SOBRE LAS ELECCIONES EN BOLIVIA.
Por EL MILITANTE -
Saturday, Dec. 17, 2005 at 10:03 PM
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EL MILITANTE -
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Elecciones en Bolivia |
¿Qué debemos
defender los marxistas? |
Autor : Jorge Martín Fecha
: ( 17-Diciembre-2005 ) Categoria : Bolivia
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as
elecciones del domingo 18 de diciembre en Bolivia están teniendo
lugar junto al fondo de la intensa lucha de clases que ha sacudido
este país andino durante los últimos cinco años, incluyendo al menos
tres insurrecciones de masas en febrero y octubre de 2003 y
mayo-junio de este año. La victoria de las movilizaciones de
masas contra la privatización del agua en Cochabamba en abril de
2000 abrió las compuertas para el movimiento de los trabajadores y
campesinos bolivianos, un movimiento que ha cuestionado cada vez más
no sólo la política de este o aquel gobierno, sino de toda la
democracia burguesa y el propio sistema capitalista. Sin
embargo, el hecho de que cuando se planteó claramente la cuestión
del poder en octubre de 2003 y mayo-junio de este año no se
resolviera de una manera decisiva a favor de los trabajadores y los
campesinos, ha permitido a la clase dominante desviar esta inmensa
energía revolucionaria hacia el canal más seguro de las elecciones
parlamentarias y presidenciales. La dirección de las
organizaciones obreras y campesinas han jugado un papel clave en
esto. Por un lado el Movimiento Hacia el Socialismo (MAS) de Evo
Morales siempre ha insistido en el camino parlamentario. Evo
Morales, que estuvo ausente del movimiento de octubre de 2003, ayudó
a apuntalar al presidente Mesa. Cuando éste último se enfrentó a un
movimiento revolucionario de masas, Morales ayudó a la clase
dominante a encontrar una salida constitucional en la forma del
presidente Rodríguez. Por otro lado, los dirigentes de las
organizaciones más radicales de obreros y campesinos, debido a su
falta de una perspectiva clara en el momento crucial, fueron también
responsables de desperdiciar dos oportunidades cruciales. La
dirección de la Central Obrera Boliviana (COB) incluso hizo un
análisis muy agudo de sus deficiencias durante el movimiento de
octubre de 2003: “Si los trabajadores no tomaron el poder fue debido
a la ausencia de un partido revolucionario”, esto es lo que dijeron
y tenían completamente la razón. En aquel momento, hubo una huelga
general nacional con bloqueos de carretera por todo el país,
mientras que una masa de trabajadores y campesinos enojados, con los
mineros armados en primera línea, se reunieron a las afueras del
palacio presidencial en La Paz exigiendo la dimisión del entonces
presidente Sánchez de Lozada. Cuando “Goñi” Sánchez de Lozada
finalmente tuvo que dimitir, el poder durante unas horas pasó a las
calles. Desgraciadamente, los dirigentes de las organizaciones
obreras, incluso los más radicalizados de ellos, no tenían una idea
clara de cual debía ser el próximo paso. Su inactividad permitió a
la clase dominante sustituir a Goñi por Mesa y restablecer la
legalidad burguesa. Los dirigentes sindicales declararon una tregua
al nuevo gobierno, con ello sembraban ilusiones en que de alguna
manera Mesa podría gobernar a favor de los trabajadores y campesinos
y que se resistiría ante las multinacionales. Aunque las masas no
habían sido derrotadas, una vez más se malgastó la oportunidad,
tardaría algún tiempo hasta que se desarrolló un nuevo movimiento de
masas. A pesar de todas las maniobras estaba claro que las
contradicciones en la sociedad boliviana habían alcanzado un punto
de ebullición y no se podrían resolver dentro de los estrechos
límites de la democracia burguesa. Mesa intentó en vano satisfacer
las exigencias de las multinacionales del gas y el petróleo,
mientras que al mismo tiempo apaciguaba el movimiento de masas al
que temía demasiado. Por supuesto ésta era una tarea imposible. A
pesar de todos los esfuerzos de los dirigentes del MAS en el
parlamento para contener a las masas, era inevitable una nueva
insurrección en las calles. En abril de 2005 Mesa hizo una dramática
