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Caso Larrabure: El asesinato que no fue
Por Fuente: Postales del Sur - Friday, Aug. 29, 2008 at 9:09 PM

Por Carlos del Frade. El hijo de Argentino del Valle Larrabure insiste que su padre fue asesinado por militantes del ERP. Su convicción ha llevado que algunos integrantes de la justicia federal rosarina impulsen la idea de un supuesto crimen de lesa humanidad. Cosa que no tiene nada que ver con lo que se desprende del expediente original del caso. Ante la nueva ofensiva de reinstalar la teoría de los dos demonios es obligación moral e informativa repetir dos notas de investigación que dan cuenta de una de las peores y más infames campañas de falsificación histórica que terminaron justificando el terrorismo de estado.

En la esquina de San Lorenzo y Dorrego, en la ciudad de Rosario, las paredes del ex Servicio de Informaciones de la policía rosarina tienen pintado un nombre: “Coronel Larrabure”. Es el apellido del entonces mayor del Ejército Argentino, Argentino del Valle Larrabure, hoy devenido en el símbolo más usado por la derecha argentina para reivindicar el genocidio. Sin embargo, a la luz de documentos celosamente guardados por ex militantes cercanos al Ejército Revolucionario del Pueblo se pueden reconstruir, por primera vez en treinta y tres años, los últimos momentos de vida del oficial. Según estos papeles y relatos, Larrabure no fue ni torturado, ni mal alimentado ni matado y apenas el cuerpo se descongeló -porque había sido puesto en una heladera- recuperó la fisonomía de un hombre normal y bien nutrido, según aportaron las fuentes consultadas. Al contrario: el testimonio de otro secuestrado por la organización guerrillera, compañero de cautiverio de Larrabure, da cuenta de la sorpresa que causó la muerte del oficial entre sus captores. Para ellos, los entrevistados para esta investigación, los mencionados datos deberían estar contenidos en el expediente cuyo rastro se perdió en Capital Federal hace muchos años aunque se originó en Rosario. He aquí la historia de la invención de un asesinato que nunca ocurrió. Una mentira que todavía tiene ecos en la política y justicia argentinas a casi tres y décadas y media de haberse impuesto en la conciencia del pueblo. La familia de Larrabure se merece la verdad y no que sea utilizada para justificar la ahistórica y falsa teoría de los dos demonios. Es hora que, en caso de existir, los expedientes judiciales en torno al caso tomen estado público porque no hubo ni torturas ni asesinato, se trató de una fenomenal maniobra política y psicológica tendiente a justificar el terrorismo de estado que ya se venía preparando desde antes del 24 de marzo de 1976. Santucho decía la verdad: “Nuestro pueblo sabe que los guerrilleros no torturan a sus enemigos”. Estos son los detalles.

Los hechos

El 10 de julio de 1974, el Ejército Revolucionario del Pueblo produce la toma de la Fábrica Militar de Villa María, en la provincia de Córdoba. Allí fue apresado el subdirector del establecimiento, mayor Julio del Valle Larrabure. La guerrilla lo necesitaba como técnico para la fabricación de explosivos.
El 22 de agosto de 1975, el mayor Larrabure se suicidó estrangulándose con un cordel en la cárcel del pueblo donde se encontraba. El Ejército difundió que se lo había torturado. “Acostumbrado a torturar y fusilar a todo combatiente que caen en sus manos, el Ejército quiere justificar su miserable actitud atribuyendo falsamente a los revolucionarios los mismos métodos que él utiliza”, contestó el ERP.

Aquella madrugada

Era el 11 de agosto de 1975 cuando René Alberto Vicari fue secuestrado cuando se disponía a ingresar a su oficina en calle San Juan 2460, en la ciudad de Rosario.
-Policía Federal. Nos tiene que acompañar. Hubo un asalto en un banco y tenemos que averiguar - le dijo uno de los tres hombres que lo rodearon mientras le apuntaban con un revólver.
Lo subieron en su propio automóvil Renault Break e iniciaron una marcha que pasó por el Parque Independencia, tomaron por avenida Godoy hasta que le vendaron los ojos.
-¡Pará, pará!. Acá está la camioneta - escuchó Vicari.
-Ahora te vamos a cambiar de coche - le indicaron. Lo metieron en un cajón de madera y recomenzaron el viaje. Notaba que era un terreno barroso.
-Bueno, ahora te vamos a poner una inyección porque tenés que hacer un viaje muy largo...
A los pocos segundos, Vicari perdió el conocimiento.
Cuando despertó, el comerciante estaba en una pequeña habitación amueblada con una cama, un banquito y un inodoro de plástico.
Le contaron que había sido secuestrado por el Ejército Revolucionario del Pueblo.
-¿Cuánto quieren por mi rescate?.
-Mil millones de pesos - fue la respuesta.

