Julio López
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COMUNIDADES INDIGENAS Y MORTALIDAD INFANTIL: INFAUSTAS HISTORIAS EN VILLA RIO BERMEJITO
Por Centro Nelson Mandela / Chaco - Thursday, May. 03, 2007 at 1:54 PM

"Nelson Mandela DD. HH."

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COMUNIDADES INDIGENAS Y MORTALIDAD INFANTIL

INFAUSTAS HISTORIAS EN VILLA RIO BERMEJITO

La provincias que forman parte del norte argentino son las que tienen mayores índices de mortalidad infantil. La tasa de mortalidad neonatal y post-natal arrojan valores preocupantes y vergonzosos, aún cuando están a la baja, fundamentalmente en provincias como Chaco, Formosa y Corrientes, entre otras.
Desde hace muchos años nuestra provincia lidera el ranking de fallecimientos de niños menores de 1 año. El promedio nacional está ubicado entre el 10/11 por mil; sin embargo, en las provincias pobres como la nuestra prácticamente se duplican las tasas de fallecimientos infantiles.

Los efectos de la pobreza
Independientemente de si se produjo o no una manipulación política de las estadísticas, sobresale la incidencia de la pobreza como factor primordial para que estas provincias presenten un alto índice de mortalidad infantil. Ya se acepta que entre las principales causas de la mortalidad infantil están la desnutrición, las enfermedades infecciosas y parasitarias y las que comprometen el sistema respiratorio del recién nacido. Todas estas causas podrían ser mayoritariamente neutralizadas por medio de simples políticas sanitarias de prevención, que se pudo haber logrado a través del fortalecimiento del sistema de salud y, fundamentalmente, de la atención primaria. Además, nuestra provincia se caracteriza por la baja edad de las madres (adolescentes y menores de 20 años), por la falta de instrucción (primaria incompleta), por el bajo peso al nacer y las pésimas condiciones de pre-término; estos factores que actúan de manera combinada, inevitablemente desembocan generando un mayor riesgo al momento del parto, aumentando la cuota de riesgo que rodea al binomio madre/hijo.

Plan Nacer
Aunque desde el gobierno nacional se impulse el Plan Nacer, se produjo el indeseado fenómeno de excesiva y alta ponderación en la evaluación de los resultados obtenidos a partir del año 2002; se desplegó un exitismo casi inmoral, sino directamente inmoral. Se prometió una fuerte inversión con el propósito de mejorar la atención primaria de las embarazadas y de los niños de hasta 6 años de edad que no contaban con cobertura de obra social. De esa manera, se pensaba disminuir la morbimortalidad materno-infantil, asegurándose el acceso al sistema de salud, fortaleciéndose la red pública, con participación social.
Durante los últimos años, en el Chaco se registraron descensos importantes; sin embargo, es deficitaria o inexistente la atención primaria de las embarazadas, de las madres y de los niños que no cuentan con obra social; es bajo el índice de control de las embarazadas en el primer trimestre de gestación. Es escaso el compromiso sanitario. Es totalmente deficitario o inexistente la atención primaria en salud, sobre todo en las regiones más marginadas y alejadas de los centros urbanos.

Historias Desdichadas
Villa Río Bermejito

Los pobres hijos de padres pobres no tienen acceso a la salud y a la educación. Mayoritariamente se encuentran en situación de exclusión; fueron marginalizados. Están mal alimentados, se enferman, no se capacitan, no acceden a empleos productivos, ni a créditos o subsidios para el trabajo. Son parte de un enorme engranaje que, sistemática e ininterrumpidamente, genera pobreza. Están rodeados por un círculo perverso de necesidades, limitaciones y carencias que se retroalimentan y que se fortalecen para mantener un modelo reproductor de pobreza. Finalmente, le sigue la brutal degradación de la calidad de vida de estos amplios sectores excluidos, signados por la pérdida de días vividos satisfactoriamente o, directamente, por la reducción de años de existencia.
En este marco, los aborígenes chaqueños siquiera son pobres; son pobres extremos. Aún si destinaran todos sus ingresos exclusivamente para comprar alimentos, no les alcanzaría para comer con un mínimo de proteínas y de calorías para tener una dieta balanceada que haga a la promoción y preservación de la salud o a la prevención de las enfermedades. Por el contrario, consumen harina, grasa y azúcar; en algunos pocos casos o días, agregan fideo, arroz o polenta. Esta dieta garantiza la mal nutrición y la desnutrición de las comunidades.
Por ello es que la pobreza, con sus complejos de carencias y déficit nutricionales, es hoy la principal causa de muerte en nuestra población criolla pobre o aborígen; ataca abiertamente a los dos extremos más vulnerables, a niños y ancianos.

