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NOAM CHOMSKY Y EL MARXISMO.
Por EL MILITANTE. -
Sunday, Nov. 21, 2004 at 7:19 AM
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NOAM CHOMSKY Y EL MARXISMO
Sobre las raíces del
“autoritarismo moderno”
Autor : Heiko Khoo
Fecha :
( 18-Noviembre-2004 )
Categoria : Teoría
oam
Chomsky se considera a sí mismo un “anarquista libertario”.
Con ello quiere decir que desafía y defiende el desmantelamiento de
toda autoridad injustificada y opresión, alguien que lucha por la
realización del pleno desarrollo colectivo y de cada individuo, a
través de un gobierno de “organización industrial” o “comunismo
municipal”.
El “anarquismo” de Chomsky debe su
inspiración a varios pensadores ilustrados. Pretende que estos
abarcan una tradición, que incluye a Humboldt, Jefferson, Bakunin y
Rosa Luxemburgo. Aunque no se encuentra una crítica específica a las
obras de Marx (Chomsky admite que no es un “erudito” en Marx), en
sus escritos sí hay varias inferencias de que el marxismo representa
una tradición autoritaria, aunque esto está matizado por referencias
regulares a una supuesta “tradición libertaria de izquierda” dentro
del marxismo, que Chomsky ve representada por Matick, Pannekoek y
Luxemburgo.
Chomsky dice lo siguiente: “Estamos en
un período de corporativización del poder, consolidación del poder,
centralización. Se supone que eso es bueno si eres un progresista,
como un marxista leninista. De los mismos antecedentes proceden tres
cosas importantes: fascismo, bolchevismo y tiranía corporativa.
Todas surgen más o menos de las mismas raíces hegelianas¨.
(Chomsky. Class Warfare, p. 23).
La
creencia de Chomsky es que la centralización de los medios de
producción no era inherente a la dinámica del sistema económico
capitalista. En su lugar, “abogados y tribunales designaron un
nuevo sistema socio económico”. Chomsky dice que para los
marxistas leninistas la centralización se “supone que es buena”.
Para los marxistas la cuestión no es que la centralización sea
“buena” en sí misma. Lo que Marx y sus seguidores dijeron es que
para crear una sociedad socialista era necesario un mayor desarrollo
de los medios de producción y la mejor forma de conseguirlo era a
través de la centralización. Cuanto mayor es la capacidad productiva
de la economía, más rápidamente será erradicada la esclavización
económica de la humanidad.
Se puede deducir de
Chomsky que el hegelianismo es un conjunto de ideas creadas que
describen los procesos de centralización. La visión de Chomsky se
puede conjeturar en la siguiente afirmación, los filósofos han
creado el mundo en distintas formas, la cuestión es cambiar la
filosofía. Chomsky escribe que, en la última parte del siglo
XIX, “los tribunales y los abogados llegaron juntos y crearon
toda una nueva doctrina, que dio a las empresas la autoridad y el
poder que nunca antes habían tenido. Si se buscan los antecedentes
de eso, son los mismos antecedentes que llevaron al fascismo y al
bolchevismo”. (Ibíd.. p. 23).
El marxismo no
excluye la influencia del papel de los abogados y los tribunales en
la formación de un marco específico de relaciones sociales, pero
explica que las fuerzas económicas y el entorno dentro del cual
actúan limitan su independencia. Chomsky busca elevar los
antecedentes doctrinales creados por los tribunales y los abogados
para convertirlos en el factor determinante en las formaciones
sociopolíticas modernas.
Los marxistas ven el origen
de la dinámica hacia la centralización en el modo de producción
capitalista. Dado que la centralización -mejor dicho monopolización-
ha sido un proceso universal durante los últimos ciento cincuenta
años independientemente de la influencia de Hegel, no queda otro
remedio que asombrarse de lo que Chomsky exactamente está intentando
decir. La centralización y la monopolización surgen de la economía
de escala en la industrialización.
Obviamente, los
seres humanos pueden moldear los sistemas socioeconómicos, pero sólo
dentro de ciertos límites materiales circunscritos por las
relaciones de clase y el desarrollo material de la sociedad. El
resultado de la centralización de la economía capitalista es la
urbanización. ¿Debemos asumir también que este es el producto de las
ideas hegelianas? ¿Es el dominio mundial de las ciudades sobre el
campo producto del diseño hegeliano? En realidad Chomsky, como
Hegel, convierte a “la idea” en la fuerza motriz de la
economía y la sociedad.
Las tesis de Chomsky
implican que los abogados y los tribunales podrían haber diseñado
cualquier otro sistema socioeconómico a finales del siglo XIX. De
acuerdo con esta corriente de pensamiento parece que no hay un
impulso más poderoso que las ideas, en este caso primordialmente la
idea de abandonar el liberalismo clásico. Si se hubieran adherido a
las ideas de liberales clásicos como “Adam Smith, Jefferson o
cualquier otro como ellos” las cosas habrían sido mucho mejores
y quizás los horrores del siglo XX se podrían haber evitado.
Chomsky nos dice que lo ocurrido habría
“horrorizado” y “escandalizado” a los liberales
clásicos. Desgraciadamente, los arquitectos del nuevo sistema
socioeconómico consiguieron consolidar el poder corporativo y
estatal frente a la voluntad popular.
Esa es la
esencia de lo que piensa Chomsky sobre como hemos llegado a donde
ahora nos encontramos. Y para redondear el argumento, Chomsky dice
que el capitalismo corporativo centralizado (léase todas las
democracias capitalistas), el fascismo (léase todo régimen de
derecha) y el bolchevismo (léase todo estado calificado de
comunista) todos proceden “más o menos” de la mente de Hegel.
Que estos procesos de centralización del poder
corporativo ocurrieron en todos los países capitalistas
independientemente del “hegelianismo” de los agentes humanos
tendería a indicar que la dinámica económica hacia la centralización
era inherente a las leyes de desarrollo del capitalismo. Para ser
justos, el profesor Chomsky limitaba su afirmación al declarar que
la tiranía procede, “más o menos” de raíces
hegelianas. Presumiblemente la centralización económica japonesa es
el punto “menor” del espectro, y la pobre vieja Alemania sufrió todo
el peso de la tiranía ideológica hegeliana, corporativa, fascista y
estalinista.
En contraste tenemos el método utilizado
por Marx. En El Capital estudió y describió las distintas
fases de desarrollo del modo de producción capitalista y observó el
proceso embrionario de monopolización imperialista. Lenin a
principios del siglo XX a través de la observación de los
procesos económicos que estaban teniendo lugar, investigó el
desarrollo de la dinámica del capitalismo monopolista. El libro
de Lenin El imperialismo, fase superior del capitalismo,
debería proporcionar una forma de entender la dinámica del
capitalismo mundial, por ejemplo, el dominio del capital financiero
sobre el capital industrial, la naturaleza de las relaciones entre
los países imperialistas más poderosos y los países coloniales
económicamente más atrasados, y las razones de la guerra mundial.
La división mundial del trabajo convirtió al mundo en
un único conjunto. El marxismo considera esto progresista porque
prepara el camino, económica y culturalmente, para la unificación
socialista del mundo. Sin embargo, el imperialismo mantiene la
división del mundo en estados nacionales capitalistas, cada uno
saqueando el botín, o protegiéndolo, de los demás, provocando
guerras, revoluciones y contrarrevoluciones. El profesor Chomsky no
se molesta en explicar por qué o cómo un “marxista leninista”
supuestamente considera la “corporatización del poder, la
consolidación del poder, la centralización... cosas buenas”. Con
relación a esta cuestión Chomsky da como prueba una afirmación.
El “antiautoritarismo” de Mijail Bakunin frente al
marxismo
Chomsky ve en Bakunin una de las
principales fuentes de su inspiración política. Bakunin
“pronosticó que existirían dos formas de intelectuales modernos,
los que yo llamo ‘burocracia roja’, que utilizaría las luchas
populares para intentar tomar el control del poder estatal e
instituir las dictaduras más violentas y despiadadas de la historia,
y el otro grupo, que veía que no se puede tener acceso al poder de
esa forma y por lo tanto se convierten en los sirvientes del poder
privado y la democracia capitalista estatal, donde ellos, como
señala Bakunin, ‘golpean a las personas con el palo popular’, hablan
de democracia pero con ella golpean a las personas. Esa es realmente
una de las pocas predicciones de las ciencias sociales que se ha
convertido en realidad, a mi juicio con bastante perspicacia”.