aparición televisiva donde revelaba la verdadera situación: las
multinacionales estaban realmente dirigiendo el país y no aceptarían
ningún límite a su poder. Lo que Mesa estaba proponiendo con
relación al conflicto central por la propiedad y la extracción de
los vastos recursos de gas que posee el país, era demasiado para el
estómago de las multinacionales y demasiado poco para satisfacer a
las masas. No se pudo llegar a un acuerdo y una vez más abrió el
camino para un movimiento revolucionario de masas. En mayo-junio
se desarrolló un movimiento huelguístico en todo el país, con su
epicentro en la ciudad obrera de El Alto. Una vez más, los
trabajadores y los campesinos, organizados en sus organizaciones
sindicales, salieron a las calles de Bolivia con una sola
reivindicación: nacionalización del gas. Esta vez el espíritu
revolucionario del movimiento infectó a las bases del MAS que fueron
más allá de sus propios dirigentes. En lugar de plantear la
reivindicación de imponer a las empresas del gas un 50 por ciento en
concepto de pago de comisiones la reivindicación de los dirigente
del MAS, los campesinos del MAS exigían la nacionalización en su
marcha hacia la capital. En esta ocasión la lucha adquirió un
carácter político mucho más avanzado. Las principales organizaciones
dejaron claro que la lucha no era para sustituir al gobierno por
otro, sino cerrar definitivamente el parlamento burgués si no podía
garantizar la nacionalización del gas. Como escribimos en aquel
momento: “El líder del MAS, Ramón Loayza, tuvo que admitir que
habían sido ‘superados por las bases’ y dio al parlamento cuatro
días para nacionalizar las reservas de gas natural y convocar la
asamblea constituyente. Si no se hacía esto amenazó con que
“’cerraremos el parlamento’”. (Bolivia: la crisis revolucionaria
alcanza su punto álgido.1/6/2005. http://www.elmilitante.org/index.asp?id=muestra&id_art=1947).
Este era Loayza, un dirigente campesino y también parte de la
dirección MAS y parlamentario. En La Paz y otras ciudades
principales, se celebraban diariamente reuniones de masas cabildos
abiertos, implicando a decenas y cientos de miles que se celebraban
con la participación de los trabajadores, campesinos, mineros
armados con cartuchos de dinamita, etc., Las masas estaban en las
calles ejerciendo la democracia revolucionaria directa. Cada vez
estaba más claro para ellas que la nacionalización del gas y la
solución a sus problemas más apremiantes sólo se podrían resolver
con un gobierno obrero y campesino, es decir, con las masas tomando
el poder en sus propias manos, barriendo a un lado toda la
maquinaria de la democracia capitalista. Esto se pudo ver en docenas
de resoluciones, en las pancartas y consignas planteadas por los
manifestantes y huelguistas que en la práctica se movían en la
dirección de la toma del poder. La clase dominante estaba
aterrorizada y un sector de la oligarquía reaccionaria con base en
Santa Cruz incluso contempló la idea de dividir el país. El ejército
también estaba dividido e incluso un sector de oficiales jóvenes del
ejército simpatizaba con el movimiento de masas. La principal
tragedia del movimiento revolucionario de principios de este año
fue, una vez más, que cuando se llegó al momento crucial, los
dirigentes de los movimientos obreros y campesinos no sabían que
hacer. Hablaban mucho de tomar el poder pero no hicieron nada
concreto para organizar realmente la toma del poder. Jaime Solares,
el secretario ejecutivo de la COB no comprendía cómo los
trabajadores podían tomar el poder. Jugó con la idea de que un
oficial del ejército surgiera desde el seno del ejército y que
tomara el poder con el apoyo de las organizaciones de trabajadores.
La decisión adoptada en El Alto el 8 de junio por las
principales organizaciones obreras y campesinas de crear Asambleas
Populares, que eran vistas como un embrión de un poder alternativo,
fue un paso adelante extremadamente significativo. Pero llegó
demasiado tarde. La clase dominante, con el apoyo de la dirección
del MAS, consiguió encontrar una salida a la crisis con la demisión
de Mesa y la elección de Rodríguez como nuevo presidente interino.
