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Editorial de La Nación: "concurrir hoy a las urnas"
Por Mosca Cojonera - Sunday, Oct. 23, 2005 at 9:33 AM
fliegecojonera@hotmail.com

la consigna de la bueguesía es hoy una sola: CONCURRIR A LAS URNAS Y VOTAR LO MEJOR POSIBLE. Desaparecieron las diferencias entre las clases dominantes, y todos unificacan el discurso totalitario de tratar de quie participen la mayor cantidad de "ciudadanos"...la abstención, repite el diario oligárquico, no conduce a nada. Entonces: ¿QUE TEME EL CAPITAL?

Al término de una campaña electoral que no se caracterizó por haber mantenido los niveles de calidad, tolerancia democrática y respeto recíproco que corresponden a la mejor tradición republicana, la ciudadanía argentina se dispone hoy a concurrir a las urnas. Ha sido convocada para renovar parcialmente la composición de los órganos legislativos nacionales y para cubrir cargos semejantes en el orden provincial y municipal.

A pesar de que hasta el último momento algunos sectores recurrieron al agravio personal o al uso de expresiones denigratorias para descalificar a sus adversarios, la campaña electoral tuvo coloraturas diversas: en ella se mezclaron, como suele ocurrir, lo mejor y lo peor de la sociedad a la que pertenecemos.

De un modo u otro, sirvió para que la población entrara en contacto con una oferta electoral tan diversificada como extensa. Junto con las fuerzas políticas tradicionales, se registró la aparición de numerosas organizaciones partidarias nuevas.

Lamentablemente, hay un hecho central que no puede desconocerse y es que la ciudadanía concurre hoy a votar en medio de una crisis de representación política que, luego del agudo estallido de fines de 2001, no ha podido ser superada. La población, en efecto, continúa mirando con desconfianza, en general, a la dirigencia política, no sólo por las frecuentes actitudes corporativas que advierte en muchos de sus representantes, sino también por las malsanas y desaprensivas formas de clientelismo prebendario que se siguen alentando en varios distritos, particularmente en la provincia de Buenos Aires, para buscar el voto de los sectores más castigados por la pobreza y la desocupación.

Por otra parte, está claro que se llega a estas elecciones con varias deudas pendientes en materia institucional. No se realizó, por ejemplo, la tantas veces prometida reforma política, tendiente a disminuir, en los grandes distritos, la influencia de las listas sábana, a contar con una adecuada ley de acceso a la información pública y a imponer una mayor transparencia en el manejo de los fondos que se destinan al financiamiento de las campañas proselitistas, entre otras tantas asignaturas pendientes.

Está claro también que sigue faltando en el país una genuina vocación de diálogo que permita armonizar voluntades entre el oficialismo y la amplia y diseminada franja de partidos opositores, paso indispensable para asegurar la continuidad de las políticas de Estado y el buen desarrollo de los planes de gobierno de largo alcance.

Por supuesto, esos rasgos negativos de la vida pública nacional no deben conducirnos al desaliento ni -mucho menos- a la desesperanza. Al contrario: en jornadas como la de hoy, se nos presenta a los ciudadanos la oportunidad de influir, mediante el voto, para empezar a modificar el escenario social y político de la Nación.

Los datos adversos u oscuros de la realidad pueden y deben convertirse en el gran acicate que movilice a cada ciudadano y lo motive a cumplir con el deber que le marque su conciencia cívica. En los sistemas democráticos, el sufragio sigue siendo el gran instrumento de que dispone la población para impulsar un cambio. La pasividad y la abstención no conducen a ningún puerto ni ofrecen ninguna solución. El votante debe utilizar esa herramienta suprema que la democracia pone en sus manos y que se traduce en la decisión de emitir un sufragio positivo, nacido del análisis realista y sereno del panorama electoral que la realidad le propone.

La experiencia histórica del país -y la del conjunto de América latina- enseña con absoluta claridad que ninguna transformación positiva y duradera puede esperarse fuera de los cauces de la democracia institucional. Los argentinos hemos atravesado fracasos y desencuentros que dejaron profundas heridas en el cuerpo social y que fueron provocados por el irresponsable alejamiento de los altos ideales de libertad y republicanismo democrático a cuyo abrigo nacieron a la vida independiente los pueblos americanos.

El retorno a la normalidad constitucional permitió avanzar -desde 1983 en adelante- hacia la recuperación del Estado de Derecho y de nuestra antigua tradición republicana, pero es mucho todavía lo que nos falta recorrer para reconstruir plenamente las estructuras que resultaron dañadas por el proceso de violencia e ilegalidad que atravesamos en las décadas del 60 y del 70, y cuyos resabios seguimos padeciendo y nos negamos a dejar atrás. La Argentina necesita mirar hacia el futuro con renovada confianza en los procedimientos de la democracia, que más tarde o más temprano nos reinstalarán en la senda de progreso y crecimiento de la que nunca debimos apartarnos.

La consigna es una sola: concurrir a las urnas y votar por la mejor Argentina posible. La democracia, fundada en el voto universal, es la única llave que puede abrirnos el camino hacia las metas de dignidad, libertad y bienestar que deseamos alcanzar en el curso concreto de nuestras vidas y que aspiramos a legar a los argentinos de mañana.

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el capital tiene derecha e izquierda
Por comunista antibolchevike - Sunday, Oct. 23, 2005 at 7:30 PM

la izquierda del capital tambien llamó a votar e incluso algunos de sus exponentes festejan el "fracaso del abstencionismo".

En los próximos días, seguramente veremos en las editoriales de la socialdemocracia como se volverán a echar culpas entre ellos por la división. Pero todos coincidirán en algo: señalar el "fracaso del abstencionismo" (acuérdense: van a usar esta expresión o alguna otra muy parecida).

¿Por qué van a hacer de esto? ¿De puro guachos, nomás? No, señor. Porque los comités centrales tienen que encontrar la manera de decirle a las bases militantes que todo el trabajo de pegar afiches, pintar paredes, repartir volantes y vender prensas no fue al pedo, sino que sirvió para "construir el partido". Hay que mantener alta la moral de los empleados, mirá si toman conciencia de clase y los mandan a la mierda...

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