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SE ROMPIO EL MAS?
Por SANMARTINO -
Wednesday, Nov. 17, 2004 at 1:58 PM
SE ROMPIO EL MAS? QUE PASO?CON WANSO ETC..
QUE PASO EN EL MAS,LA SECTA DE BOBY QUE PASO ,ALGUIEN SABE ALGO SE FUERON LOS VIEJOS MORENISTAS Y QUEDARON LOS ANTICPITALISTAS A SECAS?
SE VIENE FUSION SOCIALISMO REVOLUCIONARIO Y EL MAS
QUE DE LA MANO DE BOBY Y JORGE EL MOVIMIENTO AMPLIO TROSKISTA VAMOS A ARMAR
No se rompio, hechamos a un par de obreristas
Por Martin Ogando -
Wednesday, Nov. 17, 2004 at 2:49 PM
No se rompio, hechamos a un par de obreristas y a un viejo que esta re gaga. El tema es que ahora la cosa no pasa por el movimiento obrero, si no por los jovenes, los artistas, los diputados, la centroizquierda, etc. Los obreros tienen que estar pero son uno mas, todos somos iguales, es lo mismo un pintor o uno que toca la flauta que un obrero de zanon.
depende
Por querias -
Wednesday, Nov. 17, 2004 at 2:51 PM
si el que toca la flauta es revolucionario y el obrero de Zanon es reaccionario, ¿con cual te quedas?
si un obrero toca
Por si un obrero toca -
Wednesday, Nov. 17, 2004 at 3:13 PM
obrero que toca la faluta y ocupa fabrica es reaccionario?
mejor preguntale a tu revolu que quiere decir reaccionario.
despues veamos.
ufg. tantos revolu que terminarion de funcionarios de tal o cual aparato clientelar.
anda!
Es cierto (este es el documento que lo comprueba)
Por MAS -
Wednesday, Nov. 17, 2004 at 7:25 PM
La coyuntura
política Estabilización y ofensiva sobre la vanguardia
Por Roberto
Sáenz “El gran actor
italiano Vittorio Gassman solía culminar sus cursos magistrales de
actuación con una suerte de broma (...). Pedía a sus alumnos que se
comportaran como el publico al concluir una buena representación: es
decir que aplaudiesen. Reaparecía para agradecer, saludaba, se
inclinaba y movía las manos con modestia (basta por favor, es
demasiado, no lo merezco) mientras (...) parecía retroceder hacia
bambalinas (...). Todo era un maravilloso truco del actor para
avanzar hacia la platea y estimular el aplauso (...). Mientras (...)
parecía que se iba, sus movimientos reales lo aproximaban al
publico, enardeciéndolo (...). A un año y medio de su gestión, es
preciso preguntarse seriamente si el gobierno de Néstor Kirchner
hace como Gassman o al revés. Si parece que retrocede y en realidad
avanza; o si simula avanzar mientras retrocede”[1].
Luego de las
elecciones del 2003 y de la legitimación del gobierno de Kirchner,
se abrió una nueva situación política de estabilización
burguesa. En marzo de este año decíamos que “uno de los aspectos
destacados del argentinazo fue haber cuestionado la
institucionalidad burguesa y haber puesto en aguda crisis al régimen
político de conjunto. La burguesía y en especial Kirchner, hicieron
una lectura correcta del problema y se dieron una política (...).
Estas acciones han logrado darle cierta credibilidad a las
instituciones y sobre todo a la institución presidencial (...) el
resultado de conjunto es una vuelta a la ‘normalidad’ del régimen
democrático burgués. La aguda crisis se ha cerrado (...) lo más
probable es que por uno o dos años no veamos cuestionamientos
globales a las instituciones por la acción independiente de los
trabajadores”[2].
