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Cuando los libros se tiñen de luto
Por Ingrid Storgen - Saturday, Apr. 07, 2007 at 2:10 PM
ahoraporellos@yahoo.es (Casilla de correo válida)

Sobre la brutal represión que se ejerció en Argentina y cómo fue asesinado un docente.

Cuando los libros se tiñen de luto.

En medio de la disconformidad de los trabajadores del sur argentino, aparece prestamente la agresión policial que jamás actúa sola, sino que lo hace a partir de órdenes bien explícitas y orientadas.
Las bestias domadas para cumplir dichas órdenes, no dudan en ejercer el poder que les representa una pistola y un uniforme tan desvirtuado para los argentinos.
De no contar con ello sin dudas se sentirán NADA.

Y en medio del caos preestablecido, de la miseria a la que pretenden condenar a los trabajadores, éstos se lanzan a las calles a manifestar legítimamente su oposición al arrebato de la dignidad.

Según la bajísima consideración del Subsecretario de Seguridad de la Provincia de Neuquén, Raúl Pascuarelli, la represión que se generó contra los que están hartos de las políticas de hambre -en un país en el que se grita a los cuatro vientos el triunfo por el “superávit” y del crecimiento del PBI- que no fue sino una consecuencia de la movilización de los docentes cuyos miembros “arrojaron piedras contra la policía”, dando a entender, entonces, que el crimen organizado actuó obligado por las circunstancias…

Con un cinismo que espanta pretendió así justificar el disparo de la bomba de gas lacrimógeno lanzado a un metro y medio de distancia y que estalló en el cráneo de Carlos Fuentealba, docente argentino y hoy símbolo de todos los docentes y estudiantes del país.

Para Pascuarelli sin embargo “no hubo heridos”, sólo ocurrió un hecho desgraciado que no sabe como pudo suceder.
Carlos Fuentealba murió a causa de esas heridas “inexistentes”, nuevamente el “error” policial se cobra una nueva víctima y con la muerte del compañero podemos decir que hoy todos los docentes, los estudiantes, los trabajadores, los desocupados, los militantes, los no militantes, el pueblo argentino en su conjunto, fueron asesinados nuevamente.

Resulta hasta cínico el informe que se lanza desde el poder sobre los hechos acaecidos, pero más insoportable es la permanencia en su sitial del gobernador Sobich, así como la de quienes tomaron parte activa del asesinato y la tremenda represión.
Darío Poblete fue el brazo de la muerte, asesino sobre quien pesa una condena judicial en suspenso por demostrados apremios ilegales contra un detenido en Zapala en el año 2006. Por esas cosas inexplicables de la impunidad continúa ejerciendo su fuerza aunque parezca mentira…

Todo crimen resulta horroroso, todo acto de salvajismo se enmarca dentro del mismo horror aunque pretendan cambiar el término por “error”.
Las aulas de Neuquén están teñidas de sangre ¿quién podrá explicar a los alumnos que la ausencia ya será eterna?
¿Quién puede asegurar que no continuará el desastre o que no habrá más víctimas?

Los hechos de Neuquén, al igual que los que también se multiplicaron en Salta, provincia del norte argentino, deben sacudir las conciencias de todo el pueblo y de los pueblos hermanos.

Porque es hora, indudablemente es el momento de que el poder nacional se siente a debatir hasta dónde pretenden llegar con las represiones y con la exclusión.

Carlos Fuentealba es la nueva víctima, los compañeros que vieron como lo reventaban en el coche que los conducía son las nuevas víctimas, los alumnos son las víctimas, pues un pedazo de su futuro está destrozado para siempre.

Y en medio de tanta víctima, el alma de los argentinos que mantienen la memoria de hechos comparables con los sucedidos en décadas pasadas vuelve a estremecerse.

Esperemos que la memoria no se vuelva frágil, porque los sucesos de Neuquén merecen un esclarecimiento aunque nuevamente la cultura se vista de luto y las almas sangren de indignación y dolor.

El compañero Carlos Fuentealba fue arrebatado, sus familiares, compañeros, amigos, alumnos, demandan JUS-TI-CIA, esa palabrita que sólo pareciera tener alcance para los que más tienen y nunca se inclina hacia los despojados.

Esta “democracia” lamentablemente ya cuenta con varios muertos en su historia y hasta con desaparecidos, es hora de definir y aprender que lo que se escribe con la mano o se pregona en los discursos, no puede desmoronarse con el codo cual castillos frágiles de arena.

Compañero CARLOS FUENTEALBA el mejor homenaje a tu memoria será la lucha para que nunca más los libros ni los pueblos se tengan que vestir de luto como hoy…

Traga sus lágrimas amargas la tristeza infinita, para convertirse en bronca, quedar marcada a fuego en la memoria y hacer caer las caretas de quienes pensaron que el carnaval es eterno.

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE, COMPAÑERO CARLOS FUENTEALBA!!!!!

Ingrid Storgen
Amigos de la PAZ en COLOMBIA y en el MUNDO
Abril 6 de 2007

los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos,
y a partir de este momento es prohibido llorarlos...






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