Julio López
está desaparecido
hace 6438 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

"TOMÁS ELOY MARTÍNEZ: EN EL LABERINTO DE BOLIVIA". DERECHO DE RÉPLICA DE UN KOLL
Por ASUNCIÓN ONTIVEROS YULQUILA - Wednesday, Jul. 06, 2005 at 11:30 PM
yulquila49@yahoo.com.ar (Casilla de correo válida) (0388) 425-3433 Av. Remedios Escalada N° 425; B° 25 de Mayo; (4612) Palpala; Jujuy; Argentina

DERECHO DE RÉPLICA DE UN KOLLA es una nota que aclara los "agujeros negros" que posee la información y el conocimiento del periodista y escritor Tomás Eloy Martínez, y que está reflejada en su nota "EN EL LABERINTO DE BOLIVIA", publicada en el diario "La Nación", el 18 de junio de 2005.

“TOMÁS ELOY MARTÍNEZ: EN EL LABERINTO DE BOLIVIA”
DERECHO DE RÉPLICA DE UN KOLLA DE JUJUY

Por Asunción Ontiveros Yulquila: yulquila49@yahoo.com.ar

“Tomás Eloy Martínez, periodista y escritor argentino” es la identificación que sobresale simbólicamente en la nota de opinión “En el Laberinto de Bolivia”, publicada en el diario “La República” de la ciudad de Lima, Perú, el domingo 3 de julio de 2005 (en “La Nación” de Buenos Aires, el 18/06/05). Como todo apriorista e “iluminado” habitante de la cosmopolita Ciudad Autónoma de Buenos Aires pensar y escribir sobre los pueblos indios de Bolivia, es como ver una película de ficción sobre “guerras entre los salvajes pieles rojas y los civilizados vaqueros made in usa”, o aceptar ciegamente la historia oficial en el sentido de que los “mapuches eran chilenos y sus malones robaban mujeres blancas y odiaban a la civilización de Buenos Aires”. Con seguridad que la memoria iluminada del escritor Eloy Martínez reconoce al genocida general Julio Argentino Roca como un “héroe que conquistó tierras de los salvajes para venderlas a los civilizados e inversores franceses, ingleses, escoceses”. Sobre el político aymara Evo Morales ensaya la semblanza: “Morales, nació y creció en Oruro, provincia minera donde masticar hojas de coca es tan usual como masticar tabaco lo era para los granjeros arruinados de la novela de John Steinbeck ´Vinas de Ira´. Las hojas de coca ayudan a sobrevivir en las alturas de la puna y a engañar el hambre. (...). Es hábil, megalómano, mujeriego, de rápida simpatía. A fuerza de negociar, ha aprendido los trucos de la política y sabe que el MAS no puede crecer si no cuenta con el apoyo de la clase media y de algunos empresarios”.

“Morales será por supuesto, uno de los candidatos, pero es dudoso que gane. (...), los hombres mejor dotados son el conservador Jorge Quiroga y el empresario Samuel Doria Medina, propietario de la mayor fábrica de cemento, que se presenta como un administrador eficaz y que obtuvo al margen del conflicto de estos meses”. ¡¡¡Excelente prosa de relacionista público, Tomás Eloy Martínez!!! Jorge “Tuto” Quiroga y el empresario Samuel Doria Medina reconocen y reconocerán sus esfuerzos neuronales; son buenos bolivianos, liberales y preocupados por los pobres porque el “Noventa por ciento de los campesinos bolivianos, que son la mitad de la población total, vive bajo la línea de pobreza, y el cultivo de la coca suele ser tan esencial para ellos que han sido inútiles casi todas las exigencias (y esfuerzos) norteamericanos para erradicarlo”. Pienso y luego existo, reflexionaba el filósofo francés Renato Descartes (1596-1650), harto del apriorismo escolástico que pontificaba que el mundo y las ideas comenzaba con Adán y Eva; que todo lo bueno se guiaba desde el Pontificado de Roma; y que lo malo era obra del “demonio”. Pienso que usted no salió del estadio de la escolástica y del mundo anterior de Descartes. Evo Morales y Felipe Quispe son seres humanos y sujetos pensantes; dudan de todo, hasta de Quiroga , Doria Medina y de la embajada de los Estados Unidos. Usted; en cambio Usted es creyente de tales “dioses”.

