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Ceferino, el santo indiecito que llega a los altares de la Iglesia
Por La Nación - Monday, Nov. 12, 2007 at 4:00 PM

Namuncurá, el primer argentino de pueblos originarios, entrará en el santoral

CHIMPAY, Río Negro.- A partir de hoy el nombre de Ceferino Namuncurá, el hijo de un bravo cacique mapuche, entrará en el santoral católico. Luego de la beatificación, que presidirá aquí el delegado del Papa, el cardenal Tarcisio Bertone, el culto al indiecito conocido como "el lirio de las pampas" o "el príncipe de la Patagonia", ya no será visto como una exageración de la piedad popular.

Al ser declarado beato el primer argentino perteneciente a los pueblos originarios de estas tierras tendrá un día para su fiesta en el santoral: será el 26 de agosto (ver aparte) y se podrán levantar templos, que lleven su nombre.

Entre los miles de devotos que participarán de la misa que inscribirá hoy ese nombre en la lista de los cristianos exaltados por la Iglesia como modelo de virtudes, estará Valeria Regina Herrera, la joven cordobesa que determinó la beatificación de Ceferino.

Su curación repentina de un agresivo cáncer de útero en 1999 fue reconocido por el Vaticano como un milagro atribuido a Ceferino.

"Yo no soy una elegida, sino un puente, un eslabón", dijo ayer con su cálida tonada cordobesa la mujer que, después de esos hechos pudo concebir en dos oportunidades. A pesar de la requisitoria de la prensa, Valeria sólo accedió a hablar unos minutos ayer por la tarde. "No vine a promocionar a un santo que ahora está de moda", dijo. Y agregó: "Para mí el milagro, más que la curación, es una actitud de vida que todos podemos tener".

Entre los que asistieron a su testimonio, Laura García, de Guaminí, comentó a LA NACION: "Escuchando esto y viendo esta fiesta de la gente me doy cuenta de que el acontecimiento de Cristo no le pasó sólo a Ceferino ni es algo inventado por la Iglesia. Esto es una evidencia de que la Iglesia es realmente portadora de algo divino a través de seres humanos comunes y corrientes".

Para el postulador de la causa de Namuncurá ante el Vaticano, el padre Enrico Dal Covolo, lo sucedido a Valeria tuvo todas las características del milagro que necesitaba Ceferino para ser reconocido como beato: algo extraordinario, inexplicable para la ciencia y que podía ser atribuido a su intercesión. El pedido de canonización del indio argentino fue iniciado en la Santa Sede en 1944. Desde entonces se presentaron infinidad de favores o gracias recibidas. Pero ninguna hasta ahora había podido ser reconocida como un milagro. Así lo explicó el padre Dal Covolo, que viajó desde Italia para presenciar hoy la beatificación. El sacerdote italiano dijo también que esta ocasión "es una fiesta para la familia salesiana, porque comprueba que el sistema educativo de don Bosco es válido para cualquier cultura". Los salesianos cuentan en sus filas a ocho santos y, con Ceferino, 116 beatos.

Gente de la tierra

En la misa, que se hará, a las 11, en el predio de 14 hectáreas del Parque Ceferiniano, una descendiente mapuche que se gana la vida como tejedora de telar en Trelew será quien lea en la lengua de su pueblo el pedido formal de beatificación al delegado del Papa.

Ermelinda Painequeo, de 62 años, contó a LA NACION que se presentará vestida como está habitualmente. No se pondrá la indumentaria tradicional de los mapuches. "La última persona que las usó en mi familia fue mi abuela, que era machi [especie de curandera], y ella nos decía que no las usáramos porque la gente se reía de nosotros", explicó. Ermelinda vivió con su comunidad que conducía María Panitrú en Chubut hasta los 20 años. Luego se fue a la ciudad y comenzó a hacer artesanías. Es profesora de telar en la Municipalidad de Trelew, pero no está conforme. "El gobierno apoya más a los huinca [los blancos]", cuenta, y agrega que en los concursos siempre premian los trabajos de las señoras blancas.

Entre los miles de fieles -se calculaban más de 150.000- los mapuches serán varios centenares. Los descendientes de la familia Namuncurá son cerca de un centenar y también llegaron hasta aquí más de doscientos mapuches chilenos. Entre ellos, Jorge Fernández, de 49 años, que explicó a LA NACION: "Aún cuando se tenga un apellido huinca [no mapuche] como el mío, en el fondo, la sangre tira". Fernández sigue las costumbres de su pueblo de origen y adhiere al catolicismo. En Temuco, donde vive en Chile, es coyón, ayudante de la machi, que con el rostro cubierto, cuida que nadie se acerque al altar.

Sobre su devoción a Ceferino explicó: "Es un honor para el pueblo mapuche tener a alguien reconocido por la Iglesia así como en México se santificó al indio Juan Diego.

Por Silvina Premat
Enviada especial

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