En los últimos
meses, esta situación de estabilización no ha hecho más que
profundizarse. La campaña reaccionaria alrededor de la
seguridad, el haber dado pasos en sacar de las calles a los
movimientos piqueteros, el que a prácticamente un año de las
elecciones las mismas ya estén tiñendo la coyuntura política; todo
esto es un indicador de cómo ha ido avanzando la política de
estabilización. Porque la
perspectiva para el próximo año, es que va a estar cruzado de arriba
a abajo por las elecciones de octubre. Es un hecho que en el
2005, los procesos políticos a nivel de las masas seguramente van
a ser canalizados hacia allí. Combinado con esto,
es un hecho también que la experiencia de las masas con el gobierno
de Kirchner viene siendo muy lenta. Éste es un resultado de
la situación de estabilización y recuperación económica; y de
la no radicalización política de las masas hacia la
izquierda, lo que no se produjo siquiera en los momentos álgidos
del argentinazo. Las masas permanecieron –básicamente– en el
centro político inclinándose a veces algo hacia la izquierda,
otras veces algo hacia la derecha. Incluso más: en los
últimos meses el gobierno se ha venido recuperando de los
incipientes elementos de crisis que se expresaron entre marzo, abril
y mayo alrededor de los problemas con la ESMA, en el PJ y de las
marchas de Blumberg. Esto se expresa en una cierta recuperación
de su nivel de aceptación popular, el que había bajado en esos
meses. Todo esto ha atenuado (por ahora) los elementos de
polarización que parecían empezar a esbozarse, aunque no se puede
dejar de señalar el giro a derecha de un importante sector de
las clases medias. En estas
condiciones, se ha vivido desde agosto una importante ofensiva
reaccionaria sobre la vanguardia, en particular sobre los
movimientos piqueteros. Ofensiva que ha logrado poner a los
mismos a la defensiva, sacándolos en gran medida de las
calles, aunque no ha logrado (por lo menos, no todavía)
derrotarlos. El gobierno de
Kirchner paso de una orientación (exitosa) de buscar aislarlos, a
una más directamente “represiva-disuasiva”, aunque sin jugarse
todavía a barrerlos del todo. Lo que significaría, evidentemente,
otro salto en su política que sigue combinando mecanismos
“represivos” y de cooptación, llegándose hoy a casi 40 presos por
luchar. Su política sobre la
vanguardia sigue, entonces, combinando dos elementos, donde el
principal sigue siendo la división, aislamiento y cooptación (la
“zanahoria”); junto a esto, a los “duros” busca escarmentarlos
mediante el “garrote”. Todo esto se desarrolla sobre la base del
ya señalado giro a la derecha de una importante porción de las
clases medias e incluso de cómo ha calado esta campaña antipiquetera
entre sectores atrasados de los trabajadores. Bases
de la estabilización Esta estabilización
del régimen, encuentra un fundamento en el freno de los elementos
más brutales de las catástrofe social. A esto se ha sumado una
situación económica de cierta reactivación. En este marco, es
necesario destacar que hay una mayor unidad burguesa; los
sectores más concentrados del país en líneas generales acuerdan con
la orientación del gobierno tanto en lo económico como en lo
político. Y no sólo ellos, sino también todo un amplio espectro de
pequeños y medianos burgueses. Esta situación y coyuntura política
de estabilización y cierto retroceso de las luchas, tiene entonces
las siguientes bases: a) El sostenido
crecimiento del PBI en los últimos dos años, lo que seguirá en el
2005 (entre el 4 y 7%). b) El triunfo
económico y político para el gobierno y la burguesía que significara
que el país salga del default con el apoyo mayoritario de la
población a esto. Esto implicará no simplemente un “déficit
cero”, sino la tremenda carga de la necesidad de generar un
superávit presupuestario de al menos 3% del PBI por años y
años.[3] c) La
administración de un mecanismo de conquistas, concesiones y
trampas sobre sectores amplios de las masas y la vanguardia (en
la mayoría de los casos, migajas). Este es un fenómeno tremendamente
contradictorio que expresa la presión de las masas sobre el gobierno
y la burguesía; y, al mismo tiempo, la búsqueda de su utilización
por parte del gobierno como instrumentos de dominio y domesticación.