Incluso esta decisión fue adoptada por el parlamento que había sido
rodeado por las masas revolucionarias en Sucre (en lugar de su lugar
de reunión normal en La Paz) y después de que la clase dirigente
viera fracasar su primera opción: Vaca Díez. Como siempre, los
dirigentes reformistas fueron utilizados como último recurso para
salvar la situación a la clase dominante, una vez más la oligarquía
boliviana fue salvada por los dirigentes del MAS que pusieron todo
su peso tras Rodríguez. Los dirigentes sindicales como Solares,
De la Cruz y otros, que no habían aprendido las lecciones de la
insurrección de octubre, fueron incapaces de ofrecer una alternativa
a este nuevo descarrilamiento constitucional del movimiento. Como se
suele decir: “Me tomar por tonto una vez, vergüenza debería darte.
Me tomas por tonto dos veces, vergüenza debería darme”. La ausencia
de una salida clara, el cansancio del movimiento después de tres
semanas de movilización revolucionaria al rojo y la autoridad de
determinados dirigentes del MAS, finalmente salieron victoriosos y
la huelga general se apagó. Sin embargo, en esta ocasión la
situación de Rodríguez era más débil que la de Mesa después de
octubre de 2003 y sólo podía sobrevivir prometiendo elecciones
anticipadas. Incluso el proceso de convocatoria de estas elecciones
estuvo cargado de todo tipo de trucos y maniobras mediante las
cuales la clase dominante intentó asegurar su victoria. Por ejemplo,
cambiaron el peso relativo de las diferentes regiones en el
parlamento nacional, otorgando tres escaños más al feudo de la
oligarquía en Santa Cruz y quitándolos de zonas más radicales de la
clase obrera como La Paz, Potosí y Oruro. Algunos sectores de la
clase dominante incluso barajaron la idea de retrasar las elecciones
utilizando excusas constitucionales, pero esto habría sido demasiado
y podría realmente haber provocado un nuevo levantamiento del
movimiento revolucionario y sellado el destino del ya desacreditado
parlamento. La revolución no es un juego. Cuando se plantea la
cuestión del poder, la dirección de la clase obrera debe estar
preparada para tomarlo. Si no lo hacen, si se limitan a discursos
revolucionarios sin emprender una acción decisiva, se perderá la
oportunidad. Las masas, no viendo salida mediante la acción
revolucionaria directa, se cansarán de discursos y palabras
interminables, de reuniones y resoluciones. El movimiento bajará y
la iniciativa pasará a la clase dominante. Desgraciadamente, los
dirigentes de la COB y los otros dirigentes revolucionarios en
Bolivia en dos ocasiones diferentes permitieron que se les escapara
la oportunidad. Ellos tenían el poder en sus manos y permitieron que
se les deslizara entre los dedos. Se trata de un hecho muy triste
pero que no se puede negar. En dos ocasiones se negaron a tomar el
poder. ¡Esto tiene unas consecuencias tremendas! Una vez que las
misas vieron eso, a pesar de sus tremendos esfuerzos, el camino al
poder mediante la acción revolucionaria directa quedó bloqueado,
entonces inevitablemente miran hacia otro lado en busca de una
salida al callejón sin salida. Después de todo, las masas no pueden
estar esperando con los brazos cruzados esperando una solución
perfecta. Sus problemas son demasiado serios y urgentes como para
esperar que la vanguardia revolucionaria ponga su casa en orden. Si
los revolucionarios no son serios para resolver sus problemas,
entonces las masas buscan otra alternativa. Por su parte, los
terratenientes y capitalistas bolivianos respiraron en señal de
alivio. ¡No podían creer su suerte! El poder ya se les había
escapado de las manos. Estaba en la calle. Pero nadie lo recogió. En
otras circunstancias, la clase dominante habría pasado a la ofensiva
y organizado a las fuerzas de la reacción. El resultado habría sido
un golpe sangriento como en Chile o Argentina. Pero la correlación
de fuerzas de clase en Bolivia no permitía ese escenario, por el
momento. La burguesía está obligada a recurrir al subterfugio. El
único resultado posible es: la contrarrevolución con disfraz
democrático. La clase dominante se vio obligada a convocar
elecciones anticipadas. Tendrá que entregar el poder a Evo Morales.