(Chomsky. On Democracy and Education. p. 248).
Bakunin fue un hombre pintoresco cuyas ideas eran una
mezcla de inspiración perspicaz y locas divagaciones. Sin embargo,
sus severos ataques a Marx y la dirección de la Primera
Internacional parecen ser el núcleo de la opinión que Chomsky tiene
del leninismo y su alternativa anarquista. Durante la mayor parte de
su vida políticamente activa Bakunin fue un paneslavista, pero pasó
por varios movimientos políticos y filosóficos de la Europa del
siglo XIX.
Un rápido análisis de su actividad
política revela su total indiferencia por la creación de estructuras
democráticas y por cualquier responsabilidad en cada una de las
organizaciones en las que estuvo participando. Resulta divertido que
fundara una sociedad secreta tras otra. Y el principio organizativo
que aplicaba se puede resumir muy bien con el término de
dictadura personal.
Daniel Guerin dice
que “Su temprana y descabellada carrera como conspirador
revolucionario estaba desconectada del anarquismo. No abrazó las
ideas libertarias hasta 1864, después del fracaso de la insurrección
polaca en la que participó. Sus primeros escritos no tienen cabida
en la antología anarquista”. (Daniel Guerin. Anarchism.
p. 6)
No hace falta añadir nada más a la afirmación
de Guerin. E. H. Carr señala que mucho después de 1864 la “Alianza
Secreta” de Bakunin trabajaba dentro de la Primera Internacional y
que ésta no era otra cosa que una dictadura conspirativa personal
ejercida por el propio Bakunin.
“La revolución
tenía que ser dirigida, ‘no por alguna fuerza visible, sino por la
dictadura colectiva de todos los miembros de la Alianza’. Para este
propósito, los miembros de la Alianza debían estar dispuestos a
someter su libertad personal a una disciplina tan rígida como
la de los jesuitas, [Bakunin regresa en más de una ocasión a
esta idea de conspiración] cuya fuerza reside en la ‘anulación
de los individuos ante la voluntad, la organización y la actividad
colectivas’. Bakunin no vería nada incompatible en exigir la
forma más relajada posible de organización para la Internacional y
la disciplina más estricta posible en la filas de la Alianza”.
(E. H. Carr. Bakunin. p. 440. El subrayado es mío).
Como veremos más tarde, encontramos que este aparato
dictatorial encuentra respuesta en la dirección de la FAI del
movimiento anarquista español. También vemos como los movimientos
anarquistas más famosos adoptan el nombre de otros hombres, en
Ucrania son los ‘majnovistas’ en España los “amigos de
Durruti”, apenas hay señales de un “movimiento no
jerárquico” sin líderes, porque en la vida real nunca han
existido.
En la asombrosa biografía de Bakunin
escrita por E. H. Carr, este resume su obra de la manera siguiente:
“Bakunin es conocido en el mundo como uno de los fundadores del
anarquismo. Pero es menos recordado por ser el primer creador de la
concepción de un partido revolucionario selecto y estrechamente
organizado, unido no sólo por ideales comunes, sino por el lazo de
la obediencia implícita a un dictador revolucionario
absoluto”. (Ibíd.., p. 455. El subrayado es mío) ¡Habría que
decir aquí que los anarquistas condenaban a los leninistas por el
concepto de “partido de vanguardia”!
Nuestra
discusión es que la mayoría, sino todos, los “movimientos no
jerárquicos y antiautoritarios en realidad eran muy autoritarios
con jerarquías conspirativas secretas. Bakunin estaba totalmente
obsesionado por la organización conspirativa, creía que creando
organizaciones muy controladas bajo su dirección iluminada, sería
capaz de guiar a los revolucionarios hacia sus objetivos, formas
diferentes de nacionalismo burgués, la reforma del zarismo, el
paneslavismo, al antigermanismo y el anarquismo libertario. Por
supuesto en que en todos los movimientos revolucionarios hay un
elemento de conspiración, porque la policía secreta y el estado
intentan minar, infiltrar y controlar las amenazas revolucionarias.
Sin embargo, Bakunin llevó la conspiración hasta niveles extremos.
En contraste con los métodos organizativos de
Bakunin, el marxismo trabaja sobre la base de la adhesión a las
ideas y crea formas organizativas que se corresponden con las
necesidades del momento. En determinado momento la organización
será abierta y muy democrática, en otro centralizada, adoptando las
formas organizativas requeridas. Una característica del leninismo es
que el control democrático dentro de la organización revolucionaria
está diseñado para poder responder de manera flexible a las
exigencias organizativas cotidianas en respuesta a la naturaleza de
las tareas políticas requeridas. No se puede tener la misma forma
organizativa en una democracia burguesa que en una dictadura
fascista. Dirigir un movimiento de huelgas por cuestiones salariales
o hacer una insurrección requieren estructuras radicalmente
diferentes.
Bakunin siempre aplicó su dictadura
personal a las organizaciones en las que trabajó, aunque muchas de
sus organizaciones conspirativas simplemente eran una quimera. Marx
y Lenin, por otro lado, siempre intentaron conseguir apoyo de los
movimientos políticos que dirigían con procedimientos democráticos.
Lenin pasó la mayor parte de la primera década del siglo XX luchando
para ganar la mayoría para sus ideas y métodos dentro del Partido
Socialdemócrata Ruso, durante la Revolución Rusa se realizaban
votaciones incluso en los actos más estrictamente disciplinados como
la insurrección y la prohibición de las fracciones en 1921.
Bakunin veía en el campesinado la principal fuerza
motriz de la revolución venidera que dirigirían sus sociedades
secretas. La revolución abarcaría a los campesinos, trabajadores y
elementos criminales cuyas “pasiones socialistas” y “malas” por la
destrucción, derribarían el orden existente y el estado. En su lugar
no se pondría nada. Todo se autorregularía.
Lo que
esto significaba en la práctica se pudo ver en Lyón en 1870. Una
insurrección popular espontánea puso a los radicales burgueses al
mando de la ciudad y Bakunin creó su propio “Comité por la salvación
de Francia”. En un acto público el 24 de septiembre declaró entre
otras cosas: “La maquinaria administrativa y gubernamental del
Estado, después de convertirse en impotente, es abolida... Todas las
organizaciones municipales existentes son suprimidas y sustituidas
por comunas federadas por los Comités por la Salvación de Francia,
que ejercerán plenos poderes bajo la supervisión inmediata del
pueblo”.
A los tres días la guardia nacional
asaltó los cuarteles de la insurrección. El intento aventurero de
Bakunin de abolir el estado por decreto no tenía en cuenta las
relaciones reales de poder, el ambiente de las masas o las fuerzas
sociales en juego. Simplemente corrió a Lyón, declaró su propio
“Comité por la Salvación de Francia” y la abolición del
Estado.
Sin embargo, el Estado, en algo que no fue
captado por la sabiduría libertaria de Bakunin, aplastó la rebelión
y arrestó a sus dirigentes. Bakunin escapó para preparar en el
futuro nuevos decretos y comités fantasmas. (Carr. pp. 417-22).
Lo que resulta sorprendente es que Chomsky considere
a Bakunin como un liberal antiautoritario, cuando todo apunta a lo
contrario. Una vez más vemos como Chomsky recurre a la
afirmación para sustituir a la evidencia.
Engels escribió contra el antiautoritarismo de los
seguidores de Bakunin e ingeniosamente resume todo lo que supone la
locura del antiautoritarismo anarquista:
“...
ninguna acción en común es posible sin imponer, a algunos, una
voluntad ajena, es decir, una autoridad. Sea la voluntad de una
mayoría de votantes, de un comité directivo o de un único hombre, es
siempre una voluntad impuesta a los disidentes; pero, sin esa
voluntad única y directora, no es posible cooperación alguna.