Así como hoy, al mismo tiempo, se
intenta avanzar (a medida que se consolida la estabilización) sobre
estas mismas conquistas. d) El operativo de
limpieza y relegitimación de ciertas instituciones del régimen (como
el caso de la Corte y la justicia en general), así como el uso a
pleno al mecanismo de las elecciones burguesas. e) La actual unidad
burguesa en torno al gobierno y lo esencial de su orientación, lo
que ha dejado –hoy por hoy– sin mayor sustento (inmediato) a las
oposiciones burguesas encarnadas por Macri, López Murphy o la
Carrió. f) Una coyuntura de
fortalecimiento del gobierno, que paso a la ofensiva sobre la
vanguardia dando pasos en sacarlas de las calles, aunque sin
lograr aún derrotarla. g) La división de
las clases medias, con un sector muy importante (si no mayoritario)
que ha girado a la derecha detrás de la campaña reaccionaria de la
seguridad de Blumberg. h) El haber logrado
(mediante la CGT y el CTA) evitar el ingreso a la lucha de
porciones mayoritarias de los trabajadores ocupados, al mismo
tiempo que impone el aislamiento de los movimientos de desocupados
en particular y de la vanguardia y la izquierda en general. Esto
respecto de porciones amplísimas de las clases medias e incluso de
sectores atrasados de los trabajadores. La combinación de
todos estos elementos –en sus distintos niveles– son los que
explican y han creado las bases
de la estabilización política del país y de la actual coyuntura
adversa a la vanguardia. El
“milagro K” ¿Es Kirchner un
“manosanta” que en solo dos años ha logrado que el país pase de una
situación de catástrofe económica sin precedentes al augurio de una
bonanza como las mejores? Para responder a esto, veamos algunos
elementos de la situación económica y los mecanismos sobre los que
se asienta. En primer lugar, es
un hecho el crecimiento del PBI por segundo año consecutivo y se
prevée que este crecimiento (con un índice algo menor) continuaría a
lo largo del 2005. Esto, evidentemente (en el corto plazo), ha
servido para “limar” los aspectos más brutales de la crisis
económica. Junto con esto, la salida del default (que esta
negociándose estas semanas) constituye un triunfo de Kirchner porque
como ya hemos señalado, a nivel de las masas, hay cierta
aceptación de que “no hay otra que pagar”: no hay movilizaciones
ni rechazo de masas al pago de la deuda. El tercer elemento
(el de más importancia), es la naturalización de la situación de
penuria de las grandes masas populares y de los trabajadores,
verdadera base económica del “milagro K”. Veamos: a) 3.000.000 de
desempleados (incluyendo los que reciben planes jefa y jefe).
b) 2.000.000 de
subempleados (esto es, trabajadores que trabajan por debajo de 35
horas semanales). c) 44.3% de la
población por debajo de la línea de pobreza. Esto es, 16.4 millones
de personas (familia tipo de 4 integrantes) que tienen un ingreso
colectivo menor de 750 $ al mes. d) 17 % de
indigentes. Es decir familias (de cuatro integrantes) que reciben un
ingreso colectivo menor de 350$ al mes, lo que totaliza 6.3 millones
de personas (la canasta familiar es de 1500 $ al mes)
e) El salario mínimo
real (niveles africanos) son los 150 $ de los Planes Trabajar. Esto
es, 50 dólares al mes. f) El salario
promedio real de los ocupados sobre base 100 en diciembre del 2001
(2º trimestre de este año) alcanza el 75% de antes de la
devaluación. O sea, se ha perdido un 25% real. g) Continuidad del
conjunto de las leyes esclavistas de los ’90 y de una situación de
completa fragmentación en la contratación laboral entre trabajadores
ocupados en blanco y efectivos, contratados, terciarizados, en
negro, etc. No hay ninguna
posibilidad de que esto se revierta. Porque simplemente, es lo que
ocurre en toda Latinoamérica: es una de las características
“estructurales” del actual régimen de acumulación capitalista en la
región. O sea, las bases del funcionamiento de la
economía y del actual ciclo “expansivo” son la superexplotación y
penuria de los trabajadores basada en la esclavitud laboral, el
desempleo de masas y la caída del salario real producto de la
devaluación; las exportaciones de productos primarios (y algunos
otros rubros industriales) basadas en la diferencia competitiva
lograda por la devaluación; cierta recuperación de la industria
sustitutiva de importaciones (producto del dólar caro que dificulta