Vicari notó que en el mismo sótano había evidentemente otro secuestrado, que tosía mucho y expectoraba y se quejaba para que bajaran el aparato de radio y que no prendieran el extractor de aire. Que en la noche del día 14 a la madrugada, aproximadamente a las 3 horas, escuchó un fuerte grito, e inmediatamente que era abierta la puerta de la otra habitación que se hallaba en el sótano.
Descendieron varias personas. Durante un largo rato escuchó conversaciones nerviosas. Todos fumaban mucho.
Después vino un médico. Aquella mañana, Vicari se dio cuenta que estaba solo.
Larrabure ya no estaba.
Ya nadie cantaba el himno nacional.

A las horas, sus captores se llevaron todos los trozos de soga, cables, hojas de afeitar y cualquier objeto punzante. No querían más sorpresas.
Aquel grito que escuchó fue ahogado, como un quejido.
El descubrimiento del cuerpo muerto de Larrabure desató un movimiento desacostumbrado.
Algo raro había ocurrido.
Sus secuestradores estaban preocupados, seriamente preocupados.

El 4 de setiembre de 1975, Vicari, al notar que no había nadie en el predio, saltó por arriba de una pared de madera. Subió la escalera hacia la planta alta y al no ver a nadie, salió corriendo por una calle de tierra.

La invención del asesinato

Apuntes de tinta de lapicera “303”.
Una mujer y un hombre, más de tres décadas después, le explican al cronista esas anotaciones parecidas a jeroglíficos.
“Larrabure, Argentino del Valle - su muerte”.
Así decía el expediente que se había tramitado en el Juzgado Federal Número 1 de Rosario, a cargo del doctor Pedro Alegría Cáceres. Llevaba el número 27.513 y luego se le habían acumulados el 27.522 y 27.526.
No hablaba de asesinato.
Hay nombres en los papeles. Números. Precisiones.
Los sobrevivientes se emocionan.
Piensan en tantos compañeros que hoy no están, entre otras cosas, por esta mentira construida a imagen y semejanza de los que querían impulsar el genocidio que ya iba a venir.
Dicen que esa carátula impactaba en los militares.
Eso debió pasarle al entonces coronel José Herman Llera, a cargo del denominado juzgado de instrucción militar número seis, dependiente del Ministerio de Defensa en la Dirección General de Fabricaciones Militares.
Eran los primeros días de agosto de 1979.
En aquella carta enviada desde la Cuna de la Bandera se informaba que no estaba “agregada la partida de defunción del occiso” y explicaba que la inscripción de la defunción de Larrabure fue ordenada por el juez nacional de primera instancia en la criminal y correccional federal número cuatro de la ciudad de Buenos Aires, doctor René Daffis Niklisonn.
Esta es la precisa información que figura entre los papeles y documentos aportados por un par de sobrevivientes a esta cronista.
El expediente es todavía un misterio.
Allí estará la ratificación o no de estos dichos que parecen provenir de un mural de voces que gambetearon la mentira, el olvido y varias décadas de historia argentina.

Ese papel es una doble confesión: cuatro años después de encontrado el cuerpo de Larrabure la mismísima burocracia del terrorismo de estado que había hecho del caso un símbolo y una permanente excusa para secuestrar y torturar opositores políticos y sociales a la dictadura, decía que se trataba de “una muerte” y ni siquiera dudosa y, por otra parte, señalaba que desde el primer momento la reconstrucción política del caso fue llevada adelante desde Capital Federal, a más de trescientos kilómetros en donde fue encontrado el cuerpo del oficial del Ejército Argentino.

No hay referencias a ningún asesinato.
No hay dudas en los sobrevivientes del ERP.