¡Consiga usted que funcione una de las grandes fábricas de Barcelona
sin dirección, es decir, sin autoridad! O ¡gestione un ferrocarril
sin la certeza de cada ingeniero, maquinista, etc., esté en su sitio
en el momento exacto en el que tiene que estar! Quisiera saber si el
bueno de Bakunin confiaría su corpachón a un vagón de tren si ese
ferrocarril estuviese administrado por principios según los cuales
nadie estaría en su puesto si no le apetecía soportar la autoridad
de los reglamentos, ¡mucho más autoritarios bajo cualquier forma
posible de Sociedad, que los del congreso de Basilea! Todas estas
grandilocuentes frases ultrarradicales y revolucionarias no hacen
sino ocultar la más completa miseria de ideas y la más completa
ignorancia de las condiciones en las que se produce la vida diaria
de la sociedad. ¡Suprima ‘todo tipo de autoridad, hasta la
consentida’ para los marineros de un navío!”. (Carta de Engels a
Lafargue, 30 de diciembre de 1871. Construyendo el futuro.
Correspondencia política (1870-1895).Madrid. Editorial Trotta.
1998. pp. 83-4).
Chomsky sobre la Revolución Rusa
y el leninismo
“La doctrina leninista sostiene
que el partido de vanguardia asumiría el poder estatal y llevaría a
la población hacia el desarrollo económico y, por algún milagro
inexplicable, a la libertad y la justicia. Es una ideología que
naturalmente apela en gran medida a la intelectualidad radical, a
quien ofrece una justificación de su papel como gestores estatales.
No puedo ver ninguna razón -ya sea en la lógica o en la historia-
para tomarla en serio. El socialismo libertario (incluida una
corriente principal sustancial de marxismo) rechaza todo esto con
desprecio, muy correctamente” (Chomsky, Noam. http://www.zmag.org/chomsky/interviews/9612-anarchism.html)
“La intelectualidad leninista... se ajusta a la
descripción de Marx de los ‘conspiradores’ que ‘se adelantan al
proceso revolucionario en desarrollo’ y lo distorsionan para sus
propios objetivos de dominio. (...)Desde sus orígenes, el estado
soviético ha intentado aprovechar las energías de su propia
población y pueblo oprimido en todas partes al servicio de los
hombres, que se han aprovechado del fermento popular existente en
Rusia en 1917, para tomar el poder estatal”. (Chomsky. The
Soviet Union Versus Socialism).
Aunque se puede
encontrar muy pocas líneas de Chomsky sobre Lenin o Trotsky, es
imposible no sorprenderse por su audacia al hacer afirmaciones
(falsas) relacionadas con sus ideas y acciones. Chomsky, como
veremos, considera a Lenin y Trotsky fundadores y seguidores del
sistema de tiranía, que los marxistas definen como estalinismo. El
rechazo desdeñoso que hace Chomsky del “leninismo” está basado o en
su ignorancia intelectual o en una falsificación deliberada, y
parece emanar casi exclusivamente de fuentes secundarias.
La preparación de un movimiento revolucionario
El bolchevismo se desarrolló desde 1903 en
adelante como ala revolucionaria de la socialdemocracia rusa, se
distinguía a este respecto en la preparación ideológica y
organizativa de la revolución. El famoso concepto adelantado por
Lenin en 1903 fue que la socialdemocracia debía ser el “partido de
vanguardia” de la clase obrera. Lenin defendía que la lucha
económica no era suficiente y que los trabajadores necesitaban la
lucha política.
Existía una tendencia entre algunas
capas de la socialdemocracia rusa a ignorar la lucha política. Para
ellos todo fluía de la lucha sindical y “económica”. La historia ha
demostrado repetidamente que esto no es así. La clase obrera
necesita una dirección revolucionaria, un partido revolucionario.
Este no surge espontáneamente, debe ser construido conscientemente
por los marxistas revolucionarios.
La
“intelectualidad leninista” (es decir, el Partido Bolchevique) debía
construir una base política en la socialdemocracia e influir entre
los trabajadores, para que la clase obrera se convirtiera en la
“vanguardia de la lucha por la democracia”. La idea de Lenin era
construir un movimiento revolucionario capaz de derrotar la
maquinaria estatal del zarismo ruso. Esto significaba que antes
de la revolución la socialdemocracia tendría que trabajar con formas
legales e ilegales. La legalidad da la oportunidad de estructuras
abiertas y democráticas, la clandestinidad inevitablemente va unida
a formas organizativas conspirativas que no siempre se pueden basar
en la discusión democrática abierta de las acciones a emprender.
Los bolcheviques utilizaron todos los canales que se
les presentaron, incluidas las oportunidades parlamentarias. Pero
también tuvieron que utilizar métodos clandestinos. El trabajo
revolucionario bajo una dictadura recurre a la conspiración o si no
será aplastado. Una revolución triunfante también necesita
preparación, incluida la preparación política, ideológica e incluso
militar.
En un sentido Chomsky acepta esto, con
relación a la revolución española escribe lo siguiente: “Las
conclusiones de la revolución popular en España, en particular, se
basaban en el trabajo paciente de muchos años de organización y
formación, un componente de una larga tradición de compromiso y
militancia”. Seguramente la lógica nos diría que no hay nada
equivocado en la preparación de una revolución como hicieron los
bolcheviques con “larga tradición de compromiso y
militancia”.
Según Chomsky los bolcheviques se
adelantaron “a los procesos revolucionarios en
desarrollo”. La implicación es que los bolcheviques nunca
deberían haber tomado el poder porque era demasiado pronto, la
crisis revolucionaria habría madurado más si los conspiradores
leninistas hubieran esperado hasta que los trabajadores y campesinos
de Rusia instituyeran por sí mismos el “comunismo municipal”. En
realidad, lo irónico de esta posición es que muchos de la vieja
dirección bolchevique realmente se oponían a la insurrección
propuesta por Lenin porque, al igual que Chomsky, creían que se
estaban adelantando al proceso revolucionario que se estaba
desarrollando. En esta cuestión Chomsky se encuentra en el mismo
campo que muchos dirigentes bolcheviques como Kámenev, Zinoviev e
incluso Stalin, ¡que al principio tenían dudas en esta cuestión!
La valoración de Lenin en octubre de 1917 era que el
ejército se estaba amotinando, se habían extendido las revueltas
campesinas, el gobierno provisional continuaba la odiada guerra, la
rebelión se extendía a los ejércitos de Europa y los bolcheviques
tenían el apoyo mayoritario de los consejos obreros o soviets en las
ciudades.
Ya en julio de 1917 Trotsky había utilizado
toda su autoridad personal y política para convencer a los
trabajadores armados de que no intentaran tomar el poder, así no
“se adelantarían al proceso revolucionario que se estaba
desarrollando”. En aquel momento, Trotsky y Lenin creían que la
insurrección habría terminado en derrota. La historia de la lucha
por el socialismo se ha caracterizado por las profundas divisiones
relacionadas con la decisión de tomar o no el poder del Estado con
una insurrección o esperar a que el proceso estuviera “totalmente
maduro”. Normalmente nos encontramos que aquellos que adoptan la
actitud de esperar hasta que esté “todo maduro” y las condiciones
objetivas y subjetivas para el socialismo, terminan en el campo
reformista.
El fundador de este movimiento
“revisionista”, Eduard Bernstein, el padre ideológico de Tony Blair
o Gerhard Schroeder, defendía que el capitalismo evolucionaría hacia
el socialismo y, como el socialismo es lógicamente el mejor sistema,
cuando las masas comprendieran esto empezaría su existencia. ¿Es
esta la “principal corriente sustancial del marxismo” a la
que hace referencia Chomsky?
El estado y la
revolución
Chomsky cree “perverso considerar
al bolchevismo como el ‘marxismo en la práctica... ‘el ala de
izquierda crítica del bolchevismo, teniendo en cuenta las
circunstancias históricas que rodearon la Revolución Rusa, va más
lejos en este punto”. Chomsky cita después a Paul Mattick que
defiende que los bolcheviques “no fueron lo suficientemente lejos
en la explotación de los levantamientos rusos por sus fines
estrictamente proletarios”. (Chomsky. Notes on
Anarchism).
Antes vimos cómo Chomsky pensaba que
los revolucionarios leninistas fueron prematuros y se adelantaron
“al proceso revolucionario que se estaba desarrollando”.
Ahora Chomsky cambia y está de acuerdo con Mattick en que la
revolución no fue prematura, y que los bolcheviques “no fueron
demasiado lejos”. Ahora es el “ala de izquierda crítica del
bolchevismo” que está acertada en este punto. Antes, debemos
recordar, era la “principal corriente sustancial del
marxismo”, es decir el reformismo.