Me llamo Asunción Ontiveros Yulquila, nací en 15 de agosto de 1949, en el paraje llamado Negra Muerta, Departamento de Humahuaca, provincia de Jujuy. El paraje era “propiedad” privada del empresario feudal Robustiano Patrón Costas, sí, el que era dueño del ingenio azucarero “San Martín del Tabacal”, provincia de Salta. Mis progenitores eran esclavos modernos de ese “ilustre” empresario, miembro del Partido Demócrata y fiel amigo de la embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires, durante las elecciones que llevaron al poder a Juan Domingo Perón (1946). Gracias a las hoja de coca, a la sangre, el sudor y la animalización de los kollas, Patrón Costas se hizo rico y súper poderoso en el sistema político de la Argentina de la primera mitad del siglo XX. En la actualidad el ingenio pertenece a los capitales norteamericanos; sus acciones se cotizan en Wall Street; su voracidad por las tierras de los pueblos indios que viven habitan en el Departamento de Orán no tiene límites; es protegida por la “seguridad jurídica” del Estado provincial de Salta; los miembros de la Gendarmería Nacional son sus “perros” guardianes; los descendientes de Patrón Costas son testaferros por conveniencia; aman a la libertad de los Estados Unidos como “Palito” Ortega, o Susana Jiménez: alegres inversores argentinos en USA.

Distinguido Tomás Eloy Martínez, Evo Morales no es “quechua”, es aymara. En Bolivia no existen “modernizadores neoliberales”, solo existen arcaicos mercantilistas, esclavistas y vende “patrias”. ¿Es liberal, o neoliberal, Gonzalo Sánchez de Losada, en cuyos yacimientos mineros los obreros trabajan calzados con ojotas y “alimentados” con hojas de coca que son adquiridas por los mineros? ¿Es liberal, o neoliberal, Jorge Quiroga, quien tiene asco a los niños afrobolivianos? ¿Es liberal, o neoliberal, Samuel Doria Medina, quien es incapaz de proveer papel higiénico a los obreros de su fábrica de cemento? ¿No se parecen al “visionario” Robustiano Patrón Costas de la provincia de Salta, donde el feudalismo “posmoderno” es una realidad en las relaciones políticas y económicas? Los miles de zafreros, entre niños, jóvenes, adultos y ancianos que concurrían todos los años al ingenio azucarero de Patrón Costas, para trabajar como esclavos modernos, tenían que defecar en medio de los cañaverales, limpiarse en culo con terrones u hojas de caña. Esa realidad formaba parte sustantiva de la economía “liberal”. Al Estado provincial de Salta no le interesaba educar a la mayoría de la población, sencillamente porque a los esclavos no se les da educación; son las “máquinas” esclavas del feudalismo; el empresario feudal así lo requería al Estado. En Bolivia, lamentablemente la mentalidad feudal está vigente en la minoría “q’ara” disfrazada de “democrática”.

“Es hábil, megalómano, mujeriego, de rápida simpatía” es una concisa descripción sobre el político aymara Evo Morales. ¿Qué animal político en nuestro planeta no es mujeriego, megalómano y de rápida simpatía? Son condiciones necesarias del perfil de todo varón político, condiciones que también son válidas para las mujeres políticas. Los únicos animales políticos, tanto en la Argentina como en Bolivia, que aborrecen, en teoría, a las mujeres son los “venerables” miembros del clero católico; en la práctica son tan animales políticos como el condenado “padre” Julio César Gras (de la Fundación Felices los Niños), que confunde en sus “horas misteriosas” el falo de los niños con caramelo tipo chupetín. Con respecto a los apoyos de “la clase media y de algunos empresarios”que necesitaría Evo Morales para arribar a la presidencia de Bolivia, distinguido Eloy Martínez, usted tiene una percepción exótica de los pueblos indios que habitan en Bolivia, desde antes de la invasión de lo genocidas hispanos. Cuando Diego de Almagro pasó por el territorio jaqi (aymara) a fines de 1535, le brindaron alimentos, abrigo, agua, oro, plata, información y conocimiento porque los invasores eran pobres y ruines; secuestraban y exigían fabulosos rescates y asesinaban; por ello en aymara se denomina “q’aras” a los “blancos”. Actualmente el pueblo aymara se constituye de habitantes pobres, trabajadores, intelectuales, científicos, industriales, empresarios; transfieren fondos en soportes de plástico y cibernéticos desde Buenos Aires y desde cualquier parte hacia La Paz y viceversa; hasta comercializan sus producciones en los supermercados de la ciudad Autónoma de Buenos Aires, son inversores patriotas; invierten en Bolivia.