La palabra homicidio fue impuesta por los jueces federales de Capital Federal, Ramón Ojeda Febre y el ya mencionado Daflis Niclison, cuando le ordenaron a su par rosarino, Aguirre Stegmann, calificarlo como tal.
Esa invención de la realidad se produjo el 24 de agosto de 1975, menos de un día después que el cadáver fuera encontrado en un baldío rosarino.
Es un dato relevante: el pronunciamiento de los jueces Febres y Niclison se hacen al mismo tiempo que se practicaba la primera autopsia, a las ocho de la mañana.
“La muerte de Argentino del Valla Larrabure fue producida por asfixia por estrangulación”, dice la memoria de los ex militantes guerrilleros.
Y destacan que en esos mismos papeles se destaca un “buen estado nutricional”.
Larrabure, ¿fue estrangulado o se ahorcó?.
El informe de la autopsia no lo dice. No lo aclara.
Si lo hacen los jueces Febres y Niclison.
Así empezó la historia oficial del supuesto asesinato de Larrabure.
En setiembre de 1975, otro informe elaborado por los médicos forenses Avelino Do Pico y Guillermo Osman Dick, determinó que “no surgen lesiones producidas por el paso de corriente eléctrica”, como ya había salido a decir el Ejército Argentino.

El 27 de setiembre, la justicia federal todavía en democracia, sigue con dudas. Las autopsias no hablan de asesinato.
El Ejército y el gobierno nacional encabezado por la señora María Estela Martínez de Perón, en cambio, multiplican la idea de un cobarde homicidio practicado por una célula del Ejército Revolucionario del Pueblo.
En los papeles puede leerse que aquel primer análisis que en tiempo record fue interpretado por los jueces de Buenos Aires, se estaba haciendo a la misma hora que los mencionados magistrados dictaminaban el asesinato, a las ocho de la mañana.
El médico legista de la Policía Federal, doctor Horacio José Marinoni, comenzó el examen del cadáver a esa hora pero con un detalle no menor: no contaba con los medios ni el equipo de ayudantes que llevaron otros profesionales. Marinoni destaca la nutrición de un sujeto normal con respecto a su talla. Y el profesional dice algo más: su primer informe “fue hecho condicionado al resultado de la autopsia forense y de los exámenes complementarios que luego se requirieron, habiendo actuado con escasos elementos para su examen con los antecedentes que se brindaron en ese momento”.
En síntesis, la autopsia practicada en el cuerpo de Larrabure jamás ofreció como conclusión la certeza de un homicidio, al contrario, era un cadáver que presentaba indicios de buena alimentación y buen cuidado sin la menor marca de tortura o golpe alguno.
Larrabure no estaba siendo castigado ni tampoco mal alimentado. No se lo iba a matar. Eso se desprende de las autopsias practicadas el 24 de agosto y confirmadas hasta fines de setiembre de 1975, según precisan las fuentes consultadas para esta investigación. Es probable que esto figure en el expediente judicial.
Fueron aquellos dos jueces porteños, Febres y Niclison, los que impusieron la teoría del homicidio mucho antes de practicarse el primer examen.
Larrabure no fue asesinado.
El Ejército y la Policía Federal en complicidad con aquellos magistrados inventaron la historia oficial del supuesto homicidio.
Sirvió para impulsar el genocidio.
Nada más y nada menos.






El Caso Larrabure
NOTICIA DE UN ASESINATO QUE NO FUE (Segunda parte)
Carlos del Frade.
Argentino del Valle Larrabure no fue torturado ni mal alimentado ni tampoco hay confirmación sobre un asesinato. Eso se desprende de la minuciosa reconstrucción que pudieron hacer militantes cercanos al Ejército Revolucionario del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, treinta y tres años después del hallazgo del cuerpo del hasta entonces mayor del Ejército Argentino. De acuerdo a estos testimonios, los informes de las varias autopsias practicadas sobre el cuerpo del oficial hablan de buen estado de salud, alimentación y hasta un peso de más de cien kilogramos. En esos papeles observados por los sobrevivientes de los años setenta, también hay algo clave: no hubo paso de energía eléctrica por el cuerpo de Larrabure. La publicación que hizo El Eslabón tuvo repercusión entre los organismos de derechos humanos, la militancia política y amplio desarrollo en la radio de las Madres de Plaza de Mayo de Buenos Aires. Casi ninguna en los grandes medios de la ciudad de Rosario. Para la última compañera de Gorriarán Merlo, Liliana Scheines, “estas investigaciones confirman los datos que tenía Enrique y que lo llevaron, antes de morir, a intentar un contacto con el hijo de Larrabure, cosa que no se pudo concretar”. Es necesario que la justicia federal permita el libre acceso al expediente del caso porque en caso de corroborarse lo dicho en estas notas, es un deber reconocer la mentira a la que estuvo sometido el pueblo argentino durante casi cuatro décadas. Una falsedad que sirvió para justificar, entre otras cosas, la peor dictadura de la historia. Lo que sigue es la síntesis de la visión del diario “La Nación” que toma la versión impuesta por el Ejército Argentino en 1975 y, a posteriori, los escritos del ya mencionado Enrique Gorriarán Merlo en torno al caso.