Año 2006 y las muertes infantiles
Rosalía Francisca Estrada Piogoná (curandera Toba)
Desde que comenzó el año 2006 murieron muchos niños en Villa Río Bermejito, la mayoría por causas evitables. Como causa de muerte aparecen la diarrea y la neumonía; pero la causa real y determinante se vincula con la pobreza extrema, especialmente con la desnutrición, la falta de educación sanitaria, de capacitación en la higiene más elemental, en el analfabetismo más absoluto y en la falta de agua para consumo humano.
En enero de 2006 nació muerto un hijo (NN) de Francisca Leiva. También falleció Fátima Marcelina Ramírez, de 1 año de edad. El bebé Barreto, que tenía 19 días de vida, dejó de existir por sepsis neonatal. Su madre Norma Garnico había sufrido una hemorragia después del parto, lo que es muy frecuente en las mujeres que llegan anémicas. Es casi una regla en las comunidades indígenas.
En marzo de 2006 falleció Rubén Juárez, de 2 años de edad, hijo de Ana Alegre. Fue llevado en muy mal estado al puesto sanitario; lo atendió el enfermero de guardia. Falleció al día siguiente.
En mayo de 2006 murió Ana Paula Avalos, hija de Vicente Avalos, de 1 año y 11 meses. Pesaba 6 kilogramos. Cuando se enfermó de diarrea, presentaba desnutrición Grado II. Fue internada un día lunes y falleció al día siguiente en el puesto sanitario. Su familia era de Lapelolé. En mayo también falleció Andrea Gisela Charole, de 1 año y 2 meses, hija de Delio Avalos, también de Lapelolé. Sus padres la retiraron del hospital de Castelli donde se encontraba internada; la bebé murió cuando bajaron del remis que los trajo a Villa Río Bermejito.

Zunilda Chávez
Esta mujer indígena estaba embarazada. Se le efectuaron análisis bioquímicos y cuando comenzó el trabajo de parto llegó a la sala donde fue internada. Permaneció allí dos días hasta que se produjo el nacimiento de su hijo, que murió en la sala de parto. No había oxígeno para reanimarlo. Zunilda Chávez tenía sífilis, pero el resultado de los análisis se habían extraviado, por lo que no hizo ningún tratamiento. Por esta causa murió su hijo.

Familia Pérez
Marisa Pérez estaba embarazada de siete meses cuando fue al puesto sanitario para que le efectuaran un control pre-natal. Le detectaron presión alta. Decidieron dejarla internada. Sin embargo, Marisa decidió retirarse; no le gustaba la idea de quedarse durante toda la tarde y la noche sin recibir una tasa de cocido y un pedazo de torta parrilla, "su dieta básica". En el puesto sanitario de Villa Río Bermejito, que tiene 6 camas de internación, ingresan pacientes mayoritariamente mal nutridos; sin embargo, mientras permanecen internados no se les proporciona comida.

Campamento para enfermos. Paraje "El Canal". Villa Río Bermejito.

Marisa Pérez se fue y volvió al mes siguiente. Su presión arterial seguía alta. Nuevamente se dispuso que quedara internada. Permaneció en el puesto sanitario durante dos días. Una semana después sufrió convulsiones y espasmos (eclampsia), poniendo en riesgo su vida y la de su bebé. Sus padres decidieron llevarla a la curandera, lugar desde el que finalmente la trasladaron por medio de una ambulancia al hospital de Castelli. Por la gravedad de su estado, fue derivada al hospital de Sáenz Peña, donde le practicaron una cesárea, naciendo su hijo que quedó internado en terapia intensiva. Marisa estaba sola, angustiada y asustada en ese inmenso hospital, sin apoyo alguno ni contención. Decidió regresar a Villa Río Bermejito, dejando a su bebé recién nacido en el hospital. Luego murió el bebé. Marisa no sabía que su hijo había muerto. Buscaba ayuda para viajar a Saenz Peña; no tenía plata para pagar el pasaje. Se le informó que cuando la ambulancia saliera por alguna urgencia o derivación hacia el hospital de Castelli, podría viajar para esperar otra ambulancia que saliera hacia Sáenz Peña. Es todo lo que podían ofrecerle desde el servicio social. Dos días después la ambulancia la pasó a buscar para llevarla a Castelli. Marisa ya no quiso viajar. Había dado por perdido a su hijo; había renunciado a luchar frente a la indiferencia de todos. Mientras tanto, en el hospital de Saenz Peña se exigía que se presentara algún familiar del bebé que había muerto para realizar los trámites de rigor.
Marisa Pérez estaba en su casa y convalecía de la operación de cesárea que le habían practicado. En esas condiciones logró llegar a Saenz Peña y comprobó que su bebé había muerto. Volvió sin hacer los trámites y sin traer el cuerpo de su bebé. Su padre, con dificultades, dio a entender que Marisa ya no iría a ningún lado.
Esta historia parece y es muy triste y penosa. Deberíamos pensar que la situación no podría ser peor. Sin embargo, Wenceslaa Sosa, madre de Marisa, tiene TBC y abandonó el tratamiento en esa época. El hermano menor de Marisa, de casi 2 años, también tiene TBC y presenta desnutrición aguda; también abandonó el tratamiento porque los medicamentos que se utilizan para curar esta enfermedad les hacen sentir muy mal. Los efectos secundarios de estos medicamentos se potencian porque no van acompañado de una nutrición adecuada y una contención sanitaria plena. Se sienten mal. Cuando toman estos medicamentos vomitan, por lo que terminan pensando que la medicina de los blancos no los cura, que la indiferencia general es uno de los problemas reales. Los mata la pobreza. En el curso de todo esto, vuelven a la curandera Rosalía, que cotidiana y repetidamente presencia con impotencia las enfermedades y las muertes.

RESISTENCIA, 30 de Abril de 2007

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muerte infantil en formosa
Por teresita oviedo - Sunday, May. 06, 2007 at 8:46 PM
tereovie@hotmail.com 430589 Formosa

Soy Trabajadora Social, hice encuestas sobre mortalidad infantil en formosa, ningun caso por desnutricion, muchos por parocardiorespiratorio, son los medicos complices por omision de datos? acaso no es un delito falsear diagnosticos?
donde queda el juramento hipocratico o deberia ser hipocrita?

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