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Un poco de Historia: La Genesis del Primero de Mayo
Por Zula ((i)) Buenos Aires -
Sunday, Apr. 30, 2006 at 11:34 PM
zula(arroba)riseuo.net
El primero de mayo de 1886 alrededor de 200.000 trabajadores norteamericanos iniciaron una huelga para exigir las ocho horas de trabajo.
Dia del Trabajador en Estados Unidos La amenaza del diario supuestamente progresista se cumplió enseguida
y la policía disparo sobre los manifestantes con el saldo de varios
muertos. Dos días después se produjeron nuevas masacres,
espacialmente en la fabrica de maquinarias agrícolas McCornick
e Chicago, donde la policía disparo a mansalva, dejando otro tendal
de varios muertos. La indignación popular fue creciendo y el anarquista
de origen alemán Agust Spies, director del periódico Chicago
Arbeiter Zeitung (Diario de los Trabajadores de Chicago), frente al espectáculos
terrible de la sangre derramada, hizo imprimir en ingles y alemán
la circular que en sus párrafos claves, decía los siguiente: Movilización de Trabajadores en España Los actos y movilizaciones se sucedieron.
Y miles de trabajadores salieron a las calles para exigir las ocho horas
y la humanización del trabajo. En forma extraña murió
un policía, nunca se supo como, y por supuesto rápidamente
detuvieron a ocho anarquistas a los que de responsabilizo de la muerte.
Pero el régimen no se contento con esas detenciones. También
se produjeron centenares de allanamientos: Los veinticinco integrantes
del Chicago Arbeiter Zeitung, igual que los suscriptores del periódico
cuya lista capturo la policía, fueron a parar a distintas cárceles.
En total fueron más de mil los arrestos, pero el tinglado central
se monto en los tribunales. El juicio, la selección de jurados
y todo el desarrollo del la “causa” conformaron una de las
tantas farsas leguleyas de la burguesía. El objetivo era condenar
al anarquismo y al movimiento obrero. Y, antes la protesta mundial, el
11 de noviembre fueron asesinados en la horca de Chicago Agust Spies,
Adolph Fischer, George Engel y Albert R. Parsons. La monstruosidad jurídica
se consumo. El juez, de apellido Gary, denegó la apelación;
y en el tribunal, donde los condenados tuvieron oportunidad de pronunciar
discursos en contra del capitalismo y la explotación, uno de ellos,
George Engel, fundador del grupo anarcosindicalista Nortwest, señalo
entre otros conceptos: Uno de los presos, Louis Lingg, que también había sido
condenado a muerte, no llego al patíbulo porque fue asesinado en
su celda. El crimen indignó a la clase trabajadora de todo el mundo,
generando, al mismo tiempo, una despertar de la conciencia sobre el estado
de sumisión en que encontraban los explotados. Tres años
después, en 1889, se reunió en Paris un Congreso Obrero
y la Socialista Internacional, al que asistieron delaciones de 21 países.
Allí participo un representante de la Argentina, Alejo Peyret,
maestro de origen francés que abrazo la causa socialista. El congreso, “para
recordar a los Mártires de Chicago” adopto
el Primero de Mayo como “jornada internacional de los
trabajadores” y se decidió que, en cada lugar,
“habrá manifestaciones de acuerdo a las condiciones
impuestas en cada país”. Poco meses más
tarde, el 30 de marzo de 1890, se reunió en Buenos Aires un numeroso
grupo de trabajadores para preparar el Primero de Mayo en la Argentina.
La iniciativa partió del club alemán Vorwaerts y la comisión
organizadora estuvo integrada por José Winger, Guillermo Schulze,
L Jacket, Augusto Jun y Gustavo Nocke. En la reunión hubo coincidencias en denunciar la explotación
de los trabajadores y el carácter oligárquico del gobierno.
En aquel 1890 el país estaba hegemonizado por elite de clase alta
que rodeaba el presidente Juárez Celman, en cuyas manos se concentraba
el poder. Algún sector de la burguesía no disimulaba su
inquietud al peligrar la pequeña propiedad y, cuando el senador
Aristóbulo del Valle denuncio desde su banca que el gobierno había
lanzado una comisión clandestina de papel moneda, entro el pánico
y se lanzó a convertir en otro su dinero. La Burocracia Sindical en Argentina Huelga de Trabajadores en Bolivia La controversias fueron subiendo de tono.
Y los obreros mas cercanos al socialismo que al anarquismo, o se aquellos
trabajadores que entonces pensaban en términos mas reformistas
que revolucionarios, opinaron que no debía abandonarse la lucha
para lograr leyes que mejoraran las situación de los obreros. Y llego el Primero de Mayo de 1890. La gran burguesía no ocultaba
su estupor y su miedo. Aquí y en muchas partes. Enrique ortega,
un periodista burgués, escribió los siguiente en La Prensa
de Buenos Aires el 30 de abril de 1890: “Asusta ver actitud de ese elemento obrero de Europa
entera, y en especial en Alemania, Francia, Inglaterra e Italia, lleno
de aspiraciones y esperanzas (...) En anuncio de una huelga general en
el Viejo Continente, organizada para el Primero de Mayo próximo,
no deja de preocupar a los hombres que manejan la cosa publica.”