Tribuna de doctrina

El principal comentario editorial del diario “La Nación”, del 17 de junio de 2007, llevaba como título: “Larrabure: crimen de lesa humanidad”.
Sostiene la empresa fundada por el padre de la historia oficial argentina, Bartolomé Mitre, que “sea por el motivo que fuere, el gobierno nacional eligió reabrir las causas judiciales por violaciones a los derechos humanos a las cuales las leyes de punto final y obediencia debida les habían puesto término. En consecuencia, fueron declaradas inconstitucionales y nulas tales leyes, con el respaldo del máximo tribunal de justicia del país, al tiempo que fueron declarados imprescriptibles los delitos contra los derechos humanos cometidos con apoyo estatal”.
Agregaba que “esta alternativa ha sido, por cierto, discutible, aunque válida. Sin embargo, su adopción debería estar acompañada de una coherencia que hasta ahora no se ha visto. Lo que se reclama es, concretamente, que se juzguen los actos criminales de grupos guerrilleros con la misma severidad con que se ha empezado a juzgar a los responsables del llamado terrorismo de Estado. En otras palabras, que se deje de ver nuestra historia trágica con un solo ojo”.
El diario remarcaba que “al peticionar que se declare como crimen de lesa humanidad el asesinato de su padre, Arturo Larrabure ha enfatizado que los jueces enfrentan una decisión dificilísima, tan heroica como imprescindible para saldar con equidad y justicia el pasado. Deben optar por la conveniencia o los valores, por la justicia o la política, por la jurisprudencia internacional o el sofisma ideado para amnistiar a los guerrilleros”.
Y a la hora de resumir el hecho, “La Nación” elegía repetir el comunicado del Ejército Argentino de 1975 al decir que “el coronel Argentino del Valle Larrabure fue secuestrado por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) el 11 de agosto de 1974, durante el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, siendo ahorcado por sus captores luego de un infrahumano cautiverio de 372 días, durante el cual fue reiteradamente torturado mediante pasajes de corriente eléctrica y haciéndole perder 47 kilos”, una versión que fue profusamente difundida por las Fuerzas Armadas.
El diario, en definitiva, pedía anular la condena al terrorismo de estado del año 1985 y reinstalar la falsa teoría de los dos demonios.
“En sucesivos editoriales, LA NACION ha sostenido que crímenes de lesa humanidad no son solamente aquellos cometidos con el apoyo del aparato estatal, sino también los ejecutados por las organizaciones terroristas. Un crimen es un crimen, venga de donde proveniese, siendo evidente la falsedad de la premisa, que coloca al componente estatal por encima del sagrado valor de la vida”.
Terminaba diciendo que “cierto es que no puede haber paz sin justicia ni verdad. Pero esa paz tampoco será posible si no hay una Justicia que actúe sin discriminaciones y con una amplia concepción acerca de los delitos de lesa humanidad, como lo dispone el derecho penal internacional”.