el ingreso de importaciones); la tendencia al aumento de tarifas
para satisfacer a las privatizadas; cierto incremento de las
inversiones extranjeras producto de la estabilización en sectores
puntuales; la vuelta al consumo segmentado de la década del ’90, con
euforia en las clases medias altas y miserables paliativos para los
sectores más pobres y de trabajadores. Resumiendo, “el
desempleo estructural (...) acaba disciplinando a la fuerza de
trabajo e imponiendo nuevas condiciones degradadas a las relaciones
laborales en la nueva era de la moneda devaluada. La nueva ancla
fiscal (superávit del 3% atado a los pagos de la deuda externa),
monetaria (para favorecer la política de exportación de bienes
primarios y asegurar al mismo tiempo el superávit, asegurando un
costo salarial en pesos devaluados), y laboral (pacto social de los
dirigentes sindicales y el gobierno de Kirchner para reafirmar en la
nueva ley laboral toda las condiciones de precarizacion e
inestabilidad del empleo), aseguran una política de ingresos
nacionales que refuerzan las condiciones del patrón de
acumulación de la década anterior. Esto es, basado en el consumo
de las clases medias-altas y la exportación, y en la expansión del
ciclo económico sobre la base de la restricción de la demanda
popular. Un aumento de la tasa de ganancia que se impone sobre el
empobrecimiento generalizado de la población”.[4] Pero al mismo
tiempo, en la medida que (efectivamente) no ha habido cambios
sustanciales en el régimen de acumulación de los ’90; que el “efecto
devaluación” en algún momento se “licuará”; a lo que se debe
sumar la vuelta al pago integro de la deuda que exige la friolera de
un permanente superávit de al menos 3% anual en los próximos años,
una simple conclusión se impone: es sólo cuestión de tiempo para
que se desarrolle la lógica de contradicciones que volverán a
colocar al orden del día la crisis profunda, estructural, orgánica
del país. Kirchner puede parecer un “manosanta”, pero la
lucha de clases no admite soluciones mágicas[5].
Defender las
conquistas obtenidas La actual coyuntura
ha puesto a la orden del día el ataque del gobierno de Kirchner
sobre las conquistas obtenidas por sectores de los trabajadores.
Esto se hace mediante un mecanismo pérfido de dar algunos
paliativos y concesiones a algunos sectores (como el Consejo del
Salario y los acuerdos con la CGT y la CTA), mientras al mismo
tiempo se pretenden desarmar los movimientos de lucha.
Se trata de un
mecanismo que implica que ha habido conquistas, incluso importantes
como las 6 horas en el subte, una cantidad de fabricas en manos de
sus trabajadores e incluso la escala “millonaria” de los subsidios
de desempleo. Conquistas que en la actual coyuntura
reaccionaria están en riesgo y que es obligación y tarea numero
uno defender. Esto es característico de la actual coyuntura.
Al mismo tiempo, no
se puede perder de vista que estas mismas conquistas han tenido dos
caras: son, por un lado, conquistas; por el otro, mecanismos de
tramposos de dominación y cooptación de estos mismos movimientos, de
no cuestionamiento de la globalidad del poder burgués. De ahí el
carácter limitado, economicista, que le impusieron a la porción
mayoritaria de las fabricas recuperadas. O el hecho de que la
mayoría de los movimientos de desocupados negocian la manutención de
sus planes a cambio de darle apoyo político al gobierno. E incluso
que en el caso de las experiencias independientes, el hecho de que
el
impulso y defensa de las mismas se hace sin levantar una perspectiva
de conjunto, un programa para el conjunto de la clase
trabajadora Como venimos
señalando, en la actual coyuntura está a la orden del día la
defensa de lo conquistado. Esto es muy claro nuevamente en
estos días, cuando desde la Iglesia y el gobierno se esta
discutiendo cómo mediante cambios en lo planes sociales se lograría
“desarmar” a los movimientos de desocupados independientes. Porque
éstos han retrocedido, pero la burguesía y el gobierno no ha logrado
aún liquidarlos. Lo mismo ocurre
respecto de los sindicatos. Es un hecho que, como producto del
proceso más general, entre los ocupados se han ido abriendo
brechas al monopolio de la burocracia sindical. Esto es
estratégico, y se ha expresado en primer lugar en gestas
extraordinarias como es la experiencia de los compañeros del subte o
de los Mineros de Rió Turbio. Pero también ha
