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Ecuador: Los últimos guardianes
Por Juan García - Tuesday, Dec. 11, 2007 at 7:47 PM

Playa de Oro, diciembre del 2007

Hola amigos/as del mundo


Nuestra comunidad se llama Playa de Oro. Esta asentada en la parte superior del Río Santiago, en el norte de la provincia de Esmeraldas, lo que ahora llaman el Choco ecuatoriano.

Nuestros antepasados llegaron a vivir en esta región en los años de 1760, cuando algunas familias mineras de Cali, Popayán y Quito establecieron en estas tierras sus reales de minas y trajeron desde el Choco y Cartagena los primeros troncos familiares de origen africano. Desde entonces generación tras generación, nuestras mayores trabajaron para las distintas familias que amparados en las leyes de la esclavitud compraron y vendieron la fuerza de trabajo de nuestras familias.

Cuando América acunaba el sueño de la libertad, algunos de sus líderes encontraron en nuestras comunidades solidaridad y oro para sus ideales. En 1820 el Ecuador se libero del régimen colonial, pero los líderes se olvidaron de nuestra solidaridad y aporte y nuestros mayores volvieron a las antiguas minas a buscar el oro que nuestros nuevos amos requerían. En los años de 1852 llego la libertad para los esclavizados y el Estado ecuatoriano pago a los nuevos amos, el precio de nuestros cuerpos: la libertad ya la teníamos sembrada en el corazón y florecía en estos montes.

Algunos años después, que nuestros mayores decidieran sembrar en estas tierras la tradición de origen africano, que manda usar los recursos de la madre tierra como un bien colectivo y temporal, el Estado ecuatoriano entrego nuestros territorios ancestrales al gobierno de Inglaterra, esto como parte de pago, una de deuda que nuestros nuevos amos habían contraído con ese gobierno, para financiar sus libertades.

Muchos años los ingleses vivieron entre nosotros y con la certeza que estas tierras no tenían dueños establecieron entre nosotros: fronteras, aduanas, puertas y compuertas y animados en ordenar el futuro, construyeron, turbinas, tendieron rieles y después levantaron una bandera con colores nuevos para nuestros ojos. Luego, como para romper sus silencios interiores trajeron la sangre de otros negros, negros que hablaban otras lenguas y sabían otros oficios y con ellos de la mano, represaron río, taladraron montañas de piedra y le arrancaron luz y palabras a las aguas.

Hoy, muchos años después, perdidos en los recodos del monte, como quien dice tragados por la fuerza de los guardianes ancestrales que protegen los territorios, se pueden ver desperdigadas por ahí, maquinas, rieles y enredados en los bejucos del monte, sueños y leyendas sobre afán de los ingleses. Y entre nosotros, como testigos de todos estos sueños, quedan los apellidos de nuestros hermanos negros, apellidos que poco a poco, hemos aprendido a pronunciar.

Hoy, después de tantos años y sueños dibujados por los otros, nosotros los descendientes de los antiguos esclavizados, seguimos aquí viviendo pobres, pero con mucha dignidad. Anclados al derecho ancestral que ganaron nuestros antepasados, pero sin olvidar el compromiso de mantener vivo el bosque y sana la madre tierra. Nuestra tradición enseña que: “Estos territorios alimentaron nuestros cuerpos de esclavizados y sembraron en nuestros corazones el real significado de la libertad.”

Pero para nuestro mal, hoy, como ayer, el Estado, las compañías mineras y madereras, pero sobre todo la modernidad con su pretexto mayor que es la carretera, se ve llegar poco a poco a nuestros territorios y es poco lo que podemos hacer contra un Estado que después de tantos años de olvido, ahora nos manda ser, lo que nuca quisimos ser. Por eso hoy, igual que ayer, los mandatos ancestrales mandan y ordenan buscar nueva sangre, para que nos ayuden en el encargo de proteger nuestros territorios ancestrales y guardarlos como una herencia para las futuras generaciones, generaciones de negros, de ingleses y de todo los que amen la vida que nace y crece en el monte.

Amigos/as del mundo, ayúdenos con sus manos, dénos sus consejos y sugerencias para que juntos podamos seguir siendo lo que siempre quisimos ser: hijos/as del bosque y herederos/as de la tierra.


Comuna Playa de Oro.

Cantón Eloy Alfaro, Esmeraldas - Ecuador.

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