El Robo del Monumento a los Aborígenes

Una mañana del año 2003, bien temprano, me encontré con un acto en pleno corazón del Parque Saavedra de La Plata. No era cualquier día, era un 11 de Octubre («Último día de Libertad»), fecha en la cual, generalmente, los pueblos originarios de estas tierras recuerdan el comienzo del más grande genocidio de América: el realizado por los conquistadores imperialistas (españoles y portugueses) contra millones de aborígenes, con el fin de llevarse las riquezas (el oro y la plata) hacia sus respectivas metrópolis.

El acto estaba convocado por diversas organizaciones aborígenes y fue bastante la concurrencia. Hubo discursos, música, trajes típicos, comidas, baile; todo en un ambiente fraterno, pero también de protesta. Resulta que la convocatoria era centralmente para denunciar el robo de un monumento indígena, que se habría producido tiempo después del golpe de estado del ‘76. Para denunciar esto, se pintó el lugar luego del acto. La leyenda dice: «Casa del Aborigen - La Plata - 2003». Además se estampó la bandera Wiphala (bandera que fue y es, el símbolo de la resistencia a la colonización y la dominación) con sus 49 cuadros y los siete colores del arco iris, y otros dibujos alegóricos.

El parque Saavedra es un predio de 8 hectáreas delimitado por las calles 64, 68, 12 y 14, y nosotros vivimos a cuatro cuadras de uno de sus extremos. Posee una parte abierta y otra cerrada. Está a una distancia de 10 cuadras del centro geográfico de la ciudad de La Plata (la plaza Moreno, donde está la Municipalidad y la Catedral) y queda frente al Hospital de Niños. El lugar donde se realizó el acto (es decir, donde estaba el monumento hace años) se encuentra ubicado en la parte abierta, justo frente al lago, sobre el sector más cercano de este a calle 12, al pie de una solera de adoquines y bancos, en forma de semicírculo y posee sólo el tronco de un árbol, que fue cortado. Las siguientes fotos muestran el lugar de manera precisa:

Con gente amiga reflexionábamos (una noche de cerveza y porro) sobre cuánto es lo que el pueblo pierde durante un gobierno autoritario, como por ejemplo con la última dictadura militar de Videla, Massera y Agosti. La parte más dolorosa fueron, sin duda, los 30.000 desaparecidos, los muertos, los presos, los torturados, los exiliados, los niños robados, etc.; aunque también suceden otros pequeños saqueos, otros atropellos menos trascendentes, pero que apuntalan toda una concepción fascista de las autoridades para intentar disciplinar la sociedad. Es en ese sentido, que se pueden entender y agrupar medidas tan aparentemente inconexas, como por ejemplo: anular los dos feriados de carnaval, clausurar el comedor universitario o prohibir la exhibición de películas como La Naranja Mecánica, Norma Rae o The Wall. En el nefasto sentido de construir una sociedad maniatada militar y clericalmente, una sociedad de mierda. También dentro de este contexto se inscribe, sin duda, el robo del monumento a los aborígenes que estaba en parque Saavedra.

Cuando con Gaby, mi mujer, participamos desde el 2002 de la Asamblea Barrial Parque Saavedra (una de las Asambleas del Barrio), tuvimos contacto con vecinos que sabían algo más sobre esta historia. Según nos comentaron, al referido monumento se lo habría llevado a su casa un milico del barrio para usarlo, nada menos, que de adorno en el fondo de su casa (como si fuera uno de esos enanitos coloridos que tanto asustan y trauman a los niños más pequeños). Fue al principio de la dictadura y lo habría tenido durante bastante tiempo. Después y ante los primeros pedidos para que lo devuelva al parque, este milico (siempre de acuerdo a lo que nos comentaron) lo habría sacado hasta la puerta de su casa para, de manera provocativa, sentarse sobre él todas las tardes a tomar unos mates tan amargos como su vida. ¿Qué tal, eh?

Como la Asamblea Barrial terminó disolviéndose sin pena ni gloria, dejamos de tener contacto con alguna gente; pero nos quedó el relato dando vueltas por nuestras mentes y cada tanto nos asaltaba una duda. ¿Sería cierto?

Después de un tiempo, me topé con una de las personas que me había contado aquello y se me ocurrió preguntarle dónde se encontraba exactamente, ese «desaparecido» monumento. Me indicó la cuadra y salí rápido hacia ella, ya con la certeza de querer aclarar aquel enigma intrigante. Y lo encontré, es el que muestran estas fotos:

Se encuentra en la calle 64 entre 9 y 10, es decir, a sólo dos cuadras y media de otro extremo del parque Saavedra. El número de la casa sobre el que está tirado es el 720. Es de base rectangular, mide como un metro y medio y es completamente sólido (debe pesar como una tonelada). Se encuentra junto a un árbol.

Ante este hallazgo, un montón de nuevas preguntas invadieron mi loca cabecita: ¿Es este realmente el Monumento a los Aborígenes, secuestrado durante la última dictadura militar? Si así fuera ¿Qué nos impide recuperarlo? ¿Hay gente dispuesta a ir a buscarlo y colocarlo donde corresponde?. El milico este... ¿No se merecería un escrache?

Lo planteo acá como para que si alguno sabe más del tema, se enganche en aportar datos y referencias. El debate está abierto. Se necesitan opiniones.