tenido expresión alrededor de las elecciones sindicales. Como
no podía ser de otra manera, en todo los casos el Ministerio de
Trabajo de Kirchner ha actuado para facilitar el fraude de la
burocracia sindical. Se ha permitido el escandaloso cambio de
estatutos (como es el caso del gremio de la Alimentación o de los
Ferroviarios) para evitar que Daer o Pedraza pudieran perder las
elecciones. En el caso de Turbio, el gobierno ha regado plata luego
de la tragedia para evitar que se efectivice el desplazamiento de
sus amigos de la Verde por parte de la base minera. Y pende como
espada de Damocles, las amenazas y posible ofensiva sobre las
fabricas recuperadas (sobre todo las más combativas e independientes
como Zanón). Entonces, la tarea
numero uno es defender estas conquistas: es el caso de la marcha
del próximo 16/11, que llevaran adelante el Bloque Piquetero y el
FTC. Así como tomar en nuestras manos los reclamos democráticos
que se desprenden de estas peleas y ataques del gobierno: es decir,
la movilización por la libertad de los prácticamente 40
compañeros presos por luchar, como sigue siendo el caso de los
de Caleta Olivia y tantos otros. Una bandera para
toda la clase trabajadora Al mismo tiempo, no
puede ser que estas tareas defensivas se lleven a cabo sin plantear
una perspectiva de conjunto: no se puede tratar de simplemente
defender “una a una las conquistas”, sino de levantar una bandera
que pueda ser tomada por el conjunto de la clase trabajadora,
una bandera que pueda servir de puente entre esta misma
vanguardia y el conjunto. Porque “el
movimiento encabezado por los trabajadores del Subte se suma al
amplio espectro de las nuevas experiencias. Su fin apunta a un
objetivo superior al que tradicionalmente se asigno el sindicalismo,
de negociar las condiciones de la venta de la fuerza de trabajo. Se
coloca como dirección del conjunto de la población laboriosa
para reclamar condiciones enteramente nuevas en el mercado laboral
(...) exigiendo trabajo para todos y en consecuencia trastocando los
fundamentos mismos (...) del proceso de acumulación.
“Si la ocupación de
empresas constituyo una respuesta revolucionaria para una fracción
menor de la clase trabajadora sometida al látigo de la crisis; si el
movimiento piquetero contribuyo a organizar a los no organizados,
darle continuidad a la acción proletaria cuando la clase obrera
ocupada sufría de un quietismo y conservadurismo histórico y cuando
masifico la lucha callejera y el corte de calles para un sector
particular de trabajadores; el movimiento actual por la reducción de
la jornada laboral constituye una respuesta programática y política
para la clase de conjunto, dando los únicos fundamentos
posibles para unir al proletariado y salvar al movimiento de
desocupados del circulo constante del asistencialismo y la
dependencia del Estado burgués (...). En la lucha local el
trabajador se ve sometido a una disputa con una fracción de si
misma, porque debe competir en el mercado con la masa de
desempleados. Elevándose a la lucha política por medio del
reparto de las horas de trabajo, puede asimilar algunas de las
implicancias de esa fragmentación y soldar la unidad de
clase. Solo mediante este dispositivo pueden las fracciones
dispersas de la clase constituirse como clase nacional. En este
sentido el planteo de los trabajadores de Metrovias al superar el
carácter corporativo de la disputa gremial, coloca a la clase
trabajadora ocupada en una posición hegemónica, es decir, como
dirigente intelectual y moral de los trabajadores desocupados y de
las masas explotadas en general”.[6] Ese es el inmenso
valor que opinamos que tiene la campaña de las 6 horas, que viene de
realizar un exitoso acto de lanzamiento en la Federación de
Box, con una gran participación de compañeros del Subte, del FTC
y del MÁS. Porque la pelea sólo
por las “propias” reivindicaciones, ha sido parte central del
aislamiento de la vanguardia, y de nuestra polémica contra las
orientaciones “corporativas” en la vanguardia. Si se quiere salir
de esta situación defensiva, la única alternativa es levantar un
programa de conjunto: un programa de unidad de clase de ocupados
y desocupados: la bandera de la reducción de la jornada
laboral a 6 horas, con aumento general de salarios. Todo el
próximo período va a estar cruzado por esta lucha y esta campaña.