Pero no nos
interesamos por la consistencia. El objetivo después de todo es
hacer que las ideas y acciones de Lenin y Trotsky parezcan ser
despreciables e indignas para demostrar que no se las puede tomar en
serio. De este modo Chomsky adopta dos líneas en su ataque, por un
lado los bolcheviques nunca deberían haber tomado el poder y, por el
otro lado, no fueron demasiado lejos por sus “fines estrictamente
proletarios”. Parece que la esencia de lo que Chomsky quiere
decir es que los bolcheviques deberían haber instituido y promovido
inmediatamente el comunismo libertario o el comunismo municipal.
Lenin, cuando estaba escondido en el verano de 1917,
escribió El estado y la revolución, que Chomsky describe
“quizá como su obra más libertaria”, pero dice que fue un
“desvío intelectual” hacia la izquierda en 1917. Podemos
suponer entonces que Chomsky está de acuerdo con las ideas que
contiene El estado y la revolución. Chomsky está defendiendo
que Lenin hizo este “desvío intelectual” como un trampa.
Observemos esta cuestión más de cerca.
¿El
estado y la revolución de Lenin era una desviación intelectual?
En El estado y la revolución Lenin repetía
el análisis de Marx de la Comuna de París apoyando la supresión del
ejército permanente y su sustitución por el pueblo en armas, y el
derecho a elección y revocación inmediata de todos los funcionarios:
“La abolición de todos los gastos de
representación, de todos los privilegios pecuniarios de los
funcionarios, la reducción de los sueldos de todos los funcionarios
del Estado hasta el nivel del ‘salario de un obrero’. Aquí es donde
se expresa de un modo más evidente el viraje de la democracia
burguesa hacia la democracia proletaria, de la democracia de los
opresores hacia la democracia de las clases oprimidas, del Estado
como “fuerza especial” de represión de una determinada clase hacia
la represión de los opresores por la fuerza conjunta de la mayoría
del pueblo, de los obreros y los campesinos”... y la rotación de
los deberes administrativos para que todos aprendan a administrar.
Chomsky dice que Lenin y Trotsky “se aprovecharon
del fermento popular de Rusia en 1917 para tomar el poder del
Estado. Una de las principales armas ideológicas utilizadas para
este fin ha sido la pretensión de que los gestores estatales están
dirigiendo su propia sociedad y el mundo hacia el ideal socialista;
algo imposible como cualquier socialista -seguramente cualquier
marxista serio- debería haber comprendido en seguida (muchos lo
hicieron), y una mentira de proporciones gigantescas como ha
revelado la historia desde los primeros días del régimen
bolchevique”. (Chomsky. Soviet Union Versus Socialism.
1986).
Esto es simplemente una falsificación. Los
bolcheviques no pretendían que los administradores estatales
dirigieran el mundo hacia el socialismo. Lenin y Trotsky como
“marxistas serios” defendían que el socialismo en Rusia sólo
sería posible cuando el nivel de la economía y la cultura se
desarrollara hasta el nivel de los países capitalistas más
desarrollados y esto no era posible sin la ayuda de la revolución
mundial. Fue el atraso de la economía lo que los obligó a basarse en
administradores, directores, ingenieros e incluso muchos
funcionarios zaristas.
En lugar de llevar a cabo las
ideas de El estado y la revolución, los bolcheviques se
vieron forzados a aceptar los privilegios de estas capas. Lenin y
Trotsky explicaban abiertamente que la revolución emprendió tareas
contradictorias. Establecer el socialismo requería una clase obrera
educada, cualificada y culta, algo que no existía en Rusia. Para
desarrollar la cultura, la capacitación y la educación de las clases
trabajadoras el régimen dependía de los “gestores estatales” del
viejo estado zarista.
Trotsky, más que cualquier otro
marxista, proporcionó un continuo análisis de los procesos que desde
1917 afectaban a la revolución rusa y mundial. En 1936 escribió
La revolución traicionada que proporciona un análisis de cómo
y por qué la revolución degeneró, y la dirección probable que
tomaría la burocracia estalinista.
Mostraré un breve
esbozo de las ideas de La revolución traicionada y cómo están
relacionadas directamente con las cuestiones planteadas por Chomsky:
“La base material del comunismo deberá consistir en
un desarrollo tan alto del poder económico del hombre que el trabajo
productivo, al dejar de ser una carga y un castigo, no necesite de
ningún aguijón, y que el reparto de los bienes, en constante
abundancia, no exija -como actualmente en una familia acomodada o
con una pensión "conveniente"- más control que el de la educación,
el hábito, la opinión pública”. (León Trotsky. La revolución
traicionada).
La situación de Rusia era
lamentable, una nación destrozada por la guerra y el hambre, la
introducción inmediata del comunismo era imposible. Para desarrollar
la economía al nivel requerido para la construcción del socialismo,
a tal nivel de abundancia, no se podían evitar los métodos
capitalistas de pagar salarios. No era“de cada uno según sus
capacidades... a cada uno según sus necesidades”, sino a cada
uno de acuerdo con sus trabajo.
“Después de la
subversión de las clases explotadoras -explica [Lenin] y demuestra
en El Estado y la Revolución-, el proletariado romperá la
vieja máquina burocrática y formará su propio aparato de obreros y
empleados, y para impedirles que se transformen en burócratas,
tomará ‘medidas estudiadas en detalle por Marx y Engels: 1.–
Elegibilidad y también revocabilidad en cualquier momento; 2.–
Retribución no superior al salario de un obrero; 3.– Paso inmediato
a una situación en la cual todos desempeñarán funciones de control y
vigilancia, de tal forma que todos serán rotativamente ‘burócratas’
y, por lo mismo, nadie sería burócrata. Sería un error pensar que
Lenin creía que esta obra iba a exigir decenas de años; no, es el
primer paso: ‘se puede y se debe comenzar por ahí, haciendo la
revolución proletaria’.
“Con las armas, la fuerza
material pasa inmediatamente a las organizaciones de trabajadores
tales como los soviets. El Estado, aparato burocrático, comienza a
agonizar desde el primer día de la dictadura del proletariado”.
(Ibíd.)
Trotsky veía la dictadura del proletariado
como un puente entre la sociedad capitalista y la socialista. El
estado obrero debe preparar su propia disolución:
“El grado de ejecución de esta tarea "derivada"
verifica en cierto sentido el éxito con que se ha llevado a cabo la
idea básica: la construcción de una sociedad sin clases y sin
contradicciones materiales. El burocratismo y la armonía social
están en proporción inversa el uno de la otra”. (Ibíd.)
La revolución traicionada fue escrito en 1936,
pero según Chomsky, Trotsky y Lenin traicionaron la revolución
inmediatamente después de la toma del poder estatal. Si se
leen los escritos de Lenin y Trotsky vemos que nunca abandonaron la
perspectiva de una sociedad sin clases, sin aparato burocrático y
sí... sin Estado. Entonces uno se ve obligado a preguntar ¿por qué
Chomsky equivocadamente alega que Lenin y Trotsky querían establecer
una tiranía dictatorial desde el primer día? Todas las pruebas
documentales en las obras completas de Lenin y Trotsky demuestran
que ellos hasta sus respectivas muertes tenían la intención de
producir la sociedad perfilada en El estado y la revolución.
Así que el argumento de Chomsky de que El estado y la
revolución de Lenin -su “obra más libertaria”- era una
“desviación intelectual” no se puede sostener. En realidad,
probablemente es una de las contribuciones más importantes al
marxismo.
El atraso material y sus efectos en la
Revolución Rusa
"Ustedes caballeros que
piensan que tienen la misión
de enseñarnos los siete
pecados capitales
deberían primero colocar el puesto de
alimentos básicos
y después de hacer eso comenzar su
sermón”
(Bertold Brecht. La ópera de
los tres centavos)
Rusia se enfrentaba a
condiciones materiales reales, aparte del hambre y el atraso
económico. El estado revolucionario tenía que estimular al máximo el
esfuerzo utilizando métodos burgueses en el pago de salarios:
“Resulta, pues, que el derecho burgués subsiste
durante cierto tiempo en el seno del comunismo y aún subsiste el
Estado burgués sin burguesía.
Pero el Estado adquiere
inmediatamente un doble carácter: socialista en la medida que
defiende la propiedad colectiva de los medios de producción; burgués
en la medida que el reparto de los bienes se lleva a cabo a través
de medidas capitalistas como el valor, con todas las consecuencias
que se derivan de este hecho”.