Las masas aprovecharán la oportunidad para expresar sus
reivindicaciones en el plano electoral. Esta no es la situación
ideal desde el punto de vista del capitalismo y el imperialismo.
Pero al menos es mejor que la toma del poder por parte de los
trabajadores y campesinos. Morales se ha salido de su camino
para tranquilizar a la clase dominante y al imperialismo, incluso ha
tenido reuniones en Europa con Repsol y otras multinacionales con
intereses en Bolivia, se ha reunido con los embajadores de los
países de la UE e incluso ha tenido una reunión secreta con la
embajada de EEUU. Su candidato a vicepresidente, el antiguo ideólogo
de la guerra García Linera, dejó claro desde el principio que él
piensa que el socialismo está fuera del orden del día de Bolivia y
que está a favor de desarrollar algún tipo de “capitalismo andino”.
Sin embargo, los imperialistas y sus agentes en Bolivia se sienten
extremadamente inquietos ante la probable victoria de Evo Morales en
las elecciones del domingo. No están tan preocupados con el propio
Evo Morales, pero sí están aterrorizados por las fuerzas que están
detrás de Morales. Por eso la clase dominante en Bolivia ha
iniciado una campaña alarmista sin precedentes contra Morales,
acusándole de todo tipo de cosas, de ser un “agente” del
“imperialismo venezolano”, de ser un comunista (algo que ciertamente
no es). En un movimiento muy significativo EEUU cogió unos 30
misiles tierra-aire HN-5A del ejército boliviano. Son misiles
fáciles de utilizar y transportar, son del mismo tipo utilizado por
la resistencia iraquí. Este asombroso movimiento demuestra
claramente dos cosas. Una es que la relación de la burguesía
boliviana respecto a EEUU es la del servilismo colonial. La otra es
que EEUU no confía en las fuerzas armadas bolivianas, están
preocupados por una posible situación revolucionaria en el país y
temen que estas armas pudieran caer en manos de personas
revolucionarias. Un artículo detallado publicado por Econoticias.com
(
http://www.econoticiasbolivia.com/documentos/notadeldia/elec15.html)
describe la purga que se está organizando dentro de las fuerzas
armadas bolivianas para apartar del mano y retirar a oficiales que
pudieran estar cerca o ser influenciados por las reivindicaciones de
los trabajadores y los campesinos. Su principal temor es que
Morales como presidente no sea capaz de contener las aspiraciones
revolucionarias de las masas. León Trotsky explicaba que en
determinadas circunstancias los dirigentes reformistas pueden ir más
allá de lo que pretendían. Independientemente de las garantías de
los dirigentes del MAS, su militancia y su base electoral ve las
cosas de una manera diferente. Para ellos, votar a Morales es votar
por la nacionalización del gas, contra la oligarquía, el
imperialismo y las multinacionales. Eso es lo que más temen los
imperialistas. La campaña electoral del MAS ha reunido a decenas
de miles de trabajadores y campesinos a lo largo del país. Las masas
ignorantes políticamente no ven las cosas de la misma manera que la
vanguardia proletaria más avanzada. Ellos creen que están eligiendo
para la presidencia a un hombre que procede del movimiento
campesino, que se convirtió en líder partiendo desde la base, que es
considerado por la gente trabajadora normal como “uno de los
nuestros”. Este elemento no se puede subestimar. Este es un país
que durante ciento veinticinco años ha estado gobernado por los
miembros de la elite blanca. Evo Morales es de procedencia indígena,
de este modo también es visto como el representante del 80 por
ciento de la población, los trabajadores y campesinos indígenas, que
siempre han estado oprimidos y discriminados. Par alas masas de
trabajadores y campesinos estas cosas cuentan más que cuántas
regiones haya tenido Morales con las multinacionales. Su instinto de
clase les dice que si la oligarquía ataca tanto a Morales entonces
deberían apoyarle. Al mismo tiempo, el apoyo de las masas a Evo
Morales no significa una fe ciega. Las masas han atravesado la
escuela de la revolución han sacado ciertas conclusiones. Esto se
vio claramente durante el movimiento de mayo-junio, cuando la base
del MAS, los campesinos que marchaban hacia La Paz, rechazaron la
reivindicación del 50 por ciento de las comisiones y bajo la
influencia del poderoso movimiento huelguístico adoptaron firmemente
la reivindicación de la nacionalización. Los últimos años de
lucha han conseguido que las masas en Bolivia estén muy cansadas de
sus dirigentes. Existe un fuerte sentido de que los dirigentes deben
ser controlados por la base e incluso dirigentes conocidos han sido
echados de sus organizaciones o expulsados de las manifestaciones
cuando se consideraba que no respetaban el mandato de la base.
