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La escasez de profesores
Por Miguel - Thursday, May. 04, 2006 at 10:48 AM
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Es un artículo que me enviaron y que escribieron los profesores Sergio Emiliozi y Martín Unzué (Investigadores de la UBA) y que fue publicado parcialmente en Pagina 12 del día miércoles último

El siguiente es un articulo que me enviaron por mail y es interesante leer para comprender la importancia de la necesidad de una profunda democratización en la UBA. Es un artículo que escribieron los profesores Sergio Emiliozi y Martín Unzué (Investigadores de la UBA) y que fue publicado parcialmente en Pagina 12 del día miércoles último. El texto es el siguiente:

La escasez de Profesores

La proximidad de la elección del futuro rector de la Universidad de Buenos Aires es un contexto adecuado para reflexionar sobre la calidad de la democracia al interior de esta casa de estudios.
Si el gobierno de la universidad reposa en buena medida sobre los profesores regulares, es decir, aquellos que han alcanzado su cargo a través de concursos docentes, la falta de los mismos se vuelve un problema central desde el punto de vista político, que influye además en la calidad académica y en la política de retención de recursos humanos (el principal capital con el que cuenta cualquier universidad).
Es habitual ver los anuncios de llamados a concurso que se hacen en forma periódica en todas las unidades académicas, la promoción y difusión de los mismos en los medios de comunicación, las innovaciones para “transparentar” los procedimientos permitiendo entre otras cosas su seguimiento a través de internet y las promesas para concursar todos los cargos docentes, hechas por gran parte de los candidatos en tiempos de elecciones. Pero a pesar de los esfuerzos reales o meramente discursivos, la realidad es otra. El número de profesores regulares de la universidad se ha reducido en los últimos años, lo que supone que el ritmo de renovación de cargos de profesores es menor al de renuncias, jubilaciones o muertes.
El censo docente 2000 realizado por la universidad daba cuenta de 4313 profesores regulares en las trece facultades de la universidad, el censo 2004 da cuenta de 3747 y los padrones utilizados en la última elección del año 2005 sólo muestran a 3152 profesores en condiciones de votar (es decir, casi 600 profesores menos que los datos del último censo, número que no llega a ser compensado por los profesores consultos y eméritos que pueden ser regulares pero no tienen derecho a voto).
Si comparamos los datos del censo 2000, discriminados por facultad, con los padrones utilizados en 2005, vemos que en todas las facultades hay menos profesores en condiciones de votar en la actualidad que los profesores regulares que había un lustro atrás. Y esto tiene el agravante de que siguen siendo regulares (es decir votan y se identifican como tales) más de 2000 profesores (número que supera al 55% del total) que han ganado concursos hace más de siete años, es decir, que tienen sus concursos ya vencidos pero prorrogados.
Con un ritmo de sustanciación de concursos de unos 200 por año en promedio, la universidad no logra realizar los nuevos nombramientos que se necesitan, ya no para incrementar el número de profesores regulares, sino para mantenerlo. Paralelamente, en varias unidades académicas, han comenzado a multiplicarse los llamados “concursos internos” como sustituto imperfecto a la falta de los primeros, y que en ciertos casos llegan a tener la suficiente entidad como para ser publicitados en las páginas web de algunas facultades. Desde ya, estos concursos no garantizan una serie de derechos como el de votar en el claustro de profesores, o ser candidato a decano, o a rector.
De esta forma, si el núcleo del gobierno universitario está compuesto por los profesores regulares (mayoría en el Consejo Superior y en los Consejos Directivos), debemos ver que estos son cada vez más, un pequeño subgrupo del universo de más de 28.000 docentes que permiten que la universidad funcione todos los días. Y lo mas grave es que la tendencia no es a la ampliación de ese ámbito, y no por falta de aspirantes, ni menos por falta de candidatos con méritos académicos suficientes.
Pero al problema de la progresiva reducción del plantel de profesores con derecho a votar, debe incorporarse el de aquellos que están impedidos de hacerlo. Un caso es el de los profesores del Ciclo Básico Común, que siendo regulares, han visto recortado su derecho a elegir y ser elegido debido a la precaria institucionalidad como unidad académica.
Otro es el de los auxiliares docentes. El 74% del total de los docentes de la UBA reviste esa condición. En la mayoría de los casos son quienes están al frente de los cursos y tienen una gran responsabilidad sobre éstos. Sin embargo, carecen de representación en el gobierno universitario. Algunos de ellos, si votan, lo pueden hacer en el claustro de graduados. Una situación similar ocurre con los estudiantes de posgrado. Según el último censo, son 14.300 – un 60% mas que en el 2000- y no tienen acceso al voto a menos que sean graduados de la UBA.
Precisamente, la contracara de la ausencia de representación de la mayoría docente o de los estudiantes de posgrado, es la sobre-representación de los graduados. Como sabemos, tienen 5 representantes en el Consejo Superior al igual que los profesores y los estudiantes, pero su participación en los asuntos de la universidad es bastante menor. En la última elección, por ejemplo, votó apenas un 26% de los empadronados, que de por si, es un número bastante inferior al total de graduados de la UBA. ¿Puede continuar tolerando la democracia universitaria situaciones como las planteadas? ¿O habrá llegado el momento de plantearse reformas destinadas a ampliar el esquema de representación del gobierno universitario? Este es un desafío impostergable para las próximas autoridades de la UBA

Martín Unzué
Sergio Emiliozzi
Profesores e Investigadores de la UBA

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