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AL OTRO LADO
Por Hernán Scandizzo ((i)) - Thursday, Mar. 22, 2007 at 10:05 PM
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El ingreso de familias mapuche al predio Santa Rosa reactivó el conflicto con Benetton, un conflicto que excede los límites del lote e incluso al grupo italiano. “La ruta 40 [que media entre el predio y la Estancia Leleque] se convierte en una frontera entre dos lógicas: la comunitaria, donde una comunidad mapuche con varias familias desarrolla su vida en 534 hectáreas y la de un solo empresario, Benetton, que no habita allí y se adjudica el derecho de gobernar sobre 900.000 hectáreas”, señalaron a poco de cruzar el alambrado mediante un comunicado público. Esa línea de cemento se vuelve una frontera dura, tajante, sin zonas grises, sin puntos de comunicación.

Tributaria directa del reparto de desierto que realizó el Estado a fines del siglo XIX al consumar la ‘conquista’, la Compañía de Tierras Sud Argentino – controlada por Benetton – sintetiza la historia del despojo. Los hermanos de Treviso y la Compañía representan más que esa peligrosa simplificación que pone las tintas sólo en un reciente proceso de extranjerización de la tierra y en los argentinos que la venden. Una buena historia para negocio editorial pero que no se ajusta al devenir de una región que desde su incorporación militar ha sido controlada por el capital trasnacional, que impuso sus intereses. Ejemplo de ello es la masacre de peones rurales en las huelgas de los años ’20 donde el Estado intervino en defensa de los capitales británicos. En todo caso, la Patagonia lleva más de un siglo extranjerizada.

Sin duda esta representación acotada del grupo italiano como símbolo de extranjerización en buena medida motiva que personas que viven a cientos o miles de kilómetros de Santa Rosa simpaticen con los mapuches. No es de extrañar que algunas de estas personas – quizá muchas más de las imaginadas – ante otra demanda territorial niegue los derechos de este pueblo, ya que su solidaridad más que de una comprensión de la particularidad del reclamo nace de un sentimiento nacionalista, como una reacción ante la patria avasallada. En ciertos ámbitos los inversores externos desplazaron al comunismo en el ranking de vectores de extranjerización, ya no hay Guerra Fría sino Capitalismo Global.

Estas visiones dejan de lado que Benetton representa el latifundio, no importa si nacional o foráneo, con todas sus consecuencias socioeconómicas para el desarrollo regional. Cuando en octubre de 2002 y mayo de 2004 la Sociedad Rural de Esquel y la Federación de Sociedades Rurales del Chubut se pronunciaron públicamente no lo hicieron en defensa de Benetton sino del Estado de Derecho que garantiza la acumulación de tierras en pocas manos.

El latifundio responde a una forma de entender el mundo y abordarlo, de controlar vastas extensiones y sentirse dueño de cada una de las vidas que las habitan. (Que el grupo italiano facture millones de euros haciendo de la diversidad un mensaje comercial y no una práctica cotidiana es un dato aleatorio que funciona al momento de la propaganda.) Esa misma visión es la que, a pesar de los años transcurridos, impide a la Compañía variar su interpretación del caso y la lleva a repetir esquemas: dialoga con los mapuches a través de acciones judiciales. Entabla un diálogo de sordos, busca la acumulación de fallos judiciales a su favor y no acusa recibido del mensaje que encierra el retorno de los mapuches a Santa Rosa: “volveremos una y otra vez”.

Tampoco acusa recibo el kirchnerista gobernador de Chubut, Mario Das Neves, quien en declaraciones a FM Alas de El Bolsón sostuvo: [Este conflicto] es una cuestión privada que nosotros seguimos con expectativa (…), esperamos que la Justicia intervenga y esperemos que solucione”. El funcionario se refugió en una ajenidad cómoda pero no neutral, que desconoció la naturaleza del conflicto. Su argumento contradice incluso el espíritu de la Ley de Emergencia de la Propiedad Comunitaria Indígena – presentada por gobierno nacional como un logro propio –, cuya sola sanción significa un tibio reconocimiento de que ante situaciones como la planteada se necesitan respuestas políticas más que judiciales. El funcionario confirmó que Benetton no está solo en este diálogo de sordos y que el latifundio es una ‘institución’ a defender.

Y al otro lado de la ruta, al otro lado del alambrado, al otro lado de esa lógica, un puñado de familias mapuche intenta vivir en comunidad. Un objetivo tan caro como recuperar la tierra.

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