(...)
“Las
tendencias burocráticas que sofocan al movimiento obrero también
deberán manifestarse por doquier después de la revolución
proletaria. Pero es evidente que, mientras más pobre sea la sociedad
nacida de la revolución, esta "ley" deberá manifestarse más
severamente, sin rodeos; y mientras más brutales sean las formas que
debe revestir, el burocratismo será más peligroso para el desarrollo
del socialismo”. (Ibíd.)
Como sabe cualquier
marxista serio -y cualquier erudito serio también sabría- el punto
central de por qué degeneró la revolución rusa se encuentra en la
forma político-organizativa, y no en las intenciones o
ideas de los dirigentes, o en sus deseos de dominar, controlar y ser
tiranos. En palabras de un famoso estadounidense: “es la
economía estúpido”.
En última instancia el atraso
económico determinó el destino de la revolución rusa. El atraso
económico tiene innumerables consecuencias, entre ellas y no menos
importante es el atraso cultural, medido en alfabetización, ausencia
de científicos y técnicos calificados, etc.
Si las
masas no tienen estas capacidades no podrán dirigir la sociedad a
través de los soviets democráticos (“comunismo de consejos”) o de
cualquier otra forma. Alguien que tenga estas habilidades dirigirá
“en nombre” de las masas. Incluso en el mejor de los casos
este alguien exigiría un salario mayor, mejores condiciones y poder
sobre las masas para impulsar el desarrollo económico.
Los bolcheviques no escaparon a esta realidad. La
única forma de evitar este dilema habría sido con una revolución
socialista triunfante en Alemania y otros países capitalistas más
desarrollados. Los trabajadores más cultos y calificados de estos
países, con la tecnología más avanzada en sus manos, habrían podido
ayudar a sus hermanos rusos para que desarrollaran rápidamente una
industria moderna. Sobre estas bases se podría haber dado un
movimiento armonioso hacia el verdadero socialismo.
Desgraciadamente, la revolución en Alemania y otras partes fue
derrotada. Ese es el punto de partida de la degeneración de la
Revolución Rusa.
Estos “gestores estatales” a los que
hace referencia Chomsky eran precisamente la “burocracia” contra la
que luchó Lenin hasta su muerte. Trotsky pasó los últimos días de su
vida librando un combate mortal contra este sistema de dictadura
burocrática. Esta casta burocrática conservadora encontró a su
representante político en la persona de José Stalin.
La primera innovación ideológica de Stalin, en 1924,
correspondía directamente con los intereses de la casta burocrática
y fue el abandono de la revolución mundial en favor de la doctrina
del “socialismo en un solo país”. A partir de ese momento ésta
teoría se convertiría en la ideología de cada dictadura estalinista.
Con el abandono de la revolución mundial llegaron los acuerdos con
varios gobiernos capitalistas, mientras la “amenaza externa” fue
utilizada para justificar la represión interna y el control
dictatorial sobre las masas por parte de la burocracia, esto le
permitió consolidar un sistema basado en privilegios y extendió su
poder en nombre del desarrollo económico “pacífico” interno.
La contrarrevolución burocrática de Stalin
“Desde sus orígenes, el estado soviético ha
intentando aprovechar las energías de su propia población y personas
oprimidas en todas partes para el servicio de hombres que han tomado
ventaja del fermento popular de Rusia en 1917tomando el poder del
Estado”. (Chomsky. The Soviet Union Versus Socialism).
Chomsky parece ignorar completamente la historia
rusa. Cuando habla de los hombres que tomaron el poder en 1917 debe
referirse a la dirección del Partido Bolchevique, pero todo
estudiante de historia sabe que en 1940 del Comité Central
bolchevique de 1917 sólo quedaban vivos Stalin y Alejandra
Kollontai. ¡La mayoría habían sido asesinados por el régimen
estalinista! Así que, ¿cómo Chomsky puede hacer la afirmación de que
el estado soviético desde el principio hasta su desaparición intentó
servir a aquellos hombres que tomaron el poder en 1917? El objetivo
de Chomsky es claramente presentar al estalinismo y al bolchevismo
como las caras de la misma moneda. ¡Ignora totalmente los hechos
históricos y distorsiona la realidad a su conveniencia!
Trotsky (y Lenin también lo entendió claramente)
explicaba que el Estado en la Unión Soviética no era un estado
obrero sino un estado obrero deformado, deformado debido a
las circunstancias concretas de la revolución, las condiciones
creadas por la guerra civil, el hambre, el atraso cultural y
económico. Esto no es como Chomsky pretende decir “una mentira de
proporciones gigantescas”. Trotsky y Lenin explicaron
honestamente una y otra vez la doble naturaleza del estado
revolucionario ruso. Explicaron el atraso no sólo del país sino
también de los administradores del estado.
Con
Chomsky llegamos a la posición de que toda la revolución rusa
simplemente fue una absorción por “burócratas rojos”, por
utilizar las palabras de Bakunin de quien Chomsky utiliza una cita
de 1870. De acuerdo con Bakunin esta burocracia roja demostraría
“la mentira más terrible y vil del siglo”. En realidad es
este argumento el que es una mentira de proporciones gigantescas.
Chomsky sencillamente repite la mentira estalinista de que el
régimen de Stalin era simplemente un “molde más” del estado
soviético.
Chomsky dice que “cuando los dos
grandes sistemas propagandísticos del mundo se ponen de acuerdo en
alguna doctrina, se requiere de esfuerzo intelectual para escapar a
sus grilletes. Una de estas doctrinas es que la sociedad creada
por Lenin y Trotsky y la nueva moldeada por Stalin y sus
sucesores tienen alguna relación con el socialismo, en algún
sentido significativo e históricamente exacto de este concepto. En
realidad si hay algo, esa es una relación de contradicción”.
(Chomsky. Ibíd., 1986).
Un examen rápido de las
diferencias entre las doctrinas y la práctica de Stalin y la
burocracia, y lo que él y sus sucesores representaron, con las de
Lenin, Trotsky y los bolcheviques de 1917, revela precisamente una
“relación de contradicción”. Stalin defendía la idea del
“socialismo en un solo país”, que no tiene “relación con el
socialismo en algún sentido significativo e históricamente exacto de
este concepto”, surge precisamente del deseo por parte del
aparato burocrático ascendente -los “administradores estatales” por
utilizar la frase de Chomsky- de consolidar su posición a través de
la creación de una nueva doctrina, una que convenga y
represente sus intereses materiales.
Stalin y sus
sucesores no sólo cambiaron las doctrinas bolcheviques. Las personas
que dirigieron la revolución fueron físicamente eliminadas y sus
doctrinas condenadas como “trotskismo”. Las ideas de 1917
fueron prohibidas y los dirigentes de 1917 exterminados. Se instauró
un estado totalitario, millones de personas fueron encarceladas,
torturadas, purgadas y asesinadas. Chomsky llama a esto “un nuevo
molde”. Debemos recordar que aquí estamos tratando con uno de
los profesores de lingüística más reconocidos. ¡Por lo tanto
deberíamos asumir que elige cuidadosamente sus palabras!
Quizás la razón por la que Chomsky no puede
distinguir entre estas doctrinas es porque cree que el socialismo se
puede crear mediante una revolución donde los trabajadores y los
campesinos gestionen la sociedad a través de un sistema de
autogestión o comunismo de consejo, independientemente del atraso
económico de la sociedad. Esta nueva sociedad se autorregulará
inmediatamente sin dirección política y sin poder estatal. De este
modo llegamos a la doctrina del anarquismo en un solo país.
En realidad, la doctrina del propio Chomsky es la misma del
“socialismo en un solo país” de Stalin. La experiencia rusa y la de
China, Vietnam, etc., nos enseña que una revolución aislada en un
país atrasado terminará en derrota mediante la restauración
capitalista o con un régimen burocratizado.
Mitología anarquista: la revolución española
“La comuna (París) fue, por supuesto, ahogada
en sangre, como las comunas anarquistas en España fueron destruidas
por los ejércitos fascistas y comunistas. Se podría decir que
habrían sido necesarias estructuras más dictatoriales para defender
la revolución frente a tales fuerzas. Pero tengo muchas dudas sobre
esto. Al menos en el caso de España me parece que una política
libertaria más consistente podría haber proporcionado la única
defensa posible de la revolución. Por supuesto esto se puede
constatar y es una historia larga...¨ (Chomsky. Democracy and
Education. p. 134).
Para Chomsky la revolución
española es el mejor ejemplo del anarquismo en acción. Los
anarquistas trabajaban en España desde los tiempos de Bakunin. En
1919 los anarquistas dirigían la Confederación Nacional de
Trabajadores (CNT) y tenían más de un millón de militantes. En su
congreso de ese año adoptaron la política del “comunismo
libertario”.
Al principio simpatizaron con la
Revolución Rusa y en 1920 enviaron representantes a Rusia, pero
regresaron a España advirtiendo a la CNT de la “dictadura” de Lenin,
Trotsky y los bolcheviques. Los anarquistas se dividieron entre las
fracciones moderadas, que después de la revolución de 1936 entraron
en el gobierno burgués y ocuparon cargos ministeriales, y las
fracciones ultraizquierdistas, algunas de las cuales mantuvieron
hasta el final su posición apolítica y antiestado.
En
1927 se formó la Federación Anarquista Ibérica (FAI). La CNT
propuso: “Luchar sólo en el terreno puramente económico, es
decir, a través de la acción directa, ilimitada ante cualquier
prejuicio político o religioso. Mientras que todos los miembros de
la FAI eran militantes de la CNT, no todos los miembros de la CNT
eran anarquistas. Aquellos en la CNT que rechazaban la idea de la
revolución y de un movimiento dirigido por una minoría audaz, como
defendía la FAI, comenzaron a ser expulsados. El resultado fue que
desde 1932 al menos la mitad del movimiento sindical español estuvo
dirigido por un núcleo anarquista dedicado, así es como el sueño de
Bakunin de una vanguardia secreta se hizo realidad”. (Peter
Marshall. Demanding the Impossible. p. 547)
Chomsky alaba a la FAI por adoptar hasta el fondo los
métodos de Bakunin: “La expresión ‘acción revolucionaria
espontánea’ puede llevar a confusión. Al menos los
anarcosindicalistas toman buena nota de la observación de Bakunin de
que las organizaciones de los trabajadores deben crear en el período
prerrevolucionario ‘no sólo las ideas, sino también los hechos del
futuro’”. (Chomsky. Apuntes sobre el anarquismo).
Pero mientras las fracciones moderadas de la FAI
rompían “criticando la dictadura de la FAI. Entre sus
filas (de la FAI) había no sólo elementos criminales sino también un
grupo de idealistas puritanos que fueron los primeros en defender
las quemas de iglesias y la ejecución sumaria de sacerdotes y
hombres que se dedicaban a la prostitución masculina durante la
Guerra Civil”.
A pesar de su antiautoritarismo
declarado “la FAI sin duda tenía tendencias vanguardistas”,
admite Marshall. Prescindiendo de la política, la CNT se abstuvo en
las elecciones de 1933 y eso “sin duda llevó a la formación del
gobierno de derecha” mientras que al mismo tiempo defendía la
consigna ultraizquierdista: “No a las urnas, sí a la revolución
social”. (Marshall. p. 458).
En 1936 se eligió al
Frente Popular y la mayoría de la CNT, en secreto, votó a favor.
Como organización obrera más poderosa, las distintas tendencias
existentes dentro del movimiento obrero se expresaban dentro y a
través de la CNT, a pesar de la conspiración secreta llevada a cabo
por la dirección de la FAI. Pero los elementos reformistas fueron
readmitidos en el congreso nacional de la CNT celebrado en Zaragoza
en mayo de 1936 e intentaron formar una alianza con el sindicato
reformista UGT.
Pero Chomsky continúa: “La
expresión "acción revolucionaria espontánea" puede llevar a
confusión. Al menos los anarcosindicalistas toman buena nota de la
observación de Bakunin de que las organizaciones de los trabajadores
deben crear en el período prerrevolucionario ¨no sólo las ideas,
sino también los hechos del futuro". Los logros de la revolución
popular, en España en particular, se basaron en un paciente trabajo
de años de organización y educación, elementos de una larga
tradición de compromiso y militancia. Las resoluciones de los
Congresos de Madrid, en junio de 1931, y Zaragoza, en mayo de 1936,
prefiguraron de diversas maneras los actos de la revolución, tal y
como sucedió también con las ideas, algo diferentes, esbozadas por
Abad de Santillán en su puntual descripción de la organización
social y económica que habría de instaurar la revolución. Guérin
escribe que ‘La Revolución Española había alcanzado cierta madurez
tanto en las mentes de los pensadores libertarios como en la
conciencia popular’. Y cuando, con el golpe de Franco, la agitación
de comienzos de 1936 llevó al estallido de la revolución social, las
organizaciones de los trabajadores contaban ya con la estructura, la
experiencia y la conciencia para emprender la tarea de la
reconstrucción social. En su Introducción a una recopilación de
documentos acerca de la colectivización en España, el anarquista
Agustín Souchy escribe: ‘Durante muchos años los anarquistas y
sindicalistas españoles consideraron que su tarea suprema era la
transformación social de la sociedad. En sus asambleas de sindicatos
y grupos, en sus diarios, en sus panfletos y libros, el problema de
la revolución social se discutía sin cesar y de forma sistemática.
Todo esto se halla tras los logros espontáneos y la obra
constructiva de la Revolución Española’”.
La
realidad sin embargo fue que las fórmulas maravillosas del comunismo
libertario en mayo de 1936 y el “trabajo paciente de organización
y formación”, no evitaron que la dirección dictatorial de la FAI
girara rápidamente del abstencionismo político hacia la
participación directa en el gobierno capitalista.
Veamos como les iba a los anarquistas en las
ciudades. Casi inmediatamente después del fracaso de la insurrección
franquista encabezada por Franco podían haber tomado el poder
revolucionario pero como señala el historiador Hugh Thomas:
“A los anarquistas de Barcelona se les entregó el
poder y mostraron un sentido de la responsabilidad que asombró
incluso a aquellos miembros de las clases medias que todavía estaban
en la ciudad. La CNT ordenó a todos sus militantes que
regresaran al trabajo. En ese momento el poder de la CNT era
considerable. Tenía su propia emisora de radio, ocho diarios,
innumerables semanarios y periódicos que trataban cada uno de los
aspectos de la sociedad... Esta fue la única ocasión en la
historia en que un movimiento anarquista tenía controlada una gran
ciudad. Es de destacar el poco uso que hicieron las anarquistas de
esta oportunidad”. (H. Thomas. La guerra civil
española. El subrayado es mío).
Tras el 19 de
julio de 1936 el poder en Barcelona quedó en las manos de la
revolución. Se formó un Comité de Milicias Antifascistas para
representar a las organizaciones obreras y a los distintos partidos
y grupos políticos. Sólo siete días después: “el 26 de julio la
CNT de Catalunya formalmente dio ordenes a sus miembros para ‘no
mirar más allá de la victoria sobre el fascismo’”. (Ibíd.)
Este argumento fue precisamente el que utilizaron los
estalinistas para justificar el aplastamiento de la acción
revolucionaria cuando tuvieron el suficiente poder. Cuando se
enfrentaron a la cuestión de la disolución de la Generalitat -el
gobierno provisional capitalista de Catalunya- los dirigentes de la
CNT-FAI tomaron la decisión crucial de dejarlo intacto y apoyar a su
presidente Lluis Companys:
“La decisión de
colaborar con el gobierno catalán fue un freno para un mayor
desarrollo de la revolución social. A los dos meses se disolvió el
Comité de Milicias Antifascistas. El 27 de septiembre de 1936 los
dirigentes anarquistas de la CNT-FAI entraron en el gobierno de la
Generalitat...”. (Marshall. p. 461).
La
participación de los anarquistas en el gobierno capitalista paralizó
el movimiento hacia el “comunismo de consejo y control de los
trabajadores”.
Guerin escribe que: “La autogestión
también se probó en la industria, especialmente en Catalunya,
la zona más industrializada de España”. (Guerin.
Anarchism. p. 136. El subrayado es mío). Las fábricas en las
que habían huido los empresarios fueron dirigidas por “comités
revolucionarios de trabajadores” durante “más de cuatro
meses” (El subrayado es mío).
