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ELECCIONES; CLASE MEDIA; IZQUIERDISMO Y ALIENACIÓN
Por REENVIO - Tuesday, Oct. 25, 2005 at 1:57 AM

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LA GILADA

Nº 460 - 25/10/2005

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ELECCIONES; CLASE MEDIA; IZQUIERDISMO Y ALIENACIÓN

Así como la nueva elección del domingo en la Argentina sirvió para "legitimar" al turno gerencial de Kirchner y a la vieja política repudiada en Diciembre de 2001, también sirvió para borrar a la izquierda electoral de todos los lugares que solía frecuentar en el Parlamento.





La atomización de los partidos de izquierda, unido a su asimilación al sistema de corrupción parlamentaria, a su falta de discurso alternativo a los partidos del sistema, llevó a que todos sus representantes perdieran las bancas que pusieron en juego.



De esta manera Todas las variantes de la “centro izquierda” e izquierda: Luis Zamora, Mario Cafiero, Patricia Walsh, Ariel Basteiro y Jorge Rivas fueron barridos por la derechización creciente del electorado que dividió sus preferencias entre los candidatos del "menú" tradicional, como Macri, Carrió y el mismo gerente de turno del Imperio, representado por sus esposa Cristina Kirchner.



En cuanto al resto de la izquierda electoral no le fue mejor.



El Movimiento Socialista de los Trabajadores, de Patricia Walsh, arañaba un 2%, y por debajo del 1% de los sufragios quedaban el Partido Humanista, el Partido Obrero de Jorge Altamira y otras organizaciones de izquierda que en las elecciones de mayo de 2000 habían sumado un 11% de los votos, sin la competencia de Zamora.


La participación mayoritaria en la votación (más del 72% del padrón) demuestra a su vez que la Argentina continúa siendo uno de los enclaves paradigmáticos de la estrategia de "dominio democrático" impulsada por Washington en la región.



Además, como ya se dijo, la mayoría de la sociedad, si bien desprecia y rechaza las instituciones políticas que le plantea la burguesía, no cuestiona ni lucha contra esta como hecho económico social.



Por eso, en el país donde hace cuatro años se desarrolló el Cacerolazo con la consigna del "que se vayan todos", votó masivamente "eligiendo" los candidatos del sistema, sin tener en claro porqué ni para qué, dado que todos están nivelados en un mismo discurso y las "propuestas" son las mismas para todo el conjunto: no salirse de los programas impuestos desde el Departamento de Estado y el Tesoro norteamericano.



En Capital federal se da la paradoja de que Macri ganó cómodamente en todos los sectores. Tanto Ricos y Clase media, como los mas pobres y postergados del sur de la ciudad lo votaron.



O porque en Macri se refleja el carácter mayoritario del argentino, más allá de su condición socioeconómica: el triunfalismo exitista e individual, del empresario joven y brillante, que dudosamente tenga capacidad de gestión publica sino que más bien se aprovecha –y se ha aprovechado- de lo público y mantiene cuentas pendientes con el estado; o por la estudiada campaña apoyada por todos los medios en torno a la omnipresente “inseguridad”.



Poco importa. Lo que importa es: un “winner”, estilo Tinelli, que promete lo que todos los automovilistas estaban esperando: más seguridad y leña a los piqueteros.



La Argentina es, básicamente, un ejemplo paradigmático, un módulo experimental en perpetuo movimiento, de un país de "clase media", en el que prende tanto un "Cacerolazo" (diciembre 2001, realizado en capital por la clase media y media asalariada), como lo peor del dominio alienado con la democracia y el "voto popular" de la era del presidente Kirchner.



La clase media argentina es la muestra más preponderante de la alienación y el "doble discurso", con ausencia y desarraigo total de la conciencia solidaria, que sepulta a los propios conciudadanos desocupados y caídos del sistema, y toma la punta de lanza de su criminalización impulsada por el gobierno a través de los medios más un potencial sin igual de "internacionalismo fashion" nivelado mediáticamente, no para "pensar", sino para consumir.



Y la Argentina actual es un "país de clase media", porque la ideología, los valores, las reglas "morales", que disemina el aparato mediático que direcciona y controla la conducta social durante las 24 horas, son de clase media.



Los ejemplares, cholulos, ignorantes, superficiales, que "comunican" a diario cualquier tema en la radio, televisión y periodismo de la Argentina son de "clase media", y, por lo tanto, masivamente, el discurso predominante está conformado por la ideología y los valores de la clase media.



¿Y cuál es el valor de un "clase media" argentino?



Básicamente: consumir.



Como lo muestra un comercial de una cadena de supermercados: “Puedo volver a comprar como siempre quise”, coreado por un montón de conservadoras amas de casa detrás de los carritos de compras.