La perspectiva más probable es que Evo Morales gane las
elecciones. Todas las encuestas le dan aproximadamente un 34 por
ciento de los votos frente al 28 por ciento de Tuto Quiroga, el
principal candidato de la oligarquía. Como es poco probable que
consiga más del 50 por ciento de los votos, que son los necesarios
para ser elegido automáticamente presidente, la decisión quedará en
el parlamento, que tiene el poder de elegir entre los dos candidatos
con mayor número de votos. Teóricamente, esto podría ser utilizado
para imponer a Quiroga como presidente, pero en la práctica esto
podría provocar una nueva explosión social con las masas de
trabajadores y campesinos que saldrán a las calles para defender su
victoria electoral. ¿Cuál debería ser la actitud de los
marxistas revolucionarios frente a estas elecciones? El pasado fin
de semana hubo una reunión en El Alto de la Primera Conferencia
Nacional de Trabajadores y Campesinos. Se acordó una declaración
firmada por la COB de la región de El Alto, la COB estatal y la
federación de mineros, la FSTMB. Ellas representan a las
organizaciones más avanzadas de los trabajadores bolivianos y
jugaron un papel clave en las movilizaciones revolucionarias de los
últimos años. En la declaración decían que “los trabajadores y
movimientos sociales de Bolivia, ahora más que nunca, están
convencidos de que las elecciones… fueron convocadas para
descarrillar la lucha tenaz de los oprimidos de este país, no
resolverán los problemas que están asfixiando a los bolivianos ni
defenderán la soberanía y la dignidad de la nación”. Después
añadieron que la principal característica de su lucha reciente ha
sido la incapacidad de tomar el poder y por lo tanto tienen ‘el
deber elemental de consolidar la Asamblea Popular Nacional
Originaria como un órgano de poder’” La declaración reafirma que
las principales reivindicaciones de la lucha y añade que sólo pueden
basarse “en la acción de masas directa y nuestros instrumentos de
lucha” y finalmente pide la formación de Asambleas Populares
Regionales en marzo de 2006 y la celebración de una Asamblea
Nacional Popular el 10 de abril del año próximo. Esta
declaración contiene varios puntos y observaciones correctas, pero
el problema principal es que no adopta ninguna postura con relación
a las elecciones que se van a celebrar ahora. Para llevar a cabo la
revolución no es suficiente con que la vanguardia quiera la
revolución. La vanguardia debe ganar a las masas, formarlas en un
espíritu revolucionario y mientras tanto estrechas vínculos con
ellas. Para hacer esto, es esencial que la vanguardia comprenda los
instintos de las masas y garantice que sus consignas no se alejan
demasiado de las masas, tal que el vínculo entre la vanguardia y la
clase está roto. Una repetición simple de la necesidad de tomar el
poder no es suficiente. La vanguardia debe dar respuestas
concretas a cuestiones concretas. Las declaraciones arriba
mencionadas en la reunión puede que sean correctas en un sentido
revolucionario general, pero no dan respuestas a la cuestión
acuciante del momento. Un trabajador y campesino bolivianos dirán:
Sí, todo eso está muy bien, ¿pero cómo deposito mi voto el próximo
domingo? Fue la incapacidad de estos mismos dirigentes de
ofrecer una salida clara en junio lo que permitió a la clase
dominante, con la ayuda de los reformistas, desviar el movimiento en
dirección a las elecciones. Ese es un hecho muy desafortunado, pero
no obstante es una realidad. Las condiciones objetivas han cambiado
y no debemos actuar como si este no fuera el caso. ¿Puede la
vanguardia permanecer indiferente en estas elecciones? Eso realmente
les apartaría de las masas. Estas últimas tienen que pasar por la
escuela de Evo Morales, la escuela del reformismo, que en las
condiciones bolivianas es probable que sea una escuela muy dura.