El 24 de
octubre de 1936 el ministro anarquista del gobierno capitalista de
Catalunya aprobó un decreto que garantizaba “un compromiso entre
el capitalismo y el socialismo” (Ibíd., p. 137). En las fábricas
autogestionadas dirigidas por comités directivos de entre 5 y 15
personas “el comité nombraba un director en quien delegaba
todos o parte de sus propios poderes. En fábricas muy grandes la
selección de un director requería la aprobación de la organización
supervisora... se nombró también un controlador del gobierno en cada
comité de administración”.
De acuerdo con Guerin:
“en la práctica parecía que la autogestión de los trabajadores
tendía a producir un tipo de egoísmo paranoico, una especie de
‘cooperativismo burgués’... cada unidad de producción se preocupaba
sólo de sí misma y de sus propios intereses. Había colectivos ricos
y pobres”.
En diciembre de 1936 los sindicatos
comenzaron a hacer planes “para evitar la competencia perjudicial
y el derroche de esfuerzo... Sin embargo, la centralización
industrial bajo el control sindical no se podía desarrollar tan
rápida ya completamente como deseaban los planificadores
anarcosindicalistas... Mientras tanto, el crédito y el comercio
exterior seguían en manos del sector privado porque el gobierno
republicano burgués así lo deseaba... la CNT era prisionera del
Frente Popular y no se atrevía a separarse”. (Guerin.
Ibíd., pp. 136-7).
Sin ningún registro valioso y
honorable en Barcelona, la mitología anarquista finalmente encuentra
otra fuente de fuerza en la revolución española y la busca en...
el campesinado.
Guerin escribe que en España
gracias a “la educación libertaria y la tradición
colectivista” los campesinos giraron “directamente hacia el
socialismo... Parece que la conciencia social era incluso más
alta en el campo que en las ciudades”. (Ibíd.. p. 131).
Guerin continua diciendo que incluso en los pueblos
colectivizados “Parece que las unidades que aplicaban los
principios colectivistas de salarios diarios eran más sólidas que
las pocas que comparativamente intentaban establecer demasiado
rápidamente el comunismo completo, no teniendo en cuenta el
egoísmo todavía profundamente arraigado en la naturaleza humana,
especialmente entre las mujeres... las desventajas de paralizar la
autosuficiencia se dejaron sentir”.
Lo que aquí
se omite es que la “educación libertaria” y la “tradición
colectivista” no se correspondían con los intereses de muchos
pequeños campesinos. Aunque eran loables las medidas de
redistribución de la tierra, bajo el control democrático de los
comités de los pueblos que proporcionaban sistemas socializados de
producción, a menudo no iban más allá de las medidas
burguesas de la reforma agraria.
Además el
“socialismo en las zonas rurales no era el trabajo sólo de los
anarcosindicalistas, como muchas personas habían supuesto... los
seguidores de la autogestión a menudo eran ‘libertarios sin
saberlo’”. (Guerin. P. 134).
Ellos en realidad no
requerían “educación libertaria y una tradición
colectivista”. Los campesinos apoyaban las medidas
colectivistas que convenían a sus intereses, no porque habían
sido formados en el comunismo libertario por los anarquistas. En
Catalunya, donde los anarquistas tenían su base más profunda, su
trabajo entre los campesinos era totalmente ineficaz.
“Catalunya era una zona de pequeñas y medianas
granjas, el campesinado tenía una fuerte tradición individualista y
por eso allí no había más de unas cuantas explotaciones
colectivas”. (Ibíd., p. 133). La base de poder de los
anarquistas creó no más de “unas cuantas explotaciones
colectivas” en el campo.
La revolución mundial
Sin la revolución mundial las ideas de Lenin
expresadas en El estado y la revolución (es decir, el
comunismo libertario, por utilizar las palabras de Chomsky)
eran y son imposibles de materializar.
La revolución
bolchevique en la Primera Guerra Mundial dio un poderoso impulso al
descontento revolucionario dentro de las tropas y las masas, en
Alemania y en otras partes. Cumplió su promesa de sacar a Rusia de
la guerra.
El 9 de noviembre de 1918 la revolución
estalló en Alemania. Lenin y Trotsky siempre creyeron que la
revolución alemana tendría una importancia mayor que la rusa para la
creación del socialismo. Alemania sería el modelo para la revolución
mundial y casi ocurre según el plan previsto.
La
clase obrera alemana creó soviets de trabajadores que desafiaron al
poder en noviembre de 1918 y en 1923. Desgraciadamente, el asesinato
de los dirigentes, Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, tuvo una
influencia muy negativa en el destino de la lucha revolucionaria.
La dirección es decisiva en la revolución, tanto en la guerra de
clases como en la guerra convencional.
Lenin y
Trotsky lo sabían y repetidamente explicaron que no era posible
crear el socialismo en Rusia, o en otras palabras: para los
trabajadores y campesinos de Rusia dirigir por sí mismos la sociedad
y elevar las condiciones de vida materiales en esas condiciones
de atraso económico. Lenin y Trotsky defendían que esto sólo
podría superarse con revoluciones en Europa Occidental,
particularmente en Alemania.
Una Alemania soviética
crearía un plan de producción unificado con la Rusia soviética. Eso
ayudaría a superar el atraso económico ruso. Cuando se perdió la
revolución alemana en 1923, dejó aislada a la Rusia soviética. Las
masas soviéticas estaban agotadas y la idea de la democracia
soviética parecía convertirse en un sueño utópico. La burocracia
incrementó su poder dentro de la Unión Soviética con cada nueva
derrota de la revolución mundial. Siguieron nuevas derrotas en Gran
Bretaña en 1926 y en China en 1927. Finalmente, la lunática política
de Stalin de dividir a la clase obrera alemana condenando a los
socialdemócratas como “social fascistas”, llevó directamente a la
victoria del fascismo en Alemania.
Chomsky afirma que
“es esencial que para la existencia de un poderoso movimiento
revolucionario en EEUU exista alguna posibilidad responsable de
cambio social democrático de tipo radical en algún otro lugar del
mundo capitalista, y comentarios comparables se pueden decir sobre
el imperio ruso. Lenin hasta el final de su vida insistió en la idea
de que es ‘una verdad elemental del marxismo que la victoria del
socialismo requiere los esfuerzos conjuntos de los trabajadores en
varios países desarrollados’. Al principio al menos eso requiere que
los grandes centros del imperialismo mundial tengan dificultades
debido a presiones internas, para su intervención
contrarrevolucionaria. Sólo esta posibilidad permitiría una
revolución que derrocara sus propias instituciones estatales
coercitivas para poner a la economía bajo el directo control
democrático”. (Chomsky. On Democracy and Education. p.
135).
¡Aquí por una vez parece que Chomsky está de
acuerdo con Lenin! Debemos imaginar que si la revolución venezolana
inmediatamente expropia los bancos y monopolios bajo el control y
gestión de los trabajadores, ¿entonces Venezuela sería capaz de
establecer por sí sola el socialismo?
El atraso
económico comparativo de Venezuela y su aislamiento inevitablemente
significaría que sería posible el surgimiento de una degeneración
burocrática de la sociedad, siempre y cuando se le permitiera
sobrevivir. A menos que la revolución se extienda para superar las
limitaciones del estado nacional, la tendencia hacia el burocratismo
surgiría tarde o temprano, no importan las buenas intenciones de su
dirección. En realidad, este mismo proceso sería aplicable a una
revolución aislada en EEUU, el país más poderoso del mundo.
Chomsky cuenta con mucho renombre y es admirado por
muchos en la izquierda. Sin duda ha escrito muchos libros y
artículos, ha pronunciado muchos discursos que proporcionan
información muy útil. Sin embargo, cuando se trata de analizar las
tareas a las que se enfrenta la clase obrera cae entonces en una
trampa. Acepta muchas ideas sobre el marxismo y la revolución rusa
que son totalmente falsas. Al hacer esto se perjudica a sí mismo y a
los trabajadores y jóvenes del mundo que buscan una salida a la
pesadilla actual que ha creado la sociedad capitalista. Tiene todo
el derecho a defender sus ideas. Ningún comunista o socialista
genuino le negaría esto. Lo que no tiene derecho es a distorsionar e
incluso falsificar lo que defiende el genuino marxismo. Si hace eso
sólo conseguirá ayudar a los enemigos del socialismo. Los
historiadores capitalistas, los medios de comunicación capitalistas,
están constantemente intentando confundir a millones de trabajadores
y jóvenes. Nuestra tarea es combatir toda esa confusión.
