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Quienes son los que lucran con el armamentismo y el "negocio nuclear"
Por Reenvío IAR - Tuesday, Sep. 05, 2006 at 4:03 AM

La carrera armamentista (nuclear, convencional y espacial), cuyo presupuesto hoy supera el billón de dólares, tuvo su punto de partida en Hiroshima y Nagasaki. Los estallidos de Hiroshima y Nagasaki más que por razones militares estratégicas fueron impulsados por los intereses comerciales de las multinacionales del Complejo Militar Industrial norteamericano, en especial las armamentistas, que cuentan con un lobby militar permanente en la Casa Blanca.

En su último informe Project on Government Oversight (POGO, Proyecto de Supervisión Gubernamental), un grupo con sede en Washington que vigila el gasto militar, señaló que, entre enero de 1997 y mayo de de 2004, sólo 20 grandes proveedores recibieron más del 40 por ciento de los contratos armamentistas del gobierno federal estadounidense.

Según "Executive Excess 2006" ("Exceso ejecutivo 2006"), un informe elaborado por el Instituto para los Estudios Políticos, de Washington, los 34 principales directores de estas empresas sumaron una ganancia de casi 1.000 millones de dólares desde los atentados del 11-S que dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington.

Este dinero sería suficiente para emplear y brindar asistencia durante más de un año a más de un millón de iraquíes, según el estudio.

De acuerdo con el documento solamente en 2005 los presidentes de las firmas de la industria de defensa cobraron 44 veces más que generales con 20 años de experiencia militar, y 308 veces más que los soldados rasos.

A nivel empresarial -según el informe Project on Government Oversight- los consorcios que se benefician en primer lugar de este multimillonario negocio se cuentan Lockheed Martin, la gigante aeroespacial Boeing, Northrop Grumman, contratista de la Fuerza Aérea, Raytheon, y General Dynamics.

Boeing y Lockheed Martin son las tres mejor posicionadas en el campo nuclear-espacial debido a los fabulosos contratos relacionados a lanzamientos espaciales, así como con el área de satélites y misiles, manteniendo ambos consorcios una sociedad para operar la Alianza Unida del Espacio (United Space Alliance), empresa conjunta a cargo del lanzamiento de los transbordadores espaciales.

Los estallidos de Hiroshima y Nagasaki en 1945 -así lo demuestran las investigaciones independientes- más que por razones militares estratégicas fueron impulsados por los intereses de las corporaciones del Complejo Militar Industrial norteamericano, en especial las armamentistas, que cuentan con un lobby militar permanente en la Casa Blanca.

Las bombas de Hiroshima y Nagasaki no fueron arrojadas para "evitar más muertes" ni para precipitar la "rendición" del Japón: fueron lanzadas para iniciar la carrera armamentista (y consecuentemente el incremento sideral de la tasa de ganancias de las corporaciones del Complejo Militar Industrial que financiaron el proyecto de bombardeo), y lanzar un alerta amedrentador a la Unión Soviética, la otra potencia con capacidad nuclear.

Boeing, fabricó los bombarderos que transportaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki, e integró el "lobby militar" que promovió e impulsó el proyecto compuesto entre otros por, Carnegie, Dupont, Westinghouse, Union Carbide, Tenesee Eastman, y Monsanto.

El genocidio aterrador de Hiroshima y Nagasaki le sirvió a los bancos y corporaciones capitalistas (amparados por el Estado Nacional norteamericano) para instalar la carrera armamentista y la carrera espacial debajo de los acuerdos de "coexistencia pacífica" que mantenía al poder nuclear como efecto "disuasivo".

El marco nuclear de la "coexistencia pacífica" (además de alimentar el negocio de las corporaciones aeroespaciales) sirvió de cáscara para desarrollar la confrontación por "áreas de influencia" entre EEUU y la URSS durante la Guerra Fría, mediante la cual la "industria de la guerra" (convencional y nuclear) facturó ganancias en armamento cuyo presupuesto mundial hoy supera el billón de dólares.

En términos prácticos, y en números capitalistas, la masacre nuclear de Hiroshima y Nagasaki sirvió a las trasnacionales y bancos para instalar la industria y la financiación del armamentismo (nuclear y convencional) tomado como "efecto disuasivo" para "evitar que sucedan" otras tragedias similares.

La carrera armamentista (nuclear y convencional) alimenta los contratos y las ganancias de los consorcios agrupados en ese monstruo llamado Complejo Militar Industrial norteamericano

El "negocio nuclear"

Actualmente son nueve los países que tienen arsenales nucleares pero sólo cinco, las grandes potencias del Consejo de Seguridad de la ONU —Estados Unidos, Rusia, Francia, China y Gran Bretaña— tienen "legalizado" ese status.

En un planeta donde predominan los "gobiernos democráticos" y los discursos pacifistas "gandhianos", entre Rusia y EEUU (cuyas economías dependen en grado superlativo del armamentismo) suman el 95 por ciento del arsenal nuclear mundial, que si estallara no sólo destruiría centenares de veces el planeta Tierra sino que también terminaría con parte del Universo.