Ingeniería social de la más burda y barata, pero eficaz con una sociedad completamente alienada.



Consumir todo lo que venden los consorcios mediáticos que monopolizan las usinas de "pensamiento": moda, música, farándula, tecnología, celulares, cantantes de "onda", fútbol día y noche, rock, discotecas, cantantes pop, Maradona; pero por sobre todas las cosas y fundamentalmente: urnas y democracia. Fiesta cívica.



El "clase media" argentino es el prototipo, el "fórmula uno", el experimento más avanzado, del "idiota globalizado" y consumista nivelado por el dominio capitalista para todo el mundo.



El "clase media" argentino -como tendencia general- no tiene "pensamiento propio": es una terminal de los medios electrónicos, de la TV, de la radio, de la "música", que graban día y noche en su disco rígido las "ideas fuerza" que desarrollará en la sociedad.



No existe en el ni el más mínimo atisbo de pensamiento crítico. No tiene ninguna idea clara que clase de sociedad o colectivo quiere ni tampoco que hacer con los marginados y excluídos. Mejor prefiere no involucrarse en el tema y que se lo resuelva el aparato represivo del estado.



Y esa es la única propuesta clara que ha presentado el ganador de Capital: pegarle a los piqueteros.



Por su parte, la izquierda partidaria argentina ha demostrado una incapacidad para hacer una lectura correcta de la realidad y una ignorancia y falta de capacidad para construir una alternativa válida, y no por culpa de la derecha, o por culpa de Macri.



Por incapacidad propia, no más.



Ninguna de las "propuestas" que desplegaron alcanzó el número necesario para acceder a un escaño parlamentario y estuvieron lejos de transformarse en una alternativa electoral para los propios sectores sociales que aspiran a representar.



La izquierda pagó así el precio de su "juego electoralero" que la lleva a servir de claque minoritaria "opositora" en el Congreso, y sin poder transformar la realidad dominante donde los grupos mayoritarios que controlan las cámaras se reparten los negocios y votan por simple mayoría las leyes que envía el Ejecutivo para beneficiar a los grupos económicos, que a su vez reparten las coimas entre los legisladores.



De esta manera, en un sistema político-electoral controlado por el dinero del establishment económico y de los consorcios mediáticos (también propiedad de los grupos económicos) la izquierda parlamentaria, minoritaria y sin ninguna chance de cambiar nada, legitima, en carácter de "oposición", el "debate democrático" formal que se realiza antes de "votar" una ley cuya aprobación ya fue arreglada en negociaciones previas.



Los "discursos" de la izquierda en el Congreso, cada vez más parecidos a los de cualquier partido político del sistema, hacen bostezar y hasta aburren a un electorado al que cada vez le importa menos lo que le sucede al semejante, y que -debido a la alienación mediática y al lavado de cerebro- carece de conciencia y de motivación para conmoverse con el sufrimiento social.



En la Argentina y en el resto de América Latina, como cualquier observador inteligente lo puede comprobar, no se votan "ideas" ni proyectos estratégicos de país, se votan "candidatos" posicionados en las góndolas mediático-electorales por las encuestas, que cumplen la función de "instalar" a los competidores en la psicología masiva que los elegirá en las urnas.



Los gobiernos que asumen con las elecciones no están para ejecutar proyectos estratégicos soberanos destinados a beneficiar a las mayorías, sino para ejecutar programas nivelados igualmente para toda la región y cuyo objetivo es beneficiar a las minorías del poder que controlan los resortes del Estado (poder Ejecutivo, Parlamento y poder Judicial).



Cualquiera que analice atentamente los "programas de gobierno" de cualquier administración latinoamericana, sea de "derecha" o "progresista", (salvo Cuba y Venezuela), comprobará que todas se parametran en los mismos objetivos:



A) política económica sujeta a los programas y "monitoreos" del FMI (Tesoro estadounidense),



B) políticas de "combate al narcotráfico y el "crimen organizado" (Departamento de Estado), y



C) políticas de "combate al terrorismo" (Pentágono y CIA).



En estos tres preceptos estratégicos centrales, impuestos por el Consenso de Washington en la región, se basa el funcionamiento de cualquiera de la treintena de administraciones de América Latina que periódicamente son elegidas por "voto popular" en las urnas.



Diga lo que diga, ningún gobierno "democrático" elegido en las urnas, puede traspasar con "juego propio" la regla esencial impuesta por el FMI como axioma de correcta administración: achicamiento del déficit fiscal y reducción del gasto social.



Esto significa que todo el ingreso por el "crecimiento de la economía" (como sucede en la Argentina de Kirchner) no será destinado al aumento de salarios o al gasto social orientado a la salud, o a planes para combatir estructuralmente a la pobreza y la desocupación, sino al pago de la deuda contraída con los organismo de usura capitalistas internacionales.



Y la pregunta del millón: ¿para qué se vota, si todos hacen lo mismo?



Se vota porque Washington necesita legitimar con la "democracia" un sistema de dominación y de saqueo económico que de otra manera, y como ya sucedió en la década del 70, tendría que ser impuesto por medio de dictaduras y represión militar.



De tal manera que el sistema electivo-parlamentario, cumplen las funciones de "catarsis colectiva", de simulacro de "cambio", de falsas alternativas con "candidatos" que, con diferentes "discursos", representan a los intereses de los bancos, corporaciones y establishment económico que controlan las estructuras económico-productivas y los recursos naturales de la región.



Las elecciones son "libres" y cualquier candidato puede presentarse.



Pero sólo tienen chance los que no cuestionan ni combaten al sistema de macro-robo imperante (sistema capitalista) y se prestan a las reglas de juego del doble discurso: prometer gobernar para las mayorías y, tras ser elegido, gobernar para las minorías.



Quien se someta a esas reglas previas, a ese contrato "no explícito" con los grupos de poder, podrá competir "libremente" (en Argentina, Bolivia o en cualquier parte) contando con el universo de "potencialización de imagen" que brindan las encuestas y las entrevistas mediáticas con las cuales se "posiciona" un candidato para ser votado masivamente.



Y hay otra lógica inexorable: si no hay "esponsoreo" ni apoyo del poder económico, en sus diversas variantes y expresiones, el candidato simplemente "no existe", ni jamás va tener chance de ser votado masivamente.



¿La explicación?: las mayorías (cada vez más derechizadas, ignorantes y alienadas) no votan "ideas" sino candidatos, imágenes, discursos sin contenidos, todos nivelados por los mismos eslóganes, lugares comunes y muletillas expresados por los candidatos del sistema:



"Vamos a luchar por la gente", "es hora de cambiar la política", "hay que hacer un recambio político", "somos la cara de la nueva política", y otras frases parecidas que el televidente escucha aburrido en las radios o televisiones, y luego vota en las urnas.



¿Cómo puede ser -parafraseando a Lenín- que un sistema de engaño tan estúpido, tan a la "vista", no pueda ser captado por las mayorías que, pese a las verificaciones estadísticas con cada turno de gobierno, sigue votando a sus propios verdugos en las urnas?.



Hay dos explicaciones posibles:



A) La complicidad de la izquierda con el sistema de "dominio democrático" (sistema electivo-parlamentario) al que ve como la posibilidad de acceder al poder sin lucha armada y sin la necesidad de una acción revolucionaria organizada desde la clandestinidad.



A pesar de que está histórica y sobradamente probado por los hechos que el sistema no se suicida y que sólo entrega el gobierno a quien representa sus intereses, la izquierda parlamentaria sigue soñando con llegar al poder con un "programa de izquierda".



Si la izquierda pretende llegar al poder con elecciones y urnas sólo hay dos posibilidades: o es estúpida, o ya tiene un pacto con el establishment como hizo Lula en Brasil, y ahora lo está haciendo Evo Morales en Bolivia.



Esta complicidad de la izquierda con la estrategia de "dominio democrático" la asimila al sistema, y cierra la posibilidad de un espacio de comprensión alternativa a los sectores que acceden a sus discursos.



La izquierda, alienada ella misma con la "democracia" capitalista, es parte de la explicación de porqué las mayorías no cuentan con un espacio público de concientización del sistema y de sus estrategias de engaño con las urnas y el "voto popular".



B) Los medios de comunicación y su prédica de que si no se vota "se cae el sistema".

Como cualquier experto o persona informada sabe, si la gente decide mayoritariamente no votar (no emitir sufragio por ninguna lista o candidato), el único sistema que se cae es el sistema de "dominio democrático" con urnas y elecciones.



El sistema "administrativo colonial" de los países dependientes (latinoamericanos o de cualquier otra parte) funcionan de la misma manera con políticos o sin políticos (ya se demostró con las dictaduras militares).



La función de los partidos y los políticos no es administrativa sino de legitimación de la dominación a través de las urnas y los comicios.



Los que administran el sistema son los tecnócratas que en las distintas áreas colocan los grupos de poder, principalmente en la de economía.



Esto es simplemente verificable con sólo rastrear dónde, en qué grupo económico, desarrollan (o desarrollaron) su actividad privada los funcionarios de cualquier gobierno.



No obstante esta realidad fácilmente comprobable, los medios del sistema y sus soldados mediáticos (periodistas y "analistas") hacen votar masivamente a la gente (que odia a los políticos) haciéndoles creer que la no elección de un candidato (sea por voto en blanco, impugnado, o no voto) conduce al caos y a la destrucción del sistema.



En un electorado sin conciencia y sin reflexión totalizadora, las encuestas que proyectan a los "ganadores" (aunque sean falsas al principio) cumplen la función de "órdenes" y consignas para la psicología colectiva que (y por afán triunfalista) termina votando a los mejor posicionados en las encuestas y haciendo realidad las "predicciones" de los sondeos.



Sin ningún discurso coherente, con pocas apariciones reales en los distritos de Buenos Aires, sin que se sepa para qué va a servir su presencia en el Senado, sólo con eslóganes y posturas discursivas de "diva política", Cristina, la mujer de Kirchner, fue proyectada masivamente a través de "encuestas ganadoras" fabricadas por empresas contratadas.



Ni Duhalde ni su mujer, Chiche (quien contaba antes de las encuestas con el doble de intención de voto), pudieron torcer la manipulación mediática infernal con la imagen farandulera de Cristina que terminó volcando el voto de las mayorías bonaerenses a su candidatura.



Como la izquierda partidaria nunca se puso a estudiar el sistema de colonización mental y manipulación de conducta social con los medios de comunicación (que sustituyeron a los militares como ejército de dominación), tampoco la mayoría de sus dirigentes entienden mucho de lo que les pasa con el electorado que no los vota.



Los dirigentes de la izquierda electoralera argentina, carentes de una visión estratégica de la metodología y forma de control que hoy utiliza el capitalismo en la Argentina (se quedaron en el siglo XIX) y en América Latina, están totalmente asimilados a la estrategia de dominio democrático con las urnas, pero sin contar con apoyo y esponsoreo de grupos económicos que proyecte con chance a sus candidatos.



Su propia dinámica contradictoria (hablan de revolución y de "cambio de sistema", pero quieren ocupar bancas minoritarias en el Parlamento del sistema) los aleja de la coherencia.



Su presencia hasta ahora en el Parlamento (aparte de darles un buen sueldo, jubilación y estructura para "hacer política" a sus dirigentes) sólo sirvió como "tribuna discursiva" para hacer marketing electoral, sin saber hacer marketing electoral.



Además, con un Parlamento controlado por bandas de políticos mercenarios legitimados masivamente en las urnas, sin voces discordantes, sin tomas de fábrica, sin huelgas generales, sin conflictos sociales violentos, con una sociedad ignorante y alienada para la cual el sistema capitalista es el único medio de vida posible, la izquierda parlamentaria ya ni siquiera hace falta como simulacro de oposición en el Congreso.



Mientras no se concientice la estrategia de dominación de Washington con las urnas y la "democracia participativa", mayoritariamente la población argentina (incluida la que no tiene trabajo o está por debajo de la línea pobreza) seguirá votando para legitimar a gobernantes y legisladores que sólo representan a los bancos y consorcios económicos que saquean al país.



Y la izquierda, de no proyectarse a otros niveles de conocimiento de la realidad y funcionamiento del poder capitalista en el siglo XIX, si no edifica un discurso y una metodología alternativa, si sigue creyendo, como predica Bush, que el mundo se cambia con urnas y más elecciones, seguirá haciendo de furgón de cola del sistema.



Un sistema que, por ahora, y como se demostró con las elecciones del domingo en la Argentina, ya ni siquiera la acepta como furgón de cola.

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pregunto, no?
Por foucault - Tuesday, Oct. 25, 2005 at 3:16 AM

Coincido en que la aspiración de la clase media es consumir.
Pero me permito preguntar (y me gustaría que alguien intente respuestas):
Es acaso otra la aspiración de la clase trabajadora?

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Agrefo
Por ex-militante trotskista (hasta ayer) - Tuesday, Oct. 25, 2005 at 4:32 AM

Dice:
"El "clase media" argentino -como tendencia general- no tiene "pensamiento propio": es una terminal de los medios electrónicos, de la TV, de la radio, de la "música", que graban día y noche en su disco rígido las "ideas fuerza" que desarrollará en la sociedad.



No existe en el ni el más mínimo atisbo de pensamiento crítico. No tiene ninguna idea clara que clase de sociedad o colectivo quiere ni tampoco que hacer con los marginados y excluídos. Mejor prefiere no involucrarse en el tema y que se lo resuelva el aparato represivo del estado. "


LA CLASE OBRERA SÍ TIENE UN PENSAMIENTO PROPIO?
LA CLASE OBRERA NO ESTÁ ESCLAVIZADA POR LOS MEDIOS?
DEJÉMONOS DE JODER!!

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Qué es ideología?
Por Koko - Tuesday, Oct. 25, 2005 at 3:39 PM

hay un pequeño librito, muy pequeño, llamado Ideología y Aparatos ideológicos del Estado, de Louis Althusser... por alguna extraña razón se lo ha dejado en el olvido, y así estamos.....

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