“En verdad, está (Evo Morales) mucho menos a la izquierda de lo que harían suponer sus coqueteos populistas con Fidel Castro y Hugo Chávez, y las sombras de su fama son mucho más intensas fuera que dentro de Bolivia”. Eloy Martínez, usted tiene posibilidades de comunicarse con nuestro paisano Diego Armando Maradona, porqué no le pregunta sobre el potencial de información y conocimiento que posee Fidel Castro. El deporte es un buen factor socio cultural para mensurar las cualidades de un país. Usted es inteligente y está informado sobre el hemisferio occidental, pregunto: ¿Cuál de los países llamados latinoamericanos y caribeños ganó mayor cantidad de medallas doradas, de plata y de bronce en la última Jornada Olímpica de Atenas? Sobre el “populista” Hugo Chávez, le guste o no, su gobierno está modificando las relaciones feudales, racistas y coloniales que prevalecían entre la minoría “blanca” y la mayoría morena. Hasta fines de década de 1980, Venezuela “nadaba” sobre el oro negro y sin embargo el hambre consumía a la mayoría de los pobres; ahí no se aplicaban las teorías de John Maynard Keynes (1883-1946), sino las de “Santo” Tomás de Aquino (1224-1274); no había Estado de bienestar de las mayorías; había un Estado protector de una minoría corporativa con mentalidad y prácticas feudales, que se reflejaba en sus clásicas telenovelas. La mentalidad del establishment de Venezuela era algo parecido a la de la provincia de Santiago del Estero durante el gobierno del “primer mundo” del abogado “neoliberal” Carlos Saúl Menem; era un Estado feudal disfrazado de moderno con autopistas y trenes subterráneos de lujo, y nada más.

Con respecto a las hojas de coca, cuando los científicos alemanes no habían inventado la fórmula química para producir la pasta básica llamada “cocaína”, y hasta el primer cuarto del siglo XX, tanto en la ciudad de París, como en la provincia de Salta, incluso en el territorio de USA se elaboraba vino tinto con extracto de las mejores hojas de coca. La exportación parisina y salteña estaba dirigida al mercado aristocrático de Europa; desde empresarios, duques, hasta cardenales y papas saboreaban el delicioso vino tinto. Un testimonio: el Papa León XIII envió una medalla a su proveedor de vino tinto coca, al empresario ítalo francés Ángelo Mariani (1834-1914), con el mensaje “En mi retiro ascético, he sido apoyado por un frasco de vin Mariani que nunca está vacío”. En los Estados Unidos de Norteamérica, la refrescante Coca Cola se elabora desde 1886 con extracto de hojas de coca. Para competir con la producción alemana de extracto de hojas de coca, USA busca, a través de distintos mecanismos estimular la producción peruana de hojas de coca, las mejores plantaciones y cosechas. En nuestra Argentina, en las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán y Catamarca, el coqueo era popular y constituía un símbolo fundamental en la cultura de los pueblos andinos. En los ingenios azucareros de Jujuy y Salta miles de zafreros kollas esclavizados trabajaban estimulados con las hojas de coca y vigilados por los mayordomos y sus látigos. El queroseno aún no había aparecido en el mercado; se proyecta el queroseno y desarrolla la pasta básica la “cocaína”. Distinguido Tomás Eloy Martínez, el queroseno mata neuronas, cerebros pensantes, pulmones y sueños. Mi padre y mis hermanos fueron víctimas de ese derivado “moderno” de hidrocarburo; sus pulmones y cerebros fueron corroídos por el queroseno.