China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, hasta 1998 las únicas potencias nucleares declaradas, firmaron en 1970 el Tratado de No Proliferación, una cáscara formal para legitimar al "club" como una entidad democrática y pacifista.

Las potencias europeas, en calidad de un "club selecto", protegen sus propias carreras armamentistas y sus arsenales nucleares siguiendo la impronta de la asociación la potencia locomotora estadounidense.


Todos los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que tienen en su territorio misiles nucleares estadounidenses votaron a favor de una resolución de la ONU que exige la ”reducción de armas nucleares no estratégicas".



En el selecto club de destrucción nuclear China sigue a Rusia y a EEUU, con 400 ojivas nucleares, Francia con 350, Israel con 200, Gran Bretaña con 185, India con al menos 60 y Pakistán con hasta 48, según el Centro para la Información de Defensa con sede en Washington.



Exceptuando Rusia, EEUU matemáticamente supera por 9 a 1 en poder nuclear a todas la potencias capitalistas juntas del planeta y su capacidad de despliegue de tropas y de armamento convencional rozan los mismos porcentajes.



EEUU cuenta con 10.000 armas nucleares tácticas, invirtiendo 40.000 millones de dólares al año en su arsenal nuclear y en el desarrollo de nuevos sistemas de destrucción, que van a las arcas de las multinacionales de la guerra nucleadas en en Complejo Militar Industrial norteamericano.



No obstante esa realidad, Bush, puede darse el gusto de decirle a Corea del Norte (supuestamente en posesión de dos cabezas nucleares) y a Irán (sin ninguna ojiva nuclear) que su programa nuclear "pone en peligro a la humanidad".

Un informe de la Fundación Legal de los Estados Occidentales, organización dedicada al desarme, los gastos en armas nucleares de Estados Unidos aumentaron en un 84 por ciento desde 1995, hasta alcanzar una cifra de 40.000 millones de dólares.

Con ese monto presupuestario se financia el mantenimiento de unos 10.000 misiles nucleares, 2.000 de los cuales se encuentran en estado de máxima alerta.

La meta de los nuevos programas -señala el informe- es la producción de nuevos prototipos de cabezas nucleares y misiles en la próxima década.

En la actualidad solo tres grandes consorcios armamentistas obtienen jugosos contratos y ganancias del proyecto espacial de Bush para colonizar la Luna y enviar una misión tripulada a Marte, que son la punta de lanza de una nueva carrera armamentista en el espacio.

Las tres grandes corporaciones armamentistas (Lockheed Martin, Boeing, y Northrop Grumman) tienen conexiones con otras numerosas fuentes de contratación federal para todo, desde seguridad aeroportuaria hasta vigilancia doméstica, en nombre de lo que hoy la Casa Blanca nombra GWOT (Global War on Terrorism), guerra global contra el terrorismo.

El consorcio Boeing fabrica el equipo de ataque directo conjunto (JDAM, por sus siglas en inglés), herramienta que puede convertir bombas "estúpidas" en "inteligentes". El JDAM se utilizó en tan grandes cantidades en las guerras de Irak y Afganistán que la compañía tuvo que activar turnos duplicados de fabricación para cumplir con la demanda de la fuerza aérea.

En la política de desarrollo nuclear de Bush, Lockheed Martin es uno de los que mejor se posicionan en la grilla de negocios.

La corporación cuenta con un contrato por 2 mil millones de dólares anuales para impulsar los Sandia National Laboratories, una instalación de diseño e ingeniería de armas nucleares con sede en Albuquerque. Lockheed Martin trabaja también en sociedad con Bechtel para desarrollar el Nevada Test Site, enclave donde se somete a prueba las armas nucleares mediante explosiones subterráneas.

Estos contratos fueron posibilitados por Everet Beckner, ex ejecutivo de Lockheed Martin, que dirige el complejo de armas nucleares de la National Nuclear Security Administration (dependencia de seguridad nuclear nacional).

Northrop Grumman también juega en grande en el área de buques de combate, pues son de su propiedad los astilleros de Newport News, en Virginia y Pascagoula, en Mississippi.

Los tres consorcios también obtienen fabulosas ganancias del proyecto de Bush para colonizar la Luna y enviar una misión tripulada a Marte, que conforman la base de la nueva carrera armamentista en el espacio.

Boeing y Lockheed Martin son las mejor posicionadas en el campo de un espacio exterior militarizado debido a los fabulosos contratos relacionados a lanzamientos espaciales, así como con el área de satélites y misiles, manteniendo ambos consorcios una sociedad para operar la Alianza Unida del Espacio (United Space Alliance), empresa conjunta a cargo del lanzamiento de los transbordadores espaciales.

Además, los tres grandes, por medio de su influencia en todas las oficinas de contratación federal, tienen los contratos más jugosos en la llamada "Guerra contra el terrorismo Global" (GWOT) que abarca ventas de sistemas y armamentos de seguridad que cubren todo el territorio de EEUU y sus unidades de desplazamiento en el extranjero.

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