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¿ Y Palestina?
Por Marwan Bishara - Tuesday, Oct. 24, 2006 at 12:03 AM

Mundoarabe.org, 22/10/2006

En tanto los secretarios generales saliente y entrante de las Naciones Unidas y los miembros del Consejo de Seguridad de esta organización centran su interés y atención en las cuestiones de Darfur, Irán y Corea del Norte, deberían dar cuenta de los motivos por los que las penalidades de la población palestina desplazada y ocupada no merecen la actuación de las propias Naciones Unidas. El fracaso a la hora de solucionar el conflicto palestino-israelí y los cuatro decenios de ocupación israelí “siguen dañando - en palabras del secretario general- la reputación de las Naciones Unidas y cuestionan su imparcialidad”.

El derecho de los palestinos a la vida y la seguridad no debe depender de sus cambios de gobierno. La política israelí de asesinatos selectivos y régimen de práctica reclusión e inanición de millones de palestinos fomenta de hecho una de dos opciones, ambas igualmente malas: una guerra civil o una costosa tercera intifada. La mayoría de los conflictos de la posguerra fría se han visto acompañados de un grado mayor o menor de compromiso por parte de las Naciones Unidas; pueden citarse, entre otros, los casos de Bosnia, Kosovo, Somalia, Kuwait, Iraq, Afganistán, Irán, Siria y últimamente Líbano. No el de Palestina. Desde principios de los años setenta, Washington ha vetado 42 resoluciones del Consejo de Seguridad de carácter crítico con las políticas israelíes. Israel ha hecho caso omiso de decenas de resoluciones censurando, requiriendo, instando, recomendando o condenando de distinta forma acciones israelíes relativas a sus ataques, asentamientos, deportaciones, ocupación, etcétera. Igualmente, todas las súplicas y llamamientos en favor de intervenciones humanitarias y políticas han topado con oídos sordos.

Las rivalidades de la guerra fría han favorecido una situación de parálisis de la ONU con relación al conflicto palestino-israelí, factor que explica por qué más de la mitad de las 690 resoluciones adoptadas por la Asamblea General entre 1947 y 1990 han sido pasadas por alto. Pero ¿qué puede justificar dejar de lado desde entonces a la ONU manteniéndola a distancia del proceso de paz desde hace un decenio?

Durante los últimos 26 años, Israel ha violado todas las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad, tales como la resolución 465 de 1980, que deploró enérgicamente las medidas adoptadas por este país para modificar la ¿QUÉ PUEDE JUSTIFICAR dejar de lado a las Naciones Unidas, manteniéndolas a distancia del proceso de paz desde hace un decenio? naturaleza geográfica, demográfica e institucional del territorio palestino y otros territorios árabes ocupados desde el año 1967, incluida Jerusalén.

La única resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas admitida por Estados Unidos e Israel como punto de partida del proceso diplomático - la resolución 242 de 1967- fue también violada sistemáticamente. Israel ha intensificado su política de asentamientos, siendo así que la resolución hace constar la “inadmisibilidad de ganar territorio por la fuerza”. Recientemente, el Gobierno israelí anunció una nueva ampliación de sus asentamientos ilegales en tanto su ministra de Asuntos Exteriores, Tzipi Levni, informó a las Naciones Unidas de que su Gobierno modificaría las fronteras de 1967 a la par que rechazaba el retorno de cualquier refugiado palestino.

Este tipo de violación de las resoluciones menudeó después de que el conflicto palestino-israelí le fuese arrebatado a la comunidad internacional, confiándolo a los aliados de Israel en Washington; Israel no ha hecho caso de las escasas resoluciones de carácter crítico hacia ella no vetadas por Washington, de tal modo que se ha duplicado la cifra de asentamientos ilegales a lo largo de un decenio del proceso de paz.

La Administración Bush no ha permitido que las Naciones Unidas se unan al proceso de paz hasta que éste fracasó, y aún entonces, únicamente en calidad de miembro de un nuevo cuarteto internacional que incluye también a los países de la Unión Europea y Rusia… ¡todos ellos miembros de las Naciones Unidas! A partir de ese momento, su secretario general, Kofi Annan, pudo implicarse en la cuestión, aunque sólo en la medida en que se alineara con las perspectivas del presidente Bush en relación con la hoja de ruta, que de hecho no fue más que un puesto de control en la senda de una solución.

Paradójicamente, Israel fue creado por una recomendación de las Naciones Unidas relativa a la partición de Palestina, y fue admitido como nuevo país miembro de las Naciones Unidas sobre el fundamento del respeto de sus resoluciones, en concreto la 194 de la Asamblea General sobre el retorno de los refugiados palestinos. Lo último que ha hecho es cumplirla, por más que ha sido reafirmada desde entonces más de un centenar de veces. Entre tanto, el callejón sin salida diplomático amenaza con dar paso a otro estallido de violencia de desastrosas consecuencias.

Por ello han de intervenir tanto el secretario general saliente como el entrante. Pero ¿cuál podría ser el papel de las Naciones Unidas y cómo podría cooperar a la paz en la región? Tras el fracaso de las reuniones y negociaciones bilaterales y unilaterales, tal vez podría prosperar un enfoque multilateral basado en el derecho internacional. Una conferencia internacional que aboradara todos los aspectos del conflicto sería un gran paso en esta dirección. A ella ha aludido recientemente el presidente Jacques Chirac.

El actual cierre de los territorios ocupados para obligar a los palestinos a llegar a acuerdos a cambio de alimentos y medicinas es profundamente inmoral e ilegal. Palestina merece la misma protección internacional que la aprobada en su día en el caso de Darfur y otros pueblos que sufren similares penalidades a lo largo y ancho de todo el mundo.

Por Marwan Bishara, profesor de la Universidad Norteamericana de París y autor de Palestine/ Israel: peace or apartheid (LA VANGUARDIA, 17/10/06).

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