¿Quién comienza la guerra contra las hojas de coca? La guerra contra las hojas de coca es una guerra estratégica fundamentalmente económica. La encaró la Gran Bretaña, en tiempos en de la “Sociedad de Naciones” de los países imperialistas, cuando lo que se conoce como pasta básica “cocaína” no se producía. Gran Bretaña perdía espacios en su imperio del opio, del tabaco, del té y del alcohol. Los alemanes poseían la fórmula y la tecnología de punta (química) y el monopolio de la producción de extracto de la hoja de coca. Los Estados Unidos de Norteamérica hacía guiños de ojos a la geopolítica económica de los británicos contra las hojas de coca y contra Alemania. Por cierto, además, para las potencias imperialistas es un excelente negocio que haya países pobres dependientes de sus materias primas; ejemplo, Bolivia y Perú. Durante el siglo XIX, Gran Bretaña invade y coloniza a la China exigiendo “mercado libre”, para la introducción y la comercialización del opio (desde la India), un producto que era de consumo medicinal y recreativo popular en el imperio chino. Cuando la China decide combatir comercialización confiscando y quemando opio “made in England”. El parlamento británico y la reina Victoria declaran la guerra a la China porque la Eas India Co, de capitales británicos, era “discriminada en el ejercicio del libre comercio”. La diferencia entre el opio y la cocaína son inmensas; la primera es la noche y la segunda es el día; la noche es para dormir y el día para estar despierto; los británicos, en el siglo XIX, “narcotizan” a las chinos, y consiguen por la fuerza de la armas la “apertura comercial para los productos británicos”. Hasta la Francia de la llamada “Santa Alianza” era socia de la “liberal” Gran Bretaña.

Por último, Tomás Eloy Martínez, su “(..), quien sabe si la democracia puede salvar a Bolivia de la guerra civil” suena lejos porque en Bolivia la palabra “democracia” aún no supera a la concepción aristotélica: gobierno de “iluminados” oligarcas, sostenidos por un inmensa población descendiente de pueblos prehispánicos; los “indios” como solían expresar asqueados los “demócratas” de la Argentina de mediados del siglo XX. En nuestra Argentina, en provincias, como por ejemplo, Jujuy, no sólo es praxis la antigua concepción aristotélica de “democracia” sino que también imperan las relaciones feudales y el mundo ficticio del poeta y pensador político italiano Dante Alighieri (1265-1321), rescatado del periodo medieval y feudal europeo. En el “paraíso” están los poderes ejecutivo, legislativo, judicial y clerical; en el “purgatorio” están los empleados públicos que adquieren “indulgencias” en el “mercado libre de las elecciones democráticas” para no ser despedidos; en el “infierno” están la mayoría de la población desde los kollas, guaraníes, hasta criollos y gitanos. En octubre próximo habrá elecciones “democráticas”; concurra a la provincia de Jujuy y visite Humahuaca en el día del sufragio “universal”; observará cómo “vuelan” zapatillas, alpargatas, fideos, azúcar, mortadela, arroz, yerba mate, chapas de cartón, madera para techo, vino “comunacho”, empanadas, pollos crudos y cocidos para cautivar voluntades y votos. Por cierto, en Jujuy gobierna el “ilustrado neoliberal” doctor (abogado) Eduardo Fellner, cuyo “holding” de “doctores” gana juicios al propio Estado que conduce, se identifica como “justicialista” y pretende vender tabaco subsidiado a la China comunista que fundara Mao Zedong, para “perforar” los pulmones de sus habitantes.


Por Asunción Ontiveros Yulquila; DNI 5.264.297; licenciado en comunicación social, periodista kolla e investigador del mundo andino. Av. Remedios Escalada N° 425; B° 25 de Mayo; (4612) Palpala; Jujuy; Argentina.

BIBLIOGRAFÍA:

CHONG L., Luis M.: La mancha del opio en China, http://www.gio.gov.tw/info/noticia97/2004

MARTÍNEZ, Tomás Eloy: “En el laberinto de Bolivia”, diario “La Nación” de Buenos Aires, 18 de junio de 2005, y diario “La República” de Lima, 3 de julio de 2005.

SEPÚLVEDA DAGNINO, Jorge: De la coca a la cocaína, http://www.escuela,med.puc.cl




Publicado en la ed. impresa: Opinión
Sábado 18 de junio de 2005
Noticias | Opinión | Nota

Tomás Eloy Martínez
En el laberinto de Bolivia
HIGHLAND PARK, N. J.

Ahora hay una sorda calma en Bolivia, después de las tempestades que descalabraron el gobierno de Carlos Mesa Gisbert, pero la atmósfera sigue tan inflamada por los odios raciales, las riñas de feudos y la pobreza sin salida que la violencia podría estallar de un día para el otro, a la menor vibración de un fósforo. Y esta vez sería acaso peor que en octubre de 2003, cuando las protestas campesinas contra Gonzalo Sánchez de Lozada terminaron con la huida del presidente a Miami y ochenta muertos.

Como sucede con realidades que se desconocen, la tragedia de Bolivia suele ser simplificada como una pugna entre los modernizadores neoliberales, que han negociado las cuantiosas reservas de gas natural, petróleo y minerales con la promesa de ingresos decentes e infraestructuras de salud y educación, hasta ahora ilusorios, y los nacionalistas extremos, que quisieran devolver esas reservas a la tutela del Estado. Otros factores completan el cuadro: la inmensa fuerza de movilización de los cultivadores de coca, que se han ido desplazando desde la selva del Chapare, al nordeste de Cochabamba, hasta la casi inaccesible región de las yungas, al norte de La Paz, y la voluntad de segregación del Oriente boliviano -donde se concentran las mayores riquezas del país-, que aboga, por lo menos, por una autonomía similar a las de Cataluña o Galicia, con Santa Cruz de la Sierra como capital.

Es un lugar común, también, atribuir al quechua Evo Morales el liderazgo de casi todas las revueltas que devoraron a Bolivia en el último lustro y el clima de inestabilidad perpetua. No es así, o por lo menos no lo es del todo. Morales aterrorizó a las elites dirigentes a fines de 2001, cuando parecía que su partido, Movimiento al Socialismo (MAS), podía encumbrarlo a la presidencia de la República en las elecciones del año siguiente. La candidatura de Morales recibió un formidable impulso de última hora cuando el embajador de los Estados Unidos, Manuel Rocha, amenazó con retirar, si vencía, la ayuda de 94 millones de dólares que otorga su país. Fuera de Bolivia, la amenaza quizá resulte insignificante. Hay que entender, sin embargo, que desde hace más de medio siglo, el embajador norteamericano tiene allí un peso político sólo comparable al de sus pares en el Caribe de los años cincuenta -tanto, que los partidos tradicionales le envían sus listas de candidatos para que los apruebe-, y que cien millones de dólares representan para ese país paupérrimo mucho más de lo que parece.

Morales alcanzó el segundo lugar, detrás de González de Losada, y se convirtió en el líder de la oposición. Su plataforma política incluía entonces ideas tan radicales como la nacionalización de las industrias estratégicas, salud pública y educación gratuita para todos, redistribución de la tierra entre quienes la trabajan. Más que ese programa, sin embargo, lo temible era el pasado de Morales. Entender ese pasado e identificar dónde reside la simplificación acaso ayude a ver por qué Bolivia está donde está.

Morales nació y creció en Oruro, provincia minera donde masticar hojas de coca es tan usual como masticar tabaco lo era para los granjeros arruinados de Viñas de ira . Las hojas de coca ayudan a sobrevivir en las alturas de la puna y a engañar al hambre. Morales vio morir de hambre a tres de sus hermanos antes de que cumplieran dos años, y sólo a los quince pudo aprender a hablar y leer en español. Era todavía adolescente cuando Víctor Paz Estenssoro instauró el neoliberalismo para frenar la hiperinflación, que había alcanzado niveles desconocidos. Lo consiguió, pero las privatizaciones que siguieron fueron inadecuadas, corruptas y agravaron la miseria de la población.

El noventa por ciento de los campesinos bolivianos, que son la mitad de la población total, vive bajo la línea de pobreza, y el cultivo de la coca suele ser tan esencial para ellos que han sido inútiles casi todas las exigencias y los esfuerzos norteamericanos para erradicarla. Una respuesta frecuente asoma en las pancartas de las manifestaciones populares: "Gringos, vayan a erradicar sus narices", en alusión a que el cultivo crece porque también crece la demanda. Morales, que tenía su parcela de coca en el Chapare, se puso a la cabeza de los movimientos contra la erradicación y logró así su inmensa popularidad.

Es hábil, megalómano, mujeriego, de rápida simpatía. A fuerza de negociar, ha aprendido los trucos de la política y sabe que el MAS no puede crecer si no cuenta con el apoyo de la clase media y de algunos empresarios. En verdad, está mucho menos a la izquierda de lo que harían suponer sus coqueteos populistas con Fidel Castro y Hugo Chávez, y las sombras de su fama son mucho más intensas fuera que dentro de Bolivia. En los últimos disturbios, Morales fue desbordado por líderes infinitamente más radicales como Jaime Solares, de la Confederación Obrera Boliviana (COB), que después del 11 de septiembre de 2001 postuló "uno, dos, tres, muchos Ben Laden", o como el trotskista Felipe Quispe, que acaudilla a los indios aymaras, y que propone aislar a los blancos en un gueto.

El racismo lo impregna todo en Bolivia: la política, los negocios, hasta los deportes. Más de dos tercios de la población es indígena o mestiza y padece las consecuencias de una desigualdad feroz, que primero diezmó a los mineros, luego a los arrieros (Evo Morales fue uno de ellos: arreaba llamas y alpacas, y se alimentaba de las sobras que arrojaban desde los ómnibus de pasajeros), y que ahora ha logrado unir a los agricultores de coca. La más racista de las regiones es, por supuesto, la más blanca, el Oriente, sin cuyo sostén es imposible gobernar el país. De allí provienen las mayores riquezas de hidrocarburos, que ahora ha desplazado a la coca en el interés nacional. Aunque las áreas de cultivo son todavía extensas, las dificultades para exportarla, por la ausencia de mar, incita a los cocaleros a emigrar hacia Perú.

Dentro de seis meses o poco más habrá elecciones para sustituir a Carlos Mesa. Quien las convoque será el ex presidente de la Corte Suprema, Eduardo Rodríguez, último eslabón de una cadena de sucesores presidenciales. Rodríguez carece casi por completo de margen de maniobra, pero sin él ningún proceso democrático podría llegar al final. En el tiempo que le queda deberá controlar el caos devastador de El Alto -la ciudad que nació velozmente encima de La Paz- y que está dominada por juntas vecinales intransigentes, movimientos indigenistas, lúmpenes y marginales de toda laya, en estado de perpetua ebullición.

Evo Morales será, por supuesto, uno de los candidatos, pero es dudoso que gane. Debido al caudaloso número de partidos políticos, lo que dificulta alcanzar mayorías absolutas, y al hecho de que el presidente es elegido en la segunda vuelta por el Congreso, por medio de un ajedrez de alianzas, los hombres mejor situados son el conservador Jorge Quiroga y el empresario Samuel Doria Medina, propietario de la mayor fábrica de cemento, que se presenta como un administrador eficaz y que estuvo al margen del conflicto de estos meses.

De todos modos, quién sabe si la democracia puede salvar a Bolivia de la guerra civil. Hay demasiados odios encendidos desde hace demasiado tiempo y, como sucede en vísperas de todos los derrumbes, demasiados intereses personales o regionales que se sitúan por encima del interés común.

Por Tomás Eloy Martínez
Para LA NACION

agrega un comentario