El ciclo del argentinazo sigue abierto Esta pintura
coyuntural hay que relacionarla con la ola de fondo del 19 y 20 de
diciembre: o sea, con la etapa abierta allí.
Como método, el modo
en que se plantea una cuestión es fundamental para poder responderla
correctamente. En ese sentido, es un falso dilema plantear esto en
los términos estrechos de “si se cerró o no el argentinazo”. En
cambio, el punto de partida debe ser un hecho que creemos evidente:
que las relaciones de fuerza no han vuelto a ser las de los
’90, cuando Menem era quien marcaba el paso, después de derrotar
categóricamente la resistencia obrera a las privatizaciones y a su
política de neoliberalismo salvaje. Aun con todo el retroceso bajo
Kirchner, no han habido derrotas de importancia o definitivas a
nivel de la vanguardia. Más bien, el proceso ha sido de lenta
reabsorción “democrático burguesa” de la crisis, habiendo
logrado Kirchner algunos progresos significativos.
Se trata, entonces,
de no perderse en falsas o abstractas discusiones. Tratar de ser
rigurosos, diferenciando el “argentinazo” como
“acontecimiento” (las jornadas revolucionarias), de la
etapa más de conjunto (nuevo ciclo de la lucha de clases); o
sea, el proceso más general que esa irrupción de masas abrió. Este
proceso de conjunto, a nuestro modo de ver, desde el punto de vista
más “estructural”, aún sigue abierto. Tampoco se puede descartar que
sea lícito hablar de “posargentinazo” haciendo hincapié en los
aspectos más inmediatamente “políticos” del proceso.
Lo realmente
importante no son esas cuestiones de “terminología”, sino de
contenido: el Argentinazo cerró una correlación de fuerzas
abrumadoramente desfavorable a los trabajadores que dominó en
la década del ’90, e instauró una nueva relación de fuerzas más
favorable, que impone límites políticos y sociales a la
burguesía y el imperialismo. El contexto de relativa estabilidad del
régimen mediatiza estos elementos generales, pero no los
anula. Es la dinámica de
lenta normalización la que se ha ido imponiendo. Desde el MAS, en
varias oportunidades, hemos señalado que ésta era la hipótesis
más probable: la reabsorción pacifica, lenta, paulatina,
democrático-burguesa del proceso, mediante concesiones. Esto es lo
que se ha venido d ando (combinado con
garrotazos a la vanguardia). Pero insistimos, sin que Kirchner haya
logrado aún imponer una derrota de conjunto; ni revertido el
proceso de reorganización y recomposición de los trabajadores,
ahora con las brechas que se van abriendo entre los ocupados.
Notas: [1] “El Diplo”,
nº65, noviembre 2004. [2] “El
argentinazo y los cambios en la situación política”, Francisco
Torres y Marcelo Yunes, Sob nº16. [3] Es de
destacar que no hay país imperialista que tenga superávit, y menos
que menos los Estados Unidos “hundidos” en sus tremendos tres
déficit combinados. [4] “Haciendo historia”, Jorge
Sanmartino. [5] Pero el
limite de este ‘crecimiento’ consiste en que se basa en el empleo de
la capacidad instalada antes ociosa y en las ventajas competitivas
que ofrece la devaluación para la actividad exportadora y de
sustitución de importaciones, pero no en un aumento significativo
del flujo de nuevas inversiones (...) Varios analistas
económicos desde el marxismo (...) coinciden en señalar que
continúan operando serios limites de tipo estructural a la hora
de iniciar un nuevo ciclo de acumulación capitalista (...) nada
de esto implica que se pone en marcha un ‘nuevo modelo’ (...) a
partir del cual comenzara una fase de exuberancia económica,
acumulación capitalista y desarrollo sostenible. La debilidad
congénita de la burguesía Argentina para poner en pie un proyecto de
país sigue vigente, así como el carácter semicolonial y dependiente
del pías. [6] “Haciendo
historia”, Jorge Sanmartino, en http://www.socialimo-o-barbarie.org/
Socialismo o Barbarie, periódico,
11/11/04