Julio López
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Contra el Estado y el Capital, ANTI APEC
Por DINA - Monday, Nov. 29, 2004 at 1:32 PM

Después de... ¿Y ahora qué?


Evaluación de los días 19, 20 y 21 de noviembre

La antiglobalización se sitúa y se situó (el 18, 20 y 21) en la demanda poco nociva para el capitalismo de un modelo económico menos injusto y más humano. De hecho, tal potura que pretende una explotación menos evidente, pero igualmente explotación, es incluso fomentada desde las cúpulas del poder político actual: mientras Ignacio Walker, Nelson Ávila, Sara Larraín, el ministro Insulza, Correa Sutil, y el vocero del gobierno Francico Vidal lanzaban grandes loas a la participación de los ciudadanos en el FSCH, la división de organizaciones sociales del gobierno financió la realización de las reuniones del foro. Como nos resulta obvio, ni el gobierno, ni el capital van a financiar algo que le resulte dañino.
Así mismo, la crítica a la globalización se nutre de un discurso que podría devenir de la oposición electoral a Bush, o de la demanda de un Estado de Bienestar (la cantante Nicole decía en Canal 11: "me opongo a la globalización, al comercio injusto, a que USA se crea dueño del mundo, a la guerra de Irak.... por eso voté por Kerry"). Tal discurso se opone al capitalismo porque nos dá poco dinero, mientras una crítica verdaderamente lúcida se opone a la exitencia misma del dinero y el intercambio. Nuestra miseria no es cuatificable en lo económico.
El discurso de la antiglobalización es incompatible con el anticapitalismo. El FSCH y la Coordinadora Anti-Apec no se presentan como una dicotomía, y su única diferencia radica en convocar a una marcha autorizada o no. Todas las variantes antiglobalización locales -movidas por una ideología burguesa- pretendieron y pretenderán integrar a las críticas más radicalizadas, y cuando hablamos de "radicalizadas" no apuntamos a si usan la violencia o no: de hecho, críticas funcionales al capital incentivaron la utilización de ella.
Sin embargo, pese a las críticas que hacemos ante un simplismo que ve la violencia como algo en sí mismo, no es menor que mil encapuchados hayan enfrentado a la policía. Tal enfrentamiento rebusa la estratificación y la identificación segmentada con que el gobierno etiqueta a la expresiones de descontento. Aquí no eran ni jóvenes, ni marginados únicamente: los encapuchados traspasaban edad, género, condición socio-económica, etc. Ello es lo que nos evidencia que la espontaneidad de los enfrentamientos deriva de un rechazo natural a la autoridad y la sociedad de clases, y a un descontento intuitivo que, sin demandas claras, destroza como un acto de dignidad.
Mientras algunos de los poderosos nos obligaban a ser registrados en las calles, cortaban avenidas principales, ostentando reuniones y cenas millonarias con lujosas prostitutas, los que carecemos de todo poder (inclusive sobre nuestras propias vidas), respondemos con enfrentamientos.

Mientras los amarillos después de la apec se quedaron sin objeto de crítica, los radicales nos vemos enfrentados al desafío de siempre: destruir cotidianamente al capital y su relación social.

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