A su vez el diario El nacional, que había sido fundado por el
ya mencionado Dalmacio Vélez Sársfield, donde solía
colaborar con frecuencia el mismísimo Domingo Faustino Sarmiento
(antes de fallecieran 1888) y donde en realidad se había iniciado
la gran huelga de tipógrafos de 1878, tampoco oculto su aprensión
por el avance de las “fuerzas obreras organizadas”. “Entre nosotros ente mitin no puede tener gran importancia,
porque en la Argentina ni hay cuestión obrera, ni subsisten las
causas principales que le han dado envergadura en Europa y Estados Unidos.
“ En la Argentina se llevaron a cabo concentraciones en Buenos Aires, Rosario,
Chivilicoy y Bahía Blanca. En capital el mitin adquirió
grandes proporciones se realizo en el Prado Español, Plaza de la
recoleta, son la asistencia de más de 3.000 obreros. Los anarquistas,
agrupados en el Circulo Socialista Internacional, se habían reunido
el 29 de Abril en una cervecería de la calle Cerrito 334, en numero
aproximado de cincuenta, a fin de resolver si debían o no concurrir
a las manifestación obrera que se organizaba el Primero de Mayo.
Después de un largo debate, los anarquistas decidieron que, si
bien no estaban de acuerdo con muchas de las cosas que habían impuesto
los organizadores, iban de igual modo a concurrir al mitin junto al resto
de la clase obrera. Extraído del Libro Momentos de Luchas Populares de Herman
Schiller
El primero de mayo de 1886 alrededor de 200.000 trabajadores
norteamericanos iniciaron una huelga para exigir las ocho horas de trabajo.
El movimiento fue muy combativo y el New York Times, en el mejor estilo
de la prensa reaccionaria, salió a repudiar la medida con estas palabras:
“Las huelgas, para obligar al cumplimiento de la jornada
de ocho horas, pueden hacer mucho para paralizar la industria, disminuir
el comercio y frenar la renaciente prosperidad del país, pero no
podrán lograr su objetivo.”
“Trabajadores, a las armas.
Venguemos a los muertos: Los amos han soltado a sus sabuesos; la policía.
Mataron a seis de nuestros hermanos en la Fabrica McCornick esta tarde.
Los mataron porque osaron pedir que se acorten sus horas de trabajo. Durante
años han soportado las humillaciones más abyectas: durante
años han sufrido enormes iniquidades; han trabajado ustedes hasta
matarse; han soportado el aguijón del hambre y la necesidad; han
sacrificado a sus hijos al señor de la fabrica; han sido esclavos
miserables y obedientes todos estos años. ¿ Por que? ¿
Para que? Para satisfacer la codicia insaciable, para llenar los cofres
del amo haragán y ladrón. Cuando le piden ahora que alivie
su cargas envía a sus sabuesos a disparar sobre ustedes. Si son ustedes
hombres, si son hijos de los grandes que los engendraron y que derramaron
su sangre para liberarlos, se levantara con toda la fuerza de Hércules
y destruirán al odioso monstruo que trata de destruirlos. ¡
A las armas! ¡A las armas! ”
“¿En que consiste mi crimen? En que
he trabajado por el establecimiento de un sistema social donde sea imposible
que mientras unos pocos amontonan millones, otros vivan en la degradación
y la miseria (...) No combato individualmente a los capitalistas, sino al
sistema que produce sus privilegios. Desprecio el poder de un gobierno inicuo.
Desprecio a sus policías y a sus espías.”
Frente a este panorama, los trabajadores reunidos opinaron que ea necesario
robustecer la incipiente organización sindical de la clase obrera
y realizar un gran mitin en Primero de Mayo, en cumplimiento de las resoluciones
de París. Todas las discusiones fueron ardorosas y prolongadas.
Los anarquistas se opusieron a todo formalismo, y algunos de ellos sostuvieron
que todas las propuestas presentadas –mítines, manifestaciones,
ect.- eran completamente inútiles, que no conducirían a
nada, y que se debía recurrir a la fuerza como único medio
para llegar a la emancipación del proletariado.
Aceptada la celebración de la Primero de Mayo por mayoría
y aclamación, se decidió realizar mítines obreros
en Buenos Aires y en la ciudades donde hubiera condiciones para ellos.
La reunión nombro en forma democrática una comisión
organizadora a la que se dio el nombre de Comité Internacional
Obrero, compuestos por tres delegados de cada organización adherida.
Esta comisión, además de comenzar de inmediato la organización
del mitin, dios a conocer un manifiesto, fijando el carácter socialista
y de lucha la jornada.
Los discípulos de Marx
Estas palabras de La Prensa de los Paz eran índice de la desesperada
expectativa que las clases dominantes del mundo advertía el desarrollo
del movimiento obrero y de sus luchas. Por su parte la Nación de
los Mitre, ese mismo día, el 30 de Abril, reconoció que
las manifestaciones del Primero de Mayo eran preparadas por los “discípulos
de Marx”.
La Prensa, ese mismo día – y siempre estamos hablando del
30 de abril- publico además un editorial en el que señalaba
que, a lo mejor las luchas obreras podían tener algún sentido
en la lejana Europa, pero no en la Argentina, “donde
hay muchas posibilidades de evolución”. El
propio Bartolomé Mitre, que aún vivía – su
deceso se produjo en 1906-, trato de minimizar en su matutino la trascendencia
del acto del día siguiente: