Julio López
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Paradero desconocido: la desaparición de Mariela
Por reenvío de Página/12 - Monday, Feb. 06, 2006 at 9:30 AM

Mariela Zurita tenía 30 años, cinco hijos y posiblemente estaba embarazada la última vez que la vieron, en la esquina del centro mendocino, donde solía esperar a quienes le pagaban para tener sexo con ella. Hace dos años que está desaparecida. Como en tantos otros casos que se conocen gracias a la presión de los familiares o de víctimas que saltan el cerco de la explotación sexual, se supone que Mariela estaría viva en manos de proxenetas.

Paradero desconocido

Por Lorena Villafañe, desde Mendoza

Las tres veces que Estela de Zurita viajó desde Córdoba a Mendoza en
busca de su hija Mariela Fabiana Zurita, quien ahora tendría 32 años,
dedicó todo su tiempo a recolectar piezas para entender qué había sido de
ella en los últimos años. Buscaba más precisiones que las que le
llegaban en las breves conversaciones por teléfono que había tenido con ella
antes de su desaparición. Es que la distancia y el hermetismo de su
hija, las pocas palabras que cruzaban cuando iba de visita, desdibujaron
el rastro de Mariela al punto que sólo se enteró de que sus amigas la
buscaban varios días después desde la última vez que la habían visto.

Pero esta última vez, armar el rompecabezas de los últimos pasos de
Mariela no fue suficiente para esta mujer que tuvo que hacerse cargo de
los cinco nietos que quedaron a su cargo y que la interpelan cada día con
la misma pregunta: ¿dónde está mamá? ¿cuándo va a volver? Entonces,
obviando las dificultades de la feria judicial, Estela Zurita se presentó
hace una semana en el juzgado criminal de turno para exigir que se
reabra la causa que lleva el nombre de su hija seguido de un escueto
“averiguación de paradero”, aunque Estela duda de que realmente se haya
averiguado algo.

Pasaron dos años desde la última noticia que se tuvo de Mariela Zurita.
Fue en pleno centro de la ciudad de Mendoza, en Montevideo y Patricias
Mendocinas, donde la vieron por última vez, en enero de 2004. Esa era
su parada habitual, desde donde partía con clientes que compraban sexo.
Y ése es el punto de partida de las hipótesis que la Dirección de
Investigaciones de esta provincia baraja acerca de su desaparición. La
primera fue la que declararon a los medios en su momento: “Lo último que se
sabe es que se la vio discutir con un hombre que manejaba un Gol rojo.
Después de eso, no se la volvió a ver”, dejando entrever que su suerte
debe haber estado atada a la de ese anónimo conductor.

Estela pudo ir apenas un poco más lejos, al menos pudo dar con la
descripción de la ropa que su hija llevaba aquella última noche: una blusa
blanca, pollera de pico, sandalias y cartera.

Recién cuatro días después de su desaparición, un hombre llamado
Andrés, pareja de Mariela, radicó la denuncia en la comisaría 27, de Villa
Hipódromo, Godoy Cruz, donde vivían. Según le contó este hombre a Estela,
quienes exponen su cuerpo en el mercado del sexo no son consideradas
“personas normales” para la policía a la hora de hacer una denuncia.
Nadie se toma el trabajo de buscar a una chica que desapareció de su parada
hasta pasadas las primeras 72 horas. “Así se lo dijeron, que no eran
normales, sin ninguna vergüenza.”

Estela estaba en Bahía Blanca ese enero de 2004. El ex marido de
Mariela fue quien le avisó que no se sabía nada de su hija. El hombre había
llamado a Mendoza para enviarle la cuota alimentaria de los niños y ahí
se enteró de la desaparición de su ex. Desde ese entonces, la
reconstrucción de la vida de su hija, alejada de la familia hacía tiempo, es una
obsesión para Estela, que todavía no termina de entender qué pasó.

¿Cómo llega Mariela a Mendoza?

–Ella quedó muy deprimida después de su separación. Hacía poco que se
habían separado cuando se mudó. Con él tiene tres hijos. Un día, en
Córdoba, un chico de Remar –un grupo de recuperación de adicciones– la ve
tirada en la plaza, llorando, y nos ofreció llevarla a Mendoza.

¿Ella consumía drogas?

–No. Era para que estuviera mejor que se la llevaron. Una vez que llega
a Mendoza, al tiempo conoce a Rocío. Ella la llevó a su casa y le
presentó al hermano de su pareja, Andrés, y así es como se conocen. Con él
tuvo dos hijos más.

¿Cómo llega Mariela a estar en situación de prostitución?

–Ellos la introdujeron en la prostitución. Yo no sabía que ella
trabajaba de eso. Me enteré de todo eso ahora. Cuando desapareció tenía a sus
cinco hijos porque había logrado reunirlos para que estuvieran con
ella.

¿En Córdoba en qué trabajaba?

–Cuidaba a sus hijos, no trabajaba allá. Ella estaba bien hasta que se
separó.

¿Y usted a qué se dedica?

–Cuido enfermos y limpio casas. Por eso venir a Mendoza es difícil para
mí. Encima cada vez que vengo me voy sin ninguna respuesta. Nadie sabe
nada y me voy igual que cuando llegué. Pero yo me muevo y busco para
saber qué pasó. Esta vez me enteré de algunas cosas que no me gustaron
nada.

¿Qué fue lo que supo?

–Resulta que ahora hay otra versión. Una de las compañeras de Mariela
me dijo que la última vez que la vio esa noche fue cuando entró a un
edificio de por ahí, con un cliente. Cuando volvió al lugar creía que se
había ido a su casa y que por eso no estaba. Pero el lunes se enteró de
que había desaparecido y ahí se preocupó. Eso yo no lo sabía y tampoco
sabía que su pareja le pegaba. Yo creía que las cosas habían sido como
decían en los medios, pero ahora... Estoy perdida, no sé cómo hacer
para que mi hija aparezca.

¿Usted habló con la gente que la conocía?

–Sí. Busqué y llamé por teléfono a la gente que sabía que había estado
con ella, que la conocía. Pero no sé muy bien con quién conversar
porque nosotras, mi hija y yo, sólo teníamos contacto por teléfono y de la
vida de ella yo sé muy poco.

¿Con qué autoridades se reunió esta vez?

–Estuve con el secretario del ministro de Gobierno, Martín Echever. El
se comprometió a hablar con el ministro de Justicia para movilizar el
tema y que se siga buscando. También fui a hablar con la gente de
Investigaciones. Me atendió el principal De Blasi, pero me dijo que no sabía
nada, que el expediente estaba en manos del juez, que debía preguntarle
a él. Pero el juez no está ahora.

Sin embargo, al ser consultado, el principal Néstor De Blasi, a cargo
de Seguridad Personal de la Dirección de Investigaciones, sostuvo que
“se han hecho averiguaciones en la provincia y en el resto del país. Se
ha tomado un número importante de declaraciones a las personas que la
conocían. El expediente de la causa tiene tres cuerpos”, explicó. Estas
pruebas están en manos del juez del Quinto de Instrucción, Marcos
Pereira, por el momento inaccesible a causa de la feria judicial.

Cuando De Blasi hablaba de su búsqueda en el resto del país, se refería
a una demanda puntual que se le planteó: ir a buscarla al sur
argentino. Allí están las famosas “casitas”, en las que hay un puñado de mujeres
cautivas y donde son explotadas sexualmente. Ese es uno de los lugares
en donde sospechan que está. Pero De Blasi no se atreve a asegurar aún
que esté en manos de una red de proxenetas.

Aunque, entre las hipótesis que se manejan, el funcionario no descartó
que un proxeneta se la haya llevado. “Ella había manifestado a sus
compañeras que quería romper con el círculo... Pero también puede ser que
un cliente le haya hecho daño”, abrió el abanico de posibilidades.

“No puedo decir más –puso fin a las preguntas el principal–. La causa
está bajo secreto de sumario. Lo que sí le aseguro es que éste está
entre los dos casos más importantes de la provincia, en los que más se está
trabajando.” Según se supo por comentarios, Mariela habría estado
embarazada en el momento que desapareció. Según De Blasi, sobre la base de
las declaraciones, las denuncias anónimas y los operativos que se han
realizado, todavía se cree que Mariela está viva.

De todas formas, los Zurita, Estela y sus nietos, no depositan toda la
confianza en las fuerzas de seguridad y están pidiendo ayuda en otros
lugares. Entre ellos, a organizaciones que trabajan en la defensa de los
derechos humanos. Es más, aunque el abogado mendocino Pablo Salinas
presentó diversos hábeas corpus un tiempo después de que desapareciera
Mariela, no hubo respuesta a esta herramienta legal que supuestamente
debería dar celeridad a la investigación.

¿Los hijos de Mariela con quién quedaron luego de su desaparición?

–Tres están conmigo. Ahora me llevo a uno de los dos que están acá (en
Mendoza) por unos días. Ellos están preocupados por su mamá. Acá no
entienden mi desesperación. Hay cinco niños que cada vez que me ven me
preguntan: “¿Sabés algo de mi mamá?”. Y yo no sé qué contestarles, no sé
qué hacer.

Estela se tapa la cara y llora. No tiene razones para contener una
emoción que le moja los ojos, los mantiene siempre brillantes. Si este
gesto la hacía parecer derrotada, de inmediato renueva las fuerzas y
muestra unos papeles que llevaba en la cartera: “Estas son las cartas que mis
nietos le escribieron al gobernador. Ahora no está, pero cuando venga
de vacaciones me prometieron que se las van a entregar”.

Con toda la formalidad del caso, el encabezado con la fecha y, a la
izquierda, un: “Señor gobernador, Julio Cobos”, la de su niño de 11 años,
dice en uno de los párrafos: “Pido que encuentren a mi mamá Mariela por
favor, porque la extraño muy mucho. Hace dos años que no la veo”,
apelaba a la conciencia del jefe del Ejecutivo.

Un par de horas antes de que Estela se fuera a la terminal de ómnibus a
tomar un colectivo para volver a Córdoba, a esta mujer se le acaban las
palabras. Se había acabado la poca información que tenía sobre su hija.
Una herramienta fundamental para continuar la lucha y obtener, por fin,
las piezas faltantes de ese rompecabezas que es la desaparición de
Mariela. “No voy a bajar los brazos”, juró. “Voy a seguir luchando hasta
que alguien haga algo”, terminó de afirmar.--

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