La historia oficial

El Comando General del Ejército fue el constructor de la historia oficial sobre el supuesto crimen del mayor Argentino del Valle Larrabure.
“En la región fronto-parietal, zona media, aparece una contusión de forma rectangular de medida cuatro por dos centímetros, similar a la periferia del cotillo de un martillo, presuntivamente. Placas apergaminadas de cuatro centímetros, aproximadamente, en ambas caras internas de las rodillas, producidas en vida, por fuerte compresión. En tercio medio de la pierna derecha, surco profundo que rodea el contorno anatómico, producto probable de una ligadura compresiva en vida. En el cuello, surco profundo de estrangulamiento de fondo apergaminado, de recorrido horizontal levemente oblicuo, que abarca todo el perímetro, producido posiblemente por torsión desde atrás, ya que no se observan signos de cianosis en sus extremidades inferiores, propias en caso de haber estado suspendido”, decía aquel escrito.
Agregaba que “en los órganos genitales, gran zona congestiva inflamatoria, probablemente por pasajes prolongados de corriente eléctrica. Hay zona escarificada en el tercio superior del tórax, cara posterior, producida probablemente por la permanencia prolongada, en vida, en posición cúbito-dorsal. En el rostro, hemicara derecha, gran zona de congestión, que abarca la región frontal de ese lado, región maseteriana derecha, con gran derrame conjuntival en ojo derecho, presumiblemente provocadas por la acción de golpes o por choque violento con objetos duros. El cadáver presenta signos evidentes de deshidratación grave en vida por falta de líquidos y electrolitos suficiente, ratificado por una rebaja de peso superior a los 40 kilos de su peso en oportunidad del secuestro, según resulta de fichas”.
Terminaba diciendo que “el Ejército Argentino recibe hoy a un nuevo mártir, con firme propósito y compromiso de continuar en la lucha contra la subversión hasta su total extinción, para lograr de forma definitiva la paz tan ansiada y merecida por la familia argentina”.
Trasladados a Buenos Aires, los restos de Larrabure fueron velados en el Regimiento I de Infantería Patricios, y su sepelio se llevó a cabo en el Panteón Militar a primera hora del día 25 de agosto, en el Cementerio de la Chacarita.

Las memorias de Gorriarán Merlo

“...Además de los mencionados errores y golpes, sufrimos acusaciones infundadas: las de haber sido partícipes de atrocidades inhumanas. La acusación más difundida, más conocida, fue la del caso del mayor Larrabure, oficial del Ejército que había sido capturado por los compañeros en la toma de Villa María, que estaba detenido en Córdoba y que, tal como informamos se suicidó.
“En realidad, Larrabure padecía de una afección psíquica preocupante, a tal punto que habíamos recomendado a los compañeros que lo custodiaban que no lo dejaran solo en ningún momento, precisamente en prevención de que sucediera algo como lo que finalmente ocurrió.
“Debido a su estado estábamos analizando -y era lo que seguramente se decidiría- de liberarlo. Pero antes se suicidó. Cuando sucedió esto sacamos un comunicado y, lógicamente, entregamos el cuerpo de Larrabure para que fuera restituido a sus familiares y enterrado.
“Dos días después, el Ejército emitió un comunicado en el que decía que Larrabure había sido torturado, que tenía quemaduras de cigarrillos -adjudicándonos practicar barbaridades que hacían ellos- y que pesaba cuarenta y cinco kilos. Por supuesto, nada era cierto; si bien estaba delgado, no es verdad que pesara cuarenta y cinco kilos, y es totalmente falso que haya sido torturado. Precisamente, una de las causas del surgimiento de la resistencia armada fue la lucha contra la tortura y otras vejaciones, y siempre tuvimos perfectamente claro que no podíamos responder con métodos ajenos a lo que fuera el combate franco. “Además, la acusación tampoco se condice con toda la trayectoria del ERP respecto de quienes tuviera detenidos.
“Se controlaba celosamente el trato a los prisioneros. Sabíamos que ya de por si era malo el hecho de que estaban aislados, separados de sus familiares, pero nosotros no le agregábamos dolor al dolor, por decirlo de alguna manera. Por el contrario, tratábamos de disminuirlo dentro de las posibilidades del momento”, escribió Enrique Gorriarán Merlo, en su libro “Memorias...De los setenta a La Tablada”, publicada por “Planeta”, en el año 2003.

