mayoría no los toma en serio: “Te dicen: ‘Vos no podes ser mapuche y andar con cresta y borcegos’, ‘No podes ser mapuche y andar con la campera llena de tachas’. Es como que hay algo que no cuaja, pero volvemos al tema de qué es lo puramente mapuche. Esto es mapuche, esto no”. Ella se mantiene firme en su posición, reflexiona y fundamenta:“Sé que le puede costar a mucha gente nuestra, a los mayores, inclusive que le produce un choque. Pero también entiendo que uno no se puede plantear ninguna reconstrucción seria como Pueblo si no se pone a ver mínimamente cómo quedamos después de todo el despelote que se significó la invasión (por parte) del estado chileno y el estado argentino”.

Los mapunkies y mapuheavies entienden las críticas, las responden y continúan con un dejo de estoicismo o tozudez. A ambos lados de la Cordillera de los Andes tienen sus expresiones musicales como Meli Weichafe (Cuatro Guerreros) o Pirulonko (Cabeza Agusanada); político culturales, como Odiócratas; y variedad de fanzines. Al fin y al cabo no se trata de que una de las partes tenga razón sino de lo que genera el proceso de autoafirmación hacia el interior del Pueblo Mapuche.



* En las citas y los nombres que utilizan los jóvenes se respeta la escritura original.

Versión extensa de la nota publicada en la revista En Marcha (Asociación Judicial Bonaerense) Nº35, marzo 2004.

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Tayiñ Weychan
Por Hernán Scandizzo - Tuesday, Jul. 27, 2004 at 10:32 AM
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Tayiñ Weychan...
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