Pero nuestro deber es avanzar hombro con hombro con las masas,
explicando en cada etapa qué se debe hacer y ayudarlas a sacar las
conclusiones. En junio, la qué se planteó de forma descarnada
fue la cuestión del poder, de quién dirige el país. Ahora la
cuestión planteada frente a las masas es ¿qué hacemos en estas
elecciones? La mayoría de los trabajadores y campesinos no dudarán
en votar al MAS, particularmente porque no les ofrecen otra
alternativa. En julio, agosto y septiembre, la COB discutió la
posibilidad de presentarse a las elecciones mediante la creación de
un Instrumento Político de los Trabajadores. Pero estas discusiones
terminaron en nada. También hubo discusiones con el MIP de Felipe
Quispe para que algunos dirigentes sindicales entrasen en sus
listas, pero finalmente no hubo acuerdo. Está bastante claro que
estas organizaciones, que estaban en situación de tomar el poder en
octubre de 2003 y junio de 2005, ahora no están en situación de
tomar el poder. Son claramente incapaces de organizar un boicot
serio a las elecciones. Por eso no están defendiendo esto, pero al
mismo tiempo están dejando a los activistas obreros más avanzados
sin una directriz clara de qué hacer. Para la masa de trabajadores y
campesinos estas elecciones son importantes y no se puede sólo dar
un paso al lado y dejarlas pasar como si no ocurrieran. Sin ganar a
estos trabajadores y campesinos que votarán al MAS en las elecciones
para el lado de la revolución, no habrá revolución triunfante en
Bolivia. La experiencia del gobierno Morales es un paso necesario en
el desarrollo de la conciencia de las masas en Bolivia. El deber
elemental de los revolucionarios en Bolivia es acompañarles en esta
experiencia. No tienen una alternativa excepto pedir un voto
crítico al MAS y, al mismo tempo, dirigir la agitación sobre las
principales reivindicaciones del movimiento, comenzando con la
nacionalización del gas sin indemnización, exigiendo que ese debe
ser el primer paso que debe dar Evo Morales cuando se convierta en
presidente, advirtiendo que ésta y otras reivindicaciones del
movimiento sólo se pueden conseguir mediante la acción
revolucionaria de los propios trabajadores y campesinos. En
realidad, la declaración de la Reunión de Trabajadores y Campesinos
es en general correcta pero comete un error fundamental: no da una
orientación concreta con relación a lo que ahora es visto como el
terreno más importante de lucha para las masas: las elecciones.
Entre algunos de los activistas avanzados e incluso sectores de
las masas, existe un ambiente crítico hacia Morales. ¡Naturalmente!
Han visto su registro pasado y sus declaraciones actuales, le miran
con sospecha. Sin embargo, le votarán contra el candidato abierto de
la clase dominante. Por otro lado, la mayoría de los trabajadores y
campesinos le votarán, no por sus conversaciones con las
multinacionales y sus garantías a la embajada de EEUU. Todo lo
contrario, votarán al MAS como un voto por la nacionalización del
gas, contra el saqueo imperialista extranjero del país, por una
solución a los problemas de la solución nacional, la tierra, el
empleo, etc., Los marxistas revolucionarios deben encontrar un
camino para relacionarse con este ambiente y no separarse de los
activistas más avanzados de las masas. Los trabajadores y los
campesinos que votarán por el MAS son los mismos que participaron en
las insurrecciones de los últimos dos años, son los mismos que
participarán en las insurrecciones que se están preparando
inevitablemente para el futuro. Mientras tanto, deben crear una
organización que reúna a los activistas más avanzados que jugaron un
papel en estos movimientos. Aglutinarles sobre la base de las ideas
revolucionarias del marxismo para que la próxima vez que surja la
cuestión del poder, para que pueda pasar a las manos de los
trabajadores y campesinos de una vez por todas.
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