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SON TODAS MENTIRAS ZURDAS
Por GUSTAVO ZAZU - Saturday, Dec. 11, 2010 at 3:27 AM
gustavozazu@hotmail.com

LA VERDAD LA DA EL TIEMPO, YO LO UNICO QUE QUIERO COMO ARGENTINO, SI LOS MILITARES QUE COMETIERON EXCESOS SEAN JUZGADOS Y CONDENADOS.- ME PARACE BIEN , PERO TAMBIEN ES CIERTO QUE TAMBIEN HAY QUE SENTAR EN EL BANQUILLO A TODOS LOS TERRORISTAS MONTONEROS Y ERPIANOS , QUIERO VER A FIRMENICH, VACA NARVAJA, LUIS DUHALDE, NILDA GARRE, ETC ETC , EN JUICIO ASI HACE AL ESTADO DE DERECHO.- SINO LA JUSTICIA ES INCOMPLETA.-HAN HABIDO EXCESOS DE AMBOS LADOS Y LOS DOS DEBEN SER JUZAGADOS Y CONDENADOS.- PORQUE SINO ASI LA HERIDA NO CIERRA Y FOMENTA EL ODIO REVANCHISTA QUE LA SOCIEDAD NO QUIERE.- JUSTICIA SI , PERO QUE SEA COMPLETA.- TAMBIEN MURIERON VICTIMAS INOCENTES DE PARTE DE LA GUERRILLA.- PERO BUENO ES UN PENSAMIENTO QUE PUEDE O NO GUSTAR PARA ESO ES LA DEMOCRACIA.- YO NO OLVIDO LOS EXCESOS DE AMBOS LADOS.- Y NO ES TEORIA DE LOS DOS DEMONIOS , SINO JUSTICIA LISA Y LLANA.-

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Documentos fotográficos ineludibles
Por Totti - Friday, May. 27, 2011 at 1:16 PM

He aquí la llamada "cárcel del pueblo" (mal llamada "del pueblo" según el artículo 22 de la constitución nacional) donde estuvo Larrabure. En las fotos se puede apreciar la imposibilidad de encontrarse erguido en dicha celda.

Link:
http://bp2.blogger.com/_0fzChGhJfWA/Rn1nsfXOXOI/AAAAAAAAABA/Srtc42zBQlY/s1600-h/LARRABURE15.jpg

FOTOaquí

En cuanto a la desnutrición, se puede observar claramente en la fotografía de su autopsia, AQUÍ y AQUÍ


Link:

http://inmemoriam.blogdiario.com/img/autopLarrabure.jpg

Allí se puede ver una pérdida de peso incuestionable. Si se requiere una comparación, se la puede hacer con una fotografía de Larrabure, en condiciones normales previas al cautiverio, AQUÍ y <a href="http://www.victimasdeargentina.com/components/com_joomgallery/img_thumbnails/imagenes_1/imagenes_20101206_1965427932.jpg
">AQUÍ

Links:

http://www.victimasdeargentina.com/components/com_joomgallery/img_thumbnails/imagenes_1/imagenes_20101206_1965427932.jpg

http://1.bp.blogspot.com/_Nc6myC_xJBk/THAMXUp187I/AAAAAAAADDc/nzIoSo8WJr4/s400/familia+larrabure.jpg

Confirmación de su asesinato según peritos especialistas:

http://www.victimasdeargentina.com/index.php?option=com_content&view=article&id=246&Itemid=62



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Documentos fotográficos ineludibles
Por Totti - Friday, May. 27, 2011 at 1:47 PM

He aquí la llamada "cárcel del pueblo" (mal llamada "del pueblo" según el artículo 22 de la constitución nacional) donde estuvo Larrabure. En las fotos se puede apreciar la imposibilidad de encontrarse erguido en dicha celda.

Link:
http://bp2.blogger.com/_0fzChGhJfWA/Rn1nsfXOXOI/AAAAAAAAABA/Srtc42zBQlY/s1600-h/LARRABURE15.jpg

FOTOaquí

En cuanto a la desnutrición, se puede observar claramente en la fotografía de su autopsia, AQUÍ y AQUÍ


Link:

http://inmemoriam.blogdiario.com/img/autopLarrabure.jpg

Allí se puede ver una pérdida de peso incuestionable. Si se requiere una comparación, se la puede hacer con una fotografía de Larrabure, en condiciones normales previas al cautiverio, AQUÍ y <a href="http://www.victimasdeargentina.com/components/com_joomgallery/img_thumbnails/imagenes_1/imagenes_20101206_1965427932.jpg
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http://1.bp.blogspot.com/_Nc6myC_xJBk/THAMXUp187I/AAAAAAAADDc/nzIoSo8WJr4/s400/familia+larrabure.jpg

Confirmación de su asesinato según peritos especialistas:

http://www.victimasdeargentina.com/index.php?option=com_content&view=article&id=246&Itemid=62



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