Octubre de 2004
Noam Chomsky, el marxismo y heiko Khoo
Por Frank Mintz -
Sunday, Nov. 21, 2004 at 3:30 PM
franck.mintz@wanadoo.fr 06.61.82.01.36 4, Rés. du Parc91120 Palaiseau, Francia
NOAM CHOMSKY Y EL MARXISMO y HEIKO KHOO
Hola Heiko Khoo :
¿Se te ha antojado rehabilitar el marxismo - reducido al leninismo (¿acaso Pannekoek y Korsh no eran marxistas?) – y como eso no interesa a nadie, tomas a Chomsky de gancho, para hacer pasar tu bazofia.
Primero, compañero Heiko Khoo hay que saber leer : “Se puede deducir de Chomsky [...] se puede conjeturar”. Ya adelanta tu método del artículo basado en reduccionismos y sofismas.
Por eso, metes los absurdos de la cita Engels sobre la autoridad con ingenuidades sobre el anarquismo, nunca definido. Un marxista serio (como te autodefines) que confunde anarquismo con anarcocomunismo y anarcosindicalismo parece un aficionado. Pero ya Lenin hacía lo mismo, agregando "la Oposición obrera" para concluir que todos eran « los enemigos de clase de la revolución proletaria. ” [marzo de 1921, publicado en 1923] en Marx, Engels Lenin acerca del anarquismo y anarcosindicalismo, p.320. Como la mentira y la calumnia ya son buena parte del análisis de Proudhon por Marx, estimado Heiko Khoo, no se te puede pedir que seas diferente.
“Bakunin fue un hombre pintoresco cuyas ideas eran una mezcla de inspiración perspicaz y locas divagaciones.” Yo esperaba citas y pruebas de autores marxistas : aduces a Carr, historiador burgués y erudito a la violeta para Bakunin. Tratas de compensar con tu miopía habitual de inventar “Bakunin no vería nada incompatible”. Y te saltas la dificultad con un “Nuestra discusión es que la mayoría, sino todos, los movimientos no jerárquicos y antiautoritarios en realidad eran muy autoritarios con jerarquías conspirativas secretas.” Curioso que como buen marxista serio no conozcas esta cita : “Pero Bakunin se oponía no solamente a la dictadura política del proletariado; era enemigo de toda dictadura : de la de las organizaciones obreras y hasta de la dictadura de la Internacional, si a esta se le antojara encargarse del gobierno y convertirse en Estado. "Si la internacional pudiera convertirse en Estado, nos convertiríamos, de adeptos convencidos y convencidos y entusiastas que somos, en sus enemigos más encarnizados. " (Bakunin - La organizacion de la Internacional, citado por Anatol Gorelik, en, La Antorcha, Buenos Aires, N°155, 31 de octubre de 1924.)
Más en forma, lanzas “ vemos como los movimientos anarquistas más famosos adoptan el nombre de otros hombres, en Ucrania son los ‘majnovistas’ en España los “amigos de Durruti” Aquí también yo esperaba un análisis del anarquismo en la URSS y de la postura de Lenin sobre la Cheka (que ideó a fines de 1917), ¿verdad, amigo marxista serio? Se te fue del tintero, ¡qué pena!
Para la URSS, te atreves a citar “Lenin repetía el análisis de Marx de la Comuna de París apoyando la supresión del ejército permanente y su sustitución por el pueblo en armas, y el derecho a elección”. Porque no explicas que nunca se aplicó. ¿Se te borraron los almacenes especiales para la nomenklatura ya ideados por Lenin? La realidad del socialismo real, de los partidos y empresas comunistas, de la China y de la Corea de hoy vienen de raíces concretas. ¿Para qué te sirve el dichoso materialismo dialéctico?
Tu asimilación del pensamiento de Trosky a Chomsky es grotesco (pero es verdad que los dos apellidos terminan en “sky”). La idea de que la URSS degeneró porque no hubo revolución mundial no explica las traiciones leninistas previas.
Pasas a España, con una cita de Chomsky « Al menos en el caso de España me parece que una política libertaria más consistente podría haber proporcionado” y escribes : “ Para Chomsky la revolución española es el mejor ejemplo del anarquismo en acción” ¿A quién vas a convencer con tu deformación de payaso?
Para la guerra civil española, te basas en pocas fuentes : Peter Marshall, Hugh Thomas, simpáticos y limitados. Guérin, mejor, pero tampoco bueno. Aquí también te faltan historiadores marxistas.
Como es inútil seguir más, te propongo estos : “De este modo, en España, el anarquismo no se limitó a la propaganda de las utopías sociales y de los actos terroristas. Propagó las acciones de masas y obtuvo algunos éxitos prácticos. Después de un desarrollo de medio siglo, esta misma tradición del movimiento anarquista se convirtió en una fuerza material seria, factor del robustecimiento posterior de su influencia.” Maidanik K.L. Испански пролетариат в националъно-революционной воине 1936-1939 (el proletariado español en la guerra nacional-revolucionaria 1936-1939 Moscú4, 1960, p.35
“Los anarquistas comprendieron el problema campesino mucho antes que los socialistas, y desde los primeros tiempos arraigaron en Andalucía, crisol de la cuestión agraria española. […] Los anarquistas eran propagandistas formidables e incansables […] Los anarquistas comprendieron la importancia que tiene la educación de la juventud para formar los luchadores del mañana, y crearon las escuelas racionalistas. […] Los anarquistas, perseguidos in parara, adquirieron la practica de actuar a la sombra, en la clandestinidad, mientras que los socialistas procuraban no infringir las leyes establecidas […]Los anarquistas comprendieron antes los socialistas la conveniencia de transformar las sociedades de oficio en sindicatos de industria. La aparición del Sindicato Unico (sindicato de industria) fue revolucionaria y dio a los anarcosindicalistas un impulso tal que alrededor de la Confederación nacional del Trabajo gravitó la mayoría de la clase trabajadora española. […]Y, por último, pero no lo menos importante, los anarquistas dieron pruebas de una imaginación de la que carecían los socialistas. “Maurín Joaquín epílogo de 1964, Revolución y Contrarrevolución París, Ruedo ibérico, 1966.
Saludos anarcosindicalistas, Frank Mintz (21-XI-2004)
los marxistas y la realidad china
Por China Observer -
Sunday, Nov. 21, 2004 at 5:29 PM
DICEN LOS QUE MIRAN EL PARTIDO DESDE LA TRIBUNA:
" Lo que Marx y sus seguidores dijeron es que para crear una sociedad socialista era necesario un mayor desarrollo de los medios de producción y la mejor forma de conseguirlo era a través de la centralización. Cuanto mayor es la capacidad productiva de la economía, más rápidamente será erradicada la esclavización económica de la humanidad."DICEN LOS QUE JUEGAN EL PARTIDO EN CHINA: (el articulo completo lo tenes en http://argentina.indymedia.org/news/2004/11/238392.php
Después de la victoria de
la revolución en 1949, la colectivización gradual de la agricultura, la
nacionalización de la industria y la planificación de la economía
permitieron a China despegar a un cierto nivel, respecto de su enorme
estado de atraso y realizar en dos decenios enormes progresos.
1. En el curso de los últimos 30 años, China ha conocido profundas
reformas. ¿No significan ellas una desviación del socialismo?
En el curso de los años 70, el entonces primer ministro Zhou Enlai fue
el primero en lanzar un llamado a modernizar mucho más rápidamente la
economía del país.
Al comenzar los años 80, el PCCh estimó que la economía no podía
continuar el indispensable desarrollo acelerado mientras se mantuvieran
los principios estrictamente colectivistas aplicados hasta entonces, aún
si ellos habían permitido sustentar a China sobre bases sólidas.
China
no disponía ni de tecnología avanzada, ni conocimientos en la
administración de empresas, ni de técnicas modernas. Si ella debía
basarse en sus propias fuerzas, la brecha entre la China socialista y
los países capitalistas desarrollados aumentaría, dice el PCCh, lo cual
hubiese provocado el descontento de una parte de la población, colocando
al país en una situación siempre más vulnerable frente al imperialismo.
Así pues, sería el socialismo mismo que estaría en peligro.